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lunes, 8 de febrero de 2010

La mulita

La Mulita
Dasypus hybridus
    
Provistas de una verdadera armadura que la protege de eventuales enemigos, con un "hocico alargado y semejante al del chancho" y un par de "orejas largas, derechas y móviles como las de las mulas" como describe el Padre Jolís, la mulita es uno de los más característicos representantes de nuestra fauna, protagonista de gran cantidad de cuentos y leyendas.
De las especies de mulitas que habitan en la Argentina, la de mayor distribución es la mulita de la pampa (Dasipus hybridus), que ocupa la llanura chacopampeana. La mulita de siete bandas (Dasypus septemcinctus) prefiere los ambientes de vegetación densa y húmeda, aunque también pude extenderse a zonas relativamente secas. Por su parte, la mulita grande (Dasypus novemcinctus) , especie originariamente tropical, de amplísima distribución en América del Sur, es capaz de vivir en ámbitos muy variados y en la actualidad ha colonizado extensas áreas de América del Norte.
    

Una dieta blanda y abundante

    
Aunque las mulitas son animales omnívoros, tienen, sin embargo, una dieta restringida. Sucede que las características de su dentición (como corresponde al orden de los edentados, sus dientes carecen de función masticatoria) solo les permiten ingerir alimentos relativamente blandos. En especial, se ha estudiado la alimentación de la mulita grande: sabemos que incluye invertebrados, pequeños vertebrados, huevos, frutas, tubérculos, raíces y hongos. En zonas tropicales un alto porcentaje de su dieta está compuesto por hormigas y termites.
Un estudio del contenido estomacal de ejemplares de mulita de la pampa mostró gran cantidad de larvas de escarabajos y mariposas, hormigas y lombrices. En menor cantidad se hallaron lagartijas, restos de vegetales y cáscaras de huevo y, muy escasamente, milpiés, moluscos y roedores recién nacidos.
La capacidad gástrica de la mulita es enorme: una mulita grande puede contener en su estómago hasta 150 centímetros cúbicos de alimentos. En el caso de una dieta insectívora, este volumen implica increíble cantidad de presas, como lo demuestran los resultados de algunos recuentos efectuados: 3.130 insectos, 1.200 hormigas. En un caso excepcional se hallaron alrededor de 40.000 hormigas; en otro 13.000 termites.
La ingestión de insectos con partes duras -los que, en general, son pocos masticados ya que se han encontrado enteros en el estómago de los animales estudiados- requiere adaptaciones especiales para que no se produzcan lesiones en la mucosa digestiva: el estómago presenta una sección superior, con aspecto de bolsa, donde el alimento queda retenido, y una inferior, muscular, que actúa como aparato triturador de los alimentos.
    

Excursiones alimenticias

    
Las mulitas no almacenan alimento, sino que se lo procuran a medida que lo necesitan. La búsqueda se realiza, habitualmente, de noche, ya que son animales de hábitos nocturnos -aunque ocasionalmente es posible encontrar mulitas activas durante el día-. Para ello recorren extensiones fijas, que reconocen y mantienen a lo largo de toda su vida (el área media de actividad de las mulitas grandes oscila entre dos y diez hectáreas).
Una vez descubierto el alimento, lo toman con rapidez y lo mastican muy rudimentariamente, por lo que las presas llegan al estómago prácticamente enteras. Si el alimento deseado está bajo tierra, las mulitas realizan pequeñas excavaciones, removiendo el suelo y la hojarasca con ayuda de sus uñas y de su hocico que, a tal efecto, está provisto en las narinas externas de dos huesos aptos para la función excavadora. Mientras remueven el suelo, es común que se alcen en sus patas posteriores y, apoyándose también en la cola, eleven el cuerpo en posición bípeda mientras olfatean a su alrededor.
Respecto de estas pequeñas excavaciones que tan frecuentemente realizan las mulitas, no hay acuerdo en si se trata de actividades exploratorias efectuadas al azar o si los animales se guían por señales olorosas que les anuncian la posiblidad de presas (según Contreras es más probable que se trate de este último caso). También suelen realizar excavaciones en troncos podridos, desmenuzando con sus uñas la madera en busca de larvas e insectos.
La ingestión de termites la hacen directamente en el termitero destruido o dañado, ignorándose si las mulitas inician el ataque o aprovechan las roturas efectuadas por otros animales. Eficaz instrumento en la recolección de insectos resulta la lengua de las mulitas, que es extensible y posee gran cantidad de menudas papilas a las cuales aquéllos quedan adheridos.
Aunque es poco frecuente, se han observado casos en los que las mulitas se alimentaban de carroña, actividad más propia de otra especie, el peludo común.
Observaciones realizadas con animales en cautividad revelan que en el comportamiento alimenticio de las mulitas hay mucho de aprendido, por ejemplo en la forma de tomar ciertas presas o en la modalidad para quebrar y devorar huevos.
    

Caminadoras y huidizas

    
Las mulitas son buenas caminadoras y, si no hay peligro a la vista, marchan en forma lenta, generalmente zigzagueante, deteniéndose con frecuencia para alimentarse. Caminan con el tren posterior del cuerpo algo levantado, la cola oblicua hacia abajo y las orejas erguidas o inclinadas para atrás.
Si se asustan, reaccionan de inmediato, desplazándose unos metros o, en casos extremos, saltando verticalmente antes de buscar refugio, pero nunca alcanzan gran velocidad ya que sus cortas patas no se lo permiten. En la huida buscan lugar donde esconderse. Si encuentran alguna cueva, tratan de profundizarla, mientras cierran el acceso lo más posible y curvan la parte posterior del carapacho de modo tal de no ofrecer al enemigo zonas desprotegidas.
De la habilidad con que las mulitas escapan de sus perseguidores nos habla este pasaje de Allá lejos y hace tiempo de Guillermo Enrique Hudson "... lo agarré (al armadillo o mulita) de la negra cola de hueso, con las dos manos, y empecé a tirar tratando de sacarlo (de la madriguera). No lo pude mover. Siguió cavando con furia y penetró más y más profundamente en la tierra. Pronto me di cuenta de que en lugar de sacarlo yo, el estaba arrastrándome. Mi orgullo de niño se sintió herido... Primero mis manos y después mis brazos fueron arrastrados dentro de la cueva..."
    

Inflarse para flotar

    
Las mulitas son capaces de nadar, cosa curiosa si se observa que, debido a su carapacho calcificado, sus huesos macizos y fuertes y su densa musculatura, tienen un peso específico muy alto. Debido a eso, antes de entrar al agua, las mulitas aumentan su capacidad de flotación aspirando gran cantidad de aire (hecho comprobado mediante autopsias efectuadas a animales sacrificados hasta diez minutos después de haber nadado.) Cuando nadan. asoman el hocico a la superficie y patalean vigorosamente, como los perros.
Otra curiosa estrategia para desplazarse en el agua -en casos de tratarse de cortas distancias- consiste en caminar por el fondo, aprovechando su capacidad para retener aire durante varios minutos.
    

Cómo se alberga

    
Para albergarse, las mulitas excavan sus cuevas. Estas son cilíndricas, en ocasiones ramificadas, con una extensión que va de los 60 centímetros a los cuatro metros y medio. Aunque la profundidad media es de 50 centímetros, en tierras arenosas y blandas superan los dos metros.
Las cuevas pueden tener nidos conexos, construidos con material vegetal, especialmente hierbas secas, pero en ese caso son más cortas.
Con frecuencia las entradas de las galerías aparecen semicubiertas por restos de nidos de la excavación. Es común que existan dos bocas, o más si hay ramificaciones, lo que amplía las posibilidades de huida y hace más fácil el acceso.
Las cuevas no están solo destinadas a las crías sino que responden a las necesidades de las mulitas de preservarse de las temperaturas extremas. Muy vulnerables al frío y a los grandes calores, que pueden provocar en ellas irreversibles alteraciones metabólicas, el microclima de las cuevas las protege de esos riesgos, factibles de culminar en colapsos.
    

Señales olorosas

    
Aunque las madrigueras pueden ser ocupadas por varios individuos, lo común es que cada mulita posea su propia cueva. Esta es marcada mediante una glándula -se trata de glándulas sudoríparas modificadas- situada en el dorso del carapacho a la altura de la pelvis, que segrega gotas de un líquido aceitoso y fétido que impregna el techo de la cueva durante la marcha del animal.
Dada la falta de agresividad social de las mulitas, esta señal olorosa parecería ser el mecanismo determinante de la no superposición de áreas territoriales, hecho observado por muchos autores.
Las mulitas poseen además un olor especialmente desagradable para los perros, originado en un par de glándulas situadas cerca del ano, que aumentan su secreción en caso de excitación o agresividad.
    

La reproducción: implantación diferida y poliembrionía

    
En este aspecto, las más estudiadas son las mulitas grandes.
Las poblaciones de mulitas presentan dos momentos anuales de ovulación de las hembras y de apareamiento: uno en el verano, que abarca a la mayor parte de las hembras adultas, y el otro en el otoño, que comprende solo a las jóvenes que recién han alcanzado la madurez sexual y reproductiva (ésta se produce a los dos años de vida, aunque la pubertad llega alrededor de los seis meses).
La reproducción de las multas se caracteriza por un proceso denominado implantación diferida: el período de gestación se extiende considerablemente (hasta tres o cuatro meses) por retardo de la etapa comprendida entre la fertilización y la implantación de los embriones en el útero.
Pero el rasgo más peculiar en este proceso reproductivo es que todos los embriones de cada camada derivan de un mismo óvulo original, produciendo -según las especies- de cuatro a doce gemelos idénticos (todos del mismo sexo), fenómeno que se conoce como poliembrionía.
Durante la época del apareamiento, la actividad diurna se acrecienta y, por otra parte, pueden observarse, esporádicamente, algunos encuentros conflictivos entre machos. Pero es frecuente que dos machos acompañen a una misma hembra sin demostrar mayor agresividad.
El cortejo es breve y la pareja solo dura lo necesario para el apareamiento. Este se produce de noche y en él la hembra adopta una posición poco común entre mamíferos cuadrúpedos: echada sobre su espalda, enfrenta ventralmente al macho.
    

Llegan los gemelos

    
Después de 120 días de gestación ( a partir de la implantación) se produce el parto, en el interior de las cuevas. Los recién nacidos -cuatro, ocho o doce- nacen bastante formados y son verdaderas réplicas de los adultos. Con los ojos abiertos y un carapacho blando que se irá endureciendo con la edad, a las pocas horas de nacer son capaces de caminar y seguir a sus madres, compartiendo con ellas algún alimento.
La crianza queda exclusivamente a cargo de la madre, que permanece en la cueva con sus crías amamantándolas hasta las ocho o nueve semanas de vida, momento en que se produce el destete. Es probable que entonces las relaciones entre madre e hijos se interrumpan.
El crecimiento de los jóvenes se prolonga hasta el comienzo del cuarto año de vida.
    

La comunicación vocal

    
Las mulitas son capaces de distintos tipos de vocalizaciones: chillidos semejantes a los del cerdo, si están aterradas; gemidos si se trata de un joven que demanda atención materna; ronquidos bajos y silbantes durante la búsqueda de alimento; y una peculiar emisión vocal ("chuck") que cumpliría una función comunicativa entre machos y hembras, facilitando los primeros contactos al comenzar la estación reproductiva.
    

El depredador más peligroso

    
Aunque la efectiva protección del carapacho y su habilidad poco común para ocultarse la hacen poco vulnerable a los ataques, la mulita tiene varios depredadores naturales, como los grandes carnívoros, los zorros y las águilas, mientras que el hurón, la iguana overa y probablemente, algunas serpientes, atacan y devoran a las crías. Sin embargo, el mayor y más eficaz depredador es el hombre y a éste debe la mulita su merma poblacional en el mayor parte de su área de distribución, ya sea directamente, con la caza, o a través de la profundas modificaciones del hábitat, producto de la civilización urbana y del cultivo de los campos.
La mulita grande, por ejemplo, aunque presentó características expansivas hasta hace poco, especialmente en América del Norte, actualmente parece haberse estabilizado en general e incluso mermado en áreas de América Central y América del Sur, debido especialmente al uso de su carne por grandes sectores de la población rural. Por otra parte, la mulita de la pampa ha experimentado alarmante merma en las zonas de explotación agropecuaria pampeana y es cada vez más escasa en el área chaqueña y mesopotámica.
    

La utilidad de la mulita

    
Según algunas opiniones, la actividad de las mulitas durante las excavaciones en búsqueda de alimento es sumamente perjudicial para los cultivos. Sin embargo, con su alta tasa de consumo de invertebrados, especialmente de larvas de hormigas y termites, la remoción y cavado del suelo y los aportes de materia orgánica a niveles subterráneos, las mulitas actúan positivamente sobre la dinámica poblacional de otras especies y la evolución de los suelos.
Pero además de su papel n el balance de los ecosistemas y en el control de plagas, el mayor valor atribuido a la mulita es su potencialidad como recurso proteínico.
Otro aspecto interesante relacionado con este animal fue la comprobación -realizada en la década de 1970- de la capacidad de la mulita grande de infectarse con el agente de la lepra humana. Este descubrimiento resultó de gran trascendencia ya que hasta ese momento se carecía de animales experimentales sobre los cuales cultivar la bacteria o ensayar drogas curativas. Desde entonces la mulita se ha convertido en un nuevo y valioso animal de laboratorio para investigaciones biomédica, motivando, a su vez, una intensificació n de los estudios acerca de su fisiología y metabolismo.
    
    
    
    

    

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