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domingo, 3 de mayo de 2009

ROBOTICA Y AUTISMO


Un robot identifica las emociones de niños autistas

Autismo

Uno de cada 2.000 niños sufre de autismo infantil, un severo desarreglo cerebral cuyas víctimas no pueden socializarse normalmente.


Investigadores del Centro Kennedy de la Universidad de Vanderbilt han creado un robot que identifica las emociones de los niños diagnosticados con Síndrome del Espectro Autista. Un robot con estas habilidades ayudaría a tratar la enfermedad.

La intención de los expertos es que los niños tengan estos aparatos como compañeros de juegos, ya que éstos sabrían cómo actuar ante cada una de sus reacciones.

Los investigadores han publicado sus conclusiones en dos artículos en ‘Transactions on Robotics’ y ‘Journal of Human-Computer Studies’, en los que describen los resultados de sus primeros experimentos, llevados a cabo con adolescentes entre los 13 y los 16 años diagnosticados de Síndrome del Espectro Autista (SEA). Para ello, utilizaron un conjunto de sensores conectados a los participantes y les pidieron jugar a dos juegos. Uno era el juego de ordenador Pong, y el otro un juego de baloncesto con la participación de un robot.

Con el primer juego, los investigadores recogieron información fisiológica para desarrollar un modelo eficaz para reconocer las emociones de cada individuo y predecirlas, como el placer y la ansiedad. Obtuvieron una fiabilidad superior al 80 por ciento. Esta información se utilizó con el juego de baloncesto para que el robot actuara en tiempo real en respuesta a sus emociones.

Los científicos descubrieron que los modelos afectivos resultan útiles en situaciones distintas. Modificaron la velocidad de la pelota y el nivel de dificultad en el primer juego, lo que permitió provocar emociones como interés, aburrimiento, ansiedad e implicación en los niños. Los resultados se utilizaron en el juego de baloncesto, y se comprobó que los modelos funcionaban.

Wendy Stone, profesor de Pediatría e investigadora en el Centro Kennedy de la Universidad de Vanderbilt, ha asegurado que, al jugar al baloncesto, “el robot podía leer las reacciones psicológicas de quien está jugando, modificar la distancia y ángulo del aro, y los niños se encontraban de mejor humor cuando el ordenador respondía a sus necesidades”. La capacidad para analizar de forma precisa el estado emocional de un niño es particularmente importante para tratar el SEA, según Stone. “Los niños con autismo no son capaces muchas veces de dar a conocer lo que sienten. No saben manifestar sus sentimientos íntimos”, ha afirmado.

“Existen muchas investigaciones en todo el mundo que tienen como objetivo utilizar robots para tratar a niños con Síndrome del Espectro Autista (SEA). Se sabe que los niños se sienten atraídos por los robots, por lo que un robot con un diseño adecuado podría jugar un importante papel en su tratamiento”, ha asegurado Nilanjan Sarkar, profesor asociado de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos.

“De todas formas, los esfuerzos que se han realizado hasta ahora han sido limitados porque no se contaba con un sistema para conocer la situación emocional de los niños, lo que permitiría al robot responder automáticamente a sus reacciones”, ha señalado este experto. En Estados Unidos, uno de cada 150 niños padece autismo, una enfermedad más común que el cáncer infantil, la diabetes y el SIDA juntas.

En los últimos años, Sarkar ha desarrollado un método que utiliza mediciones psicológicas, entre ellas la frecuencia cardíaca, la reacción de la piel a las emociones, la respuesta muscular y a la temperatura, para analizar las emociones de los individuos. Su objetivo inicial era mejorar las interacciones entre humanos y robots. Cuando su sobrino fue diagnosticado de autismo, Sarkar tuvo la idea de aplicar esta técnica a los niños con SEA y se puso en contacto con Wendy Stone.

La habilidad de un robot para proporcionar respuestas predecibles puede ser particularmente útil para tratar el autismo. Cada niño tiene un comportamiento distinto. A un niño puede no gustarle el contacto ocular con otras personas, mientras que a otro pueden molestarle las voces y los sonidos fuertes, y otro puede reaccionar cuando las personas se le acercan demasiado. Una vez que se identifican estas reacciones específicas, se puede programar a un robot para aumentar los estímulos sin importunar a los niños, y detenerse cuando la estimulación es demasiado alta.

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