Por Néstor Leone
Víctor Hugo Morales defiende la rescisión unilateral del contrato televisivo y enumera los perjuicios que la relación ocasionó al fútbol y a los clubes.
Es el periodista más autorizado para hablar del negocio del fútbol y sus pormenores. Durante la última década y media denunció, casi en soledad, el carácter oprobioso para las instituciones del contrato televisivo entre la empresa Televisión Satelital Codificada y la Asociación del Fútbol Argentino. Hoy, cuando muchas de sus denuncias y argumentos parecen constatadas por las penurias de la mayoría de los clubes, Víctor Hugo Morales no baja la guardia y se alegra por la rescisión unilateral del contrato televisivo, le abre crédito a los cambios que se vienen y plantea algunas pautas de cómo deben darse las cosas de aquí en más. Todo eso, sin perder espesor crítico frente a Julio Grondona y las conducciones deficitarias de los clubes.
¿Le sorprendió esta decisión de la AFA de rescindir su contrato con Torneos y Competencias?
Absolutamente. No puedo creer lo que ha ocurrido. Era una utopía todo lo que en estos años manejábamos como necesidad. Uno sabía que era una estafa, que era un hecho vergonzante hasta para los propios tenedores de los derechos, por la forma en que los habían conseguido y la forma en cómo manejaban el negocio. Mucha gente, supongo, lo pensaba. Pero nadie se jugaba demasiado porque nadie creía que le fueran a quitar los derechos a semejante poder.
La empresa tampoco parece haberlo esperado. ¿Sobreestimaron su poder?
Si no lo hubiesen sobreestimado nunca habrían perdido el negocio. Pero, sobre todo, subestimaron a Julio Grondona. Lo creyeron de una nobleza que, ellos deberían saber, Grondona no posee. Y no lo creyeron tan audaz, entonces se dejaron estar. Grondona pidió desesperadamente que le dieran más plata, porque si no, esto se moría. Les advirtió que cuidasen el negocio de la empresa. Lo dijo de veinticinco maneras distintas, y estos agrandados e impunes individuos que han manejado los derechos durante todo este tiempo no le dieron ni bolilla. Ni lo atendían. Empezaron a ningunearlo y se olvidaron de que Grondona, que no tiene ningún atributo positivo, tiene algo que bien valía la pena considerar: es un peleador nato. Entre otras cosas, por algo está allí.
Usted siempre habló de una “colosal estafa”, casi como una marca registrada de su denuncia. ¿Cuáles son los puntos más impúdicos, según usted?
La estafa tiene su historia y hay que repasar todo el negocio. Primero podría decir que, al no haber licitación, jamás el mercado le pudo decir al fútbol cuánto valía. En Francia es al revés, el fútbol le quita a la televisión porque la competencia se hizo tan tremenda que la empresa que perdió la licitación no tuvo las transmisiones, pero la que ganó, salió perdiendo. Entonces estas cadenas quisieron unirse para no seguir peleándose entre ellas y aumentar el precio. Pero, cuando la Federación Francesa se enteró les advirtió que así no podían participar. Acá fue al revés, el comprador fue el que le puso el valor a las cosas y, por consiguiente, el que se quedó con todo el dinero generado por arriba de ese precio, que fue mucho. El segundo punto de la estafa es que, al fútbol, no lo hicieron partícipe del número de abonados, ni se permitieron las auditorías para chequear esto. Después, la estafa se agiganta porque, con el fútbol, hicieron negocios por afuera del fútbol de los que el fútbol no recibió nada. Después, está el tema de las acciones.
¿En qué sentido?
El monopolio de los derechos les permitió valorizarse en la Bolsa. Cuando ingresaron, vendieron las acciones a las AFJP, en el peor negociado que existe, a treinta, y hoy valen siete pesos, porque perdieron este negocio. Y eso lo hacían con el dinero de los jubilados. Una nota que nos debemos los periodistas es por qué la corrupción privada importa mucho menos que la corrupción pública, siendo también corrupción. La cantidad increíble de canales de cable que compraron y todo lo que armaron desde su posición dominante, por otra parte, llevó a que construyeran un imperio. De ese imperio, los clubes no recibieron ni un centavo. Por el contrario, sirvió para poner al fútbol más de rodillas ante ellos.
Y, en buena medida, también lo sufrían los hinchas y los usuarios.
Claro, porque los precios que se pagan por el cable tienen que ver con el fútbol. El cable nunca hubiese prosperado de la forma en que lo hizo si no estaba el fútbol como anzuelo. Además, al hincha le han hecho lo que les antojó con el precio del cable, con los partidos codificados o con los goles secuestrados hasta el domingo a la medianoche. Pero, además, la estafa es también moral, porque construyeron un tipo de periodismo que les pertenece, que es una marca moral que viene a manchar a cualquier periodista que haya trabajado para ellos, en la medida en que quedaron imposibilitados de hablar de estos temas en un monopolio. Salvo excepciones, claro, porque hay y hubo gente muy honorable que nunca ha sido servil o que ha hecho su trabajo asépticamente y no se ha comprometido con los negocios de la empresa. Pero que generó un tipo de periodismo gritón, guarango, bobo, en el que la zoncera siempre predominó. Entonces, la estafa fue colosal en muchísimos sentidos.
Hay quienes pusieron reparos respecto de la intromisión del Estado o respecto de que sea este Gobierno, cuestionado en otros aspectos, el que se haga cargo.
Esperemos. No hay que apresurarse y prejuzgar. Puede ser que en diez días sea crítico de lo que se haga, pero ahora abro un crédito muy grande. No puedo creer que sean tan zonzos los que critican porque sí. En la vida no nos dan muchas oportunidades de empezar otra vez de cero, hacer borrón y cuenta nueva. Aquí tenemos la oportunidad y hay que aprovecharla. No puede aparecer ahora la oposición, nada más que porque son contrarios al Gobierno, diciendo que le quitan a la salud o a la educación la plata que le dan al fútbol. Si el Gobierno pone dinero es para sacar mucho más. Creo sí que el Gobierno tiene que ser muy claro desde un principio y convocar a licitaciones inmediatamente o en un plazo mediato, pero cercano, con un reparto de oportunidades igualitario entre todos los potenciales oferentes que el fútbol tiene.
Lo que usted no pone en duda es que el fútbol saldrá ganando con este cambio.
Es maravilloso lo que le está ocurriendo y, claro que sí, el fútbol va a salir ganando. Los clubes, por ejemplo, tendrán mucho más dinero para proyectarse mejor, mantener sus planteles y no andar mendigando por ahí. Y, además, si se dan las ganancias que uno supone que tienen que darse, pueden ir a lugares neurálgicos para acercar soluciones concretas para la sociedad. Los clubes tienen que ser punta de lanza de cualquier intento social fuerte que se haga para llegar a cientos de miles de jóvenes que no trabajan ni estudian. No hay mejor manera de llegar a ellos que los clubes deportivos. Tienen que existir controles, por supuesto; los controles que Grondona nunca permitió y que hicieron posible que los contratos leoninos fueran una constante.
La empresa propietaria de los derechos azuza el fantasma de los juicios por venir. Es más, hablan de una demanda de 1.500 millones de pesos.
El juicio lo van empezar porque forma parte del espectáculo que quieren dar, pero no puede prosperar. Después de quince años de robarle descaradamente al fútbol, resulta la cosa más antipática del mundo que ahora quieran sacarle más dinero por esta vía. Además, en cuanto se les pase la calentura, van a querer participar de las licitaciones que se hagan. Y bastaría que la AFA ponga una cláusula que diga que no pueden participar las empresas que tengan litigio con ella, para que retiren la demanda. Es cierto que Marcelo Bombau, con su estudio, es un especialista de juicios contra el Estado y que ha ganado algunos en el Ciadi. Pero una cosa es hacer un juicio contra el Estado y otra es hacerlo contra la gente.
¿Cambia algo en el análisis que esto se haya dado en el marco, no sólo de la pelea entre Grondona y TyC, sino también entre el Gobierno y el Grupo Clarín?
Mientras no se ataque lo que llamamos libertad de prensa… Aquí le han quitado un negocio y Clarín puede decir lo que quiera. De hecho, lo está diciendo. Es muy divertido escuchar en estos momentos a sus medios decir las cosas que están diciendo. Conservo un informativo de una radio del Grupo, por si alguna vez tengo que dar una modesta charla sobre lo que no se debe hacer en el periodismo, para ponerlo como ejemplo.
¿Esto implica necesariamente un fortalecimiento del poder de Grondona?
Naturalmente. La parte odiosa de todo esto es que Grondona sale fortalecido siendo el responsable fundamental y capital de esta historia.
¿Qué le sucede en términos más personales, luego de denunciar estas cosas casi en soledad?
Siento alivio. Estoy ya grande y bastante harto de que ganen los malos. Me gusta que, de vez en cuando, haya un tiro para el lado de la justicia. Y aquí perdieron los malos; sólo espero que hayan ganado los buenos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario