" La experiencia no significa
nada si uno no la usa. "
No se discute la importancia de las tecnologías de información y comunicaciones en el logro de los objetivos de los negocios. Sin embargo, en la mayoría de los casos, se adolece de una planeación de estas TIC. Segunda Parte.
La Planeación de las TIC requiere abordar tres alcances claramente definidos en el tiempo. A nivel estratégico se definen cursos de acción para lapsos de tres a cinco años; a nivel táctico se asignan recursos para garantizar el desarrollo de proyectos durante uno o dos años, y a nivel operativo se ejecutan las actividades del día a día que permitan lograr los objetivos de proyectos.
En la Primera Parte analizamos los alcances de la planeación estratégica, lo que nos permite continuar el desarrollo de la planeación de las TIC enfocándonos en lo que debe cubrir una planeación táctica, no sin antes indicar que los tres tipos de planeación están unidos en cascada, uno detrás del otro. Una planeación táctica sin una estratégica simplemente hará ver un sinnúmero de proyectos apuntando para ninguna parte. Y una planeación operativa sin recursos, será la oportunidad para generar disculpas del no funcionamiento.
La planeación estratégica indica qué se debe hacer y hacia adonde se quiere llegar. Se generan una lista de proyectos a emprender, no solo en el área técnica sino en el el área administrativa de la tecnología informática. Es menester de la planeación táctica definir el “como” a grandes rasgos y el “con qué”, es decir asignar los recursos requeridos para poder garantiza el logro de los resultados.
La planeación táctica es lo que más podemos asimilar a la planeación de proyectos que acostumbramos a hacer, solo que los proyectos no son solo de programas o tecnología informática, sino que también abarcan proyectos para formación del recurso humano, proyectos para mejoramiento de la seguridad, proyectos para implementación de políticas y estrategias entre otros. En esta planeación de proyectos involucramos los recursos, tanto de tiempo, como humanos, equipos, herramientas, dinero y demás que se requieran para la ejecución de los proyectos.
Hay una actividad que se discute mucho si es estratégica o táctica, y es la asignación de prioridades a los proyectos. Es importante que la prioridad de los proyectos obedezca objetivos estratégicos y ayude o colabore en la ejecución de las estrategias, razón por la cual hemos siempre considerado el desarrollo de mecanismos de fijación de prioridades dentro de la etapa estratégica de la planeación.
Estas prioridades solo nos darán el “orden de preferencia” con base en el mayor impacto estratégico que se obtenga con el resultado de su ejecución, sin embargo, es en el nivel táctico, donde sabemos cuantos recursos hay, que podemos determinar cuales de los proyectos se ejecutan de la lista ya priorizada.
También es importante resaltar que si bien a nivel estratégico se estructura el mecanismo de priorización, es en el nivel táctico que se hacen los análisis de costo beneficio, y justificación de los mismos. No tiene sentido hacer el análisis de más de 100 proyectos que pueden salir de un proceso de planeación estratégica, cuando buena parte de ellos ni siquiera se abordará en el horizonte de la planeación táctica.
La planeación táctica nos debe arrojar una serie de cronogramas de trabajo con las asignaciones respectivas de recursos de tiempo, dinero y personal. Deberá tener claramente definidos los alcances de cada proyecto, los gerentes de proyecto nombrados y empoderados, y toda la compañía enterada y comprometida con los resultados que se esperan obtener.
Existen metodologías ya probadas para efectuar este tipo de planeación, entre las cuales resaltamos la que se recoge en el PMBok, o Cuerpo de Conocimiento de Gestión de proyectos. Esta metodología define nueve áreas o temáticas a tener en cuenta para garantizar el éxito en los proyectos. Las aras incluyen dese la definición del alcance, hasta la elaboración de un plan de comunicaciones y valoración y mitigación de riesgos.
Ya será menester de cada gerente de proyecto, preparar las actividades del día a día, o a nivel operativo, que permitan cumplir con el propósito de los proyectos. En esta temática nos concentraremos en la próxima entrega.
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