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lunes, 5 de octubre de 2009

LA NUEVA TIERRA


Jorge Oyhanarte

Cuando el auto superó aquella curva, apareció una población ante la vista del Viajante…repentinamente…casi como surgida de la nada…; no había visto ningún cartel que la anunciara…ninguna señal de Vialidad avisando su nombre.

En sus veinte años de corredor de comercio, había transitado varias veces por esa ruta…y no recordaba haber visto nunca ese pueblo.

No pudo dejar de notar, en medio de su desconcierto, lo bonito que se veía todo: las casa prolijas y bellas, las calles impecables, plazoletas floridas y llenas de hermosas plantas, ramblas con esbeltas palmeras…

“¡Que extraño…!” se dijo para sí mismo… “Ya he hecho unas cuantas cuadras, y todavía no me crucé con nadie…”

Casi como una respuesta a ese pensamiento, observó a lo lejos lo que parecía ser una multitud de gente que avanzaba hacia él…por esa misma Avenida, que evidentemente era la principal del pueblo.

No alcanzaba aún a distinguir si era una procesión, una caravana, un cortejo fúnebre…; solo estaba seguro de que eran muchas personas marchando.

La distancia entre ellos y él se acortaba rápidamente, atento que avanzaban los unos hacia el otro…, por lo que decidió, cuando estuvieron a una cuadra de distancia, detener el auto y estacionarlo a un costado de la Avenida, para dejar pasar al gentío sin riesgo de lastimar a nadie.

Hecho ello, se acomodó en el asiento y bajó por completo la ventanilla del auto, para poder ver mejor a los habitantes de ese extraño pueblo “caído del mapa”.

Lo primero que le llamó la atención, fue lo heterogéneo de la muchedumbre : jóvenes, ancianos, adultos, niños, lisiados en sillas de rueda…y todos vistiendo ropas deportivas…

En un principio, creyó que se trataba de una carrera…, pero el comportamiento de la gente era demasiado atípico como para encajar en el molde de una competencia: iban todos riendo, cantando, haciéndose bromas, jugando… ; algunos trotaban…,otros caminaban…y hasta había quienes retrocedían para chancear con los rezagados…

Pero lo que más lo asombraba eran las caras de felicidad de todos…, la sensación de plenitud que irradiaban sus miradas…el goce de vivir que emanaba de ellos…

“¡En mi vida he visto gente así de resplandeciente! –pensó- …¿Habrán encontrado el secreto de la felicidad?”

Al pasar frente a él, lo saludaban con tanta simpatía, con sonrisas tan luminosas, que parecían decirle sin palabras… : ¨¡sos nuestro amigo desde siempre, forastero!.. .¡te queremos…!¨
Abrumado por tanta amabilidad, estaba tentado de detener a alguno de ellos para preguntarle qué era todo eso…qué estaban haciendo…porqué se los veía tan contentos…, pero temía perjudicarlos con la demora…(¡si es que realmente “eso” fuese una competencia…!)

Hasta que de pronto distinguió entre el gentío que iba pasando, a una joven de largo cabello rubio sujetado por una vincha roja…, que parecía tener alguna especie de función especial dentro de la marcha.

Ella se acercaba inmediatamente a cualquiera que hubiese interrumpido su andar…, le colocaba sus manos sobre un tobillo, o un muslo, o una rodilla…o la parte del cuerpo aparentemente afectada…y a los pocos segundos retomaban el avance.

“¡Sorpresa tras sorpresa!” se dijo el Viajante, mientras simultáneamente pensaba qué bueno sería si pudiera hablar un momento con ella…

¡Que inmenso su asombro cuando la muchacha repentinamente giró hacia él, y acercándose a la ventanilla del auto, sonriéndole le dijo! : “Bueno, pero sólo un ratito, amigo…porque pueden necesitarme…!”

¡Había captado su pensamiento…!

-¿Qué está pasando, mujer…? ¿Qué es todo esto…?

- ¿Esto…? Una maratón, simplemente –contestó ella con una dulzura desbordante. - Estamos festejando…; lo hacemos una vez por semana, aquí en la Avenida Principal…

-¿Y qué es lo que festejan tan seguido…?

- Nada en especial… : celebramos la vida…estar juntos…amarnos…vernos reflejados cada uno en los ojos del otro…

- ¿Y si justo en la fecha en que van a reunirse…, alguien se levanta “con el pie izquierdo”, en un mal día…, que hace?

- Amigo…, cuando se tiene alegría en el alma, el corazón se expande hasta el infinito para abrazarlo todo…, ¡y entonces no hay ningún día que no sea bueno! - y al decir esto, su rostro refulgía como si irradiara luz propia- …

- Dime, muchacha…, hablando de alegría…¿porqué se los vé a todos tan dichosos…, tan felices…?

- ¿Y porqué no habríamos de estarlo…? Si la luz te trepa cada día por dentro como una enredadera…y la Realidad te habla a cada instante con el lenguaje de la Fuente…¿Cómo no regocijarte de estar aquí… ahora…vibrando en armonía con lo que ES…?

- ¡Claro!.¡Porque los problemas no existen para ustedes, no?? ¿No tienen acaso cuentas que pagar…, conflictos que resolver…?

- Aquí sólo tenemos desafíos que vamos resolviendo a medida que se presentan…, y los agradecemos profundamente, porque nos posibilitan desarrollar cada vez más nuestros propios dones…, y a través de ellos aprendemos a cocrear una realidad cada vez mas bella para todos…
¡Y ahora debo irme…, puede haber algún otro acalambrado…!

-¡Una última pregunta, muchacha…! Sólo por curiosidad…: en esta maratón tan “especial”, los que llegan primero…¿tienen algún premio…?

-¡Claro! –respondió ella con su mejor sonrisa- El premio consiste en servirles refrescos a los que van llegando después…

-¡Pero eso no es un premio! ¡Es un castigo!

- ¡¿Castigo?! ¡Para nosotros es un premio poder servirnos los unos a los otros! ¿Acaso hay algo que pueda llenar el corazón de mayor felicidad…? –contestó mientras se sacaba la vincha roja y la estiraba jugueteando entre sus dedos, hasta que se le escapó de las manos como un resorte saltarín…

El Viajante se quedó pensativo mientras la muchacha –sin preocuparse por recoger su vincha-, se alejaba trotando.

“Decididamente, son muy extraños en este pueblo”, reflexionó.

Pero en lo más profundo de su ser, “algo” en él ¨recordaba¨ que alguna vez…en alguna Edad brumosa imposible de precisar…, en algún espacio-tiempo indefinible y remoto…,…la Vida se había vivido de ese modo…

"¡Pero ahora estamos en el siglo veintiuno!” –trató de reconfortarse a sí mismo, luego de poner en marcha el auto, y mientras se alejaba del pueblo…

“¡Y no se puede vivir de esta forma!” –completó su razonamiento-

“Hoy tenemos que adecuarnos a lo que hay : competencia, egoísmo, ambición, crueldad…” –continuó reflexionando-

Y con un largo suspiro, cerró su reflexión diciéndose: “No sé cómo harán ellos, pero para mí, me guste o no me guste…, el prójimo está ahí para servirme de él…o para protegerme de él…”

El auto ascendió una suave colina que bordeaba el pueblo, y al llegar a su cima, no resistió la tentación de hecharle una última mirada a ese lugar “descolgado del Planeta”, como se le ocurrió caratularlo.

¡Y cual no sería su sorpresa al ver allí, donde hasta hacía unos pocos minutos se levantaba un pueblo entero…, una extensa plantación de soja…!

¡Hacia todos lados…donde dirigiera su mirada…, sólo soja…y más soja…y más soja…!!!

- ¿¡Y el pueblo…?! ¿¡Me estoy volviendo loco…?!...¿Fue todo un ensueño…?...¿Y la gente…, y la maratón…y el espiritu de servicio…?
¡¡¡No hay nada de nada!!! ¡El calor me esta enloqueciendo…! ¡Estuve viendo un espejismo…, como los del desierto…!

Tomó un largo trago de agua de la botellita en la guantera…, y ya más tranquilo se dijo a sí mismo:
“¡Bueno…! Por suerte todo vuelve a la normalidad… ¡No hubiese podido seguir viviendo como antes…, si ese pueblo de verdad hubiese existido…!
Afortunadamente, fue sólo una ilusión óptica…; una jugarreta del calor insoportable…; un delirio febríl de mi mente…”

Y ya estaba por retomar el viaje, cuando de pronto observó algo que lo dejó helado: allí…, en su propio auto…, del lado del acompañante…, caída en el piso,…, la vincha roja de la muchacha relumbraba como una evidencia incontrastable…¿de otro plano…?...¿de otra dimensión…?...(acaso…de la Nueva Tierra…?).

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