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lunes, 14 de diciembre de 2009

LAS DEPRESIONES DE FIN DE AÑO


Por: Paulo Daniel Acero: Psicólogo especialista en Trauma y Resiliencia

A pesar de ser concebida por muchos como la mejor época del año, el mes de diciembre suele provocar que la tristeza y la depresión se hagan evidentes con mayor intensidad. No es que en los otros meses del año no haya motivos para estar triste o deprimido, sino que durante el resto de año las ilusiones y desilusiones se distribuyen casi de manera uniforme, pero en diciembre, estas se concentran y son más notorias, pues en la época navideña se presume que todos deben estar obligatoriamente felices.
       

Mujer llorando


Cuando se habla de depresión de fin de año, no significa que se esté ante una nueva entidad psiquiátrica, sino que esta depresión, aunque menos intensa que la de carácter patológico, cumple todos los criterios de una depresión común, es decir, las personas ven el entorno triste y vacío, se ven a sí mismas tristes y vacías, experimentan vacío existencial y les resulta complicada y exigente la realización de actividades que antes llevaban a cabo sin dificultad.

Algunos de los factores que pueden incidir en que las personas se sientan deprimidas en el fin de año son:

    •Evidenciar el no cumplimiento de proyectos: Es decir, como a fin de año se hace inventario de lo que se debía haber obtenido, en esta época se hace palpable que muchas de las cosas que se pensaron o desearon el fin de año anterior no se lograron. En este sentido vale la pena reflexionar que lo que no permite obtener los resultados es que las decisiones que se toman el 31 de diciembre, para al año que sigue, suelen ser proyectos basados en la emoción y no en la razón y la planeación. No hay que tomar decisiones sino determinaciones y la diferencia es que estas últimas no se toman en un instante, sino que son fruto de la reflexión y se caracterizan por ir acompañadas de fechas, acciones a realizar y presupuestos a ejecutar. Cualquier proyecto que no contemple estos tres mínimos elementos no es tal sino un simple deseo.


    •Anclarse en los faltantes y no en lo que se tiene: Este tipo de visión negativa, usualmente basada en la tendencia a compararse con los demás y a hacer depender nuestra felicidad de que los demás sean menos felices que nosotros, lleva a no dar valor real a nuestros logros y a demeritar nuestros alcances. La frase distintiva de estas personas suele ser “sería realmente feliz si tuviera… como lo tiene fulano”.

    Mujer aburrida
       

    •Focalizarse más en los recuerdos negativos que en los gratos: Que no es otra cosa que la tendencia a victimizarse y querer convencernos a nosotros - y convencer a otros - que en nuestro arco iris predomina la gama de los grises en la presunción de que, los que se manifiestan felices, es porque no han tenido adversidades o, por lo menos no tan duras como las nuestras. Quienes trabajamos con el duelo, solemos decir que es la tendencia a comparar heridas buscando comprobar que la nuestra es la más grande, lo que ratifica nuestro derecho a sentirnos desgraciados.


    •Confrontarse con el vacío existencial: Nunca como en esta época se ponen a prueba nuestros valores y visión de la vida. En este mes del año se contraponen el tener y el ser. Si consideramos que lo importante no es ser, sino aparentar, estaremos presos de la sociedad de consumo que enfila sus baterías para convencernos que solo seremos felices si tenemos los productos que ella promociona. Es clave no entrar en la insulsa competencia de ver cuánto se regala y hacer depender de ello la dimensión del aprecio.

    •Enfrentar la felicidad superficial versus la autentica: La idea de felicidad que nos trasmiten los medios de comunicación no tiene nada que ver con la felicidad de las personas reales. Quienes han pasado y afrontado satisfactoriamente adversidades y pruebas, pueden dar testimonio de que descubrieron que la verdadera felicidad está en la cercanía emocional con los seres queridos, en la superación de barreras de separación constituidas por malentendidos y perdones no dados y no concedidos y en la verbalización y demostración de afecto mediante una llamada, un abrazo o un detalle salido del corazón.

Para finalizar esta reflexión queremos invitar a recordar que tan importante como lo que nos sucede, es la manera en que afrontamos aquello que nos sucede y que, de una manera maravillosa, los seres humanos somos infinitamente superiores a lo que nos ocurre, pues, si solo somos lo que nos ocurre, estamos atados al pasado, cuando uno de los aspectos esenciales del ser humano es la capacidad de proyectarse al futuro, afianzándolo en determinaciones tomadas en el presente, gracias a los aprendizajes de un pasado no evitado sino sanamente procesado e integrado a la experiencia vital.

Psicologo U.N. Docente Investigador UMB, Investigador Principal Grupo Muerte y Duelo en el Contexto Colombiano, Psicoterapeuta, escritor, conferencista, Director Experiencia Krisalida, Experto en Trauma y Resiliencia Hebrew University of Jerusalem. Contacto: paulo.acero@umb.edu.co -  paulodanielacero@ gmail.com

Paulo Daniel Acero Rodriguez: Psicologo U. Nacional de Colombia, Master en Integración de personas con Discapacidad U. de Salamanca Formado en Trauma y Resiliencia Hebrew University of Jerusalem, Investigador Principal Grupo Muerte y Duelo en el Contexto Colombiano.
Conferencista Internacional, escritor sobre duelo y estres traumático
Miembro American Academy of Experts in Traumatic Stress.
 

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