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jueves, 15 de octubre de 2009

11- POBRE CIRCULACIÓN


POBRE CIRCULACIÓN-CRECIMIENTO DEL CORAZÓN Y EL BAZO-VENAS VARICOSAS-CONGESTIÓN LINFÁTICA-DESEQUILIBRIO HORMONAL

Los cálculos biliares en el hígado pueden resultar en una pobre circulación sanguínea, crecimiento del bazo y el corazón, várices, vasos linfáticos congestionados y desequilibrio hormonal. Toda vez que los cálculos biliares han crecido lo suficiente para distorsionar seriamente el marco estructural de los lóbulos (unidades) del hígado, el flujo sanguíneo a través del hígado se vuelve difícil. Esto no sólo aumenta la presión de la sangre venosa en el hígado, sino también en todos los órganos y áreas del cuerpo que drenan la sangre utilizada a través de sus respectivas venas hacia la vena portal en el hígado. El flujo restringido de la sangre en la vena portal del hígado causa congestión, particularmente en el bazo, estómago, parte distal del esófago, páncreas, vesícula, el intestino grueso y delgado. Esto puede resultar en el crecimiento de estos órganos, una reducción en su habilidad para remover los productos de desperdicio celular y tapar sus respectivas venas.
Una vena varicosa es aquella que está tan dilatada que sus válvulas no cierran lo suficiente como para prevenir que la sangre fluya. La presión sostenida en las venas en la intersección del recto y el ano en el intestino grueso conduce al desarrollo de hemorroides. Otros sitios comunes para las venas varicosas son las piernas, el esófago y el escroto. La dilatación de las venas y vénulas (pequeñas venas) puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo. Esto siempre es indicación de un flujo sanguíneo obstruido.
La pobre circulación de la sangre través del hígado también afecta al corazón. Cuando los órganos del sistema digestivo se debilitan con el incremento en la presión venosa, se congestionan y comienzan acumular desechos tóxicos, incluyendo escombros de las células que se han procesado. El bazo crece a consecuencia del manejo de la carga de trabajo extra relacionada con la remoción de las células sanguíneas dañadas o desgastadas. Esto reduce la circulación de la sangre hacia y desde los órganos del sistema digestivo, lo cual estresa al corazón, eleva la presión sanguínea y daña los vasos sanguíneos. La parte derecha del corazón, que recibe la sangre venosa a través de la vena cava inferior desde el hígado y las demás partes debajo de los pulmones, se sobrecarga con material tóxico, que algunas veces es infeccioso. Esto eventualmente causa el crecimiento de la parte derecha del corazón.
Casi todos los tipos de enfermedades cardiacas tienen a una cosa común: hay una obstrucción del flujo sanguíneo. Sin embargo, la circulación de la sangre no se interrumpe fácilmente. Debe estar precedida por una severa congestión de los conductos biliares en el hígado. Los cálculos biliares que obstruyen los conductos biliares reducen dramáticamente o cortan el flujo sanguíneo a las células hepáticas. Un reducido flujo sanguíneo a través del hígado, afecta al flujo sanguíneo en todo el cuerpo, lo cual, su vez, tiene efectos que van en detrimento del sistema linfático.
El sistema linfático, el cual está íntegramente relacionado con el sistema inmunológico, ayuda a limpiar al cuerpo de los productos y desechos metabólicos dañinos, materiales extraños y residuos celulares.
Todas las células liberan desechos metabólicos hacia, y toman nutrientes desde, una solución que le rodea, llamada fluido extracelular o tejido conectivo. El grado de alimentación y eficiencia de las células depende de que tan eficiente y rápidamente se remueva el material de desecho del fluido extracelular. Dado que la mayoría de los productos y desechos no pueden llegar directamente a la sangre para su excreción, se acumulan en el fluido extracelular hasta que son removidos y neutralizados por sistema linfático. Este material potencialmente dañino es filtrado y neutralizado por los nodos linfáticos, que están estratégicamente localizados a lo largo del cuerpo. Una de las principales funciones del sistema linfático es mantener el fluido extracelular libre de sustancias tóxicas, lo que hace que este sistema tenga mucha importancia.
La pobre circulación de la sangre en el cuerpo causa una sobrecarga del material de desecho dañino y extraño en los tejidos extracelulares, y en consecuencia, en los vasos y nodos linfáticos. Cuando el drenaje linfático disminuye o se obstruye, la glándula del timo, el bazo y las amígdalas comienzan a deteriorarse rápidamente. Estos órganos forman una parte importante el sistema de purificación e inmunidad del cuerpo. Además, los microbios que habitan en los cálculos biliares pueden ser una constante fuente de infecciones recurrentes en el cuerpo, lo que puede hacer que los
sistemas linfático e inmunológico se vuelvan inefectivos frente a infecciones más serias, como la mononucleosis infecciosa, las paperas, la fiebre tifoidea, la tuberculosis, la sífilis, etc.
Debido al restringido flujo biliar en el hígado y la vesícula, el intestino delgado también restringe su capacidad para digerir comida correctamente. Esto permite que una cantidad sustancial de materia de desecho y sustancias venenosas, como la cadaverina y la putrescina (productos procesados de comida fermentada y purificada), comiencen a fijarse hacia los canales linfáticos. Estas toxinas, junto con las grasas y las proteínas, entran en el vaso linfático más grande del cuerpo, llamado conducto torácico, a la altura de la cisterna quili. La cisterna quili es una dilatación linfática (en la forma de sacos), localizada al frente de las primeras dos vértebras lumbares (ver figura 9).
Las toxinas, los antígenos y las proteínas no digeridas de fuentes animales, incluyendo el pescado, la carne, huevos y lácteos, causan que estos sacos linfáticos se hinchen y se inflamen. Cuando las células de un animal se dañan o mueren, lo que sucede segundos después de morir, sus estructuras proteínicas son procesadas por encimas celulares. Estas proteínas llamadas ‘degeneradas’ son inútiles para el cuerpo, y se tornan dañinas a menos de que sean propiamente removidas por el sistema linfático. Su presencia por lo general provoca un incremento de la actividad microbiana. Los virus, los hongos y la bacteria se alimentan en estas aglutinaciones de desechos. En algunos casos, aparecen reacciones alérgicas.
Cuando existe una congestión de los sacos linfáticos, las proteínas celulares degeneradas del cuerpo mismo ya no pueden ser removidas adecuadamente. El resultado es un edema linfático. Mientras permanece acostado sobre sus espaldas, pueden sentirse los edemas linfáticos como nudos duros, algunas veces tan grandes como un puño, en el área del ombligo. Estas ‘piedras’ son una causa importante de dolores en las partes baja y media de la espalda, e hinchazón abdominal, y, en efecto, de muchos de los síntomas relacionados con la mala salud. Muchas personas a quienes les ha crecido la ‘pancita’, consideran que esta extensión abdominal es una molestia sin consecuencias o una parte natural del envejecimiento. Lo que no reconocen, es que están alimentando una ‘bomba de tiempo’ viviente que puede detonar en cualquier momento,
dañando partes vitales del cuerpo.
El ochenta por ciento del sistema linfático está asociado con los intestinos, haciendo que esta área del cuerpo sea el más grande centro de actividad inmunológica. Esto no es coincidencia. La parte del cuerpo donde se combate o se generan los agentes que causan las mayores enfermedades es, de hecho, el tracto intestinal. Cualquier edema linfático, u otro tipo de obstrucción en esta importante parte del sistema linfático, conducen a complicaciones potencialmente serias en cualquier otra parte del cuerpo.

Figura 9: La cisterna quili y el conducto torácico


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