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sábado, 19 de septiembre de 2009

ADOLESCENCIA VIRTUAL DESDE EL PSICOANALISIS
Fuente: Daniel Paola


1. La Adicción virtual


El psicoanalista se enfrenta a la actualidad de un nuevo desafío en la práctica con adolescentes. Ha comenzado a ser causa de consulta, una suerte de adicción virtual que encierra a los jóvenes frente a las computadoras, transformando el lazo social que las generaciones precedentes consideran dentro de rangos de normalidad.

La llamada “Adicción a Internet”, no figura como diagnóstico en el DSM IV ya que de acuerdo a sus parámetros siempre es precisa una sustancia química para definirla. Sin embargo, es vox populi entre los psiquiatras asociar esta “adicción” con un trastorno compulsivo que oculta un comportamiento depresivo y hostil frente a lo social.

Para la analista Nelly Vázquez de la consultora eMarketer, la adicción virtual podría ser una actividad letal, dado los récords que algunas personas se propusieron establecer jugando frente a la computadora. Esta analista menciona que la adicción no sólo es de los jóvenes, ya que también algunos adultos podrían verse implicados, según los datos aportados por el Computer Addiction Services del McLean Hospital de Massachussets.

De acuerdo al Departamento de Pedagogía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, la adicción virtual, no demanda conocimiento previo, ni especial capacidad intelectual, ya que desarrollaría por sobre todo actividades psicomotrices que se mejorarían con la persistencia, generando además personajes fantásticos alejados por completo de la vida real.

Para el psicoanalista, la adicción se define en otros términos. El adicto, toxicómano o no, presenta cuestiones particulares respecto al discurso, definiendo discurso como el propio decir referenciado respecto de una verdad, que encierra un plus frente a un semejante, referido a otra posición de saber, en cuanto a la producción de lo que se ha dicho.

Respecto al discurso, el adicto presenta una sustitución del plus de la verdad en la sustancia que le otorga un saber. Ese saber otorgado por la sustancia es excluyente de todo partenaire que no declare una identidad de percepción vivencial. Es por esto que, terapias grupales que tienen por referente a líderes que transitaron por idénticos trastornos, son los únicos entre ciertos círculos de adictos, que podrían tener palabra autorizada en el tiempo en que se plantea una abstinencia.

En este idéntico sentido la constitución grupal, que implica un desplazamiento real hasta determinado lugar para hablar del tema que se querría evitar, ya resulta de por sí difícil en la adicción virtual, porque dejar de lado la computadora para reunirse con otros ya resulta en algunos casos imposible, por la angustia súbita de la falta del elemento que se juzga imprescindible. Ningún “adicto a internet”, podría iniciar un contacto con un semejante que le planteara reglas conductistas de abstinencia. Realizar por lo tanto un grupo virtual entre adictos a internet, traería el problema de no plantear la abstinencia.

A diferencia del toxicómano que sí podría tener una conducta social, el adicto virtual realiza su lazo fundamentalmente a través de los juegos en red y es imposible que detecte por sí mismo algún tipo de inconveniente en su proceder, ya que no hay sustancia prohibida ni ley que lo juzgue. Tal vez los efectos generados en la escolaridad sean los más llamativos para los padres, que entonces comienzan a tomar conciencia de un supuesto problema. Pero el psicoanalista se encuentra habitualmente con un inocente, o mejor dicho con una mente virginal, que ni sueña con dejar su adorado entretenimiento.



2. La Abstinencia


La abstinencia entonces, es el primer obstáculo que enfrenta el psicoanalista. Porque los padres creen, que la suspensión del juego es una tarea inmediata y que se resuelve con prohibiciones al joven, entre las que se cuentan, por ejemplo, cortes de luz, o impedimentos en el uso de la computadora. De la misma manera cualquier familiar de un paciente psicótico cree que el analista tiene el poder de prohibir el delirio. Es común entre familiares de pacientes psicóticos, la disconformidad con el psicoanalista que no plantea la falsedad de los argumentos delirantes o alucinatorios, en una suposición mágica como la que se otorga al encantador de serpientes o al que sopla y hace botellas.

Plantear que no hay abstinencia en cuanto al uso de la computadora es el primer paso para lograr que el adicto virtual finalmente pueda entrar en discurso, en tanto su juego determina un goce. Y si de entrada hubiera que definir goce, propondría que en su generalidad haría de soporte a su propio fracaso. Porque no habría goce que a fin de cuentas no tienda a su extinción, en la medida que cualquier actividad humana tiene un tope a la satisfacción con la que se puede alimentar.

Supongamos que elegimos el postre que más nos apetezca y decidimos degustarlo por siempre. En un primer tiempo la satisfacción va a ser obvia. En un segundo tiempo la satisfacción pertenece a la elección, ya que siendo el postre que más nos apetece, pasa a ser el significante que lo representa en tanto goce. En un tercer tiempo después de una suerte de declaración de impotencia, ese goce fracasa porque produce rechazo. En este último tiempo ya nos encontramos en contacto con la punta de lo real, ya que el individuo tiende a preguntarse que sentido tiene estar enfrascado en algo que le provoca aversión. En el trato de la aversión se encuentra la posibilidad de un nuevo sentido a través de una identificació n rechazada.

Estos tiempos habrá que saberlos esperar en el contacto con el adicto virtual y no se podrían producir si los padres del o la joven, no acuerdan con la regla básica de una abstinencia, respecto a proponer una prohibición al juego virtual que consume la vida de sus hijos. Esto no excluye dos hechos: el primero es hacer de contención a la hostilidad de los padres que esperan eficiencia y rapidez, el segundo es disponer de una ubicación teórica del momento en el que se encuentra quien se satisface ó ya goza del juego.



3. Partiendo del Estadio del Espejo


Es el Estadio del Espejo de Lacan y su posterior desarrollo en el Seminario de La Angustia un apropiado lugar para comenzar a considerar el problema. Si llamamos i(a) a la imagen real que el infans retiene en el sentido que va dar existencia a su cuerpo, de acuerdo a la imagen virtual i’(a) que es producto de lo que se sabe reflejo en el espejo, no por ello esta oposición se termina de una vez y para siempre en los primeros meses de vida. (1) (2)

Que el infans tome de su imagen virtual i’(a) la posibilidad de la unidad que va a dar sentido a su cuerpo, hasta entonces fragmentado por una incompleta mielinización de su vía Piramidal, no por ello habría que desconocer que sin el asentimiento, tal cual propusiera Lacan, de un partenaire que lo sostenga, no habría eficacia posible para la dimensión del Otro como campo del significante.

El infans, por lo tanto, no solo ve la duplicidad de la imagen en tanto se ve y al mismo tiempo se registra en el espejo como imagen virtual, sino que también ve la impronta del partenaire reflejada, estableciendo una identidad con él en la imagen que habita el espejo. Esa identidad virtual es causa de júbilo por la vía del absurdo, porque tanto uno como otro, se encuentran en la misma dimensión virtual que los une.

Sin esa dimensión virtual que une al infans con el partenaire adulto en la imagen, no se podría pensar en el falo, como aquello que está por fuera de la imagen, en tanto la dimensión virtual los proyecta unidos en el plano del espejo. Y el júbilo es júbilo de la transmisión incipiente de ese falo ya existente por anticipado, en el partenaire que ha preparado toda la escena ó que se sorprende por haberla hecho posible.

Como resultado de esta primera unidad resulta su imposibilidad de hecho porque no habrá sino por siempre dos en el lugar del uno, imagen real i(a) e imagen virtual i’(a), duplicidad que es margen de un Imaginario que se reduce a la circunstancia de un cuerpo que en el Otro toma su dimensión simbólica, y en el goce que esa reducción provoca. Reducción por otra parte que está determinada por lo que no se ve como escotoma, de lo que resulta la dimensión del falo, que contiene entonces el signo menos de lo que no habita el ser en tanto imagen.

La reducción es del significante, en cuanto es imposible asignarle una significación si de entrada no hay Uno teleológico para la mentalidad, como si existe en la filosofía respecto del ente. Esa reducción es el goce que encierra al pensamiento, jamás resignado a soportar límites al estar sostenido por el Ideal del Yo, que tiende a la propiedad de los fractales, es decir a los números de los que no se conoce la ubicación del límite.

Quienes se presentan con una adicción virtual a la consulta de un psicoanalista, podrían ser considerados con alguna alteración de este Estadio del Espejo, si es que sus consecuencias no son sólo determinación de lo primordial, sino también circulación permanente en hechos de lo real de la vida de cualquier ser hablante. Supongamos que ha habido una detención permanente en ese momento de júbilo y llamemos a eso adolescencia virtual: ¿Cuáles son las coordenadas futuras para ese ser hablante?

Una viñeta clínica podría iniciar la respuesta. Un joven de 18 años consultó, previa entrevista de su madre con el analista, debido a esta descripción pseudo-adictiva que he propuesto en este escrito. Jugaba todo el día un videojuego denominado DotA, sin discriminar horarios, por completo tomado en campeonatos que por ser internacionales, producían efectos en el sueño y generaban además diversos desordenes. Había abandonado el colegio y siempre pedía favores. En esta oportunidad había enviado a su madre como avanzada para saber si era confiable el analista. Esto, desde mi opinión, equivalía a saber si habría prohibiciones. Con lo cual lo primero que le hice saber, a través de ella, es que no las habría de ningún tipo.

Su padre había muerto hacía poco tiempo y de eso habló cuando vino a consulta. Lo amaba profundamente. Lo veía poco porque estaba separado de su madre. Pero del duelo no había nada. Su retardo virtual impedía cualquier conexión que no fuera el juego DotA que continuaba al extremo de no haber concurrido al sepelio. El detenimiento en cierta virtualidad, es la pieza clave para orientar cualquier análisis, sólo que en este caso el duelo que no podía producirse era más impactante que otros.



4. La ilusión de lo inter-subjetivo.


Propongo volver ahora a ese instante de júbilo, en el que el infans se encontró del otro lado del hecho de lo real que los sostiene frente al espejo. Ese otro lado virtual en tanto es imagen, permite una suposición de unidad en una escena en la que hay conexión de uno a otro, en este caso infans y adulto, conexión virtual libre de efectos de ese real que se presenta en el cuerpo que aún no se mueve, como se moverá en un futuro. Esa conexión entonces, permite la suposición de enlace entre ambos en una inter-subjetividad fantástica, que retornará como siniestra dada su falsedad real.

La imagen real siempre ofrecerá la inevitable oferta del campo de lo verdadero, cuya significancia excluye cualquier tentáculo de uno a otro, ó del sujeto al campo de lo Simbólico a no ser por un pasaje al acto, que suponga la creencia salvadora de la suposición de un saber que se encuentre en los vericuetos del lenguaje que nos habita en su dimensión inconsciente. Esto querrá decir que no hay inter-subjetividad posible en la realidad psíquica, a no ser que haya un estancamiento en el goce que suponga la ilusión efectiva de esa virtualidad.

El siglo veinte ha sido testimonio de una humanidad unida virtualmente a través de líderes carismáticos, arrojados ilusoriamente a las soluciones finales que terminaban en los campos de exterminio y concentración. ¿Acaso se llamó a esa solución adicción virtual? ¿No existen los espejos desde el origen del vidrio?

La virtualidad del día de hoy parece haber excluido a los líderes. Al menos esta adicción virtual a los juegos y a internet, no propone más campo de concentración que el que ofrece la comodidad de la propia casa, o del cyber espacio, menos peligroso por cierto que el paradigma de las cámaras de gas. Con esto pretendo proponer que virtualidad hubo siempre, aunque ahora a través de internet, el liderazgo se haya desplazado hacía la primacía del objeto que ha instaurado la ciencia, y que ya hace soñar a muchos con todo tipo de robots.

En el film “Sleeper” de Woody Allen del año 1968, el protagonista es despertado en un futuro lejano pleno de una vida robotizada, luego de la crio-conservació n de su cuerpo. Cuando le explican la cantidad de hechos que los robots sirvientes realizan, el “sleeper” pregunta si se podría tener sexo con las mujeres robots, frotándose las manos con la intensidad propia de un festín autoerótico. El mundo virtual de las computadoras encierra una variable del autoerotismo, siempre en búsqueda de la originalidad que sostenga la diferencia con las generaciones que precedieron.

La adicción virtual, entonces, no es más que la reedición de un lazo inter-subjetivo respondiendo como un Uno virtual a la univocidad del líder, descripto como Ideal de Yo por Freud en “Psicología de las Masas”. La diferencia con el objeto de la ciencia, objeto positivo, gadget como escribió Lacan en “La Tercera”, es que ese objeto no puede existir, si concebimos la existencia del fantasma, sino como un efecto del lado del sujeto, vale decir como un objeto aún no negativizado. (3) (4)

La dirección de la cura podría entonces orientarse con la abstinencia respecto al uso del juego virtual, tomando en cuenta la coagulación de un instante virtual que encierra al sujeto frente a la fascinación del Ideal de Yo que soporta una primera ilusión inter-subjetiva, que a la larga deberá ser destituida, para dar lugar al síntoma si es que existe la chance de su producción.



5. El juego y el síntoma


¿Cuál es la demanda que encierra un sujeto atrapado en el juego virtual?: en principio se desconoce. Para cada quien habrá alguna demanda que podrá formularse en el curso de un análisis. Y los síntomas que se generen a través de su encuentro serán variados, de acuerdo a las Identificaciones Edipicas que podrán desarrollarse.

Pero sí se puede apreciar, si es que existe la posibilidad de jugar y el psicoanalista no es ganado por el prejuicio, un interesante efecto ligado al síntoma. Cada dificultad, cada obstáculo en el juego, que es preciso dominar con la insistencia de un proceder, refiere una superación del que juega ligada a la obtención de una satisfacción, tal cual el sentido alimenta el síntoma en el discurso. Ahora bien, sucede que de tanto jugar se consigue un efecto: con la persistencia, desaparece la obtención de satisfacción porque se logra superar cada uno de los obstáculos.

Más allá que pueda cambiarse el juego, llega un momento, en el que a diferencia de aquel que se hace por dinero, la satisfacción desaparece y surge una especie de impotencia frente al tiempo perdido. Es decir, el que agota su goce en la incorporación de satisfacción, se encuentra con lo real a secas que produce aversión, de manera equivalente a como el síntoma se impone en el discurso: concreto y con la necesidad de ir en contra de ello.

Los personajes fantásticos que se crean en el juego, por otra parte, no son más que los mismos que la fantasía desarrolla detrás de los líderes de masas, hasta que se pierden en la irrealidad que propone la virtualidad frente a la vida. No habrá que esperar entonces sino hasta que se agote el efecto de una satisfacción que tarde o temprano fracasa mejor, si el que juega puede analizar el porqué de su exagerada dependencia al líder, que su personaje fantástico encierra.

Pasar de la irrealidad virtual inter-subjetiva a aceptar que lo inter-subjetivo no existe en los hechos reales, hace pasar al que juega por un esbozo de su libido objetal. Nada más ni nada menos que lo pulsional escópico es lo que se detiene en el juego virtual, ya que se cree ver todo para superar los obstáculos y no se piensa en el tiempo que pasa y en el cuerpo que envejece. Es un escotoma que no se ve porque el juego tiene el límite mismo de su finitud cuando se conocen todos los secretos.

Habrá que lograr salir de las computadoras, si es que podemos esperar algo de un futuro sin campo de concentración, aunque ese campo sea cada vez menos peligroso para la vida ya que como juego no tendría por qué matar a nadie, salvo alguna excepción que pretenda instaurar un récord de permanencia.



6. Hay fin


Definir el termino Adolescencia virtual trae en segunda instancia otro problema. No creo prudente definir Adolescencia ligado exactamente a lo cronológico, ya que existen sujetos que se comportan toda la vida como tales, creyendo que efectivamente hay iniciación eficaz en lo relativo a lo sexual que los aparta de esa etapa. Así como no por tener la primera relación sexual hay algún inicio, tampoco por tener un supuesto saber sobre el conocimiento de lo sexual se arriba a algún puerto de la adultez.

¿Por qué no hay iniciación sexual?: la misma experiencia sexual demuestra que no por saber es que existe la eficacia. Que un individuo atraviese por la primera relación sexual no es garantía de ninguna iniciación, en cuanto no asegura ninguna eficacia de función en la próxima. De todas formas, atravesar ese momento de inicio, hecho que por lo general transcurre en la Adolescencia , no es igual a no hacerlo ya que justamente allí se pone a prueba una inscripción irreductible del sujeto, me refiero a la represión primordial, que hace de soporte para tolerar la falta perpetua de garantía en cuanto a la función.

Es en el Seminario Los Nombres del Padre, donde Lacan despliega esta enseñanza. Que no haya iniciación quiere decir que no hay más que un velo de sentido para el sujeto. No se podría entonces despertar de ninguna manera después de una iniciación, porque no hay posibilidad de hacer de eso una inscripción. Habría por lo tanto un registro donde es posible suponer la falta de inscripción: ese registro es lo real.

No hay iniciación en lo real quiere decir que todo sujeto deberá soportar la consecuencia de la diferencia entre lo imaginario y el sentido que en él se imagina. Esa consecuencia es la ineficacia de todo sujeto para establecer una inscripción de inicio. Por lo tanto decir que no hay iniciación es lo mismo que decir que no hay relación sexual, sin suponer además que la iniciación estaría ligada a lo sexual. Por ese motivo nada de lo virtual hará inscripción y ninguna adicción tiene la eficacia de alguna iniciación. Lo que si se inicia es el discurso del inconsciente en el preciso momento en que se abandona la creencia de algún comienzo.

En este sentido Freud habría sido según Lacan, un verdadero incauto de lo real, ya que nunca se valió del establecimiento de una iniciación y en cambio sí, diría por mi parte, de una retroacción inconsciente para demostrar el retorno de lo reprimido. Y habrá que pensar también que esa retroacción impone al ser hablante la convicción de que hay fin aunque no haya inicio. Podrá haber un momento de concluir si se comprende que sólo hay instante de ver y lo escópico está siempre agujereado de escotoma.



7. Lo que no funciona


Cuando insisto en sostener que la Adolescencia podría ser un tiempo que dure toda la vida, no me estoy refiriendo a una vulgar configuración de la imagen que el individuo porte, sea en hábitos, vestimenta, música preferida ó incluso en conductas sexuales. Aquello que liga el ser hablante a la Adolescencia se encuentra relacionado a la creencia falsa de alcanzar una iniciación de algún tipo, que sea garantía eficiente de función, sea de lo inter-subjetivo, de lo sexual o del inconsciente mismo.

La Adolescencia es esa creencia propia de toda mentalidad por la que transcurre cada ser hablante y que por supuesto podría concluir en vida, si se tolera la inexistencia de esa garantía que recae sobre la función. La mentalidad es un espacio extensamente desarrollado por Lacan en los últimos Seminarios del que se desprenden algunas consideraciones. No será ya lo mismo pensar el concepto de inconsciente si no se alude a lo sentimental del ser hablante, en tanto el amor y el odio como odioamoramiento, constituyen el obstáculo propio al que se aferra todo sujeto para no toparse con la esencia de la significación: existe lo que no funciona. Y lo que no funciona existe en el juego virtual también, para dar esbozo a esta mentalidad cuando el obstáculo desaparece y ya no se puede aportar más satisfacción.

La pregnancia que cobra el registro Imaginario es de tal magnitud, que la invención del psicoanálisis desarrollada por Freud, nos ubica respecto al lapsus como paradigma del inconsciente, de una manera positiva. Y así fue que mediante el lapsus muchos psicoanalistas creyeron poder arribar a alguna quintaesencia porque la versión primera como correspondía, demostraba un descubrimiento sin falla. El juego virtual también es un lapsus sólo que investido de lo inter-subjetivo: ¿O por allí no desarrolló Jung su teoría?

En cambio, una relectura de Freud en virtud del extenso aporte de Lacan, no deja entrever ninguna euforia, sea genital ó sea la provocada por un atravesamiento fantasmático. Más bien aquello que universaliza la existencia del inconsciente es la falla misma con su fondo de no-función. El que se encuentra atrapado en el campo de concentración del juego virtual está investido ya por sí mismo y sin saberlo de esa no-función.

Bajo este criterio, que podrán o no compartir, la dirección de la cura más bien es un proceso que mediatizado por el lapsus, como paradigma del inconsciente, lleva a desaferrarse de todos aquellos fonemas que se asociaron a lo trascendental de los primeros años de vida. Como resultado de este devenir quedará la existencia ligada a la misma estructura del sueño, con su ombligo o escotoma, dando a ese agujero el privilegio de constituirse en la vía de salida, de todo lo que se paga como usura de falsas verdades. El juego virtual es el sueño primero que aún no se interpretó

La frase de J.Lacan que testimonia para mí sobre este tema, se encuentra en el Seminario L´insu…y así dice: “Habría que tratar, como lo enuncia S.Freud, de ver sobre qué está fundado ese algo que no funciona sino para la usura cuya verdad está supuesta” (5)

O sea que la cuestión que se desarrolla en la Adolescencia respecto a la no-función y que lleva al establecimiento del síntoma, es propia de la esencia que atraviesa y profundiza todo análisis como muestra de lo que no funciona y por lo cual el sujeto paga un precio innecesario, llamado goce, debido a que es preciso sostener una verdad falsa. Si no se advierte que esa no-función es realmente operativa y se llama falo, la consecuencia será la constancia de un tabú: la virginidad. La adicción virtual es de alguna manera una virginidad, porque el falo como no-función está solo esbozado en lo que vendrá

En efecto, la vida y la clínica psicoanalítica nos demuestran que se podría existir con pleno uso de la virginidad si se espera a perpetuidad la consolidación de la garantía de la función universal inter-subjetiva que no yerra. Es obvio, que al referirme a la virginidad, no estoy haciendo alusión en absoluto a lo genital, sino a un estado de la mentalidad en la que el sujeto cree, por sobre todo, en lo que funciona siempre, sea la psicopatología, la religión ó la injuria. Y que existen muchos seres hablantes que jamás han usado una computadora para abstraerse en un juego virtual, pero hacen de lo inter-subjetivo la política de sus vidas.



Bibliografía

1. J.Lacan. Seminario La angustia. Clases 1,2 y 3. Editorial Paidós.

2. J.Lacan. El Estadio del Espejo como formador de la función del Yo (Je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos I. Editorial Siglo XXI.

3. S.Freud. Obras completas. Psicología de las masas y análisis del Yo. Editorial Ballesteros. Biblioteca Nueva.

4. J.Lacan. La Tercera. Intervenciones y Textos II. Editorial Manantial.

5. J.Lacan. Seminario. L’insu que Sait de l’une-bèvue s`aile a mourre. Texto establecido por J.A.Miller, Ornicar Nº 12/13



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