CAPITULO XXII.
Después de estas palabras todos permanecieron silenciosos, menos uno que exclamó: Maestro ¿Qué haré si veo que una bestia va a desgarrar a mi hermano en la selva? ¿Dejaré a mi hermano perecer o mataré la bestia feroz? ¿No quebranto así la Ley?
Y Jesús contestó: Fue dicho en la antigüedad: Todas las bestias que se mueven sobre la tierra, todos los peces del mar y todas las aves del cielo son dadas en tu poder. En verdad os digo, de todas las criaturas vivientes sobre la tierra, Dios creó solo al hombre según su imagen. Por lo cual, las bestias son para el hombre y no el hombre para las bestias. Luego, no quebrantais la Ley si matais la bestia salvaje para salvar a vuestro hermano. Porque, en verdad os digo, el hombre es más que la bestia, pero el que mata a una bestia sin razón –aún cuando la bestia no lo ataque, por deseos de matar, o por su carne, o por su piel, o por sus colmillos, mala es la acción que hace, pues se torna en bestia salvaje él mismo. Su fin es también como el fin de las bestias salvajes.
Entonces otro dijo: Moisés –el mayor de Israel, permitió a nuestraos padres comer carne de los animales limpios, y solo prohibió carne de los animales inmundos. ¿Por qué, luego, prohibes la carne de toda bestia?¿Cuál Ley viene de Dios, la de Moisés o la vuestra? Y Jesús contestó:
Dios dió –a través de Moisés, diez mandamientos para vuestros padres. Esos mandamientos son difíciles, dijeron vuestros padres y no pudieron cumplirlos. Cuando Moisés vió ésto, tuvo compasión de su pueblo y no quiso que pereciera. Y entonces les dió diez veces diez mandamientos. Menos difíciles, para que ellos pudieran cumplirlos.
En verdad os digo, si vuestros antepasados hubieran sido capaces de guardar los diez mandamientos de Dios, Moisés nunca hubiera tenido necesidad de sus diez veces diez mandamientos. Porque aquel cuyos pies son fuertes –como el monte Zión, no necesita muletas. Mas aquel cuyos miembros tiemblan, avanza más con muletas que sin ellas. Y Moisés dijo al Señor:
Mi corazón está lleno de angustia, pues mi pueblo se perderá, pues está sin entendimiento, son ignorantes y no pueden entender vuestros mandamientos. Son como niños pequeños que no pueden entender aún las palabras de su padre. Permite, Señor, que les de otras leyes, a fin de que no perezcan. Si no pueden estar contigo, Señor, al menos permite que no estén en contra de ti para que se sustenten y cuando el tiempo haya llegado y estén listos para tus palabras, les reveles tu Ley.
Por esta razón, Moisés quebró las dos tablas de piedra donde estaban escritos los diez mandamientos y les dió diez veces diez mandamientos en su lugar. Y de estos diez veces, los Fariseos y los Escribas, hicieron cien veces diez mandamientos. Y ellos han puesto sobre vuestros hombros pesadas cargas (N.E.: incluso en el desarrollo actual de tal sistema al condicionar con tributo –paralelo y adicional al del "César", hasta ritos realizados por JesúCristo sin interés distinto al de ayudar a las almas para expresarse mejor en la personalidad física, sirviendo al Plan Divino. Lo básico, nunca le faltó al Cristo) que ellos mismos no pueden llevar. Pues entre más cerca estén los mandamientos a Dios, menos necesitamos. Por lo cual, las leyes de los Escribas y Fariseos, son innumerables.
Las Leyes de los Hijos de los Hombres son Siete, las de los Angeles Tres y la de Dios Una.
Así que os enseño solo aquellas leyes que podeis recibir y comprender, para que seais hechos hombres y sigais las siete leyes del Hijo del Hombre. Entonces también los Angeles revelarán sus leyes a fin de que el Espíritu Santo de Dios descienda sobre vosotros y os conduzca a su Ley.
Y todos estaban atónitos de su sabiduría y le pedían diciéndole: Continúa Maestro y enséñanos todas leyes que podamos recibir.
Después de estas palabras todos permanecieron silenciosos, menos uno que exclamó: Maestro ¿Qué haré si veo que una bestia va a desgarrar a mi hermano en la selva? ¿Dejaré a mi hermano perecer o mataré la bestia feroz? ¿No quebranto así la Ley?
Y Jesús contestó: Fue dicho en la antigüedad: Todas las bestias que se mueven sobre la tierra, todos los peces del mar y todas las aves del cielo son dadas en tu poder. En verdad os digo, de todas las criaturas vivientes sobre la tierra, Dios creó solo al hombre según su imagen. Por lo cual, las bestias son para el hombre y no el hombre para las bestias. Luego, no quebrantais la Ley si matais la bestia salvaje para salvar a vuestro hermano. Porque, en verdad os digo, el hombre es más que la bestia, pero el que mata a una bestia sin razón –aún cuando la bestia no lo ataque, por deseos de matar, o por su carne, o por su piel, o por sus colmillos, mala es la acción que hace, pues se torna en bestia salvaje él mismo. Su fin es también como el fin de las bestias salvajes.
Entonces otro dijo: Moisés –el mayor de Israel, permitió a nuestraos padres comer carne de los animales limpios, y solo prohibió carne de los animales inmundos. ¿Por qué, luego, prohibes la carne de toda bestia?¿Cuál Ley viene de Dios, la de Moisés o la vuestra? Y Jesús contestó:
Dios dió –a través de Moisés, diez mandamientos para vuestros padres. Esos mandamientos son difíciles, dijeron vuestros padres y no pudieron cumplirlos. Cuando Moisés vió ésto, tuvo compasión de su pueblo y no quiso que pereciera. Y entonces les dió diez veces diez mandamientos. Menos difíciles, para que ellos pudieran cumplirlos.
En verdad os digo, si vuestros antepasados hubieran sido capaces de guardar los diez mandamientos de Dios, Moisés nunca hubiera tenido necesidad de sus diez veces diez mandamientos. Porque aquel cuyos pies son fuertes –como el monte Zión, no necesita muletas. Mas aquel cuyos miembros tiemblan, avanza más con muletas que sin ellas. Y Moisés dijo al Señor:
Mi corazón está lleno de angustia, pues mi pueblo se perderá, pues está sin entendimiento, son ignorantes y no pueden entender vuestros mandamientos. Son como niños pequeños que no pueden entender aún las palabras de su padre. Permite, Señor, que les de otras leyes, a fin de que no perezcan. Si no pueden estar contigo, Señor, al menos permite que no estén en contra de ti para que se sustenten y cuando el tiempo haya llegado y estén listos para tus palabras, les reveles tu Ley.
Por esta razón, Moisés quebró las dos tablas de piedra donde estaban escritos los diez mandamientos y les dió diez veces diez mandamientos en su lugar. Y de estos diez veces, los Fariseos y los Escribas, hicieron cien veces diez mandamientos. Y ellos han puesto sobre vuestros hombros pesadas cargas (N.E.: incluso en el desarrollo actual de tal sistema al condicionar con tributo –paralelo y adicional al del "César", hasta ritos realizados por JesúCristo sin interés distinto al de ayudar a las almas para expresarse mejor en la personalidad física, sirviendo al Plan Divino. Lo básico, nunca le faltó al Cristo) que ellos mismos no pueden llevar. Pues entre más cerca estén los mandamientos a Dios, menos necesitamos. Por lo cual, las leyes de los Escribas y Fariseos, son innumerables.
Las Leyes de los Hijos de los Hombres son Siete, las de los Angeles Tres y la de Dios Una.
Así que os enseño solo aquellas leyes que podeis recibir y comprender, para que seais hechos hombres y sigais las siete leyes del Hijo del Hombre. Entonces también los Angeles revelarán sus leyes a fin de que el Espíritu Santo de Dios descienda sobre vosotros y os conduzca a su Ley.
Y todos estaban atónitos de su sabiduría y le pedían diciéndole: Continúa Maestro y enséñanos todas leyes que podamos recibir.

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