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jueves, 15 de octubre de 2009

10- ALTO COLESTEROL





El colesterol es un material de construcción celular esencial en el cuerpo, y se requiere para todos los procesos metabólicos. Es particularmente importante en la producción de tejido nervioso, bilis y ciertas hormonas. En promedio, nuestro cuerpo produce entre medio y 1 g de colesterol diariamente, dependiendo de la cantidad que el cuerpo necesite en un momento determinado. Definitivamente, nuestro cuerpo es capaz de producir 400 veces más colesterol diariamente que lo que obtendríamos de comer 100 g de mantequilla. Los principales productores de colesterol son el hígado y el intestino delgado, en ese orden.
Normalmente, el colesterol puede liberarse directamente en el torrente sanguíneo, donde es  instantáneamente atrapado por las proteínas sanguíneas. Esas proteínas, las cuales se llaman lipoproteínas, están a cargo de transportar el colesterol a sus numerosos destinos. Existen tres tipos principales de lipoproteínas a cargo de transportar colesterol: la lipoproteína de baja densidad (LDL), la lipoproteína de muy baja densidad (VLDL), y la lipoproteína de alta densidad (HDL).
En comparación con el HDL, el cual ha sido privilegiado con el nombre de colesterol ‘bueno’, el LDL y VLDL son moléculas de colesterol relativamente grandes; de hecho, son las más ricas en colesterol. Hay una buena razón para su tamaño, a diferencia de su primo más chico, el cual fácilmente pasa a través de las paredes de los vasos capilares, los tipos de colesterol LDL y VLDL están diseñados para tomar otro camino; abandonando el torrente sanguíneo en el hígado.
Los vasos capilares que suministran al hígado tienen una estructura diferente de aquéllos que suministran otras partes en el cuerpo. Se les conoce como sinusoides. Su estructura cuadricular única en el cuerpo, permite que las células hepáticas reciban el contenido sanguíneo en su totalidad, incluyendo las moléculas de colesterol grandes. Las células hepáticas reconstruyen el colesterol y lo secretan junto con la bilis hacia los intestinos. Una vez que el colesterol entra en los intestinos, se combina con las grasas, y es absorbido por la linfa para entrar en la sangre, en ese orden. Los cálculos biliares en los conductos biliares del hígado inhiben el flujo de bilis, y parcialmente, o incluso totalmente, bloquean la ruta de escape del colesterol. Debido a la presión que se crea en las células hepáticas, la producción de bilis baja. Típicamente, un hígado saludable produce más de un cuarto de galón de bilis por día. Cuando los principales conductos biliares están bloqueados, cuando mucho será una taza de bilis, o quizá menos, la que encontrará su camino hacia los intestinos. Esto previene que mucho del colesterol VLDL y LDL se secrete con la bilis.
Los cálculos biliares en los conductos biliares hepáticos distorsionan la estructura de los lóbulos del hígado, dañando y congestionando las sinusoides. Los depósitos excesivos de proteínas también cierran las rejillas de estos vasos sanguíneos (vea más sobre este tema en la sección anterior). Mientras que el colesterol ‘bueno’ o HDL tiene moléculas suficientemente pequeñas para dejar el torrente sanguíneo a través de los capilares ordinarios, las moléculas más grandes de LDL y VLDL se
quedan más o menos atrapadas en la sangre. El resultado es que las concentraciones de ambos, LDL y VLDL, comienzan a elevarse en la sangre a niveles que pudieran ser potencialmente dañinos para el cuerpo.
Sin embargo, este escenario es simplemente una parte de los intentos de supervivencia del cuerpo. Se necesita el colesterol sobrante para reparar el creciente número de grietas y heridas que aparecen como resultado de la excesiva acumulación de proteínas en las paredes de los vasos capilares.
Eventualmente, este colesterol de rescate comienza a obstruir los vasos capilares y a detener el suministro de oxígeno al corazón.
Agregando a las complicaciones, el reducido flujo de bilis inhibe la digestión de la comida, particularmente las grasas. Por lo tanto, no hay suficiente colesterol disponible para las células del cuerpo y sus procesos metabólicos básicos. Dado que las células hepáticas ya no reciben la suficiente cantidad de moléculas de LDL y VLDL, ellas (las células hepáticas) suponen que la sangre tiene deficiencias de estos tipos de colesterol. Esto estimula a las células hepáticas para incrementar la producción de colesterol, aumentando aún más los niveles de colesterol LDL y VLDL en la sangre.
Este colesterol ‘malo’ queda atrapado en el sistema circulatorio porque sus rutas de escape, los conductos biliares y los sinusoides hepáticos, están bloqueados o dañados. La red capilar y arterial atrapa la mayor cantidad de colesterol ‘malo’ posible en sus paredes. En consecuencia, las arterias se vuelven rígidas y duras.
Las enfermedades coronarias, sin importar si son el resultado de fumar, el beber excesivas cantidades de alcohol, comer demasiadas comidas proteínicas, estrés, o cualquier otro factor, por lo general no aparecen a menos que cálculos biliares hayan dañado los conductos biliares del hígado. El remover los cálculos biliares del hígado y la vesícula puede, no sólo prevenir un ataque cardiaco o infarto, sino también revertir las enfermedades coronarias y el daño al músculo cardiaco. La respuesta del cuerpo frente a situaciones de estrés se vuelve menos dañina, y los niveles de colesterol comienzan a normalizarse, a medida que los lóbulos hepáticos dañados y distorsionados se regeneran. Los medicamentos para reducir de colesterol no pueden hacer esto. Ellos reducen el colesterol en la sangre de manera artificial, provocando que el hígado produzca aún más colesterol. Sin embargo, cuando esté colesterol extra pasa por los conductos biliares, permanece en un estado cristalino (diferente a su estado soluble) y, por lo tanto, se convierte en cálculos biliares. Las personas que usan medicamentos para bajar el colesterol de manera regular, por lo general desarrollan un gran número de cálculos biliares.
Esto los sitúa en una posición donde efectos secundarios importantes pueden aparecer, incluyendo el cáncer y las enfermedades cardiacas.
El colesterol es esencial para el funcionamiento normal del sistema inmunológico, particularmente las respuestas del cuerpo a los millones de células de cáncer producidas diariamente en el cuerpo de toda persona.
Para todos los problemas de salud asociados al colesterol, esta importante sustancia es algo que no deberíamos intentar eliminar de nuestros cuerpos.
El colesterol es más benéfico que perjudicial. El daño es generalmente un síntoma de otros problemas. Quiero enfatizar, una vez más, que el colesterol ‘malo’ sólo se adhiere a las paredes de las arterias para prevenir un problema cardiaco inmediato, no para crearlo.
Esto se confirma con el hecho de que el colesterol nunca se adhiere a las paredes de las venas. Cuando un médico determina su nivel de colesterol, simplemente toma una muestra de sangre de una vena, no de una arteria. Dado que el flujo sanguíneo es mucho más lento en las venas que las arterias, el colesterol debería obstruir las venas más rápido que las arterias, pero nunca lo hace. Simplemente no hay necesidad de ello. ¿Por qué? Porque en el recubrimiento de las venas no se encuentran abrasiones ni rasgaduras que requieren reparación. El colesterol solamente se adhiere a las arterias para cubrir las abrasiones y proteger al tejido subyacente como un curita resistente al agua. Las venas no absorben proteínas en sus membranas base, a diferencia de los vasos capilares y las arterias y, por lo nto, no son sujetas a este tipo de lesiones.
El colesterol ‘malo’ salva vidas; no las toma. El LDL permite que la sangre fluya a través de los vasos sanguíneos dañados sin causar una situación que ponga en riesgo la vida. La teoría del LDL alto como la principal causa de enfermedades coronarias aún no se comprueba y es poco científica. Se ha confundido a la población al hacernos creer que el colesterol es un enemigo al cual se tiene que combatir y destruir a cualquier costo. Los estudios en humanos no han demostrado la relación causa-efecto entre el colesterol y las enfermedades cardiacas. Los cientos de estudios realizados al día de hoy sobre esta relación, solamente han demostrado que hay una correlación estadística entre ambas. Y debe haberlo, porque si no hubiera moléculas de colesterol ‘malo’ adhiriéndose a las arterias lesionadas, tendríamos millones más de muertes provocadas por ataques cardiacos que las existentes.
 Por otra parte, docenas de estudios concluyentes han demostrado que el riesgo de enfermedades cardiacas se incrementa significativamente en aquellas personas cuyos niveles de HDL disminuyen. Un colesterol LDL elevado, no es una causa de enfermedades cardiacas; por el contrario, es una consecuencia de un hígado desequilibrado y un sistema circulatorio deshidratado y congestionado.
Si su médico le ha dicho que reducir su nivel de colesterol con medicamentos le protege contra ataques cardiacos, usted ha recibido información errónea.  Es muy importante avisarle a su médico sobre cualquier medicamento que usted esté tomando para prevenir cualquier interacción seria entre medicamentos…”

Mi pregunta es, “¿por qué arriesgar la salud o la vida de una persona al prescribir un medicamento que no tiene ningún efecto en la prevención del problema para el cual se prescribe?” La razón por la cual la reducción de los niveles de colesterol no puede prevenir las enfermedades cardiacas se debe a que el colesterol no causa las enfermedades cardiacas.
El tema más importante es cómo una persona puede usar el colesterol y demás grasas del cuerpo de manera eficiente. La habilidad del cuerpo para digerir, procesar y utilizar estas grasas depende en que los conductos biliares del hígado se encuentren claros y libres de obstrucciones. Cuando el flujo biliar no presenta restricciones y esta equilibrado, los niveles de LDL y HDL también estarán equilibrados. Por lo tanto, el mantener los conductos biliares abiertos es la mejor prevención contra las enfermedades cardiacas.

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