Las mocas se vuelven más pesadas ante la inminencia de lluvia porque en estos momentos previos el aire presenta baja presión (y por tanto baja densidad) y los insectos desplazan menor cantidad de aire en cada aleteo. Ello provoca que tengan un menor control de sus movimientos aéreos. A esto se le suma la humedad acumulada en el cuerpo de la mosca, que lo vuelve más pesado.
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