Existe un gran poder en aprender algo nuevo cada día. Aprender activa la pasión, y la pasión es poder; de hecho, la pasión es una cié las formas más potentes de energía que podemos generar dentro de nuestro cuerpo. La pasión nos conecta con la vida, nos da un motivo para aguardar el mañana con entusiasmo.
Un amigo mío se aficionó a la cocina cuando tuvo que seguir una dieta especial. Asimismo, cocinar le proporcionaba una razón para invitar ¡i sus amigos y familiares a comer en su casa periódicamente. Estos acudían para ver cómo mi amigo celebraba la vida que creaba en su cocina, y él utilizaba el tiempo de «creación» que dedicaba a preparar sus platos como una metáfora sanadora para su cuerpo. Una mujer que yo conocía se apasionó por la jardinería porque le encantaba cultivar plantas que le proporcionaban alimento y flores que llenaba su casa de gratas fragancias.
Al igual que la meditación, desarrollar y practicar una pasión constituye en sí misma una recompensa, aparte de los numerosos y valiosos «efectos secundarios»- Ni siquiera imaginamos dónde pueden llevarnos nuestras pasiones ni qué beneficios puede reportarnos seguir el impulso de nuestro corazón y nuestros deseos. En un libro titulado Jvurney, Robert y Suzanne Massie relatan la historia de cómo criaron a su hijo Eobby, que padecía hemofilia. Los Massie, una pareja joven, tuvieron que instruirse ellos mismos y a su hijo sobre la hemofilia, y concienciar a sus, familiar es, a los maestros del niño e incluso a profesionales sanitarios acerca de esta enfermedad. Los Massie relatan sin ambages los esfuerzos que realizaron para ofrecer a su hijo los mejores cuidados desde finales de los años cincuenta hasta principio de los setenta, cuando la medicina moderna comenzaba a comprender cómo tratar las severas, dolorosas y peligrosas hemorragias que se producen en el interior de las articulaciones y los músculos de un hemofílico.
Durante su infancia, Bobby no pudo jugar ni participar en las actividades infantiles habituales porque no podía correr el riesgo de herirse. Con frecuencia los médicos tuvieron que enyesarle las piernas o los brazos a causa de las hemorragias, lo cual representaba otro obstáculo para que Bobby se relacionara normalmente con otros niños. En ocasiones no asistía a la escuela durante semanas porque sus hemorragias requerían cuidados especiales, y esto le hacía sentirse aislado. La situación generaba una gran tensión no sólo a él, sino también a sus padres y sus hermanos.
Suzanne describe el dolor que sentía al asistir al constante tormento de Bobby como un dolor casi insoportable, que la condujo a una crisis espiritual. Suzanne relata la noche oscura del alma durante la cual rezó a Dios pidiéndole ayuda y fuerza para hacer frente a los sufrimientos de Bobby. Al cabo de un tiempo, gracias a la oración y a su empeño en seguir adelante, Suzanne adquirió renovadas fuerzas y aprendí ó a tener paciencia ante la situación que el destino les había deparado a ella, a Bobby y al resto de la familia. Es una historia de admirable compasión, extraordinaria percepción y profundo crecimiento espiritual.
Un día, una de las rodillas de Bobby se hinchó mucho a causa de una hemorragia en el interior de la articulación. El dolor era tan intenso que el niño comenzó a delirar. Bobby no soportaba siquiera el peso de una sábana sobre su pierna y mucho menos que le tocaran. Suzanne permaneció en vela junto al lecho de su hijo tres días y tres noches, durante los cuales la hemorragia no cesó. En la tercera noche de aquel angustioso episodio, Suzanne, pese a estar agotada, sintió un impulso urgente de probar algo nuevo. Decidió seguir su impulso y convenció a Bobby de que se colocara en una postura que, de alguna manera ella sabía, le aliviaría el espantoso dolor. Después de ayudarle a moverse, Suzanne colocó unos cojines alrededor de su pierna y le distrajo hablándole sobre el reciente viaje espacial a la luna. De este modo, madre e hijo lograron romper durante unos minutos el total dominio que el dolor ejercía sobre Bobby.
Mientras Suzanne trataba de preparar a Bobby para que conciliara el sueño, rezó a Dios para que la ayudara. De pronto sintió como si una fuerza divina le ordenara que apoyara la mano en la rodilla de Bobby. Suzanne se resistió durante unos instantes, temiendo causar un mayor daño a Bobby, pero percibió de nuevo la orden de apoyar la mano en la rodilla de su hijo. Poco a poco, Suzanne acercó la mano a la rodilla y la coco durante unos segundos. Bobby se relajó y se quedó dormido, y Suzanne experimentó una grata sensación de paz, convencida de que aquel terrible episodio había concluido.
Con el fin de paliarla angustia que le producía el constante sufrimiento físico y emocional de su hijo, Suzanne decidió hacer algo que la distrajera; un ejercicio o una disciplina mental que la mantuviera ocupada en otro tema. En su libro, relata que una voz ulterior le indicó que estudiara ruso, dada su pasión por la música y los bailes rusos. Mientras aprendía esa lengua, Suzanne se dedicó a estudiar la historia rusa y leyó numerosos artículos sobre los Romanov, la última familia real que gobernó Rusia antes de la revolución de 1917. Los Rotnanov tuvieron cinco hijos, uno de los cuales, un varón llamado Alexis, era hemofílico, aunque su condición era menos severa que la de Bobby. Robert Massie, que en aquella época ejercía el periodismo, se sintió tan fascinado por los Romanov que escribió un artículo sobre el zarevich Alexis, Dado el interés que le inspiraban la historia rusa y los Romanov, Suzanne le aconsejó que escribiera un libro sobre el tema.
A medida que transcurrieron los años, Bobby aprendió a valerse por sí mismo y a hacer frente a su enfermedad de forma positiva. En una sección de Journey, escribe que aprendió mucho sobre sí mismo a través de su enfermedad. El afán de los Massie por informarse de todo lo relativo a la hemofilia propició su pasión por la historia y la cultura rusas, y llevó a Robert a investigar la historia de los Romanov y a escribir el bestseller Nicolás y Alejandra, con la valiosa colaboración de su esposa Suzanne. Robert afirma que Suzanne y el estaban convencidos de que, como padres de un hemofílico, estaban predestinados a escribir un libro especial, cuyo éxito resolvió los apuros económicos de la familia. Gracias a su empeño en afrontar de modo positivo la enfermedad de Bobby, los Massie descubrieron sus dores como escritores, que a su vez se convirtieron en su regalo al mundo.
Recuerde, lo importante es cultivar una pasión, la que sea. Búsquela. Póngala en práctica.
Cree un nuevo vocabulario
Ya he comentado el peligro de vivir sumido en lo que yo denomino herida logia. Aunque es normal que desee expresar a otros el dolor y el temor que una enfermedad le provoca, evite caer en la tentación de hablar constantemente de su sufrimiento.
A tal fin, le recomiendo crear un nuevo vocabulario que describa su condición en términos optimistas, sanadores o espirituales. Por ejemplo, puede referirse a su enfermedad como «un viaje espiritual hacia una parte desconocida de mi mismo». Una mujer que conocí se refería a sil enfermedad como «una amiga que ha venido a enseñarme grandes verdades». Calificar de «amiga» a su enfermedad contribuyó a reducir sus temores, pues jamás había tenido un amigo que le inspirara temor. Esta mujer asociaba a sus amigos con el amor, la alegría y la lealtad, y al considerar su dolencia como a una amiga, tenía la sensación de comunicarse con ella, listaba convencida de que su enfermedad la abandonaría cuando se hubiera cumplido el tiempo que debían permanecer juntas, y así fue. Cuando se curó, esta mujer organizó un rito de despedida para su amiga, un excelente antídoto a la tentación de caer en la herida logia, que recomiendo con entusiasmo.
El propósito de crear un vocabulario positivo para describir su situación es ayudarle a «superar su enfermedad». Es preciso que se sienta más grande y más poderoso que la enfermedad de su cuerpo. Recuérdese constantemente que cuenta con numerosos y valiosos elementos sanadores dentro, en su interior: amor, esperanza, fe. Todos ellos son unos potentes aliados.
Escriba sobre su vida como si se tratara de un viaje, en una historia titulada «Mi biografía se convierte en mi biología». Relate las maravillosas experiencias que ha vivido. No busque sólo los momentos de tristeza que puedan haber contribuido a desencadenar su enfermedad o crisis vital. Los momentos positivos potencian su salud, de modo que le conviene utilizarlos. Escriba sobre las relaciones pasadas y presentes que le produjeron una intensa satisfacción. Evoque ¡as épocas divertidas. Recréese recordando los momentos que le hicieron sentirse enamorado de la vida y agradecido de estar vivo.
Pida a sus amigos y allegados que le ayuden a crear un vocabulario positivo para describir lo que está experimentando. Un hombre describió su viaje cotidiano como «entrar en el pozo». Observe que ese hombre había establecido cierta distancia utilizando la palabra
Revise a diario dónde ha conectado sus circuitos
Adopte la costumbre cotidiana de tomar nota de dónde ha invertido su energía. Preste atención a cualquier sensación que le indique que su cuerpo está perdiendo energía, y analice los motivos. SÍ su energía se dirige hacia un objetivo que consume los recursos energéticos de su cuerpo, procure reorientarla hacia objetivos más positivos. Preste atención y aprenda a sentir el flujo de energía que entra y sale de su cuerpo. Ya conoce la sensación de una merma de energía cuando está furioso o atemorizado, la sensación de debilidad que experimenta en el acto. Algunas personas experimentan un intenso dolor de cabeza o de espalda. Interprete cualquier síntoma físico como una señal de que está perdiendo energía.
Como medida preventiva, dirija a diario sus circuitos de energía hacia objetivos positivos que le ayuden a sentirse rebosante de poder y de luz. Una persona que conozco visualiza sus circuitos conectados a las efigies de Jesús y de María que se hallan en la iglesia a la que asiste. «Conectarse» con esas imágenes cada mañana y cada noche le hace sentirse conscientemente vinculada a la energía divina. Otras personas visualizan sus circuitos energéticos conectados con el poder del Sol y otros sistemas de la naturaleza que emanan una fuerza vi tal infinita y que representan el apoyo constante que nos brinda la naturaleza.
Otro sistema eficaz para conectar o desconectar sus circuitos es utilizar la respiración. Cuando inspire aire, imagine que está recuperando la energía que le ha arrebatado algún elemento perjudicial. Conecte su energía al inhalar, aspirando su propia energía y poder. Cuando se disponga a exhalar el aire, visualice un símbolo de fuerza y poder. Concéntrese en el símbolo, exhale el aire y libere su energía con estas palabras: «Formo parte de la energía de este símbolo de fuerza y poder. Ruego que esta energía penetre constantemente en mi organismo.» Cuando se haya conectado con un símbolo que para usted represente poder, la energía penetrará continuamente en su cuerpo.
Practique la gratitud siempre que se sienta abrumado
Es fácil sentirse confundido por la gran cantidad de sugerencias para su curación que se le ofrecen. Cuando haya realizado sus prácticas de meditación, sus tratamientos terapéuticos y sus ejercicios cotidianos, quizá tenga la sensación de haberse quedado sin energía y sin luz diurna. Lo cierto es que no resulta tan agobiante como parece.
Las actitudes positivas, junto con las Tres Columnas de Percepción, acaban convirtiéndose en una costumbre, en lugar de ser un esfuerzo. Seguir una dieta adecuada no significa que no coma varias veces al día, la única diferencia estriba en lo que ingiere. Llevar un di ario puede representar un nuevo ejercicio en si¡ vida, de modo que escriba en él una vez a la semana, o más a menudo si disfruta con ello. Ante todo, procure no dejarse atemorizar por su enfermedad y halle nuevos métodos destinados a mantener una actitud positiva.
Pocas prácticas son tan relajantes para nuestro espíritu como la gratitud. El sentirse agradecido por todo lo que la vida nos ha dado y sigue dándonos hace sentirnos renovados. Convierta la gratitud en una práctica regular. No busque una sola e importante razón para sentirse agradecido. Aprenda a contemplar su vida a través de un teleobjetivo que le permita observar todos los detalles.
Por último, en su esfuerzo por apreciar todo cuanto contiene su vida, incluyase a sí mismo. Regálese tiempo; tiempo para conocerse mejor y tiempo para amar y estimar a quienes forman parte de su vida. Concédase algunos caprichos que siempre deseó pero nunca se concedió. Explore nuevos Territorios.
Sin duda, el proceso de curación es un viaje solitario. Pocos de los obstáculos con que se topará en el camino atentarán contra su vida, pero una enfermedad puede ser mortal. Las experiencias psicológicas y espiritualmente devastadoras, como la pérdida de un hijo o un divorcio doloroso, pueden ser tan peligrosas como una enfermedad; en algunos casos, la angustia que generan puede desembocar en graves trastornos físicos e incluso en el suicidio. Dedíquese con constancia a la labor de recuperar su salud mental y física. No deje que las limitaciones que experimenta hoy influyan en lo que pueda conseguir mañana.
Todo es posible, y el cielo siempre escucha.
Un amigo mío se aficionó a la cocina cuando tuvo que seguir una dieta especial. Asimismo, cocinar le proporcionaba una razón para invitar ¡i sus amigos y familiares a comer en su casa periódicamente. Estos acudían para ver cómo mi amigo celebraba la vida que creaba en su cocina, y él utilizaba el tiempo de «creación» que dedicaba a preparar sus platos como una metáfora sanadora para su cuerpo. Una mujer que yo conocía se apasionó por la jardinería porque le encantaba cultivar plantas que le proporcionaban alimento y flores que llenaba su casa de gratas fragancias.
Al igual que la meditación, desarrollar y practicar una pasión constituye en sí misma una recompensa, aparte de los numerosos y valiosos «efectos secundarios»- Ni siquiera imaginamos dónde pueden llevarnos nuestras pasiones ni qué beneficios puede reportarnos seguir el impulso de nuestro corazón y nuestros deseos. En un libro titulado Jvurney, Robert y Suzanne Massie relatan la historia de cómo criaron a su hijo Eobby, que padecía hemofilia. Los Massie, una pareja joven, tuvieron que instruirse ellos mismos y a su hijo sobre la hemofilia, y concienciar a sus, familiar es, a los maestros del niño e incluso a profesionales sanitarios acerca de esta enfermedad. Los Massie relatan sin ambages los esfuerzos que realizaron para ofrecer a su hijo los mejores cuidados desde finales de los años cincuenta hasta principio de los setenta, cuando la medicina moderna comenzaba a comprender cómo tratar las severas, dolorosas y peligrosas hemorragias que se producen en el interior de las articulaciones y los músculos de un hemofílico.
Durante su infancia, Bobby no pudo jugar ni participar en las actividades infantiles habituales porque no podía correr el riesgo de herirse. Con frecuencia los médicos tuvieron que enyesarle las piernas o los brazos a causa de las hemorragias, lo cual representaba otro obstáculo para que Bobby se relacionara normalmente con otros niños. En ocasiones no asistía a la escuela durante semanas porque sus hemorragias requerían cuidados especiales, y esto le hacía sentirse aislado. La situación generaba una gran tensión no sólo a él, sino también a sus padres y sus hermanos.
Suzanne describe el dolor que sentía al asistir al constante tormento de Bobby como un dolor casi insoportable, que la condujo a una crisis espiritual. Suzanne relata la noche oscura del alma durante la cual rezó a Dios pidiéndole ayuda y fuerza para hacer frente a los sufrimientos de Bobby. Al cabo de un tiempo, gracias a la oración y a su empeño en seguir adelante, Suzanne adquirió renovadas fuerzas y aprendí ó a tener paciencia ante la situación que el destino les había deparado a ella, a Bobby y al resto de la familia. Es una historia de admirable compasión, extraordinaria percepción y profundo crecimiento espiritual.
Un día, una de las rodillas de Bobby se hinchó mucho a causa de una hemorragia en el interior de la articulación. El dolor era tan intenso que el niño comenzó a delirar. Bobby no soportaba siquiera el peso de una sábana sobre su pierna y mucho menos que le tocaran. Suzanne permaneció en vela junto al lecho de su hijo tres días y tres noches, durante los cuales la hemorragia no cesó. En la tercera noche de aquel angustioso episodio, Suzanne, pese a estar agotada, sintió un impulso urgente de probar algo nuevo. Decidió seguir su impulso y convenció a Bobby de que se colocara en una postura que, de alguna manera ella sabía, le aliviaría el espantoso dolor. Después de ayudarle a moverse, Suzanne colocó unos cojines alrededor de su pierna y le distrajo hablándole sobre el reciente viaje espacial a la luna. De este modo, madre e hijo lograron romper durante unos minutos el total dominio que el dolor ejercía sobre Bobby.
Mientras Suzanne trataba de preparar a Bobby para que conciliara el sueño, rezó a Dios para que la ayudara. De pronto sintió como si una fuerza divina le ordenara que apoyara la mano en la rodilla de Bobby. Suzanne se resistió durante unos instantes, temiendo causar un mayor daño a Bobby, pero percibió de nuevo la orden de apoyar la mano en la rodilla de su hijo. Poco a poco, Suzanne acercó la mano a la rodilla y la coco durante unos segundos. Bobby se relajó y se quedó dormido, y Suzanne experimentó una grata sensación de paz, convencida de que aquel terrible episodio había concluido.
Con el fin de paliarla angustia que le producía el constante sufrimiento físico y emocional de su hijo, Suzanne decidió hacer algo que la distrajera; un ejercicio o una disciplina mental que la mantuviera ocupada en otro tema. En su libro, relata que una voz ulterior le indicó que estudiara ruso, dada su pasión por la música y los bailes rusos. Mientras aprendía esa lengua, Suzanne se dedicó a estudiar la historia rusa y leyó numerosos artículos sobre los Romanov, la última familia real que gobernó Rusia antes de la revolución de 1917. Los Rotnanov tuvieron cinco hijos, uno de los cuales, un varón llamado Alexis, era hemofílico, aunque su condición era menos severa que la de Bobby. Robert Massie, que en aquella época ejercía el periodismo, se sintió tan fascinado por los Romanov que escribió un artículo sobre el zarevich Alexis, Dado el interés que le inspiraban la historia rusa y los Romanov, Suzanne le aconsejó que escribiera un libro sobre el tema.
A medida que transcurrieron los años, Bobby aprendió a valerse por sí mismo y a hacer frente a su enfermedad de forma positiva. En una sección de Journey, escribe que aprendió mucho sobre sí mismo a través de su enfermedad. El afán de los Massie por informarse de todo lo relativo a la hemofilia propició su pasión por la historia y la cultura rusas, y llevó a Robert a investigar la historia de los Romanov y a escribir el bestseller Nicolás y Alejandra, con la valiosa colaboración de su esposa Suzanne. Robert afirma que Suzanne y el estaban convencidos de que, como padres de un hemofílico, estaban predestinados a escribir un libro especial, cuyo éxito resolvió los apuros económicos de la familia. Gracias a su empeño en afrontar de modo positivo la enfermedad de Bobby, los Massie descubrieron sus dores como escritores, que a su vez se convirtieron en su regalo al mundo.
Recuerde, lo importante es cultivar una pasión, la que sea. Búsquela. Póngala en práctica.
Cree un nuevo vocabulario
Ya he comentado el peligro de vivir sumido en lo que yo denomino herida logia. Aunque es normal que desee expresar a otros el dolor y el temor que una enfermedad le provoca, evite caer en la tentación de hablar constantemente de su sufrimiento.
A tal fin, le recomiendo crear un nuevo vocabulario que describa su condición en términos optimistas, sanadores o espirituales. Por ejemplo, puede referirse a su enfermedad como «un viaje espiritual hacia una parte desconocida de mi mismo». Una mujer que conocí se refería a sil enfermedad como «una amiga que ha venido a enseñarme grandes verdades». Calificar de «amiga» a su enfermedad contribuyó a reducir sus temores, pues jamás había tenido un amigo que le inspirara temor. Esta mujer asociaba a sus amigos con el amor, la alegría y la lealtad, y al considerar su dolencia como a una amiga, tenía la sensación de comunicarse con ella, listaba convencida de que su enfermedad la abandonaría cuando se hubiera cumplido el tiempo que debían permanecer juntas, y así fue. Cuando se curó, esta mujer organizó un rito de despedida para su amiga, un excelente antídoto a la tentación de caer en la herida logia, que recomiendo con entusiasmo.
El propósito de crear un vocabulario positivo para describir su situación es ayudarle a «superar su enfermedad». Es preciso que se sienta más grande y más poderoso que la enfermedad de su cuerpo. Recuérdese constantemente que cuenta con numerosos y valiosos elementos sanadores dentro, en su interior: amor, esperanza, fe. Todos ellos son unos potentes aliados.
Escriba sobre su vida como si se tratara de un viaje, en una historia titulada «Mi biografía se convierte en mi biología». Relate las maravillosas experiencias que ha vivido. No busque sólo los momentos de tristeza que puedan haber contribuido a desencadenar su enfermedad o crisis vital. Los momentos positivos potencian su salud, de modo que le conviene utilizarlos. Escriba sobre las relaciones pasadas y presentes que le produjeron una intensa satisfacción. Evoque ¡as épocas divertidas. Recréese recordando los momentos que le hicieron sentirse enamorado de la vida y agradecido de estar vivo.
Pida a sus amigos y allegados que le ayuden a crear un vocabulario positivo para describir lo que está experimentando. Un hombre describió su viaje cotidiano como «entrar en el pozo». Observe que ese hombre había establecido cierta distancia utilizando la palabra
Revise a diario dónde ha conectado sus circuitos
Adopte la costumbre cotidiana de tomar nota de dónde ha invertido su energía. Preste atención a cualquier sensación que le indique que su cuerpo está perdiendo energía, y analice los motivos. SÍ su energía se dirige hacia un objetivo que consume los recursos energéticos de su cuerpo, procure reorientarla hacia objetivos más positivos. Preste atención y aprenda a sentir el flujo de energía que entra y sale de su cuerpo. Ya conoce la sensación de una merma de energía cuando está furioso o atemorizado, la sensación de debilidad que experimenta en el acto. Algunas personas experimentan un intenso dolor de cabeza o de espalda. Interprete cualquier síntoma físico como una señal de que está perdiendo energía.
Como medida preventiva, dirija a diario sus circuitos de energía hacia objetivos positivos que le ayuden a sentirse rebosante de poder y de luz. Una persona que conozco visualiza sus circuitos conectados a las efigies de Jesús y de María que se hallan en la iglesia a la que asiste. «Conectarse» con esas imágenes cada mañana y cada noche le hace sentirse conscientemente vinculada a la energía divina. Otras personas visualizan sus circuitos energéticos conectados con el poder del Sol y otros sistemas de la naturaleza que emanan una fuerza vi tal infinita y que representan el apoyo constante que nos brinda la naturaleza.
Otro sistema eficaz para conectar o desconectar sus circuitos es utilizar la respiración. Cuando inspire aire, imagine que está recuperando la energía que le ha arrebatado algún elemento perjudicial. Conecte su energía al inhalar, aspirando su propia energía y poder. Cuando se disponga a exhalar el aire, visualice un símbolo de fuerza y poder. Concéntrese en el símbolo, exhale el aire y libere su energía con estas palabras: «Formo parte de la energía de este símbolo de fuerza y poder. Ruego que esta energía penetre constantemente en mi organismo.» Cuando se haya conectado con un símbolo que para usted represente poder, la energía penetrará continuamente en su cuerpo.
Practique la gratitud siempre que se sienta abrumado
Es fácil sentirse confundido por la gran cantidad de sugerencias para su curación que se le ofrecen. Cuando haya realizado sus prácticas de meditación, sus tratamientos terapéuticos y sus ejercicios cotidianos, quizá tenga la sensación de haberse quedado sin energía y sin luz diurna. Lo cierto es que no resulta tan agobiante como parece.
Las actitudes positivas, junto con las Tres Columnas de Percepción, acaban convirtiéndose en una costumbre, en lugar de ser un esfuerzo. Seguir una dieta adecuada no significa que no coma varias veces al día, la única diferencia estriba en lo que ingiere. Llevar un di ario puede representar un nuevo ejercicio en si¡ vida, de modo que escriba en él una vez a la semana, o más a menudo si disfruta con ello. Ante todo, procure no dejarse atemorizar por su enfermedad y halle nuevos métodos destinados a mantener una actitud positiva.
Pocas prácticas son tan relajantes para nuestro espíritu como la gratitud. El sentirse agradecido por todo lo que la vida nos ha dado y sigue dándonos hace sentirnos renovados. Convierta la gratitud en una práctica regular. No busque una sola e importante razón para sentirse agradecido. Aprenda a contemplar su vida a través de un teleobjetivo que le permita observar todos los detalles.
Por último, en su esfuerzo por apreciar todo cuanto contiene su vida, incluyase a sí mismo. Regálese tiempo; tiempo para conocerse mejor y tiempo para amar y estimar a quienes forman parte de su vida. Concédase algunos caprichos que siempre deseó pero nunca se concedió. Explore nuevos Territorios.
Sin duda, el proceso de curación es un viaje solitario. Pocos de los obstáculos con que se topará en el camino atentarán contra su vida, pero una enfermedad puede ser mortal. Las experiencias psicológicas y espiritualmente devastadoras, como la pérdida de un hijo o un divorcio doloroso, pueden ser tan peligrosas como una enfermedad; en algunos casos, la angustia que generan puede desembocar en graves trastornos físicos e incluso en el suicidio. Dedíquese con constancia a la labor de recuperar su salud mental y física. No deje que las limitaciones que experimenta hoy influyan en lo que pueda conseguir mañana.
Todo es posible, y el cielo siempre escucha.
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