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martes, 20 de julio de 2010

Seguridad informática

El divorcio entre el malware y la pornografía.

A principios de esta década, se solía acusar a los usuarios que quedaban infectados por algún tipo de malware de navegar por páginas “de dudosa reputación”. Esto incluía páginas pornográficas, cracks, warez, etc. Pero los tiempos han cambiado, y esta relación malware-pornografía ha pasado a ser un mito más que revisar. El peligro hoy, de hecho, está en cualquier página.
Dialers, codecs, vídeos camuflados como ejecutables… todo tipo de trucos eran válidos a principios de esta década para que los usuarios que buscaban sexo en la red quedaran infectados. Hoy se siguen usando, pero los métodos de infección preferidos por el malware de entonces eran sobre todo el correo (tanto en forma de adjuntos como explotando las numerosas vulnerabilidades en Outlook), el acceso directo a puertos (gusanos) y las páginas web “de dudosa reputación”. Con estos métodos, cubrían sus necesidades de infección por aquel entonces.

Pero apareció en 2004 el Service Pack 2 de Windows XP, que activaba por defecto el cortafuegos y se popularizaron los routers, con lo que los gusanos vieron amenazada su popularidad. Por otro lado, Outlook y Windows mejoraron su seguridad, los administradores comenzaron a filtrar el correo con adjuntos sospechosos… ¿Qué les quedaba? Eludir todos estos mecanismos y colarse a través de otros métodos. Emergía la llamada web 2.0 y “la nube”, que no es más que el traslado de todos los servicios desde el escritorio a la red; y por tanto el acceso a ellos a través del navegador… así que atacaron por esta vía.

Hoy, el malware se distribuye en gran medida a través del navegador. El retraso de Microsoft con Internet Explorer (cinco años entre su versión 6 y 7) facilitó el proceso: los atacantes querían aprovechar esas vulnerabilidades y ejecutar malware con solo visitar una web. Para ello, necesitan “crear” webs que infecten. Ya no eran suficientes las páginas pornográficas o de warez y se han lanzado a contaminar todo tipo de contenido.

Y esto es lo que confirman dos estudios recientes. International Secure System Lab investigó 269.000 sitios pornográficos a principios de junio. El 96% estaba limpio. Evidentemente, muchos usaban técnicas muy “agresivas” para redirigir al usuario a páginas de pago, evitar que abandonase la página, etc. pero apenas un 4% trataba de infectar directa o indirectamente al visitante.

Avast Software, por otro lado, acaba de publicar un informe cuya conclusión es clara: “por cada página de adultos infectada que hemos identificado, existen otras 99 con cualquier otro contenido que también están infectadas” e intentan ejecutar código en el visitante.

Ambos estudios concluyen que el peligro no está ya tanto en las páginas para adultos, sino en todas. No es que sea seguro visitar páginas con contenido sexual, es que hoy en día resulta tan inseguro visitar el periódico online como una página de contactos. Otro estudio de Websense apoya esta teoría: el 71% de las páginas infectadas con código malicioso son páginas legítimas comprometidas. Además, el 95% de los posts generados en blogs y similares son spam o redirigen a páginas que intentan infectar al visitante.

Las razones para este abandono de la pornografía como fuente de malware pueden ser varias. Aunque el sexo siempre resulta un poderoso reclamo en la Red, apostamos una vez más por una simple cuestión económica y de mercado. El rango de víctimas potenciales que se puede conseguir alojando malware en páginas de cualquier tipo (preferiblemente populares) será siempre superior al obtenido si se centran en páginas web para adultos. Por tanto, pensamos que los atacantes no realizan ningún tipo de distinción por contenido, y sí más bien por el esfuerzo necesario para contaminar esas webs legítimas. Y en ese caso, la pornografía es veterana en la Red, donde la competencia es dura y su negocio se basa en una web “sólida”, sin fallos de seguridad (lo que significa más esfuerzo para ser infectada por un atacante), y que dé confianza a un potencial suscriptor (por lo que no hay motivo para infectar conscientemente y perder reputación). Por tanto, la inversión en seguridad y conocimiento del medio de la industria pornográfica puede ser incluso mayor que la de otras entidades que mantienen online apenas una réplica “secundaria” del mundo real, y su negocio no depende exclusivamente de Internet.

Autor: Fernando Fdez.
Fuente: mundopc.net

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