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domingo, 31 de octubre de 2010

PRÁCTICAS EN COMUNIDAD Y PSICOLOGÍA COMUNITARIA EN EL SIGLO PASADO

PRÁCTICAS EN COMUNIDAD Y PSICOLOGÍA COMUNITARIA.

Por María de Fátima Quintal de Freitas.
Universidad Federal do Espíritu Santo, Brasil.

La sociedad brasilera y la psicología.

Décadas del sesenta y ochenta.
Los años setenta y ochenta en Brasil, presenciaron diversos acontecimientos en la vida pública y privada de la sociedad. Fueron años en que la dictadura militar -especialmente en la década del setenta - invadía todos los sectores, intimidando, amedrentando y acallando incluso hasta las necesidades básicas y de derecho de cualquier ser humano. Aún en este cuadro social, en que la participación civil y política practicamente no existía, personas en los más diversos sectores, lugares de trabajo y de vivienda, buscaban alternativas para, al menos, pensar acerca de sus vidas y realidades concretas de existencia (Freire, 1979a). Eran formas incipientes y tímidas de algún tipo de manifestación. Sectores de la sociedad civil fueron drásticamene silenciados, pero los (y las) (1) sobrevivientes -físicos y psicológicos- buscaron otros canales, a través de la morosidad en la realización del trabajo en las industrias (Frederico, 1979), hasta la discusión de contenidos políticos disfrazados bajo el nombre de disciplinas eminentemente técnicas y neutras, en las universidades (Pimentel, 1989). Los segmentos de los intelectuales y profesionales liberales se constituyeron en una especia de grupo social que se fue fortaleciendo y buscando espacios de manifestación, y también, de vehiculación de las reivindicaciones de los otros segmentos.

(1). En todo el texto la indicación de personas -sea perteneciente a una profesión, oficio, categoria o segmento social- aparecerá con género masculino, lo cual no significa de ninguna manera que prevalezca este género sobre el femenino. Por el contrario, las afirmaciones aquí presentadas se refieren en igual medida a todas las personas, independientemente del sexo que posean. El empleo de las palabras en género masculino se debe también al hecho de que, en la lengua portuguesa, no hay ningún término que indique la neutralidad en términos de género, e igualmente se convirtió en regla admitir la prevalencia de las palabras colocadas en masculino, cuando se pretende abarcar ambos sexos, dando un sentido impersonal sin preferencia para ninguno de los dos sexos. Valga esta aclaratoria de aquí en adelante. Cuando se inician los años ochenta el país comienza a ver diversas manifestaciones, en las cuales los intelectuales se colocan también al lado de las capas populares. Se trata de formas de movilización popular - algunas más organizadas, otras menos- que proponen en revisión el sistema social y político vigente, así como buscan transformaciones de las condiciones de vida de la sociedad.

Así como los profesionales de las áreas de la salud, educación, administración y ciencias políticas, los psicólogos -aún en número reducido- también se inclinaron en estos escenarios de movilización social de una manera diferente, apuntando al mismo tiempo hacia dificultades comunes. Se hacía claro entonces el hecho de que la psicología -dentro de sus propuestas tradicionales y vigentes, desde su creación como profesión en el país- no colaboraba para responder a las dificultades que las personas enfrentaban diariamente, así como no apuntaba a alternativas concretas e inmediatas. Se hacía pública la insuficiencia explicativa e instrumental de esta profesión llamada psicología. Los modelos adoptados hasta entonces no se adecuaban a este nuevo personaje social, que comenzaba a tomar cuerpo y coraje, así como a llenar las calles, los lugares de trabajo y vivienda (Sader, 1988). Sin embargo, estos modelos respondían, todavía, a algunos segmentos de la sociedad: aquellos considerados privilegiados económica y socialmente.

A mediados de la década de los ochenta este cuadro de aproximación de la psicología a la población desfavorecida, aumenta. La psicología y sus profesionales comenzaron a abrir nuevos y diferentes espacios de actuación tales como barrios de la periferia, áreas marginales (favelas), casas de vecindad (Conventillos), puestos de salud, instituciones ligadas a los menores y a la familia, asociaciones de barrio y sindicatos, entre otros (Reboredo, 1983; Merisse, 1987; Sass, 1983; Malheiro, 1981; Joaquim, 1990; Ieno Neto, 1987, Gois, 1989-1990; Derdyk, 1981; Del Prette y Francia, 1990; Campus, 1987; Caniato, 1986,;Chitarra, 1987; Bomfim, 1989-1990; 1990; Andery, 1989).

Así como nuevos espacios pasaron a ser delineados, se percibió la necesidad de establecer referencias para esa práctica que empezaba a darse. En un primer momento, preguntas sobre si la práctica era o no nueva, no llegaban a adquirir un peso significativo. A medida que las actuaciones se iban profundizando y ampliando, reflexiones sobre el tipo de práctica que se estaba desarrollando, comenzaban a ser necesarias. Es en este cuadro que comenzamos a oír la denominación de psicología de comunidad o psicología en la comunidad y aún psicología comunitaria. Diversas han sido las tentativas de definición, de una manera relativamente abarcante y consensual. Con todo, innumerables son las dificultades, especialmente cuando las divergencias se asientan en los aspectos filosóficos y metodológicos de esta práctica. No es nuestra tarea aquí intentar explicar las diferentes conceptualizaciones respecto de la psicología y sus relaciones con la comunidad, pues como mínimo necesitaríamos de un tiempo y un espacio mayores para tratar de rescatar el proceso de desarrollo de las comunidades en Brasil, y para recuperar los abordajes y las tendencias dentro de la psicología y de otros campos, que nos impulsan al desarrollo de este tipo de trabajo.

Prácticamente durante toda la década de los ochenta la actuación de los psicólogos en la comunidad, como la de otros profesionales, se sustentó claramente sobre el pilar de la participación política y de solidaridad con la situación concreta, vivida por la población en general. En un momento político e histórico en que el estado ocupaba una posición de confrontación en relación con las necesidades básicas de la mayoría de su pueblo, este pilar de la participación política parecía, por sí solo, sustentar y proveer fundamentos para la propia continuidad y construcción de cada profesión involucrada.
La relación psicológica y el contexto social.
Insuficiencias teórico-metodológicas.

Mientras tanto, cuando ya a fines de los ochenta el sistema político brasilero se estaba alterando de forma más significativa -debido por un lado a las presiones de los movimientos sociales y de las grandes manifestaciones populares, y por otro, a las propias exigencias de flexibilidad política provenientes de las relaciones internacionales- a través de un estado que va permitiendo la creación de espacios institucionales para la ocurrencia de esas manifestaciones, verificamos que el pilar de la participación política ya no era suficiente por sí solo, para sustentar una profesión dada en su relación con el contecto social y en las reflexiones y construcciones teórico - metodológicas propias de su especificidad. Es así que la insuficiencia instrumental y explicativa de la psicología, para la vida concreta de la población, se hace transparente incluso para los propios psicólogos. En diversas regiones del país, en la administración pública, en los servicios de salud y educación, se crean espacios para una acción del psicólogo, institucionalmente reconocida. Este profesional, puede ahora trabajar junto a los sectores desfavorecidos, ya no más de forma voluntaria, no remunerada y no valorada institucionalmente. La relación con la comunidad puede, de esta manera, darse de un modo más directo y eficaz. Ya ho hay la necesidad urgente de luchar contra los enemigos políticos represivos y fatales. Hay si, todavía, enemigos fuertes y lentos como el hambre, el desempleo, la falta de vivienda, las concidiones precarias de salud y educación, y la carestía, entre otros. No obstante, el psicólogo puede ahora ser llamado a trabajar en estos problemas. Y es en esta relación que los modelos tradicionales, vigentes en la psicología, muestran más claramente sus incoherencias e insuficiencias metodológico - filosóficas. Y es aquí que las preguntas relativas a ¿qué hacer? Y ¿cómo hacer? Se tornan decisivas, necesitando respuestas rápidas y refrendadas por una realidad social concreta.

Esto nos remite, por un lado, a una reflexión sobre el papel de la psicología respecto de las capas desfavorecidas en cuanto es otro componente político - ideológico en el escenario en que vivimos, y por el otro, al tipo de compromiso que este campo viene asumiendo en cuanto productor de conocimientos, destinados a describir las condiciones reales vividas por la población, y consiguientemente, a explicar los fenómenos psicológicos presentes en las personas que viven en esas condiciones (Sawaia, 1987; Sandoval, 1989; Reboredo, 1982).

Prácticas de los psicólogos en las comunidades.
Revelaciones producidas.
Pensar en esta relación de la psicología con la comuidad, necesariamente nos lleva a considerar el cuadro histórico y político en que vivimos. Hacer esto se vuelve una tarea fundamental de contextualización y de "desneutralización" de la psicología, o de cualquier campo de actuación profesional. Hablar de esta actuación presenta problemas, no sólo de orden político, sino también de naturaleza filosófica y metodológica.

Hablar de especificidad en una profesión como la psicología,sin remitirnos a las preguntas de cómo son determinados los fenómenos que ella investiga, significa privilegiar un cierto tecnicismo y defender una supuesta neutralidad profesional. Hablar de esta actuación presenta problemas, no sólo de orden político, sino también de naturaleza filosófica y metodológica.
Por otro lado, enfatizar los aspectos ligados a las reflexiones y compromisos, políticos y sociales, asumidos por una profesión- sin buscar sus particularidades y especificidades metodológicas - es lo mismo que no crecer en la importancia de que la profesión es también una especialidad sobre lo que pasa en la esfera personal. Y esta falta de creencia en las especificidades de la profesión puede darse aún cuando tanto la postura de considerar los problemas y fenómenos individuales y psicológicos, como producidos en una relación dialéctica entre el contexto social concreto y el ser humano, producto y productor de su historia personal y colectiva.

Si cualquier práctica profesional se ha aproxiamado, e incluso distancido, de varias cuestiones emergentes, vividas por determinados segmentos sociales en momentos históricos específicos, esta aproximación o este distanciamiento se han materializado a través de una práctica llevada a efecto por sus profesionales que la orientan a través de metodologías definidas, claramente o no. A su vez , el empleo e intervención se traducen, necesariamente en la concepción que se posee respecto de aquella realidad en particular y del mundo en general.(2)

Las expresiones "determinación socieconómica", o también "social" y "determinación psicológica", han sido empleadas en este texto en el sentido de referirse a la naturaleza de los aspectos o factores colocados como responsables de la aparición de los fenómenos estudiados. De esta forma, en el término "determinación social", los factores o aspectos sociales, económinos y políticos son vistos como factores básicos y necesarios para que los fenómenos de orden psicológico puedan ocurrir. No obstante, esas bases por sí solas no garantizan la ocurrencia de tales procesos psicológicos, haciéndose necesaria también la acción concreta del hombre -social, histórica y dialécticamente comprendido- en un contexto dado, en el cual se va construyendo, como producto y productor de su historia personal y colectiva. En la expresión "determinación social" se admite que los fenómenos psicológicos tienen un origen social, económico y político, en tanto que en la expresión "determinación psicológica", el origen de los procesos psicológicos estaría ligado a alguna característica interna y propia de la persona, independientemente de las condiciones sociales, económicas y políticas que estuviere viviendo.

Creemos que algunos hilos conductores se hacen necesarios cuando procedemos al análisis de una determinada práctica profesional. Uno de ellos se refiere a los presupuestos implícitos en las concepciones que tenemos sobre el objeto de investigación. Otro se refiere a los instrumentos que son utilizados, pudiendo indicar desde una postura de defensa hasta el rechazo de la propia práctica profesional. Si la práctica del psicólogo en la comunidad apunta a una relación que deba establecerse con la población o con sectores de población, las concepciones que tenga sobre lo que es problemático o sobre qué esferas su trabajo debería incidir, van a definir la naturaleza de su práctica. En otras palabras, las concepciones que poseé sobre cuáles son los determinantes de los problemas de la población van a imprimir una dirección a su trabajo. Así ella puede situarse en un continuo entre el creer que los problemas, dificultades y obstáculos enfrentados por la población -objetos de su intervención- tienen un origen psicológico, hasta la creencia en que el origen esté en los determinantes sociales, políticos y económicos.

Debemos entonces, verificar cómo el trabajo del psicólogo se ha desarrollado en coherencia con los presupuestos que lo dirigen. El cómo trabaja nos remite necesariamente a los instrumentos que utiliza para la realización de sus actividades, cuya finalidad puede indicar desde una preocupación y defensa de la especificidad. Con el entendido de indicar algunas características que han diferenciado la práctica del psicólogo en la comunidad, presentamos el cuadro Y, al final de esta sección.

Primera práctica.
Cuando los psicólogos promueven intervenciones - en los más diversos lugares de habitación y de trabajo de la población,- utilizan técnicas e instrumentos tradicionales y reconocidamente difundidos para el tratamiento de problemas psicológicos, como formas de psicoterapia, diagnóstco y test de personalidad. Estos instrumentos tienen como finalidad, en un primer momento, identificar las crisis vividas de las personas y, en un segundo momento, promover algún tipo de clasificación a fin de que el psicólogo pueda decidir la terapia adoptada, para intentar solucionar, o por lo menos atenuar, los problemas vividos por las personas.

La práctica de este profesional revela la creencia en que los problemas vividos por la población son originados, fundamentalmente, por factores psíquicos. Las condiciones concretas de vida de la población no son consideradas como centrales en el trabajo a ser realizado, una vez que este tipo de actuación focaliza como importante el tratamiento de los problemas de orden psicológico, comprendiéndolos como derivados de la estructura interna o subyacente a la personalidad. La acción del profesional se centra en asuntos como la neurosis, psicosis, histeria y problemas de relaciones personales y familiares, que están presentes en los más diversos miembros de la comunidad y que pueden dificultar el desarrollo del proceso comunitario. Esto no significa que problemas como la vivienda, desempleo, hambre, salud y educación no sean identificados y evaluados. Ellos lo son, sin embargo, bajo una ética más situacional que determinación recíproca, de tal modo que las condiciones reales de vida se constituyen más en un escenario donde ocurre toda la trama psicológica.

Segunda práctica
En los trabajos desarrollados en la comunidad el psicólogo participa de las discusiones, manifestaciones y movilizaciónes que hace la población en función de sus reivindicaciones básicas. Los problemas vividos por las personas son considerados como derivados, básicamente, de los factores económicos, políticos y sociales. El psicólogo al identificar claramente los problemas vividos por la población como siendo fruto de las condiciones sociales y económicas en las cuales ella vive, no atribuye causas síquicas a las problemáticas que se manifiestan en los individuos, ligadas a la salud, al desempleo, a la vivienda o aún a las formas de relación. Si la población -durante su proceso de desarrollo social- tropieza con problemas que tienen una naturaleza personal, manifestándose en algunos miembros y, que pueden dificultar ese crecimiento, esto no es tratado como una preocupación específica de la psicología, sino que es analizado como fruto de las condiciones sociales.

El trabajo del psicólogo se transforma más en un trabajo que debe ser realizado en las poblaciones menos privilegiadas, debiendo contribuir a que la población aprenda a manifestarse, organizarse y hacer reivindicaciones ligadas a sus condiciones reales de vida. En este sentido, la utilización de los instrumentos de la psicología cae en la dependencia de que tales recursos aporten a la organización y movilización populares, siendo utilizadas, en la mayoría de las veces, algunas técnicas ligadas a la dinámica de grupos, dado que pueden facilitar procesos de comunicación interpersonal y, también, de organización popular. Cuando los recursos metodológicos de la psicología no suministran esta ayuda, los psicólogos recurren a los instrumentos de cualquier otro campo profesional, a condición de maximizar tales objetivos.

Tercera práctica.
En los problemas que la población enfrenta los psicólogos consideran los aspectos subjetivos que contribuyen a que tales determinaciones tengan una indicencia, mayor o menor, que cada individuo. Así, la realidad concreta de vida de las personas se hace responsable de sus procesos picosociales, presentando repercusiones diferentes que pueden generar dificultades y problemas, en mayor o menor grado para cada uno, en su vida cotidiana. Los aspectos internos de la lectura psicológica del individuo no son condiserados como responsables de los problemas enfrentados o vividos. En este sentido, aspectos y problemas individuales son enfocados en una perspectiva psicosocial de determinación y construcción sociohistórica, abriendo perspectivas para la ocurrencia de transformaciones en la esfera individual y colectiva.

La acción del psicólogo se da a través del uso de técnicas ya existentes en la psicología, así como por la creación de otras, objetivando la discusión y resolución de esos problemas en un proceso conjunto de participación con la población. En este proceso, la postura adoptada por el psicólogo es la de desmitificar explicaciones frecuentes que naturalizan y psicologizan las dificultades enfrentadas, como si fuesen, de alguna manera, propias e injerentes a las características de las personas. Se ha convertido en tarea del psicólogo contribuir a comprender los fenómenos psicosociales tales como la apatía social, la falta de organización y movilización sociales, el individualismo y la falta de solidaridad, entre tantos otros. Al hacer esto, su trabajo puede revelar el carácter de construcción social de esos fenómenos, en el cual los procesos de objetivación, internalización y externalización, presentes en las relaciones humanas llevan al individuo a construir concepciones respecto de sí mismo, del mundo y de la relación que establece con ese mundo.

Cuarta práctica.
Hay psicólogos que analizan la realidad vivida por las comunidades como determinada por las condiciones sociales, económicas y políticas. Sin embargo, cuando desarrollan sus trabajos y cuando realizan sus intervenciones, atribuyen causas psíquicas a las dificultades enfrentadas por la comunidad, llegando a considerar la falta de organización y de movilización, el desencanto político, las posiciones fatalistas y de impotencia frente a los acontecimientos sociales, como indicadores de rasgos o tendencias internas, ya existentes en la estructura psíquica de las personas. Los psicólogos, en este tipo de práctica, utilizan técnicas terapéuticas para fortalecer posibles formas de organización, movilización y participación en las personas, y al mismo tiempo, critican el carácter elitista y clasista de la psicología, especialmente en relación con las poblaciones pobres. Esta práctica ha colocado al psicólogo en un papel de intermediario entre la población, con sus problemas y características, y las instituciones a las cuales la población dirige sus reivindicaciones.

Cuadro 1. Características de los cuatro tipos de prácticas en comunidad realizadas por los psicólogos.
Significado de las prácticas en comunidad. Ayudas para la construcción de una psicología comunitaria.
Si la psicología ha intentado, en los últimos años, aproximarse a una nueva realidad, esto ha sido a través de diferentes metodologías y visiones del ser humano que se materializan en la práctica desarrollada. Fue, pensando en esta dependencia necesaria -especificidad profesional y presupuestos teóricos adoptados-, que procuramos presentar algunas características de las prácticas que han sido desarrolladas en la comunidad por profesionales de la psicología.

Reflexionar también sobre tales prácticas nos permite identificar algunas implicaciones para la psicología -en relación con la comunidad y consigo misma, en cuanto productora de conocimientos- y para el desarrollo del propio trabajo comunitario.(3).

Se pueden, por un lado, encontrar algunas maneras como los psicólogos articulan el conocimiento científico que la comunidad construye sobre sí misma, con el conocimiento proveniente de su actuación profesional. Y por el otro, se puede verificar que hacer ciencia es fruto, también, de esas articulaciones condicionadas por la visión del mundo que los profesionales tienen, proceso que se concreta por el empleo de metodologías coherentemente escogidas con una visión.(3).

Las implicaciones aquí presentadas se fundamentan en datos referentes a las diversas prácticas desarrolladas por los psicólogos en comunidad, cuyas informaciones fueron extraidas de la tesis de maestría de M:F:Q: Freitas: El psicólogo en la comunidad, un estudio de la actuación de los psicólogos comprometidos en trabajos comunitarios, realizada bajo la tutoría del profesor doctor Salvador A:M: Sandoval, en la PUC/UP, 1998. También proporcionan ayuda los datos obtenidos de la investigación "Psicología y comunidad: perspectivas sobre la práctica a partir de reflexiones internas y externas a la profesión", registrada en la SRPPG/UFES bajo el No. 049/87 (M.F.Q. Freitas y H.A. Nowo). Ver también el artículo "Psicólogos en la comunidad, importancia y orientación del trabajo desarrollado (Freitas, 1988). 

Hay informaciones más recientes provenientes de datos recolectados y que están siendo trabajados en la tesis de doctorado de la autora de este artículo.

Tomando como referencia esos dos ejes: especificidad profesional versus determinación socioeconómica de los fenómenos, la práctica desarrollada en comunidad se puede situar en los planos derivados del cruce de esos ejes. En el cuadro 2, presentamos esas posibilidades de actuación en comunidad, sin embargo, recordemos que se tratan de continuar en torno a los cuales la práctica se ha distribuído, pudiendo tales prácticas alterarse en función de los movimientos históricos y políticos.
Algunas consideraciones son desarrolladas sobre la práctica del psicólogo en la comunidad en relación a esos ejes -aspecto técnico de la psicología y la determinación de los fenómenos investigados- localizando cada una de las prácticas ya mencionadas anteriormente y discutiendo en que esos profesionales han contribuído al avance de la psicología en esta área.

Cuadro 2. Ejes en torno a los cuales se ha situado la práctica de los psicólogos en la comunidad.


Primera Práctica DETERMINACION PSICOLOGICA
Tercera Práctica DETERMINACION SOCIAL, POLITICO - ECONOMICA.
INESPECIFICIDAD PROFESIONAL
Posición de defensa de la especificidad profesional y creencia en la determinación psicológica.
Construirse nuevos instrumentos y logradas nuevas relaciones de producción de conocimiento y de intervención psicosociales. Para la población se abren nuevas posibilidades como actora social, producto y productora de su historia, aprendiendo a organizarse en función de sus necesidades, comprometiendo que la responsabilidad no es exclusivamente suya, en los éxitos y fracasos, y conntruyendo nuevas formas de vida comunitaria. Estas ganancias, en realidad, se constituyen en grandes desafíos para la psicología comunitaria, una vez que lo que se configura como objeto de investigación presenta connotaciones muy diversas de lo que la psicología tradicionalmente ha trabajado. Se trata de un objeto mutable, inacabado, en construcción, susceptible de alteraciones sociales, económicas y políticas. Se trata de los procesos psicosociales, comprendidos en una visión histórica y materialista. Esto exige una coherencia y un rigor. Coherencia en la adopción de presupuestos que fundamentan las visiones del mundo y del ser humano, vistos en movimiento y en proceso. Rigor en la utilización y creación de instrumentales que nos permitan aprehender lo concreto -objetivo y subjetivo de las determinaciones sociales- a partir de lo empíricamente constatado.
Finalmente, consideramos importante señalar el aspecto de la novedad o no, en la práctica. Podemos decir, adoptando una posición psicológico-individual, que la psicología es más conocida en la sociedad, gracias a su actuación en los consultorios particulares. Cuando salió de esos lugares, muy frecuentemente lo hizo siguiendo las características indicadas en la primera práctica. A partir de mediados de los ochenta, y en especial, en los noventa, ha habido un gran nexo y aproximación de la psicología con la comunidad a través de los trabajos realizados en puestos de salud, en instituciones penitenciarias o de reeducación social, para menores y jóvenes, en delegaciones de mujeres, en barrios marginales y obreros. Sin embargo, esos trabajos, inadvertidmente consdierados como de psicología comunitaria, se caracterizan por la adopción de modelos y estrategias típicas de la psicología clínica, con un reduccionismo psicológico evidente. Otra parcela de psicólogos, tal vez los más directamente responsables por la construcción de esa área de la psicología social comunitaria dado que fueron los primeros en involucrarse en los problemas de la población, ya no con una perspectiva reducionista psicológica, se insertó en las comunidades de acuerdo con las características de la segunda práctica. De éstos con las más variadas dificultades, algunos fueron construyendo una tercera práctica.
Hablar aquí de la novedad, es tratar de identificar cual práctica, de hecho, podría ser una nueva práctica de la psicología, en su relación con la comunidad. En este sentido, aquí el primer grupo está reproduciendo una vieja psicología clínica, apenas en otro escenario socioespacial. Los profesionales del segundo grupo tienen, para la psicología, práctica alguna, aunque hayan sido en varios momentos históricos pilares imprescindibles para algunas posibilidades de manifestación de los no privilegiados. Creemos que la actuación indicada en la tercera práctica, que denominamos psicología comunitaria, es la que está apuntando hacia un nuevo tipo de intervención y relación de la psicología con la comunidad. Esta práctica, aunque haya sido considerada en nuestra línea de razonamiento, nueva, no es desgraciadamente la más frecuente en las comunidades. Posiblemente esto se debe al hecho de que el trabajo, sus especificidades y la propia identidad de este profesional, tienen que ser forjados y construidos en cada paso del desarrollo de la práctica. Se trata, en verdad, de una condición desafiadora y trabajadora, necesitamos construir las propias prácticas e intervenciones específicas de la psicología comunitaria, y necesitamos, también construir y sistematizar los conocimientos psicológicos sobre esas prácticas, así como crear nuevos instrumentos para llevarlas a cabo. Si creemos en esa psicología social comunitaria, nos parece que debemos dar cuenta de esa condición desafiadora y trabajadora.
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1 comentario:

  1. Hola esta muy bueno el articulo una pregunta es el original de la autora o es una reflexion??

    Y por casualidad tienes el documento original, lo necesito leer para una prueba de psicologia comunitaria.
    Te dejo mi email. mromerocarvajal@gmail.com
    Saludos

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