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sábado, 28 de noviembre de 2009

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO Orientaciones para educadores y empresarios

Los capítulos anteriores van dirigidos a los familiares, pero muchas de las propuestas son válidas para educadores, asesores y empresarios.
No obstante, estos últimos se encuentran en una posición única para ayudar y remitir a esas personas a tratamiento sin verse implicados emocionalmente. Como las familias, los educadores y los asesores pueden interpretar los síntomas obsesivo-compulsivos como defectos de carácter o rarezas de conducta que podrían evitarse fácilmente. En general, los síntomas no se reconocen y se malinterpretan. Las personas con TOC están preocupadas por su rendimiento educativo o laboral y por la posibilidad de que otros “descubran” su TOC. Esa preocupación les generan más ansiedad, exacerbando así los síntomas y perjudicándoles más.
Aunque quizá no todos los educadores o empresarios estén interesados en aprender cosas sobre el TOC, los que sí lo están pueden ayudar a las personas con este trastorno a conservar su funcionalidad y autoestima mientras luchan contra los síntomas.
Un entorno educativo/laboral de apoyo que trate a la persona con dignidad es óptimo. Intente colaborar con la persona para permitir cierta flexibilidad, cuando sea posible, y maximizar los éxitos, lo que no significa necesariamente reducir los niveles o los requisitos. Por ejemplo, un estudiante universitario con TOC me pidió que hablara con uno de sus profesores, que en su opinión le ponía notas más bajas de lo que merecía porque detallaba sus trabajos más de los necesario, le preguntaba si podía repetir las tareas que les mandaba para “cerciorarse” de que había oído bien y le pedía que le confirmase sus respuestas para “asegurarse” de que decía lo correcto. Una vez obtenido su consentimiento por escrito, llamé a su profesora y está me comentó que había empezado a reconocer algunas conductas del estudiante como propias del TOC, confesándome también que uno de sus familiares tenía este trastorno. Reconoció que algunas de sus reacciones habían sido bruscas y constituían un intento de poner fin a las aparentemente interminables preguntas. En una conversación a tres bandas comentamos algunos principios de la terapia de conducta y decidimos que la profesora ofrecería al estudiante la posibilidad de reunirse con ella una vez a la semana durante 15 minutos para examinar sus preocupaciones y preguntas. Fuera de ese espacio, el estudiante debía resistirse a pedir confirmación. Si formulase alguna pregunta, la profesora le recordaría su acuerdo. Envié un paquete con documentación adicional sobre el TOC a la profesora. El estudiante incluso la invitó, si estaba interesada en saber más sobre el tema, a asistir a nuestro grupo de apoyo mensual. Se trata de un ejemplo fantástico de cómo utilizar los contratos de conducta fuera del entorno familiar.
Hay ejemplos parecidos en el entorno laboral y educativo. Es importante ser flexible. Las personas con TOC son concienzudas, trabajadoras y se preocupan por hacer las cosas bien. Aunque posiblemente a veces eso sea un problema, los empresarios solidarios pueden sacar provecho de estas características y mantener trabajando a un empleado de confianza y responsable incluso cuando los síntomas están más exacerbados.

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