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viernes, 11 de junio de 2010

Mundial de fútbol

Vuelve el fútbol mundial opacando todo lo que no se deja ver cuando de inversiones se trata. Se han gastado millones de dólares en una empresa que, por cierto, no da pérdidas. Los gobiernos no dudan a la hora de postularse para eventos de tal alcance mundial y a nadie le importa si hay hambre, guerra o cualesquiera de los males que aun no han sido abolidos.
Por unos meses estaremos anestesiados mirando la tv. dejando a un costado los problemas diarios; no ha cambiado nada, en este nuevo orden mundial sigue vigente aquello de "pan y circo" pero a quién le podría importar traerse a la memoria eso de  que con la panza llena y divertimento lo demás lo borra el viento.
Quizá parezca que soy contrario al fútbol y no es así, soy un oponente, un adversario ante la corrupción que se tapa en esta multinacional del deporte, del tráfico de dinero y de cuanto teje y maneje se hace en las multimillonarias cifras que se ofertan por determinados cracks, millones estos que no aparecen para los hospitales públicos del tercermundo o para detener la hambruna, construir viviendas y todo aquello que sabemos y saben, estos gurús de la FIFA, son imprescindibles en muchas naciones que son parte de esta comunidad deportiva.
¿Quién para a éste golem?
En pocas horas estaré enfocado mirando al seleccionado de mi país y gritaré gooool, si es que llegamos al arco contrario sin tener que pagar peaje en la mitad de la cancha, porque mi equipo tercermundista podría arruinar algún nicho de mercado importante en algunaa de las industras que también hacen que la pelota ruerde.
El fútbol romántico de finales del siglo diecinueve a ido desmembrándose a medida en que  iba avanzado  la concepción de un mudo dónde todo tiene su precio, idea que nos cosfica a las personas, pasamos a ser un producto, y así, siendo objetos de compra-venta, no escapa nada.
Milagros deportivos como el Maracanazo de los orientales del río Urugay quedarán sólo para el susurro de algún memorioso que en el  futuro cibernético analogue ese hecho con las victorias de los héroes helénicos.
Hoy no hay circo romano hay un estadio esperando el temblor de la ansiedad de las hinchadas uruguayas, de los barrabravas argentinos, de los tifosis italianos, de las torcidas brasileñas y del resto de la humanidad que pondrá sus ojos en está  fiesta mundial que en un parpadeo, oportunamente nos traerá a la realidad.






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