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martes, 13 de octubre de 2009

6- ENFERMEDADES DE LA VESICULA Y LOS CONDUCTOS BILIARES



El hígado secreta bilis, la cual pasa a través de los dos conductos hepáticos hacia un conducto hepático común. Este conducto hepático común se extiende por 1.5 pulgadas antes de unirse al conducto quístico proveniente de la vesícula. Antes de que la bilis continúe su camino a través del conducto biliar común hacia el tracto intestinal, debe entrar en la vesícula. La vesícula es una bolsa en forma de pera que sobresale del conducto biliar. Está unida a la parte posterior del hígado (ver figura 5).

Una vesícula normal generalmente retiene 2 onzas líquidas de bilis. Sin embargo, la bilis en la vesícula, no tiene la misma forma que tenía cuando abandonó el hígado. En la vesícula hay una gran reabsorción activa de sal y agua, que reduce el volumen de la bilis a una décima parte de su cantidad original. Las sales biliares no se absorben, lo que significa que su concentración se incrementa 10 veces. Sin embargo, se añaden mucosas a la bilis, la cual la transforma en un material mucoso. Su alta concentración es lo que hace que la bilis sea el potente fluido digestivo que es.

Las paredes musculares de la vesícula se constriñen y liberan bilis cuando el duodeno recibe comida ácida y productos proteínicos procedentes del estómago. Si la comida que llega al duodeno tiene una alta proporción de grasas, se nota un incremento en la actividad. Las sales biliares en la bilis se usan para crear una emulsión que facilite la digestión de la grasa. Una vez que las sales biliares han hecho su trabajo y han dejado a la grasa emulsificada y lista para su absorción intestinal, continúan su viaje través del intestino. La mayoría de ellas se reabsorben en la sección final del intestino delgado y retorna al hígado. Una vez ahí, se integran nuevamente a la bilis para ser secretadas al duodeno de nueva cuenta. (Nota: la congestión intestinal reduce dramáticamente la cantidad de sales biliares necesarias para la correcta digestión de grasas y la producción de bilis).
Los cálculos biliares pueden estar hechos de colesterol, calcio o pigmentos como la bilirrubina principalmente. El colesterol es el elemento más frecuente, pero algunas de estas piedras pueden tener una composición mixta. Aparte de colesterol, calcio, y pigmentos biliares, pueden tener sales biliares, agua y mucosas, así como toxinas, bacteria y, algunas veces, parásitos muertos. Por lo general, las piedras en la vesícula crecen en tamaño durante ocho años antes de que los síntomas empiecen a aparecer.

Figura 5: Ubicación de la vesícula.


Las piedras más grandes son generalmente calcificadas y se pueden detectar fácilmente a través de procesos radiológicos o ultrasonidos. El 85% los cálculos biliares en centros en la vesícula miden aproximadamente 2 cm. de diámetro (ver Figura 6a),



aunque algunas pueden llegar a medir hasta 6 cm. de diámetro (ver Figuras 6b y 6c de un cálculo biliar calcificado que yo personalmente examiné y fotografié momentos después de haber sido arrojado por un cliente en su novena limpieza hepática; la piedra emitió un olor extremadamente nocivo). Se forman cuando, debido las razones explicadas, la bilis en la vesícula se vuelve demasiado saturada, y sus componentes sin absorber comienzan a endurecer.
Si un cálculo biliar sale de la vesícula y se aloja en el conducto quístico o en el conducto biliar común, hay un fuerte espasmo en la pared del conducto (ver Figura 3). Esta contracción ayuda a la piedra a seguir avanzando. Esto causa un intenso dolor conocido como cólico biliar y provoca, a su vez, una distensión considerable en la vesícula. Si la vesícula tiene muchos cálculos biliares, también comenzará a tener dolorosas contracciones musculares.
Los cálculos biliares pueden causar irritación e inflamación de las paredes internas de la vesícula, así como del conducto quístico y biliar común. Esta condición recibe el nombre de colecistitis. También puede haber una infección microbiana. También es común encontrar ulceración en los tejidos entre la vesícula y el duodeno o el colon, con formación de fístulas y adhesiones fibrosas.


Las enfermedades de la vesícula generalmente tienen su origen en el hígado. Cuando los lóbulos hepáticos se distorsionan estructuralmente debido a la presencia de cálculos biliares, eventualmente, tejido fibroso, la presión sanguínea comienza elevarse en la vena portal. Esto, a su vez, incrementa la presión sanguínea en la vena que drena la sangre venosa de la vesícula hacia la vena portal. Esta incompleta eliminación de productos de desechos a través del conducto quístico causa una acumulación de desperdicio ácido en los tejidos de la vesícula. Esto gradualmente reduce el desempeño en la vesícula. La formación de cálculos biliares se dará en cuestión de tiempo.
Enfermedades Intestinales El intestino delgado se une con el estómago en el esfínter pilórico y tiene una longitud entre 5-6 metros. Conduce al intestino grueso, el cual tiene una longitud entre 1-1.5 metros. El intestino delgado secreta jugos intestinales para completar la digestión de los carbohidratos, las proteínas y las grasas. También absorben los nutrientes necesarios para alimentar y mantener el cuerpo, lo protege de infecciones microbiana que hayan sobrevivido al ácido clorhídrico del estómago.

Figura 6b: Un cálculo biliar calcificado muy grande arrojado sin dolor durante la limpieza hepática.













Figura 6c: La misma piedra, pero partida a la mitad.

Cuando la comida ácida (quimo) del estómago llega al duodeno, primero se mezcla con bilis y jugos pancreáticos, y después con los jugos intestinales. Los cálculos biliares en el hígado y la vesícula reducen dramáticamente la secreción de bilis, lo cual debilita la habilidad de las enzimas pancreáticas para digerir los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Esto, a su vez, restringe al intestino delgado de absorber correctamente los componentes nutricionales de estas comidas (los monosacáridos de los carbohidratos, los aminoácidos de las proteínas, y los ácidos grasos y glicerol de las grasas).
Dado que la presencia de bilis en los intestinos es esencial para la absorción de grasas, calcio y vitamina K., los cálculos biliares pueden resultar en enfermedades mortales, como las cardiacas, la osteoporosis y el cáncer. El hígado usa la vitamina K soluble en grasas para producir los compuestos responsables de la coagulación de la sangre. En caso de una pobre absorción de vitamina K, el resultado pueden ser enfermedades hemorrágicas. Esta vitamina no puede ser correctamente absorbida, si hay algún problema con la digestión de grasas, debido a una falta de bilis, lipasa pancreática, y una cierta cantidad de grasa pancreática. Por esta razón, el mantener una dieta baja en grasas puede poner su vida en peligro.
El calcio es esencial para el endurecimiento de los huesos y dientes, la coagulación de la sangre y el mecanismo de las contracciones musculares.
Lo que es aplicable a la vitamina K, también es aplicable al resto de las vitaminas solubles en grasas, incluyendo la vitamina A, E y D. La vitamina A y el caroteno también se absorben en cantidad suficiente en el intestino delgado si la absorción de grasas es normal. Si la absorción de vitamina A es ineficiente, se pone en riesgo a las células epiteliales. Estas células son parte esencial de todos los órganos, vasos sanguíneos, vasos linfáticos, etc. en el cuerpo. También se necesita la vitamina A para mantener unos ojos saludables y como protección o para reducir infecciones microbianas. La vitamina D es esencial para la calcificación de los huesos y dientes. En este punto, debo mencionar que el tomar suplementos vitamínicos no resuelve el problema de la deficiencia. Para resumir, sin secreciones biliares normales, estas vitaminas no son digeridas y absorbidas correctamente, y por lo tanto, se puede causar un severo daño a los sistemas linfático y urinario.
Las comidas que no han sido digeridas correctamente tienden a fermentarse y descomponerse en los intestinos delgado y grueso. Atraerán una gran cantidad de bacteria para ayudar en el proceso de descomposición. Los productos resultantes y los químicos producidos por la bacteria son generalmente muy tóxicos. Todo esto irrita a las mucosas, las cuales son una de las principales líneas de defensa del cuerpo contra los agentes causantes de enfermedades. La constante exposición frente a estas toxinas inhibe el sistema inmunológico del cuerpo, del cual el 60% se encuentra en los intestinos. Como consecuencia de la constante sobrecarga de toxinas, los intestinos delgado y grueso pueden enfrentarse a un número de enfermedades, incluyendo la diarrea, el estreñimiento, los gases, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, enfermedades diverticulares, hernias, pólipos, disentería, apendicitis, vólvulos, intusucepciones, así como a tumores benignos y malignos.
Un buen flujo de bilis mantiene la buena digestión y la absorción de comida, y tiene una fuerte acción limpiadora a lo largo del tracto intestinal. Cada parte del cuerpo depende de los nutrientes básicos disponibles a través del sistema digestivo, así como de la eficiente remoción de los productos de desechos del mismo. Los cálculos biliares en el hígado y la vesícula interrumpen ambos procesos vitales. Por lo tanto, pueden ser considerados como los culpables de, sino todos, muchos de los diferentes tipos de enfermedades que afectan al cuerpo. El remover los cálculos biliares ayuda a normalizar las funciones digestivas, mejora el metabolismo celular y mantiene un equilibrio en todo el cuerpo.

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