La antigüa culinaria china reconoce tres bocados, EL W'ENG, EL ZHAO Y EL WOHG.
El nadador cruza el ancho lago y, casi exánime. en la orilla opuesta sus primos le dan una mazorca de maiz recién hervida y frotada con ajo. Al comerla el nadador recupera su energía. Ese es el W'ENG, el bocado del hambre. Después de analizar toda la noche las sutilezas del Tao, el erudito hinca sus dientes en una manzana, siente el jugo de la fruta en la comisura de los labios y entra en estado de iliminación, el satori. Ese es el ZHAO, el bocado del darse cuenta.
En un atardecer de invierno uno entra en la cocina donde, desdibujadas por el vaho de las cacerolas, trajinan las esposas y las favoritas. Tras acariciar el hombro de las últimas y saludar respetuosamente a las primeras, uno destapa las marmitas y toma una albondiguilla de trigo sazonada con jengibre. ¡Qué delicioso aroma tiene! Nos la ponemos en la boca y la desgustamos serenamente. Ese es el WOHG, el bocado del corazon.
Más de mil años después de haber sido formulados por SU TUNG-PO estos bocados mantienen su vigencia.
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