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sábado, 8 de mayo de 2010

El cine y la política

El llamado (¿correctamente?) "cine político" puede presentarse de varias maneras: con premisas y aforos abierta y claramente políticos o bien, con propósitos panfletarios o controversial, cuestionador  para "atacar las formas y los valores de la sociedad en la que se desarrolla."

Concretamente se alude a los fenómenos ruso y alemán: revolución de octubre de 1912 y los preámbulos de la 2ª guerra mundial, respectivamente.
La cinematografía siempre guarda una cuota de ambigüedad que trasciende la intención explícita, deliberada, de sus productores y, es más, muchas veces las contradice.

Cecil B. DeMille afirmaba que el cine en principio no político de Hollywood ofrecía un excelente medio para diseminar la información acerca del pensamiento norteamericano (the american way of life); una palpable realidad de hoy, en materia cinematográfica, terminó por darle la razón al otrora prolífico realizador -"cuya personalidad vulgar, comerciante y fastuosa caracterizó a Hollywood durante 40 años. Desde la hipersaturación estadounidense que, pariendo de la más imbécil comedia de "nerds" hasta las megaproducciones abarrotadas de efectos especiales, padecen las pantallas del mundo, sea éstas de salas comerciales o los monitores de tv.

Estará errado si creyera que una vanguardia estética conduce obligatoriamente a una vanguardia política, pero mejor seguiré con los ejemplos sobre las interrelaciones cine-política.

Tras los casos ruso y alemán ¿qué ocurría con el cine  francés durante la  ocupación alemana? Hacia 1940, y tras su derrota bélica, Francia quedó sometida a un gobierno nazi en toda la región norte del país y las regiones sur y este quedaron en manos francesas. Fue lo que se conoció como el régimen de Vichy presidido por el Mariscal Pètain, que se mantuvo hasta la liberación aliada en 1944. En tales circunstancias soco-políticas el cine era, seguramente, un tema menor. Sin embargo, pronto se vio la necesidad de mantener alas abiertas y brindar algún tipo de esparcimiento a la gente.

Al norte de Francia, durante largos meses, los nazis se arrogaron la explotación exclusiva de las salas y prohibieron la producción local. En la zona de Vichy, por el contrario, hubo un gran esfuerzo colectivo para reorganizar la industria cinematográfica.

Con pleno apoyo oficial y varias subcomisiones especializadas en distintos rubros, noviembre de 1940 contemplaba el restablecimiento, sumamente dificultoso, de la producción cinematográfica francesa.

A las ausencias humanas -directores y actores emblemáticos (René Clair, Julien Duvivier, Jean Renoir, Jean Gabin, Michele Morgan, Jean Pierre Aumont y otros tantos y tantas ya no estaban en Francia) se agregaron carencias de dinero, estudios, energía eléctrica, película virgen, material escenográfico, etc; y añadido a esto, la producción cinematográfica estaba sujeta a la censura de Vichy y halló dificultades de exhibición en buena parte de país.

Todo esto resultó en un sistema de coproducción con los estudios Cinecttá de la Italia fascista.

Un magnate alemán, Alfred Greven, protegido aparentemente por sus buenas relaciones con el gobierno nacionalsocialiista, instaló en Francia (octubre 1940) un sello productor: Continental Films. Éste, a diferencia de los competidores  franceses de Vichy, poseía cuantioso capital y adquirió una cadena de salas. Con gran olfato, Greven advirtió que los lugareños se interesaban ante todo por el mismo cine  francés. Ergo, urgía producirlo nuevamente. Para ello -mediante una buena paga a los nombres mayores del cine galo de la época (directores como H.G. Clouzot, André Cayete, Christian Jaque, George Lacombre; intérpretes como Fernandel, Pierre Fresnay, Michel Simon, Dnielle Darrieux, Jean Louis Barrault, más una nómina de guionistas, fotógrafos y diversos técnicos) la Continental, a la par que obtenía el celuloide y equipamiento, rompía el supuesto monopolio cinematográfico de la zona de Vichy.

Se ha estimado que durante los cuatro años en que Francia estuvo ocupada por el ejército alemán, se rodaron mas de dos centenas de flms, de ellos, alrededor de una treintena procedieron de la Continental.

De considerar los problemas de un país derrotado y en medio de una guerra mundial, dichas cifras lucen más que llamativa. La otra circunstancia -paradójica si se quiere- es que pese a ser capitales alemanes, la Continental produjo un cine netamente francés. En los elencos y créditos de la treintena no figuran nombres germanos. Hubo, por supuesto, barreras inhibitorias para los temas, éstos debían carecer del menor asomo de crítica social o política, ello hizo que los realizadores se volcasen a melodramas históricos y/o policíacos.

Climas dramáticos, fotografía e interpretaciones de la lista de la Continental pueden citarse "L'assassinat du Père Noél" de Christian Jaque, "Le corbeau" de H.G. Clouzot, "Les inconnus dans la maison de Henri Decoin, "L'assassin habite au 21" de Clouzot, "Symphonie fantastique" dirigida por Ch. Jaque, por citar algunos

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