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domingo, 31 de octubre de 2010

Unidad de investigación neurológica en el hospital más antiguo de España

Ciencia en el hospital más antiguo.

El centro sevillano de San Lázaro acogerá una unidad de investigación neurológica.

Por Joaquín Mayordomo

Corría el año 1248 y Sevilla era todavía musulmana. Por entonces, las huestes del rey Fernando III, El Santo, intentaban conquistarla desde el norte, siguiendo el curso del río Guadalquivir. En la explanada de lo que hoy es el hospital de San Lázaro había una quinta almohade, una torre que, según cuenta el arquitecto Fernando Villaplana, pudo utilizarse entonces para albergar a los heridos de las escaramuzas que, seguro, los hubo durante los 15 meses que duró el asedio hasta que el 22 de noviembre de ese año se rindió la ciudad. Y es muy probable también, explica Villaplana, que esta circunstancia diera pie a qué en este lugar se erigiese, en sucesivos procesos constructivos, el que todavía hoy es el hospital San Lázaro: una institución que sigue funcionando 700 años después.

Desde hace siete siglos se atiende en estas instalaciones a los enfermos.

"Es el hospital más antiguo de España y seguramente de Europa", señala este entusiasta de la restauración, comprometido en el ambicioso proyecto de recuperar, no sólo la torre almohade, embutida en el muro de la fachada principal, sino también esa fachada -"renacentista de gran calidad"- y la iglesia mudéjar que da nombre al hospital, además del claustro que hay en uno de los patios, renacentista también.

Pero existe un segundo aliciente para rescatar del olvido a este viejo centro sanitario. Aquí se pretende ubicar la futura Unidad de Investigación de Enfermedades Neurológicas del hospital Macarena, titular de San Lázaro. "Es un proyecto ambicioso e innovador. Pretendemos reunir en el mismo espacio la práctica clínica y la investigación más avanzada, con atención especial a la esclerosis múltiple, en la que llevamos trabajando 20 años", explica Guillermo Izquierdo, neurólogo e impulsor del proyecto.

El objetivo, cuando la recuperación arquitectónica concluya y el proyecto científico cuaje, es que los pacientes reciban, "casi de forma simultánea", los beneficios de la investigación, "sin que por ello se pierda un ápice de la calidad asistencial ni los procesos científicos en marcha se devalúen". Esta cercanía entre ciencia y paciente, en un marco con más de siete siglos, es lo que hace de este proyecto científico-cultural algo singular y, según el arquitecto Villaplana, "único en el mundo, probablemente".

Por eso, mientras la restauración se concreta, lo que hoy cuesta entender es cómo esta torre almohade, uno de los escasos vestigios árabes que han quedado en Sevilla, pudo caer en el olvido. Villaplana lo atribuye a su ubicación. "Está en el norte del norte; es decir, en un entorno donde había sólo hospitales -el ya citado San Lázaro, que fue también lazareto, y el de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento- y el cementerio; recintos de los que, como es lógico, nadie quería oír hablar".

Pero estas viejas reliquias arquitectónicas gozaron durante siglos de la protección real. La Corona, en una ordenanza de 1393, dictó ciertas normas explícitas, alusivas a este recinto dedicado a la curación de enfermos. Enfermos que en la mayoría de los casos iban allí a morir, pero que, según la ordenanza, tenían "la obligación de mantener y conservar la choza que se le adjudicaba en el mismo estado de higiene y limpieza que la recibían".

La fachada principal de San Lázaro es muy probable que la levantara el mismo arquitecto real que trabajó, en los albores del XVI, en la restauración y ampliación del Real Alcázar. "De hecho", sugiere Villaplana, "tanto la arcada renacentista del patio como la fachada están inspiradas en el tratado de arquitectura renacentista escrito por Sebastiano Serlio en 1537, un manual al que tenían solo acceso un reducido y selecto grupo de arquitectos".

En cuanto a la iglesia mudéjar de San Lázaro, "una joya del siglo XIV de lo que se conoce como arquitectura parroquial sevillana", destaca su retablo barroco y algunos cuadros del pintor Villegas Marmolejo (Sevilla 1519-1596). "En cualquier caso", concluye, "ya sólo por su valor etnográfico y antropológico merecería la pena rescatar del olvido toda la historia que encierra el lugar".

Al final, cuando los restauradores den el último retoque, lo viejo y lo nuevo de la mano darán paso a la investigación. La nave principal de la iglesia será una sala de conferencias y en el resto de dependencias los neurocientíficos investigarán y pasaran consulta, quizá, durante siete siglos más.

Fuente http://www.elpais.com

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