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sábado, 7 de noviembre de 2009

PALABRAS DE PAZ DE LOS ESENIOS. -17-


CAPITULO XVII.
A sus palabras siguió un gran silencio. Y los que estaban desanimados, tomaron fuerzas nuevas de sus palabras y continuaron en ayuno y oración. Y el que hubo hablado primero, le dijo: perseveraré hasta el séptimo día. Y el segundo, de igual manera dijo: Y yo perseveraré también hasta siete veces siete días.
Felices los que perseveran hasta el fin, les contestó Jesús, porque ellos heredarán la tierra.
Y había entre ellos muchos enfermos, atormentados con tenaces dolores, quienes apenas se arrastraban a los pies de Jesús pues no podían caminar mas. Le dijeron: Maestro, estamos atormentados con el dolor, dinos que debemos hacer. Y le mostraron a Jesús sus pies, cuyos huesos estaban torcidos y anudados. Ni los ángeles del Aire, ni del Agua, ni del Sol han aliviado nuestros dolores. No obstante que nos hemos bautizado, hemos ayunado, orado y seguido vuestras palabras en todas las cosas, dijeron ellos.
En verdad os digo, que vuestros huesos serán sanados. No os desanimeis, buscad vuestra curación junto al que cura los huesos; el Angel de la Tierra.
De allí donde fueron tomados vuestros huesos, allí es donde volverán. Y con su mano indicó el lugar donde la corriente del agua y el calor del sol habían ablandado el barro, la tierra a las orillas del agua. Sumergid vuestros pies en el lodo, para que el abrazo del Angel de la Tierra pueda quitar de vuestros huesos toda impureza y toda enfermedad. Y vosotros vereis a satán huir del abrazo del Angel de la Tierra.
Y los nudos de vuestros huesos se desvanecerán y se enderezarán y todos vuestros dolores desaparecerán.
Y los enfermos siguieron sus palabras, pues sabían que serían curados.




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