Las razones de una atracción.
¿Qué lugar ocupa la apariencia física en el imaginario de las mujeres? ¿Qué preferencias tienen los varones a la hora de posar sus miradas? La psicología explica algunos porqués.
El punto es para qué. ¿Para atraer al sexo opuesto?; ¿para convertirse en el ideal de belleza de otras mujeres?; ¿para elevar su autoestima? O, quizá, por todo esto junto, las mujeres se fijan -y mucho- en su apariencia física.
Visitan consultorios de médicos esteticistas, levantan pesas en los gimnasios, concurren religiosamente a institutos de belleza que prometen mejorar su figura y, en ocasiones, hasta llegan a padecer grandes y peligrosas "hambrunas" para perder algunos kilitos.
Desde la industria de la moda y el marketing, la artillería pesada está a la orden del día: lencería con encaje, sandalias con altísimas plataformas, jeans al cuerpo que cortan la respiración, escotes, animal print...
La Argentina se posicionó tercera en el número de cirugías estéticas, en el último ranking mundial publicado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, sólo superada por Estados Unidos y México. Un estudio realizado en 2007 por TNS Gallup en Latinoamérica reveló que las mujeres están más interesadas que los hombres en someterse a intervenciones. En 2009, otra investigación de la consultora detectó que el 96% lleva a cabo las más variadas estrategias para verse bien.
Si se da por descontado que el motivo principal de semejante esfuerzo radica en agradar al sexo opuesto, cabe preguntarse si ellas conocen verdaderamente qué motiva la atracción de los hombres. Y, además, restaría averiguar el orden de preferencia en el universo masculino según pasan los años.
El doctor Jorge Alberto Franco, médico psiquiatra, profesor adjunto de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA y autor del libro Sexo y sexualidad en el siglo XXI, afirma que el ideal de mujer o de varón de un sujeto corresponde a una conjunción de su historia social e individual y del grupo social, económico y cultural en el que fue formado. Por otro lado, la psicología evolucionista incluye algunos aspectos universales, como la simetría y la proporción de los rasgos, que ambos sexos tienen en cuenta a la hora de buscar descendencia.
De todos modos, no es tan fácil descifrar qué de las mujeres atrae a los hombres. Ellas piensan que ellos prestan mayor importancia a lo físico, y las investigaciones les dan la razón, pero no en la medida en que ellas creen. Asegura el sexólogo que los varones tienen una visión más corporal; generalmente observan las diferentes zonas del cuerpo, los ojos (desde el color hasta la manera de mirar) y la boca -aunque en el futuro renieguen de su elección y se quejen si las capacidades intelectuales y recursos psicológicos son escasos-. Llevan consigo la contradicción entre la belleza corporal y algunas características de la personalidad. Cuando afirman "es una buena chica, muy simpática" es probable que no prospere, en un primer intento, la relación amorosa.
Opiniones y realidades
La mujeres, en cambio, tienen, según el doctor Franco, una mirada más integral del varón. Incluyen aspectos generales de la personalidad, como la simpatía, el humor y la inteligencia. Es común que se sientan atraídas por sus capacidades en general, sobre todo aquellas valoradas en la sociedad actual: el reconocimiento artístico, cultural, deportivo o económico.
En la actualidad, algunas investigaciones muestran que la mujer se está volviendo un poco "más carnal y el hombre un tanto más emocional". Es común escuchar que ellas elogien zonas como la cola y, aunque este rasgo aún es débil, se va imponiendo. Franco opina que son interesantes las características de personalidad que se corresponden. Por ejemplo, cuando se habla del tipo de cola, si es achatada, él es achatado, y si es firme, él es firme.
Cuando se les pregunta a ellos qué miran en las mujeres, ¿contestan con total sinceridad? Queda cierta duda, sobre todo si la pregunta es formulada por una mujer. En una tarde en un bar, a pesar del bullicio que ocasiona la pregunta, se puede advertir que para los más jóvenes no pasan inadvertidas la cola y la cara en general, sobre todo los ojos, aunque reparan también en la actitud y en la buena presencia.
Los maduros, en cambio, se muestran atraídos por todas las curvas, la cola y los pechos. Pero les dan igual importancia a otros condimentos, como el misterio, la seducción y la sensualidad.
Stendhal decía: "La belleza es una promesa de felicidad". Ante la dificultad de definir qué es lo bello que atrae, ya que "la belleza está en el ojo de quien mira", la sabiduría popular italiana sostiene: "Non é bello quel che é bello, il bello è quello che mi piace" ("No es bello aquel que es bello; el bello es aquel que me gusta").
A grandes rasgos, las mujeres oscilan entre lo curvilíneo del "baby face" y lo rectilíneo y agudo de la testosterona, como signo de masculinidad. Por lo general, los hombres aprecian tanto en el cuerpo como en el rostro lo curvilíneo de la hormona estrogénica femenina. En la actualidad, un poco por los dictámenes de la moda y otro poco por la impronta del gimnasio, se impuso también la mujer llamada "saludable musculosa", estilo Madonna.
¿El varón va directamente al grano? Comenta el especialista que el erotismo de la mujer involucra todo el cuerpo; ella disfruta de la caricia como un fin en sí mismo. Para el varón, que es mucho más visual, es sólo un medio para lograr el contacto coital. Ambos difieren en las habilidades: en el hombre se destaca la capacidad neuroespacial, necesaria por ejemplo para manejar un automóvil. En la mujer se hace más evidente la habilidad lingüística, expresiva y de memoria, como también la de poder desarrollar varias actividades simultáneas yo más de una conversación a la vez.
Cuestiones quimicas
Cuando un hombre y una mujer se atraen, entra en escena "la química". Existen estímulos concretos de tipo físico que producen un aumento en la producción de varios neurotransmisores como las hormonas oxitocina y dopamina, relacionadas con el estado de bienestar, alegría y placer. Estas sensaciones no han pasado inadvertidas para los perfumistas, que incluyeron siempre en la fórmula de sus fragancias este elixir del amor.
Estudios antropológicos efectuados por Irenäus Eibl-Eibesfeldt comprobaron que algunos rituales del cortejo animal subsisten en expresiones inconscientes de los humanos. La coquetería, por ejemplo, parece evocar la fuga simulada de la hembra, que invita al macho a seguirla: "Este interesarse y desinteresarse son comportamientos típicos del coqueteo que se manifiestan principalmente a través del lenguaje de los ojos".
La psicología muestra los factores que contribuyen en la atracción de los sexos, y las encuestas arrojan sus cifras. Pero no está todo dicho, por suerte, para los que no quieren poner todo en palabras y sí mantener el misterio de esa "magia".
En un reportaje al artista Joaquín Sabina le preguntaron qué era una canción. Con su tono iconfundible, respondió: "Una buena letra, una buena música, un buen intérprete y algo más que nadie sabe lo que es, pero que es lo único que importa".
Algo de insatisfacción
¿Existen aspectos patólogicos en el ideal de belleza? Básicamente, son dos: el fetichista y el dismórfico.
El primero se produce cuando la atracción de la pareja está puesta en forma obsesiva en una parte corporal del otro. La persona sólo se relaciona con quien cumpla con esa condición. Un ejemplo de esto fue el tamaño de los pies, que tantos problemas les trajo en el pasado a las mujeres chinas. Puede darse también el rechazo, o antifetiche, como en el caso de los glúteos pequeños o chatos, y la forma o el tamaño de los dedos de la mano, según explica el especialista.
Otro trastorno de importancia es el dismórfico, en el cual la persona nunca alcanza el ideal de belleza que se propone (se da más en mujeres que en varones).
Le adjudican al mínimo defecto físico, indetectable para otros, la causa de su malestar psicológico. Esta insatisfacció n, sumada a la obsesión narcisista por conseguir lo imposible, hace que muchas veces se expongan al riesgo de múltiples cirugías estéticas.
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