CAPITULO XVI.
Felices los que perseveran hasta el fin pues los demonios de satanás escriben todos vuestros malos hechos en un libro. En el libro de vuestro cuerpo y vuestro espíritu.
En verdad os digo, no hay ni un solo hecho erróneo que no esté escrito aún desde el principio del mundo, ante nuestro Padre Celestial. Porque podreis escapar a las leyes hechas por los reyes, pero de las leyes de vuestro Dios, ninguno de los Hijos del Hombre puede escapar.
Y cuando vengais a la presencia de Dios, los demonios de satanás serán testigos en contra vuestra, con vuestros hechos. Y Dios ve vuestros errores escritos en el libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu y siente hondo pesar en su corazón.
Pero si os arrepentis de vuestros errores con ayuno y oración, buscais los ángeles de Dios. Entonces los ángeles de Dios –por cada día que continueis en ayuno y en oración, borrarán un año de vuestras malas acciones, del libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu.
Y cuando la última página haya sido borrada y limpiada de todos vuestros errores y os presenteis ante la faz de Dios, Dios se regocijará en su corazón y olvidará todos vuestros errores. El os libra de las garras de Satanás y de los sufrimientos. El os lleva a su morada y manda que os sirvan todos sus siervos, todos sus ángeles. Larga vida os da y no vereis jamás enfermedades.
Y si, en lo sucesivo, en vez de errar, pasais vuestros días haciendo buenas obras, entonces los ángeles de Dios escribirán todas vuestras buenas obras en el libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu. De cierto os digo, ninguna buena obra queda sin ser escrita delante de Dios, ni desde el principio del mundo pues vuestra recompensa, de vuestros reyes y vuestros emperadores puede que jamás venga, pero la recompesa de parte de Dios por vuestros buenos hechos, no faltará jamás.
Y cuando vengais a la presencia de Dios, sus ángeles son testigos en vuestro favor de vuestros buenos hechos. Y Dios ve vuestras buenas obras escritas en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu y se regocija en su corazón. El bendice vuestro cuerpo y vuestro espíritu y todas vuestras buenas obras. Y, os da como herencia, su Reino en la tierra y en el cielo, para que en él tengais vida eterna. Felíz el que pueda entrar en el Reino de Dios, porque jamás verá la muerte.
Felices los que perseveran hasta el fin pues los demonios de satanás escriben todos vuestros malos hechos en un libro. En el libro de vuestro cuerpo y vuestro espíritu.
En verdad os digo, no hay ni un solo hecho erróneo que no esté escrito aún desde el principio del mundo, ante nuestro Padre Celestial. Porque podreis escapar a las leyes hechas por los reyes, pero de las leyes de vuestro Dios, ninguno de los Hijos del Hombre puede escapar.
Y cuando vengais a la presencia de Dios, los demonios de satanás serán testigos en contra vuestra, con vuestros hechos. Y Dios ve vuestros errores escritos en el libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu y siente hondo pesar en su corazón.
Pero si os arrepentis de vuestros errores con ayuno y oración, buscais los ángeles de Dios. Entonces los ángeles de Dios –por cada día que continueis en ayuno y en oración, borrarán un año de vuestras malas acciones, del libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu.
Y cuando la última página haya sido borrada y limpiada de todos vuestros errores y os presenteis ante la faz de Dios, Dios se regocijará en su corazón y olvidará todos vuestros errores. El os libra de las garras de Satanás y de los sufrimientos. El os lleva a su morada y manda que os sirvan todos sus siervos, todos sus ángeles. Larga vida os da y no vereis jamás enfermedades.
Y si, en lo sucesivo, en vez de errar, pasais vuestros días haciendo buenas obras, entonces los ángeles de Dios escribirán todas vuestras buenas obras en el libro de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu. De cierto os digo, ninguna buena obra queda sin ser escrita delante de Dios, ni desde el principio del mundo pues vuestra recompensa, de vuestros reyes y vuestros emperadores puede que jamás venga, pero la recompesa de parte de Dios por vuestros buenos hechos, no faltará jamás.
Y cuando vengais a la presencia de Dios, sus ángeles son testigos en vuestro favor de vuestros buenos hechos. Y Dios ve vuestras buenas obras escritas en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu y se regocija en su corazón. El bendice vuestro cuerpo y vuestro espíritu y todas vuestras buenas obras. Y, os da como herencia, su Reino en la tierra y en el cielo, para que en él tengais vida eterna. Felíz el que pueda entrar en el Reino de Dios, porque jamás verá la muerte.

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