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sábado, 18 de julio de 2009

Sales que matan, sales que curan

Reducir un solo gramo de sal de la dieta podría evitar más de 200.000 muertes en una década

Debido a que la mayoría de la sal de la dieta procede de alimentos preparados y empaquetadoslos resultados del estudio revelan la necesidad de cambios de regulación o acciones voluntarias de la industria de la alimentación para conseguir cambios en la salud cardiovascular

Madrid (13-3-09).- Por cada gramo de sal menos en la dieta diaria se podrían producir 250.000 nuevos casos menos de enfermedad cardiaca y se evitarían más de 200.000 muertes en una décadasegún un estudio de la Universidad de California en San Francisco. La investigación se ha hecho pública durante la reunión anual sobre Epidemiología y Prevención de la Enfermedad Cardiovascular de la Asociación Americana del Corazón que se celebra en Florida.

Según los investigadoresuna reducción de 3 gramos diarios en el consumo de sal daría lugar a un 6 por ciento menos de nuevos casos de enfermedad cardiacaun 8 por ciento menos de infartos de miocardio y un 3 por ciento menor número de muertes.

Para estimar los beneficios de reducir el consumo de sallos investigadores utilizaron una simulación informática sobre la enfermedad cardiaca en la población adulta de los Estados Unidos. El modelo puede utilizarse para evaluar el impacto de los cambios en las políticas sanitarias y ha sido utilizado para proyectar el futuro de la enfermedad cardiaca en los Estados Unidos dada la tasa de obesidad infantil.

Los investigadores utilizaron el modelo para estimar el impacto de una reducción inmediata del consumo de sal en gramos sobre la incidencia de la enfermedad cardiovascular entre 2010 y 2020. El modelo sugiere que se podrían salvar más de 800.000 vidas por cada gramo de sal que se redujera. Las reducciones más amplias tendrían mayores beneficiosasí6 gramos menos daría lugar a 14 millones menos de casos de enfermedad cardiaca y 11 millón menos de muertes.

A raiz de el mensaje sobre reducir la sal de nuestra dieta que recien envié, un amigo me mandó este mensaje, leanlo , esta interesante!!!!
Interesantisimo informe sobre la sal,como base de la vida, pero de que sal, la sal refinada parece ser la causante de desequilibrios, fisicos, emocionales, y de todo tipo de enfermedades, incluyendo obesidad morbida,etc..pero sin sal no hay equilibrio y es la base de la vida, que tipo de sal debemos utilizar??
Lean atentamente, se llevaran uuna gran sorpresa.

Y la refutacion sostenida
Es cierto, nos estamos copiando a nosotros mismos. Pero no encontramos nada más gráfico que el juego de palabras que usamos en las grasas, para definir conceptualmente lo que ocurre hoy día con la sal de mesa. Puede sonar extraño dedicar tanto espacio para hablar de sal. Sin embargo es fundamental comprender lo que sucede con esta sustancia, tan apreciada en la antigüedad y tan denostada en nuestros días, para evitar caer en los corrientes errores que nos conducen a la enfermedad. Este conocimiento, tan elemental como poco divulgado, nos abrirá la percepción hacia realidades más profundas que tienen que ver con nuestra correcta nutrición y fundamentalmente con nuestra salud.

Parece increíble que a través de algo tan simple como la sal, podamos mejorar nuestra calidad de vida y lograr el reequilibrio funcional de nuestro organismo; pero es así. El problema es que hoy pasamos de intoxicarnos con su forma industrial refinada, a desarrollar un complejo fóbico en su contra. La falta de información -por obvias razones que se comprenderán con la lectura del artículo- hace que las personas enfermas -sobre todo aquellas con disfunciones circulatorias- se vanaglorien de hacer una dieta “sana, sin nada de sal”. Como hemos visto en “Grasas que matan, grasas que curan”, sin materia grasa es imposible la vida en equilibrio. Lo mismo ocurre con la sal. Sin el aporte diario de sal, el organismo ira perdiendo su calidad funcional y sin que lo vayamos notando, iremos hacia un callejón sin salida. El tema es ¿cuál sal nos cura y cuál sal nos mata? A eso responde este texto.

Los mitos de la sal y la hipertensión

Antes de entrar de lleno en el tema, es bueno apelar al sentido común para cuestionar nocivos mitos, que no ayudan a resolver problemas, pero muy arraigados en nuestro moderno sistema cultural: las dificultades circulatorias son consecuencia del consumo de sal y grasas. Si así fuese, aquellos pacientes que hacen dietas sin estos elementos, deberían recuperar rápidamente la salud y abandonar las medicaciones. Sin embargo, y pese a la privación, los fármacos se hacen “de por vida”, los síntomas de multiplican por doquier y la calidad de vida se degrada. Entonces, ¿no habrá un error de concepto? Más que eliminar, ¿no habría que hablar de calidad de sal y grasa que ingerimos? ¿Y no habrá otra causa más profunda del problema?

Esto nos lleva a profundizar en otro falso concepto: ¿qué es la hipertensión? La visión culturalmente dominante nos indica que por una “falla” -casi siempre atribuida a los genes, el estrés o a la edad- el corazón bombea en exceso, agitando el fantasma del infarto y la arteriosclerosis. Ahora bien ¿por qué razón “traviesa” nuestro corazón se empeña en trabajar excesivamente para incrementar la fuerza de empuje sobre la sangre? ¿Será que obtiene algún beneficio por este desgaste de energía? Conociendo los delicados mecanismos de la homeostasis (tendencia al equilibrio) que rigen a nuestro organismo, ¿no será que nosotros mismos estamos obligando al corazón a bombear con más fuerza de la necesaria?

Si llevamos la analogía del sistema circulatorio a un mecanismo hidráulico, vemos que las razones para tener que incrementar la presión de una bomba, en un circuito que deba permanecer estable, son dos: pérdida de fluido o aumento de la viscosidad del mismo. Dado que en el sistema circulatorio no hay pérdidas, el razonamiento nos lleva directamente a la “viscosidad” de la sangre.

Los desechos que vamos incorporando diariamente a nuestro cuerpo a través de una alimentación de mala calidad, en la cual sal y grasas son solo una pequeña parte, superan con creces la capacidad natural de eliminación de los emuntorios. Estos órganos especializados en la limpieza corporal (hígado, riñones, intestinos, pulmones, piel, linfa, etc.) se ven desbordados en la tarea cotidiana, por ser más lo que entra que lo que sale. Los desechos comienzan a depositarse en las paredes de los vasos sanguíneos, reducen su diámetro y esto disminuye aún más la velocidad de circulación e irrigación. ¡¡¡Y aquí vamos encontrando la punta del ovillo!!!

En total sintonía con la visión naturista, podemos intuir claramente cual es la causa profunda de la hipertensión: nuestra sangre sucia y espesa es la que obliga al corazón a bombear con mayor presión a fin de compensar la menor irrigación. Sin embargo, tratamos de “idiota” a nuestro corazón, ingiriendo medicación hipotensora (para reducir la presión), cuando lo lógico sería depurar y fluidificar la sangre. Así nos ahorraríamos, no solo los fármacos (con el costo y los efectos secundarios inherentes), sino también el terrible gasto de energía que significa para nuestro organismo el cotidiano trabajo de elevar la presión sanguínea. Por supuesto que la pésima calidad de sal y grasas que consumimos, ponen su granito de arena en el espesamiento de la sangre. Pero eliminar por completo estos nutrientes es un absurdo total. No se puede concebir el correcto funcionamiento orgánico sin diarias dosis de sal y grasas. El tema es sólo calidad y cantidad, ¡¡¡pero nunca abstinencia!!! Como dijo el experto en oligoelementos Henry Schroeder: “La sal es la base y el sostén de la vida. La vida comenzó en la salinidad y no se puede librar de ella”.
De oro blanco a veneno cotidiano

Pero volvamos al tema central de este informe: la sal. En la antigüedad, a esta sustancia se le asignaba un enorme valor. La palabra salario procede del latín “salarium”, que significa ración de sal. Los romanos la utilizaban como moneda de cambio en las transacciones y preferían el pago en sal antes que oro; sostenían que con oro y sin sal podían morir. Josef Stalin usó este conocimiento, privando de sal a sus opositores, prisioneros en los campos de concentración, y por tanto no podía ser considerado directo responsable de sus muertes!!!

A nivel esotérico, la sal era considerada el quinto elemento en la alquimia. Según los alquimistas, el aspecto constitutivo de la sal era comparable al éter, el quinto elemento real además de agua, tierra, aire y fuego. Siempre la sal fue controlada por los poderosos, sujeta a impuestos y considerada cuestión de estado. Una de las tantas razones que generaron las famosas Cruzadas de la Edad Media, era garantizar el suministro de sal a Europa, proveniente del Mar Muerto. En esos tiempos no era fácil conseguir sal en estado puro; por ello lo de “oro blanco”. También podemos recordar lo que significó en India la “Guerra de la sal” y lo estratégica que resultó esta cuestión para el movimiento independentista de Gandhi.

Antiguamente se consideraba a la sal como base de la salud. La sal de cristal de roca estaba reservada a la aristocracia (era llamada “sal de reyes”), mientras que la plebe consumía la sal obtenida por simple evaporación del agua de mar. Mas adelante veremos en detalle la diferencia entre dichas sales; ambas, sin embargo, notablemente superiores a la moderna sal de mesa. La medicina antigua le daba a la sal un rol importantísimo. Textos griegos, romanos, egipcios, chinos e hindúes hacen mención a su utilización terapéutica y reconstituyente. El uso de la sal aparece con el sedentarismo, la agricultura y los excedentes de producción; los antiguos pueblos nómades no utilizaban sal. Los egipcios la usaban para embalsamar y conservar alimentos. Los japoneses consideraban a la sal: contractiva (yang), alcalinizante, aportadora de fuerza física y energía sexual, conservadora del calor corporal y favorecedora del metabolismo.

Uno de los compuestos claves de la homeopatía estructurada por Hahnemann (1755-1843) es el Natrum Mur. Esta dilución potenciada de la sal de roca se utiliza, aún en la actualidad, para tratar: problemas emocionales causados por aflicción reprimida u otros sentimientos (ansiedad, depresión), afecciones con descargas y mucosidades (catarro, resfríos), problemas bucales (gingivitis, úlceras, halitosis), dermatosis (verrugas, granos, forúnculos, llagas), golpes de sol, bocio, anemia, indigestión, estreñimiento, hemorroides, dolores de espalda, menstruaciones irregulares, etc.

El Plasma de Quinton

En 1897 el investigador francés René Quinton comenzó a experimentar el empleo de plasma marino como método regenerativo y terapéutico para tratar las más disímiles dolencias. Aquejado de tuberculosis, Quinton abrevó en textos de Platón, donde el filósofo griego testimoniaba haber recibido cura de sacerdotes egipcios en base a agua de mar. Tras haber sanado sus pulmones, Quinton comenzó a experimentar con inyecciones de plasma marino (agua de mar profundo filtrada) en diversas y graves afecciones de la época como cólera, gastroenteritis o la misma tuberculosis. Así estableció las llamadas “Leyes de la constancia general”, en las cuales afirmaba que la enfermedad no era más que la consecuencia del medio interno viciado. Con el agua de mar lograba reestablecer el equilibrio perdido, dado que “todas las especies que pueblan la Tierra -afirmaba Quinton- proceden del mar y sus líquidos corporales son una replica del agua marina”.

Luego de experimentar exitosamente en animales, Quinton comenzó con humanos. Sus éxitos espectaculares lo llevaron a abrir a partir de 1907 una serie de hospitales que bautizó “Dispensarios marinos”. En ellos, sus pacientes (niños, moribundos, ancianos) recibían inyecciones agua de mar con similar concentración de sal que el plasma sanguíneo. Estos hospitales, que fueron declarados de utilidad pública, permitieron reducir la mortalidad infantil del 90 al 20%, en épocas sin fármacos ni antibióticos. Quinton continuó abriendo “Dispensarios marinos” en distintos lugares del mundo (Estados Unidos, Egipto, Inglaterra, Bélgica) hasta su muerte, ocurrida en 1925.

La desaparición física de Quinton, el surgimiento de la floreciente industria farmacéutica (desde entonces interesada en preparados específicos y rentables) y el caos de las guerras mundiales, terminaron por generar un cono de sombra sobre la revolucionaria tarea del investigador francés. Incluso en 1982 la administración francesa le retiró al Plasma de Quinton el estatus de medicación autorizada para uso subcutáneo, aprobándola sólo como “complemento dietario bebible”. Sin embargo en muchos países se continúa usando el método de Quinton. Sus numerosos usos terapéuticos se basan en su capacidad para renovar, purificar y regenerar el fluido interior del organismo, así como para mantener el equilibrio vital.

Según los defensores de esta terapia, el Plasma de Quinton es uno de los mejores regeneradores de los mecanismos celulares. En Estados Unidos se está empleando para corregir problemas de próstata, soriasis, quemaduras, alopecia, artritis, osteoporosis, bronquitis, asma, gingivitis, problemas gastrointestinales o desequilibrios del sistema nervioso central, entre otras patologías. Incluso se ha demostrado su eficacia para tratar casos de drogodependencia, alcoholismo y hemofilia. Y está además específicamente recomendado para problemas de piel, depresión del sistema inmune, infecciones, fatiga crónica o aguda, desórdenes de huesos en adultos, dolores del crecimiento en niños, embarazo y lactancia, abortos espontáneos repetidos, estrés y como normalizador de las deficiencias nutricionales. En Europa algunos centros de medicina complementaria lo recomiendan también en casos de obesidad, estados de cansancio, sinusitis e, incluso, anorexia o desnutrición. Actualmente, varias universidades europeas están abocadas al estudio del Plasma de Quinton, con el fin de lograr su reconocimiento medicinal en el marco de la legislación de la CEE.
¿Por qué veneno cotidiano?

Hay que hacer un cierto esfuerzo para comprender porqué algo tan saludable se ha convertido en nuestro diario veneno. Como siempre, no hay un motivo único, sino una sumatoria de factores. Por ello conviene analizar el tema desde distintos ángulos: químico, físico, productivo, cultural, etc. Pero veremos que todos confluyen finalmente en el bendito interés económico, que -irónicamente- muestra poco interés por la salud. ¿Será que en la economía de los negocios, una persona sana no es “rentable”?

Analizaremos el problema de la sal desde dos aspectos complementarios: el plano material y el plano energético. Podemos comenzar advirtiendo que el centro de la cuestión está en la refinación industrial. Analizado desde el punto de vista químico, la diferencia entre una sal marina integral y la moderna sal de mesa de uso corriente, resulta abismal. La simple evaporación del agua de mar, deja como consecuencia un residuo sólido, al cual llamamos sal. Este residuo está compuesto por los 84 elementos estables de la tabla periódica, aquella que estudiábamos en el colegio secundario. Por supuesto que el cloro y el sodio son los principales elementos cuantitativos, representando casi el 90% de su composición. Pero la importancia cualitativa de ese 10% restante es verdaderamente extraordinaria.

Dado que toda la vida del planeta surgió del lecho marino, es obvio que hay una semejanza intrínseca y funcional con aquella “sopa madre”. Todas las formas de vida (plantas, animales, humanos), llevamos incorporada dicha solución en nuestros fluidos internos (savia, líquidos intracelulares, plasma sanguíneo). De esto eran conscientes nuestros antepasados, gracias a su intuitiva visión holística; pero nuestro reduccionista modernismo industrial echo por tierra con esta perspectiva. Concretamente en la sal, se comenzó a pensar en términos de “suciedad”: había que lavarla y purificarla para presentarla como un producto industrial “limpio e higiénico”. Este concepto funcionó -y lo más triste es que aún funciona a nivel masivo- también con otros alimentos: harina, arroz, azúcar, aceites, etc.

Pero hay otras razones de “peso”, por las cuales la industria ha desarrollado complejos y costosos procedimientos de limpieza y purificación de la sal. Y es precisamente porque se fue descubriendo el gran valor industrial del componente básico de la sal (el cloruro de sodio ó cloruro sódico) en el desarrollo de los productos de síntesis química. Una vez liberado de impurezas (y por tanto del equilibrio iónico que le confieren los restantes 82 elementos), el cloruro de sodio es un reactivo perfecto y económico. Por esta razón se perfeccionó la técnica de refinación y limpieza, a fin de conseguir la máxima pureza en la producción de cloruro sódico. Esta sustancia se convirtió en un elemento imprescindible de la industria química, sobre todo para la producción de plásticos, aceites minerales, desmoldantes, etc. También la industria alimentaria la incorporó en su batería de aditivos preservantes, como inhibidor de procesos de descomposición: un ejemplo es el yogurt, que contiene cloruro de sodio, no como saborizante sino como conservante.

La Dra. Sherry Rogers aporta otra pista en su libro “La cura se encuentra en la cocina”, para entender el porqué de la refinación: “La sal de mesa común que ha invadido el mercado de Estados Unidos en los últimos 50 años parece ser un subproducto de la manufactura de armas. Las grandes compañías (como la Morton Thiokol, fabricante de combustible para cohetes) refinan sal para extraer ciertos minerales que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales. En el proceso de refinación industrial, la sal de mesa pasa por temperaturas de 670ºC, lo cual altera definitivamente su natural estructura cristalina cúbica”.

Por estas razones se refina exhaustiva y prolijamente la sal en el mundo moderno. Una sola cifra nos permite comprender mejor esta realidad: el 93% de la sal que se refina en el planeta está destinada a fines industriales no alimentarios, un 4% es utilizado por la industria alimentaria como conservante; apenas el minoritario 3% restante se destina al uso como sal de mesa. Traducido en términos más sencillos, “de paso” la mesa “liga” los “beneficios” de la excelente “pureza” de la refinación industrial y nuestras amas de casa se “benefician” al disponer de un producto “inmaculado” y que no se apelmaza.

El problema de la refinación

Los encomillados del párrafo anterior tienen que ver con una trágica realidad que a casi nadie preocupa: el cloruro de sodio, como compuesto químicamente puro, no existe en la naturaleza. Algo análogo a lo que ocurre con la sacarosa (azúcar blanco). Biológicamente el organismo no reconoce estas sustancias refinadas y de gran pureza; es más, las considera tóxicas por su reactividad. Irónicamente, por la misma razón que la industria aprecia el cloruro sódico (su capacidad reactiva), el organismo lo rechaza.

Para comprender mejor esta “fobia” corporal hacia los compuestos químicamente puros, podemos usar dos ejemplos burdos pero ilustrativos: la caña de azúcar y la hoja de coca. Estudios hechos en Sudáfrica sobre muestras de orina de dos mil trabajadores de plantaciones de caña de azúcar, no hallaron trazas de glucosa, pese a que en promedio mascaban 2 kg. diarios de caña, o sea que ingerían unos 350g de azúcar por día. La explicación: mientras la caña mascada es un alimento natural, completo y fácilmente metabolizable, el azúcar refinado es un producto extraño y nocivo para el organismo. Otras investigaciones realizadas en África e India muestran que la diabetes es desconocida en pueblos que no incluyen carbohidratos refinados en su dieta. Respecto a la coca, es simple observar en los pueblos andinos que el cotidiano consumo de la hoja mascada -benéfica para el apunamiento- no genera los efectos devastadores del extracto refinado, conocido como cocaína. Siempre hablamos de productos vegetales, pero de por medio está presente el proceso de refinación y purificación.

Volviendo a la refinación de la sal, digamos que en 1971 el gobierno japonés decretó que toda la sal para consumo humano se debía elaborar por el dudoso proceso de intercambio de iones, que usa 3.000 voltios y 120 amperes de electricidad para extraer los iones de cloruro de sodio del agua de mar. Un físico atómico, Katsuhiko Tani, contrario a esta decisión oficial, comenzó a realizar estudios al respecto, creando la Asociación de Investigación de la Sal.

En una de sus primeras experiencias, Tani trabajó con almejas vivas sumergidas en distintas concentraciones de sal naturalmente obtenida por evaporación de agua de mar. Luego imitó estas concentraciones con la sal para consumo humano y con la sal de potasio (cloruro potásico), un sustituto artificial para hipertensos. El resultado: las almejas sumergidas en las soluciones con sal natural reaccionaron abriendo sus caparazones, mientras aquellas sumergidas en las soluciones con sal obtenida por intercambio de iones o con sal de potasio, permanecieron cerradas, reaccionando como si estuvieran en un ambiente hostil.
El problema de la aditivación

Volviendo a la sal refinada de mesa, no todo termina en el “desguace” de sus otros 82 elementos constitutivos. Luego “sufre” la aditivación de otros compuestos refinados. El caso del yodo y el flúor, ambos minerales tóxicos y reactivos en las formas antinaturales que se adicionan industrialmente. ¿En que argumentos se basa este procedimiento, obligatorio por ley?: resolver problemas tiroideos (yodo) y proteger la salud dental (flúor). Pero nadie toma en cuenta que el cuerpo no puede metabolizar la suplementación artificial de yoduros y fluoruros. Muchos científicos están advirtiendo que estos compuestos son los principales responsables de la formación de nitratos en el estómago; y se sabe que los nitratos son las sustancias cancerígenas más agresivas, y responsables de tumores selectivos en muchos órganos. También son responsables de reacciones alérgicas y otros problemas de salud. Estudios demuestran que la adición de yoduros a la sal de mesa causa hipertiroidismo, tiroiditis autoinmune y disminución de fertilidad.

A este trágico panorama, se suma la aditivación de otros preservantes, por supuesto que todos legalmente autorizados e incluso sin obligación de ser declarados en las etiquetas. Además de yoduro de potasio, la industria de la sal adiciona dextrosa, un tipo de azúcar que sirve para evitar la oxidación del yodo (¡¡¡o sea que la sal tiene azúcar!!!). Luego le agregan bicarbonato sódico, para que la sal no tome un tinte púrpura tras la adición del yoduro de potasio y la dextrosa. Para evitar el apelmazamiento se adiciona hidróxido de aluminio. Es bien conocida la relación aluminio-Alzheimer y el papel que juega este metal liviano en las disfunciones neuronales, bloqueando los procesos del pensamiento. ¡¡¡Como si no tuviésemos bastante con el uso de utensilios de aluminio en la cocina, latas de aluminio para las bebidas o papeles de aluminio para envolver alimentos!!! Otros aditivos que encontramos en la sal de mesa son: el carbonato cálcico, que no es otra cosa que un pulverizado de huesos animales, el aluminato de silicio sódico, el ferrocianuro de sodio, el citrato verde de amoníaco férrico, el prusiato amarillo sódico y el carbonato de magnesio.

La cuestión energética

Cuando terminaba el segundo milenio, un grupo de jóvenes científicos e investigadores alemanes llegó a una conclusión: había que desarrollar una nueva rama del conocimiento para abordar la comprensión de fenómenos sin respuesta en los ámbitos estancos de la biología, la química y la física. Por ello decidieron crear una disciplina integradora que llamaron biofísica y que desde entonces ha ido ganando adeptos en todo el mundo. Precisamente los primeros trabajos de estos investigadores se centralizaron en la distinción entre sustancias vivas y muertas, abordando una serie de preguntas sin solución desde el punto de vista fisicoquímico convencional.

¿Por qué el agua del río sagrado de los hindúes, el Ganges, pese a su alta carga de contaminantes puede curar, mientras que la transparente y purificada agua de canilla de ciudades europeas puede enfermar? ¿Por qué los terneros morían luego de pocos días de estar alimentados con leche que sólo era pasteurizada tras ser ordeñada de su vaca madre? ¿Por qué las semillas de trigo expuestas al microondas perdían luego la capacidad de germinar en el suelo? ¿Por qué morían los gatos de un estudio británico, correctamente nutridos con alimentos previamente pasados por microondas? ¿Cuál es la diferencia en un organismo evaluado minutos antes y después de la muerte, sin cambios materiales apreciables?

Todas las respuestas apuntan a una cuestión central: El aspecto energético. El poder organizador de la energía fue el tema central de los biofísicos alemanes. Se generaron interesantes trabajos sobre el aspecto energético del agua (los cuales pueden consultarse en la página web http://www.agua-viva.info/es), que desarrollaremos en otra monografía. Las implicancias del concepto biofísico son de extraordinaria importancia en el campo de la nutrición y por ello lo abordaremos en profundidad en un informe específico. Aquí nos debemos concentrar en los aspectos relacionados con la sal y la salud, aprovechando la visión integradora que genera esta nueva rama de la ciencia.

Sabemos que la vida sobre la tierra se generó a partir del plasma marino, combinación básica de agua y sal que, a millones de años de distancia, sigue siendo la base de los fluidos internos de vegetales, animales y humanos. En ese “caldo original” se originó la síntesis de aminoácidos que dio lugar a la vida que conocemos. El plasma sanguíneo de los mamíferos mantiene y necesita ese equilibrio original para sostener las funciones vitales. A imagen del planeta, somos 70% agua (pero no cualquier agua) y 1% sal (pero no cualquier sal). Y aquí encontramos una clave. Normalmente se define a estos elementos como H2O (agua) o ClNa (cloruro de sodio); pero es una definición reductiva, que no toma en cuenta la innegable importancia de la geometría energética.

En la visión biofísica se habla de patrones de frecuencia electromagnética altamente ordenados. Cada elemento tiene su campo de vibración electromagnética. La sal presente en el plasma marino posee 84 elementos constitutivos alojados en su estructura cristalina cúbica; por tanto, incorpora los campos electromagnéticos inherentes a cada uno de ellos. En contraposición, la sal refinada de mesa ha sido artificialmente reducida a dos elementos: cloro y sodio. Por tanto, electromagnéticamente se ve también reducida a la desequilibrada presencia de esos únicos dos patrones vibratorios. No olvidemos además los daños que generan los procesos industriales usados en distintos lugares del mundo para la refinación: recordemos lo de las elevadísimas temperaturas utilizadas (670ºC) y la alta tensión del sistema de intercambio de iones (3000 voltios y 120 amperes).

También sabemos que la sal es responsable de generar conductividad eléctrica en el agua, algo que aprendimos en la escuela secundaria. Sin sal no hay conductividad y sin conductividad adecuada no puede haber funciones normales en el organismo. El pensamiento o la comunicación hormonal, son funciones que se basan en la transmisión de iones (átomos cargados eléctricamente) entre células. No es difícil intuir que sucede en el organismo cuando hay carencia de sal con un patrón de frecuencia ordenado. Pero atención, no confundir el habitual exceso de sal refinada con la también extendida carencia de sal de buena calidad.

Otro aspecto importante de la red cristalina cúbica de la sal marina, es su capacidad intrínseca de almacenar la energía del sol (energía fotónica). Estos quantos de luz se depositan en la red cristalina de la sal, pasando luego al estado líquido cuando las moléculas de sal se recombinan con moléculas de agua. Recordemos que el termino sajón “sole” que significa salmuera, proviene justamente del latín “sol”. Por ello, desde el punto de vista biofísico, cuando se habla de la solución obtenida por mezcla de agua con cristales de sal de roca, se habla de “sol líquido”.

Cuando se disuelven cristales de sal de roca en agua, los iones de la sal se hidrolizan. En este proceso, las estructuras geométricas de la sal y del agua dan lugar a la formación de una nueva estructura de tercera dimensión. La estructura cristalina de la solución salina es tan profunda, que conserva su patrón vibratorio intacto durante 24 horas en nuestro organismo. Esta frecuencia es medible y coincide con el patrón vibratorio del planeta (resonancia Schuman), del cual todos los seres vivos somos dependientes para mantenernos en equilibrio funcional. Cuando perdemos este patrón energético, las células, en lugar de trabajar en resonancia, comienzan a funcionar en disonancia. Esto, que en música sería “falta de afinación”, según la biofísica, sirve para explicar el origen de las más de 40.000 enfermedades clasificadas por la medicina moderna.

Nuestras células solo pueden absorber los minerales orgánicamente disponibles, a través de mecanismos iónicos y coloidales. Todo elemento mineral que no tenga esta capacidad bioeléctrica para transponer las compuertas de las membranas celulares, no solo será inútil para nuestro cuerpo, sino que además provocará una pesada carga para generar su eliminación como sustancia tóxica. Este discurso es válido para todos los elementos que ingresan al organismo y la sal es uno de ellos. Solo la sal natural e íntegra, con un patrón vibratorio ordenado, tiene la capacidad de penetrar en las membranas celulares, mientras que la sal refinada no puede lograr ese cometido. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con el hierro: una molécula presente en un vegetal se asimila fácilmente, mientras que una limadura metálica resulta tóxica para el organismo. Aunque burdo, este ejemplo sirve para explicar la inutilidad de los suplementos minerales y vitamínicos producidos sintéticamente en laboratorios
El empleo de microscopios electrónicos de alta potencia, permite visualizar en imágenes todo lo que expresamos en palabras sobre las diferentes sales. A continuación reproducimos fotografías de distintos cristales de sal, publicadas en el libro “Agua&Sal” de lo doctores alemanes Bárbara Hendel (médica) y Peter Ferreira (biofísico). Para dar una idea de lo reciente de estos conocimientos, digamos que dicho volumen fue editado en Alemania en 2001 y traducido al inglés recién en 2003.

Los cristales de sal rosada muestran una estructura cristalina equilibrada, bien ramificada, sin sombras o bordes ásperos. El cristal no se aísla de los elementos minerales constitutivos, sino que se conecta con ellos en estado armonioso. Esto indica un contenido de energía, en forma de minerales, equilibrado y fácilmente metabolizable por el organismo. Este cristal pleno de vida tendrá un efecto vitalizante en el cuerpo y el resultado será ampliamente positivo, con una ganancia neta de energía y esfuerzo nulo en el proceso de asimilación.

Los cristales de sal marina de simple evaporación son irregulares, con estructuras cristalinas aisladas y desconectadas de los elementos naturales que los rodean. Debido a esto, los minerales presentes exigirán del organismo un gran expendio de energía para vitalizarlos y metabolizarlos. El balance de dicha ingesta será ligeramente positivo, dada la pérdida de energía requerida para su asimilación.

Finalmente los cristales de sal de mesa refinada se muestran artificiales, aislados entre sí y muertos. No hay estructura cristalina vital y faltan los minerales complementarios. El organismo debe expender grandes cantidades de energía para neutralizar su reactividad, sea por medio del aporte de reservas minerales orgánicas, como de agua intracelular. El balance de su ingesta será ampliamente negativo, pues hay drenaje de reservas y energía, no hay aportes y además hay aumento de toxicidad corporal.

Esta analogía podemos extenderla sencillamente a nuestras fuentes habituales de azúcares, ya que se aprecia la misma escala de valores entre miel de abejas, azúcar integral de caña y azúcar refinada.

- La miel de abejas aporta una gran riqueza constitutiva (enzimas vitales, vitaminas, minerales y azúcares de calidad) y no exige esfuerzo metabólico alguno para su asimilación. El balance resulta ampliamente positivo.

- El azúcar mascabo aporta elementos importantes (sobre todo minerales), pero exige cierto esfuerzo energético para el proceso de metabolización, ya que el organismo debe poner en juego enzimas y vitaminas propias. El balance de su ingesta resulta entonces ligeramente positivo.

- Por su parte, el azúcar blanco refinado no aporta nada interesante al organismo; solo calorías vacías. En cambio exige un gran esfuerzo energético para neutralizar su toxicidad y poder combustionar su poder calórico. Por tanto el balance de su consumo resultará ampliamente negativo.

La visión biofísica nos permite entender cuan importante resulta aportar energía y vitalidad al organismo a través del alimento diario, en lugar de mermar dicho caudal. El aporte positivo de energía significará salud y equilibrio vital, mientras que la sustracción periódica acabará generando desorden y enfermedad.
Diferencias entre sal marina y rosada

Tras haber visto las diferencias entre cristales naturales y refinados, conviene detenernos en las diferencias que existen entre las fuentes naturales de sal. Vimos que en la antigüedad, una de ellas estaba reservada a la nobleza (sal de roca) y otra a la plebe (sal de mar). Ahora veremos los motivos de esta discriminación, quedando la duda si se hacía por conocimientos esotéricos o intuitivos.

Ambas tipos de sal provienen del plasma marino, y se originan como consecuencia de la evaporación del agua. La sal marina natural se produce generalmente en zonas costeras, a través de una antigua técnica de evaporación en cuencas comunicadas por canales. En este caso, es evidente que el estado de contaminación del mar repercutirá en la contaminación de la sal así obtenida. Antiguamente esto no era un problema. En cambio, hoy día todos los mares y sobre todos aquellos de los litorales habitados, están recibiendo la descarga de desechos cloacales e industriales. A esto se agrega el efecto provocado por la navegación y sus continuos e inevitables accidentes. La contaminación no solo se visualiza en términos de metales pesados e hidrocarburos, sino en la consiguiente incorporación de los patrones vibratorios disonantes, propios de estos desechos.

Otra fuente de sal marina son las minas a cielo abierto, donde simplemente se recogen antiguas evaporaciones que han quedado ahora circunscriptas a territorios mediterráneos. En el caso de nuestro país, podemos citar los salares de La Pampa, San Luis o Córdoba. En estos casos es habitual el procedimiento de “limpieza” o “lavado”, consistente en extraer “impurezas”, que no son otra cosa que preciosos oligoelementos (minerales traza) claves para nuestra salud. El mayor o menor grado de esta inútil intervención humana, que quita microminerales claves para la salud, determina la mayor o menor calidad del producto final. Obviamente, cuanto más blanco y corredizo, más refinado y empobrecido. Aquí no nos referimos a la refinación industrial para obtener cloruro de sodio puro, sino simplemente al lavado que se realiza para “mejorar” la presentación del producto.

En el caso de la sal rosada, estamos hablando de residuos de evaporaciones ocurridas hace 250 millones de años, que luego de capturar la energía fotónica del sol, han sido sometidos a inmensas presiones de antiquísimos plegamientos. Estas transformaciones biotectónicas, han impreso un particular patrón energético en su estructura cristalina cúbica. La sal de cristal de roca se encuentra en brillantes venas blanquecinas o rosáceas -de allí su nombre- lo que obliga a un proceso extractivo artesanal. Técnicamente, el cristal de sal de roca recibe el nombre de halita y su disponibilidad esta limitada a ciertas regiones del planeta. Por ejemplo, existen vetas en el Himalaya, sobre las cuales recientemente se han realizado importantes estudios y análisis que revalorizaron su potencial y generaron la reactivación de su explotación manual. En nuestro continente tenemos depósitos de estos preciados cristales, tanto en las alturas del sur boliviano y el norte argentino, como en las profundidades del sur de nuestro país. Sin embargo, el desconocimiento hace que solo las poblaciones locales hagan uso de este recurso y más que para el uso humano, ¡¡¡para complementar la dieta de los animales de pastoreo!!! Ojalá esta actualización del antiguo conocimiento, sirva para revalorizar este recurso estratégico y reactivar su explotación.

Con el devenir de la revolución industrial, las minas de cristal de roca fueron cayendo en el abandono, no pudiendo competir a nivel de volúmenes y costos de extracción y transporte, con el sencillo sistema de los salares a cielo abierto. También por esta causa fue perdiendo importancia económica la producción de sal por evaporación, en los litorales marinos. Finalmente la abundante y económica oferta de sal industrial refinada, terminó por generar un cono de sombra sobre ambas fuentes de sal natural.

Más allá de la pureza, garantizada por la presencia de los cristales enteros, la diferencia fundamental entre la sal marina y la sal rosada tiene que ver con el aspecto energético. Sería como comparar un guijarro de arroyo y un diamante. Los elementos del guijarro son de composición grosera, pues no han estado sometidos a grandes presiones durante millones de años. En cambio los cristales de roca muestran una composición más refinada, por efecto de estas antiquísimas compresiones tectónicas. Y es esta sutil energía, también llamada por los biofísicos “patrón energético altamente ordenado”, la que se libera al disolver los cristales en agua. Por este sencillo proceso, más conocido como hacer salmuera y que veremos luego en detalle, también estamos disolviendo los quantos de luz (los biofotones más puros) fijados en la red cristalina cúbica. De ese modo obtenemos una sopa primaria, similar a la que originó la vida en la tierra, similar al líquido amniótico del vientre materno y similar también a nuestro plasma sanguíneo.
Perjuicios de la sal refinada

Creímos conveniente abordar los daños que produce el consumo de sal refinada, recién después de haber pasado revista a toda la problemática, física y energética. Esto nos permite comprender mejor los mecanismos defensivos que debe desarrollar el organismo para intentar neutralizar esta enorme agresión cotidiana. Como hemos visto, el problema tiene dos facetas principales e igualmente graves: la pésima calidad (física, química y energética) y la elevada cantidad que se ingiere.

El consumo principal de sal refinada proviene de los alimentos industrializados, que la incluyen por sus efectos gustativo y conservante. En este aspecto no hay que pensar solo en conservas o típicos productos salados (aceitunas, jamones, quesos, embutidos, fiambres, papas fritas, caldo en cubos, etc.), sino en alimentos aparentemente inofensivos (panificados, o el “saludable” yogurt diario, que recibe industrialmente el aporte de cloruro sódico como conservante). Esto sin entrar en el tema del excesivo consumo de sodio, una de las grandes causas de los modernos problemas de salud.

Hemos visto que, más allá del terrible mal trato de la refinación, el principal problema de la moderna sal de mesa para la salud humana, es precisamente lo que la ha convertido en un inapreciable ingrediente de la química industrial: su reactividad. Frente a la amenaza que representa este compuesto reactivo (cloruro sódico refinado), el organismo se ve obligado a poner en marcha varios mecanismos de defensa que, además de generar un importante gasto de energía y recursos, no bastan para resolver totalmente la magnitud del problema.

Un primer mecanismo de neutralización es la hidratación y se basa en el empleo de agua intracelular o plasma. Este precioso elemento -un recurso limitado en el organismo y originalmente destinado a otros fines fisiológicos- se usa para compensar iónicamente la reactividad de las moléculas de cloruro sódico. Cada gramo de cloruro de sodio que debe ser contrarrestado, exige el consumo de 23 veces su peso en agua intracelular. El producto resultante, aunque se haya balanceado eléctricamente, debe eliminarse igualmente como sustancia tóxica. Los riñones pueden excretar una parte: se calculan unos 5/7 gramos diarios, frente a un consumo promedio de 12/20 gramos. Este saldo cotidiano entre lo que ingresa por boca y lo que puede salir por vía renal, es uno de los grandes problemas que nuestro estilo de vida le crea al organismo. Para tomar consciencia de la magnitud del problema, basta multiplicar estos valores por los 30 días de un mes o los 365 días del año!!! Aquí también podemos encontrar el verdadero origen de otra difundida problemática moderna: la retención de líquidos.

Otra consecuencia negativa de este mecanismo cotidiano de neutralización, es la merma del volumen de líquido intracelular. Frente al gran caudal que demanda el cuantioso ingreso de moléculas reactivas, el organismo se ve obligado a optar entre atender las naturales necesidades de plasma para la renovación celular (millones de células que se fabrican diariamente, requieren este fluido corporal como principal material constitutivo) y la exigencia de neutralizar la peligrosa reactividad, sacrificando este vital elemento. La consecuencia a mediano plazo es la paulatina deshidratación celular y corporal, también conocida como senilidad latente. Sólo beber agua no basta para reponer la carencia, pues el agua intracelular no es únicamente H2O, sino también los restantes 82 elementos que forman el plasma marino. O sea que, por un lado el organismo tiene un nefasto exceso de cloruro sódico y por otro lado una grave carencia de sal naturalmente completa y correctamente estructurada.

El cloruro sódico que no logra eliminarse por vía renal, al permanecer en el cuerpo, genera un segundo mecanismo de neutralización: la captura lipógena. El organismo “reclama” células grasas para “encapsular” al cloruro de sodio “vagante”. Por este medio el cuerpo busca aislar material toxico que no puede evacuar en ese momento, a la espera que luego sobrevenga algún momento de pausa, en el cual eliminarlo definitivamente del medio. Ese momento sería, por ejemplo, un ayuno, que demás está decir, jamás tiene lugar en nuestro vertiginoso ritmo de vida. Por este segundo mecanismo, el organismo va formando un tejido esponjoso que deposita en la hipodermis, el estrato más profundo de la piel. Este edema acidulado genera dos consecuencias por demás conocidas y temidas: sobrepeso y celulitis. Puede afirmarse con seguridad que este proceso de neutralizar sustancias tóxicas (no solo el cloruro de sodio) en el tejido graso, es una de las causas más profundas de la obesidad, aunque sea difícil de digerir para nuestro condicionamiento cultural. O sea que más toxinas van quedando en el organismo, por colapso de los emuntorios, más incremento de grasa corporal. Dicho de otro modo: la toxemia corporal genera obesidad.

Las moléculas de cloruro de sodio que no consiguen ser eliminadas por los riñones o aisladas en el tejido graso, obligan a desarrollar un tercer mecanismo de supervivencia: la cristalización. Y decimos supervivencia, porque la acumulación de 35 gramos resulta letal para el cuerpo. El cloruro sódico se une con aminoácidos de origen animal (presentes en los productos lácteos y cárnicos) y da lugar a la formación de cristales de ácido úrico. Los cristales que no consiguen ser evacuados del organismo, se depositan en huesos y articulaciones a la espera de una oportunidad futura de excreción (tal como sucede con el tejido graso), provocando dolores osteoarticulares (artritis, gota, reuma) por sus características punzantes. Otros cristales de ácido úrico se recombinan con más cloruro de sodio y oxalatos de calcio, dando lugar a la formación de arenillas y cálculos (vejiga, riñón, vesícula). Otra variante de esta cristalización la encontramos en las paredes de venas y arterias, causando fragilidad capilar y esclerosis. La cristalización es, originalmente, un mecanismo protectivo y de emergencia que el organismo desarrolla para defender la calidad del medio celular y el correcto funcionamiento de las células. Pero la cronicidad de la intoxicación termina por envenenar al sistema, ya que el exceso de cristales no consigue ser evacuado del organismo y ello provoca graves dolencias, también crónicas.

Otros perjuicios del consumo de sal refinada han sido evaluados por distintos investigadores: problemas emocionales, excitación, insomnio, fatiga, úlceras, dependencia adictiva, hipertrofia de las glándulas suprarrenales, pérdida del cabello, estreñimiento y cáncer de estómago. La diagnosis oriental brinda indicadores físicos para detectar la excesiva presencia de sal en el organismo: piel oscura, rigidez muscular, mandíbulas apretadas, dientes inferiores sobresalientes, derrames en el blanco del ojo, orina fuerte y heces oscuras, confitadas y lustrosas.
Uso de la sal rosada

Ingesta de solución salina

La forma más práctica y eficiente de consumir la sal rosada, es a través de su disolución en agua, con lo cual se logra lo que técnicamente se llama solución salina y que vulgarmente se conoce como salmuera. Para prepararla, solo basta colocar cristales de sal rosada en un frasco de vidrio con tapa, completándose el contenido con agua limpia y agitando luego. Al cabo de 24 horas estaremos en presencia de una solución saturada al 26%. Este límite es infranqueable y representa una garantía de concentración, sin tener que preocuparnos por pesos y medidas. La única precaución es observar que al cabo de las 24 horas de maceración, haya todavía cristales enteros. Estos cristales sin disolver indican que la solución está saturada y no puede seguir absorbiendo sal. Comprobado esto, se pasa el líquido obtenido a una botella de vidrio para su posterior utilización. Conviene tener cuidado de no agitar los sedimentos e impurezas que estén depositados en el fondo, a fin de garantizar la pureza de la solución salina obtenida. Evitar el uso de elementos metálicos en su manipulación, prefiriendo siempre el vidrio.

Dos o tres cucharaditas diarias de esta solución bastan para cubrir nuestras necesidades diarias. Como sucede con todos los productos naturales, nunca conviene abusar. Un exceso puede provocar rigidez, esclerosis de tejidos, acumulación de grasa, problemas renales y cerebrales. Lo importante es la regularidad en su consumo, asegurando la estimulante presencia diaria en el organismo. En todos nuestros fluidos corporales hay sal y diariamente la estamos perdiendo a través de orina, sudor, lágrimas, mucosidades, saliva, sangre, etc.

Sería imposible recomendar una dosis universal, tal como sugieren las tablas oficiales. Estudios sobre los longevos tarahumaras mejicanos indicaban un consumo inferior a los 5 gramos diarios, pero todo depende de cada organismo, y de su contexto ambiental y nutricional. Quienes consumen productos de origen animal, obtendrán de allí mucho sodio, por lo cual deberán reducir el consumo de sal. Por su parte los vegetarianos necesitan mas consumo de sodio para equilibrar la importante presencia de potasio en las verduras. Si analizamos hábitos antiguos, vemos que pueblos volcados al consumo de cereales y verduras (ejemplo los japoneses), utilizaban sal en sus conservas y aderezos (pickles, miso, salsa de soja) y pocos dulces. Por su parte, pueblos más carnívoros desarrollaron aderezos dulces (salsa Worcestershire, salsa Ketchup, salsa Golf) y el hábito del postre.

Muchas personas que “sufren” por el consumo de pequeñas dosis de sal refinada, cuando la reemplazan por sal integral, notan que, no solo la toleran bien, sino que mejora su condición general. Una comida con poca sal se digiere con dificultad, mientras que una comida con exceso de sal impide la suficiente masticación e incita al consumo de líquidos y postres. Lo importante es encontrar el justo equilibrio personal. Conviene habituarse a salar al final de la cocción y hacerlo con parsimonia, reservándonos un refuerzo si es necesario, ya que el exceso no se puede volver atrás.

Se recomienda ingerir por la mañana en ayunas una cucharadita de solución salina disuelta en un vaso de agua o de jugos vegetales naturales. Luego realice una enérgica caminata y recién después desayune. Esta práctica estimula la actividad desintoxicante, mejorando las funciones intestinal y metabólica. Se incrementa la disponibilidad de electrolitos y aumenta la conductividad, lo cual estimula la circulación y los procesos depurativos. Esto es particularmente importante en las primeras horas del día, donde todavía el organismo está en fase de eliminación, tras el reposo nocturno.

La otras cucharaditas de solución, puras o diluidas en agua, se pueden consumir durante el día en comidas y bebidas, siendo un gotero el mejor auxiliar para su práctica dosificación. Además de salar y condimentar platos, esta solución salina permite realzar el sabor de jugos e infusiones. Incorporada al agua que bebemos diariamente, mejora su patrón energético y corrige las deficiencias de los artificiales métodos de depuración y potabilización.

Los principales beneficios del consumo regular de solución salina, son los siguientes:

1. Aporta la energía fotónica del sol, almacenada por años en los cristales.
2. Aporta 84 minerales biológicamente activos y fácilmente asimilables por las células.
3. Mejora el balance electrolítico en los fluidos internos, sobre todo en la sangre.
4. Optimiza la asimilación de los nutrientes presentes en nuestro alimento cotidiano.
5. Purga el tejido conjuntivo y estimula el drenaje de materias tóxicas, generando adelgazamiento.
6. Mejora el estado de ánimo y brinda mayor plenitud energética.
7. Estimula el sistema de defensa de nuestro organismo.
8. Armoniza el equilibrio ácido-básico en el cuerpo, equilibrando el pH.
9. Evita la putrefacción intestinal.
10. Normaliza los valores de presión arterial.
11. Disuelve y elimina los sedimentos que conducen a la formación de arenillas y cálculos.
12. Disminuye las molestias generadas por padecimientos artríticos y reumáticos.
13. Reduce el deseo por sustancias adictivas.
14. Alivia las enfermedades de la piel, provocando limpieza genuina, desde adentro hacia fuera.
15. Favorece la eliminación de metales pesados (plomo, mercurio, arsénico, amalgamas dentales, etc.), debido a la capacidad de vitalizar sus estructuras moleculares para que el organismo pueda deshacerse de ellas
Baños de inmersión
Si bien se utiliza la práctica de baños en soluciones salinas de alta concentración para tratar problemas graves de piel como la soriasis (se llegan a utilizar concentraciones del 12%), a nivel hogareño se sugieren inmersiones al 1% (1 kg. de sal rosada por bañera). A continuación veremos ciertas instrucciones y precauciones a tener en cuenta, en esta especie de simulación de un baño termal. Se debe comenzar por colocar un poco de agua caliente en la bañera, una hora antes de tomar el baño, agregando la sal de roca (no utilizar nunca sal refinada) y revolviendo para iniciar su disolución. En el momento de tomar el baño, adicionar agua caliente, controlando que la temperatura no supere los 38º (temperatura corporal).

Se debería comenzar con inmersiones de 10 minutos, hasta llegar paulatinamente a los 20 minutos de duración, tiempo que no conviene superar. Tampoco conviene tomar más de dos baños semanales. No debe adicionarse ninguna otra sustancia al agua. Una vez en el agua, tratar de visualizar la sensación de flotar en la solución embrionaria original. Culminado el baño, tratar de secarse al aire, evitando frotar con la toalla (climatizar el ambiente en época invernal), envolver el cuerpo en una salida de baño y reposar en la cama durante una hora, si es posible bien tapado. Solo entonces, tras el reposo, tomar una ducha y limpiar el cuerpo con jabón. Estos baños se recomiendan para tratar enfermedades cutáneas, reuma y enfermedades de las articulaciones, pero también por su efecto relajante, refrescante y renovador de energía. Sin embargo conviene tener en cuenta la influencia lunar al momento de tomar estos baños.

Luna llena: En este período el organismo está en su máximo potencial de asimilación. El cuerpo absorberá por la piel los minerales iónicamente activos que aportan los cristales de sal. Se armonizarán los puntos bioenergéticos débiles y se activará el propio flujo vital. Por su efecto estimulante, son baños para ser tomados en las primeras horas del día.

Luna nueva: En esta fase lunar, el organismo estará en su máximo potencial depurativo. Es un momento perfecto para un baño de limpieza y purificación. El baño removerá toxinas acumuladas y provocará un efecto exfoliante de la piel. El proceso de depuración orgánica estará sostenido y potenciado por el baño. Por su efecto relajante, son baños para ser tomados en las últimas horas del día.

Lavados corporales

Para lavados de nariz, garganta y ojos, conviene utilizar una solución isotónica al 0,9%. Para ello se disuelven 9 gramos de sal rosada en un litro de agua tibia.

Hacer gárgaras con esta solución salada, hidrata las mucosas, eliminando bacterias y células muertas.

Los lavados oculares se llevan a cabo con la llamada bañera ocular, un pequeño recipiente de cristal o plástico. Se introduce allí el ojo completamente limpio de impurezas (lagañas, maquillaje, etc.) y se inclina la cabeza hacia atrás, moviendo rápidamente las pestañas para que el agua penetre en todo el ojo.

La ducha nasal se realiza en Oriente con el neti, una pequeña tetera adecuada a esta finalidad. Se inclina la cabeza hacia un lado, introduciéndose el pico del neti en el orificio superior hasta lograr que el líquido drene fluidamente por el orificio inferior. Luego se invierte la inclinación, repitiendo la operación. Una alternativa más sencilla, aunque requiere algo de acostumbramiento, consiste en introducir solución salina por la nariz con el auxilio de la palma de la mano, expulsando luego con una fuerte exhalación. La ducha nasal es muy útil para limpiar los cilios vibrátiles, filtros de todas las impurezas presentes en el aire que absorbemos habitualmente y muy colapsados en personas que residen en grandes urbes. También es aconsejado en personas con problemas de vías respiratorias y especialmente en sinusitis y rinitis crónicas.

La solución salina también se utiliza en enjuagues bucales y en la higiene dental. En este caso se puede usar solución pura al 26%. Está aconsejada en encías sangrantes e inflamadas, aftas bucales, hongos y llagas labiales. Otro beneficio de esta práctica es la neutralización de la perjudicial condición ácida de la cavidad bucal. La solución salina neutralizará el pH y con ello protegerá la flora benéfica y el esmalte dental. Inicialmente conviene cepillar los dientes con solución salina y luego hacer buches por un par de minutos, escupiendo posteriormente el líquido.

Masaje energizante

Cuando se sienta cansado y sin energía, tómese un momento y hágase un masaje corporal exfoliante con sal rosada. Esta práctica desintoxica la piel, aumenta la energía y estimula la circulación. Prepare en un pequeño recipiente una mezcla con 3,5 partes de sal rosada molida finamente (puede hacerlo con un mortero o con un palo de amasar) y una parte de aceite prensado en frío (almendra, sésamo, jojoba, rosa mosqueta, etc.). Puede adicionar unas gotas de algún aceite esencial natural de su preferencia (lavanda, limón, etc.). Mezclar bien hasta que adquiera una consistencia uniforme. Antes tome una ducha con agua caliente, a fin de abrir los poros. Luego acuéstese sobre una toalla de baño y frote todo su cuerpo con la mezcla. Al concluir, cubra su cuerpo con una manta y repose media hora. Entonces experimentará un flujo de calor, que indica la esperada activación celular. Dúchese con agua caliente y seque suavemente el cuerpo, sin frotar en exceso. El aceite debe permanecer en su piel, dejándola suave y aterciopelada.
Usos terapéuticos

Reuma y artritis

- Tomar en ayunas la cucharadita de solución salina diluida en un vaso de agua. - Luego durante la jornada tomar bastante agua de buena calidad. - Aplíquese un emplasto con solución salina pura en las zonas doloridas y cubra luego con un paño seco.

Osteoporosis

- Tomar en ayunas la cucharadita de solución salina diluida en un vaso de agua. - Luego durante la jornada tomar bastante agua de buena calidad. - Aplíquese un emplasto con solución salina pura y agua caliente en partes iguales (la temperatura final debe resultar tolerable para su cuerpo). Cubra luego con un paño seco. También puede hacer inmersiones de las zonas afectadas con la misma solución, a temperatura corporal. - Fabríquese una almohadilla con cristales de sal rosada, llenando una funda de algodón. Caliéntela en horno y luego aplíquela sobre las articulaciones críticas por espacio de 20 minutos.

Asma y bronquitis

- Tomar en ayunas la cucharadita de solución salina diluida en un vaso de agua. - Luego durante la jornada tomar bastante agua de buena calidad. - Haga inhalaciones una o dos veces al día, con solución salina al 3%. Para preparar las inhalaciones, lleve a hervor el agua (unos 3 litros) y agregue cristales de sal rosada (unos 100 gramos), revolviendo hasta su completa disolución. Luego coloque la cabeza para inhalar ese vapor y cubra todo con una toalla para retenerlo.

Heridas abiertas

Prepare una mezcla de solución salina pura y agua limpia (no gasificada) en partes iguales (obtendrá entonces una solución al 13%). Si utiliza la solución pura puede sentir ardor. Embeba una gasa esterilizada, cubra con ella la herida y luego envuelva todo con un paño seco.

Gripe y estados febriles

Sumergir una remera de algodón en una solución salina tibia al 3% (30 gramos de sal rosada por litro de agua). Otra forma de obtener esta dilución es colocando 120cc de solución pura en una botella de litro, completando luego con agua limpia. Colocarse la remera bien estrujada, envolverse con una toalla seca, acostarse y cubrirse bien con una manta abrigada, permaneciendo en reposo entre 60 y 90 minutos. A la media hora comenzará a sudar. Este efecto puede potenciarse bebiendo inicialmente una infusión de ambay o borraja. Quitarse la remera, ducharse y reposar abrigado al menos una hora más. Esta práctica es desintoxicante y activadora del metabolismo, dando buenos resultados en fiebres altas y siendo más efectiva que el baño de inmersión.

Pies fríos

La misma técnica se utiliza para esta problemática, sumergiendo un par de medias de algodón en lugar de una camiseta. El resto del procedimiento es similar.

Soriasis

Si bien este padecimiento es provocado principalmente por desórdenes nutricionales y debe resolverse modificando las causas que lo generan (excesos y carencias), puede obtenerse un importante beneficio con el empleo de la sal rosada en distintas aplicaciones. Antiguamente eran renombrados los tratamientos en el Mar Muerto, donde existe la más alta concentración salina del mundo. Disponiendo de cristales de sal rosada, puede realizar esta terapia sin salir de su casa.

- Tomar en ayunas la cucharadita de solución salina diluida en un vaso de agua. - Luego durante la jornada tomar bastante agua de buena calidad. - Tomar dos baños de inmersión semanales por espacio de 20 minutos, según el procedimiento antes indicado. Comience con concentraciones del 3% (3 Kg. de sal rosada en 100 litros de agua) y aumente gradualmente hasta llegar al 8% (8 Kg. cada 100 litros). Cuidar que la temperatura del agua no supere los 38º (temperatura corporal). Lo ideal es secar el cuerpo al sol durante unos 10 minutos, luego de la inmersión y previo al reposo final. Estos baños no solamente hidratan y vivifican los tejidos, sino que también resultan antiinflamatorios. - Las zonas del cuerpo más afectadas (como codos o rodillas) pueden masajearse con la solución salina pura (al 26%).

Herpes

Si bien esta infección viral del sistema inmunológico requiere tratamientos específicos, el empleo de sal rosada puede ofrecer alivio y además estimular las defensas.

- Tomar en ayunas la cucharadita de solución salina diluida en un vaso de agua. - Luego durante la jornada tomar bastante agua de buena calidad. - Las ampollas pueden recibir aplicaciones de la solución salina pura (al 26%) por medio de un paño de algodón. Estas aplicaciones pueden hacerse cada hora.
Lámparas de sal rosada

Las lámparas construidas con cristales de sal rosada, además de su belleza intrínseca, funcionan como excelentes mejoradores de nuestros ambientes cerrados. Si bien son consideradas como eficientes ionizadores naturales, aportan otros importantes beneficios a nuestra salud. Por ello conviene detenerse en cada uno de sus aspectos beneficiosos.

Efecto ionizante

Los ionizadores para hogares y oficinas surgieron como una necesidad frente la invasión de radiaciones nocivas, generadas por artefactos eléctricos en ambientes cerrados. La energía eléctrica fluye entre partículas de distintas polaridades, llamadas iones. Un ión negativo es una molécula electrónicamente cargada compuesta de oxígeno. Un ión positivo es una molécula que ha perdido sus electrones en el proceso de contaminación atmosférica.

Nuestra salud física y mental esta influenciada entre otras cosas, por la correcta ionización del ambiente en que vivimos. Hoy existen más fuentes de iones positivos que en el pasado, lo cual crea un desequilibrio eléctrico que nos afecta sensiblemente. Para comprender esto, basta con pensar cuánto mejoran nuestros sentimientos en un clima de montaña o en medio de un pinar, lugares donde se concentra una gran cantidad de iones negativos. Las variadas actividades humanas y las aplicaciones eléctricas, producen iones positivos, que provocan el deterioro de nuestro bienestar físico y emocional. Ejemplo: redes eléctricas, calefacción, sistemas de enfriamiento, televisores, radios, transmisores, radares, computadoras, extractores, microondas, teléfonos celulares, humo de cigarrillo, etc.

El exceso de iones positivos, producido por la contaminación química y electromagnética, es causa de estrés (estimula la producción de noradrenalina), puede producir insomnio, migrañas, agotamiento, hipertensión, depresión y agravar el asma y las alergias respiratorias.

El aire sano y equilibrado eléctricamente contiene una proporción de 4 iones negativos y 5 positivos. Sin embargo una mayor cantidad de iones negativos mejora la calidad ambiental, elimina las partículas en suspensión del aire (polen, polvo, ácaros, bacterias) y tiene efectos neurobiológicos muy positivos; induce el relax y favorece la secreción de melatonina (mejora la calidad del sueño y de la regeneración celular).

Está demostrado que los iones negativos son ventajosos y tienen las siguientes cualidades: producen mejorías en alergias, dolores de cabeza y jaqueca, reducen la severidad de los ataques de asma, pueden realzar el sistema inmune, aumentar la productividad en el trabajo, fortalecer la concentración, aumentar la capacidad pulmonar, y reducir la susceptibilidad a gripes y resfríos recurrentes. La calidad del aire que respiramos es esencial para nuestra salud y bienestar. No solo nos mantiene vivos, sino que también nos permite pensar más claramente, aprovechar mejor las horas de sueño y mejorar nuestra salud. Los estudios demuestran que recibimos el 56% de nuestra energía del aire que respiramos; esto es más que la energía del agua y del alimento, combinadas. La intoxicación debida al excesivo número de iones positivos en el aire puede considerarse como causa de debilidad, ansiedad, depresión, insomnio y enfermedades del sistema respiratorio que muchos sufrimos.

En la naturaleza, los iones negativos se crean por medio del viento, la luz solar, las caídas de agua, las tempestades y la lluvia. En el aire fresco encontramos hasta 4.000 iones negativos por centímetro cúbico (el tamaño de un cubo de azúcar), mientras que cerca de una cascada se pueden hallar hasta 10.000 iones negativos. Como contraparte, está calculado que el numero de iones negativos en grandes ciudades no alcanza los 100 por centímetro cúbico. Estudios científicos demuestran que las lámparas de cristal de sal pueden aumentar la cuenta de iones negativos en su derredor hasta en un 300%. Cuando el cristal de sal rosada se calienta, absorbe humedad y el contacto con estas partículas provoca la liberación de iones negativos, funcionando como un ionizador absolutamente natural.

Además de mejorar la calidad del ambiente, esta ionización resulta muy positiva en afecciones de vías respiratorias (por ejemplo asma) y alergias. En este sentido se hacen tratamientos alternativos exponiendo a pacientes en ambientes con una atmósfera concentrada de iones negativos, como sucede en el interior de las minas de sal de roca.

Campos electromagnéticos

El planeta Tierra esta rodeado y protegido por un campo electromagnético, del cual dependen todas las formas de vida. Nuestras ondas cerebrales trabajan en resonancia con dicho patrón de frecuencia (7,83 hertzios), bautizado en homenaje al investigador que documentó su existencia: Schuman. Sin embargo, cuando estamos en inmediaciones de ciertos artefactos eléctricos (televisores, computadoras, celulares, etc.), nos vemos afectados por sus radiaciones electromagnéticas que oscilan entre 100 y 160 hertzios.

Por lo tanto, habitualmente estamos expuestos (y por largos períodos de tiempo) a patrones de frecuencia hasta veinte veces más elevados que lo normal. Esta sobrecarga influye en el delicado equilibrio del campo electromagnético del cuerpo, provocando un funcionamiento anormal de las células. Variados estudios demuestran que esta disonancia da lugar a diversos síntomas como nerviosismo, insomnio, falta de concentración, problemas de memoria, etc. y además genera el incremento de radicales libres en el cuerpo, estrechamente relacionados con la formación de tumores.

Los cristales de sal rosada, en su estado natural oscilan en perfecta resonancia con el patrón de frecuencia terrestre. Utilizados en forma de lámparas, los cristales de sal no hacen más que amplificar naturalmente este rango de frecuencia, tan necesario para reequilibrar el funcionamiento corporal. Por ello puede afirmarse que las lámparas de sal armonizan nuestros ambientes y neutralizan la influencia nociva de los campos electromagnéticos artificiales. Es la razón por la cual estas lámparas forman parte del arsenal de recursos de los profesionales del Feng Shui, ciencia oriental milenaria que procura la armonización de los ambientes habitados.

Cromoterapia

El empleo de los colores en terapia no es algo nuevo y forma parte del arsenal terapéutico holístico. El color, entendido como energía oscilatoria o longitud de onda electromagnética, está muy relacionado al equilibrio corporal y mental. Son frecuencias perfectamente registrables en instrumentos de medición y es sabido que nuestras necesidades principales tienen que ver con el espectro bajo de frecuencias del arco iris (300-799 nanómetros). Las emisiones de luces de determinados colores, con sus inherentes patrones de frecuencia, aportan a nuestras células una específica forma de energía en modo de longitudes de onda electromagnéticas. Al ser iluminados interiormente, los cristales de sal rosada emiten radiaciones de colores que abarcan un particular espectro de variaciones. Veamos el efecto terapéutico de dichos colores:

Naranja: Brinda sensación de seguridad. Útil para el sistema nervioso y la mente, estimulando la creatividad. Activa riñones y vejiga.
Amarillo: Incrementa la comprensión intelectual. Activa el páncreas, el hígado y la vesícula biliar.
Rojo: Consolida la fuerza vital. Activa el corazón y la circulación.
Rosa: Desarrolla la tendencia a la sociabilidad y al amor, abriendo el cuerpo emocional.
Blanco: Representa el aspecto de la sanación. Aporta claridad de ideas y refuerza la concentración. Estimula la limpieza y la desintoxicación.
Marrón: Ayuda a encontrar el balance interno y nos conecta con el entorno.

Si bien este aspecto terapéutico de los cristales de sal de roca ha sido poco investigado, en Europa, terapeutas homeópatas y bioenergéticos, utilizan y recomiendan lámparas de sal para asistir al tratamiento de muchas enfermedades. Lo importante es experimentarlo y apreciar como nuestro organismo mejora y se revitaliza con la atmósfera tenue y apacible que genera en el ambiente, sea de trabajo o de descanso.














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