Se terminó la ilusión de campeonar para los seleccionados de fútbol latinoamericanos. Uruguay, la mítica representación de fútbol sudamericano, rioplatense, ha dejado bien claramente establecido como puede afrontarse un competición de primer nivel.
Para un país que tiene menos habitantes que la suma de futbolistas afiliados en Brasil, está bien en claro que el espíritu de los indomables nativos de la otrora Banda Oriental -sintetizado en la conocida Garra Charrúa- es una realidad, porque esa actitud combativa ante la adversidad y la inevitable realidad que era jugarse en lugar en el mundo de la FIFA, era, también meterle un dedo en el esfinter a la industria que mueve éste deporte.
Qué los uruguayos hayan llegado hasta las semifinales del mundial sudafricano es la excepción que pone en manifiesto dónde están unos (países) y dónde están los "otros" los del mundo imperial -aquí ubico a Brasil que ha sido beneficiado en los torneos mundiales y cuanto torneo haya por el globo- que es donde el mercado hace su fortuna.
No creo que algún país del tercer mundo llegue muy lejos en los mundiales de fútbol porque no creo en la honestidad de la burocracia, de los jerarcas de ésta Federación. Si bien en este blog hay un enlace hacia la misma, yo estoy convencido que hay privilegiados no tanto por el talento -que lo hay- sino por interese político-económico, vaya descubrimiento de mi parte, pero quizá alguno no lo haya notado aun.
Para que existe una seria dirección arbitral yo estoy del lado de la tecnología o de quitarle alguna regla como la de posición adelantada que tanta polémica genera.
En fin, los latinoamericanos y especialmente los sudamericanos han enfrentado con honor y con mucha dignidad al imperio económico aliado.
Bien por mis compatriotas que se jugaron ante la inevitable derrota cuasi decretada, pero esta participación ha dejado una aire diferente que se puede respirar, un aire fresco que revitaliza el decirnos que juntos, con objetivos claros donde toda la comunidad se vea beneficiada es posible, como posible es aunarse entre latinos para dejar de servir al mundo de las grandes empresas y tornarnos nosotros en una grande empresa que no solamente venda o produzca materia prima para recomprarla en formato de, por ejemplo, comida chatarra.
Dejar de ser serviles en todo, revolucionarse culturalmente y ponernos los latinoamericanos en el lugar que nos dejamos robar.
Esmok.
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