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martes, 2 de febrero de 2010

Dictaduras de laboratorios

Es aberrante, increíble y terrorífico lo que llevan haciendo durante décadas las grandes multinacionales farmacéuticas –también las químicas, etc.-.

Es prioritario y primordial que la producción de fármacos no esté en manos privadas, que todos los grandes laboratorios estén en manos del pueblo y de los gobiernos.

Cuando alguien descubre un medicamento barato y eficaz, enseguida sufre el acoso de la industria farmacéutica para que les venda la patente. Luego no comercializan el medicamento, ya que al ser barato no les interesa, y venden el caro fármaco que ellos han creado.

Nunca elaboran un medicamento definitivo que cure una determinada enfermedad, sino que van sacando cada cierto tiempo nuevas versiones del mismo, pero que sigue sin ser del todo eficaz -un representante jubilado lo confesaba, y que no había hablado antes por miedo y para no quedarse sin trabajo-.

Casi todos los medicamentos de síntesis dañan el hígado u otros órganos y tienen efectos secundarios –la palabra antibiótico significa: contra la vida, y salvo los que interfieren en la síntesis de las paredes celulares de las bacterias, el resto afecta negativamente a las células de un modo u otro, y los conceptos en que se basa la medicina alopática están errados al pretender combatir agresivamente de forma química los síntomas en vez de ir a las causas-.

Se han encargado, mediante todo su poder y aparato propagandístico, en demonizar las medicinas alternativas y naturales, que no siempre están tampoco libres de sospecha, pero son, en mayor medida, bastante más recomendables.

La Salud es un derecho y los medicamentos eficaces deben ser baratos y al alcance de toda la Humanidad. Lo que llevan haciendo durante décadas las multinacionales farmacéuticas es un crimen y un genocidio.

A los países africanos les venden medicamentos caducados. Hay medicamentos para niños que no han sido suficientemente probados. Para saber si un fármaco no produce efectos nocivos sería preciso hacer estudios a largo plazo y realizando seguimientos a pacientes, lo cual supondría unos cuantos años de investigación y no interesa, porque eso no es rentable.

Hay que desligar por completo los intereses comerciales del tema de la salud. Los representantes de la industria farmacéutica sobornan habitualmente a los médicos ofreciéndoles viajes y regalos si recetan los medicamentos de los laboratorios que les pagan.

Todo esto es real, cierto y común. Las grandes multinacionales contaminantes, las industrias químicas, de transgénicos, farmacéuticas, etc., compran voluntades, infiltran a personas entre los políticos encargados de tomar ciertas decisiones, sobornan a periodistas, corrompen a gran cantidad de científicos para que emitan dictámenes favorables a sus nocivos y letales productos.
Nadie hace nada. Las gentes hacen manifestaciones para apoyar fanáticamente al partido mayoritario de derechas o al partido mayoritario de izquierdas, pero el pueblo no se manifiesta para un tema tan grave como es el de las prácticas despóticas y carentes de toda ética de las grandes farmacéuticas, etc. Los transgénicos están siendo otro tema terrorífico y nadie mueve un dedo. Patentar alimentos es una barbaridad.

Los pesticidas superfuertes y venenosos que se usan con los transgénicos que los toleran envenenan el suelo y las aguas. Las múltiples variedades de arroz, trigo, maíz, soja, etc., etc., etc.., etc., están en peligro. Los campesinos tienen que pagar cada año si quieren seguir plantando transgénicos y están obligados a comprar el letal pesticida, etc., etc., etc. Los alimentos a nivel mundial pueden estar en manos de unos pocos que tengan las patentes.

Quien tiene los alimentos tiene el poder, quien tiene el poder sobre la salud tiene el poder… Manipulan, engañan, mienten, usan toda su máquina jurídica y propagandística para que los gobiernos cedan. Compran a políticos, periodistas, científicos, médicos, etc.

No tienen escrúpulos. Los científicos honestos que lo denuncian pierden su trabajo misteriosamente. La principal amenaza de la Humanidad son las grandes multinacionales de los transgénicos, de los fármacos, de los pesticidas, de los productos químicos de limpieza, etc. Las multinacionales han de nacionalizarse, no pueden ser un gran negocio a costa de la vida y la salud de cientos de millones de personas.

Hay que fomentar los pequeños huertos con abonos naturales, sin pesticidas, sin transgénicos, para no depender de alimentos del exterior. Un país que no produce sus propios alimentos está perdido. Cualquier problema de transportes, etc., puede resultar catastrófico. Cada pueblo y ciudad debe fomentar los pequeños huertos. El tema de la alimentación sana y de la salud es algo prioritario que hay que afrontar ya.

        

    Andrés Knightwood
   

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