CAPÍTULO 3
LA TEORÍA DEL CONDICIONAMIENTO POR CONTIGÜIDAD
LA TEORÍA DEL CONDICIONAMIENTO POR CONTIGÜIDAD
En una conferencia de psicólogos que se realizó en 1904, en los Estados Unidos, Twitmyer presentó un trabajo acerca del condicionamiento del reflejo rotuliano. Sin embargo este trabajo no fue bien considerado por sus colegas, lo que llevó a que en ese país no se desarrollara una teoría acerca de los reflejos condicionados, al menos al mismo nivel de lo que hacía Pavlov en Rusia.
Es tan sólo a partir de 1913, con la publicación del que es conocido como el “manifiesto conductista” de John Watson, que se inicia en los Estados Unidos el estudio del aprendizaje como un proceso basado en la contigüidad de estímulos y respuestas.
Es interesante señalar que aunque la psicología rusa y la psicología norteamericana marchan por los mismos caminos en los primeros años de este siglo, posteriormente los diferentes enfoques ideológicos imperantes en ambos países hacen que sus posiciones se diferencien claramente. En la Unión Soviética se llegan a suprimir, en nombre de la ideología, las más modernas teorías sobre genética y se reemplazan por la teoría de Lysenko sobre los caracteres adquiridos. En los EE.UU., las posiciones conductistas plantean la posibilidad de que los psicólogos modelen al ser humano siguiendo los criterios que el científico estimare como más adecuados o exitosos.
Sin embargo, en la Unión Soviética se concede gran importancia a los fenómenos de la conciencia, entendida desde el punto de vista leninista como “la función del cerebro, el reflejo del mundo exterior”. En los Estados Unidos, en cambio, el fuerte rechazo de las posiciones introspeccionistas lleva a Watson a considerar la conducta observable como el único objeto válido para la psicología.
LA CONDUCTA COMO OBJETO DE LA PSICOLOGÍA
En 1907, H. Piéron dictó una clase magistral en la Escuela Práctica de Altos Estudios de Francia, cuyo tema era “La evolución del psiquismo”. Allí Piéron rechazó los fenómenos de conciencia como objeto de estudio de la psicología, postulando una psicología “objetiva” que estudie “...la actividad de los seres y sus relaciones sensoriomotrices con el medio, a lo que los norteamericanos denominan “the behavior”, los alemanes “das Verhalten”, los italianos “lo comportamento”, y que nosotros podemos denominar lícitamente ‘la conducta’ de los organismos”.
En 1913, John Broadus Watson retomó estas palabras de Piéron y fundó en Estados Unidos la psicología conductista, también conocida con el nombre de “behaviorismo”. Watson fue el primer psicólogo de importancia en los Estados Unidos que promovió un enfoque conductual de la psicología. Para él, no hace falta recurrir al testimonio de los sujetos acerca de sus estados de conciencia (como lo planteaba Wundt), sino que basta observar sus reacciones frente a los estímulos del medio para establecer las leyes que rigen el comportamiento.
John B. Watson (1878-1958) creador del conductismo, teoría que considera que la psicología sólo debe estudiar aquellos aspectos de la conducta que permiten observaciones objetivas y mensurables.
Watson pensaba que si se controla adecuadamente el ambiente que rodea a una persona, se podrá producir cualquier tipo de comportamiento que se desee.
“Denme una docena de niños saludables y bien formados y mi propio mundo bien especificado para criarlos, y les garantizo escoger al azar a cualquiera de ellos y capacitarlo para convertirlo en un especialista de cualquier área que se me ocurra – médico, abogado, artista, comerciante y, sí, hasta mendigo y ladrón, independientemente de sus talentos, inclinaciones, tendencias, capacidades, vocaciones y de la raza de sus antepasados.” (Watson, 1924)
Para Watson, los avances de las ciencias en general se derivan de la medición cuidadosa de los fenómenos objetivos y físicos. Uno de los criterios más importantes de la observación científica es que ésta debe ser capaz de ser repetida por diferentes científicos, los que puedan llegar, en condiciones idénticas, a los mismos resultados. Esta observación científica – dice Watson – es imposible si se trata de observar mediante la introspección los “estados de conciencia”, como planteaba Wundt. Por lo tanto, según el creador del conductismo, el único objeto posible para la psicología es la conducta, ya que ésta puede ser cuantificada y medida objetivamente.
Dicho en otras palabras: para saber si una rata distingue el color rojo del verde, no podemos recurrir al testimonio de la rata acerca de sus sensaciones. Pero sí podemos colocar alimento al final de un corredor rojo ubicado en un laberinto experimental y podemos también electrificar el corredor de color verde; si la rata va regularmente a buscar alimento al corredor rojo y evita regularmente el corredor verde, podemos concluir que es capaz de diferenciar los colores. Cualquier observador que mire la conducta de la rata podrá llegar a las mismas conclusiones; por lo tanto, para la psicología, dice Watson, solamente la conducta es capaz de proporcionar datos científicamente aceptables.
Watson supone que dado que la conducta es un producto del funcionamiento del cerebro, los principios que rigen el comportamiento deben ser similares en mamíferos que tienen cerebros más o menos parecidos. La unidad básica del aprendizaje es el hábito, que se adquiere tanto en los animales como en el hombre por el establecimiento de nexos neuronales entre un estímulo y una respuesta. Eso es, para Watson, lo único que interesa; el psicólogo norteamericano niega la existencia de los pensamientos, los sentimientos y las imágenes, en tanto que fenómenos mentales. Para él, todos estos fenómenos son simplemente pequeños movimientos musculares que corresponden a conexiones entre los estímulos y los músculos periféricos. Pensar, por ejemplo, serían pequeños movimientos de la tráquea y de la laringe.
Es realmente una posición bastante exagerada, que no ha tenido más seguidores en el campo de la psicología. Sin embargo, en honor a Watson, es preciso decir que la experimentación posterior a él ha podido demostrar la existencia de potenciales musculares que acompañan la formulación de pensamientos. McGuigan, por ejemplo, comprobó que cuando un enfermo psicótico pensaba que oía voces, al mismo tiempo se le podían medir potenciales de acción muscular en la garganta (citado por Swenson, 1991).
¿Cómo aprendemos entonces, desde el punto de vista del conductismo watsoniano? Simplemente, mediante el encadenamiento de respuestas musculares. Si una rata “ha aprendido” después de varios ensayos a correr correctamente por un laberinto y encontrar el alimento, ello quiere decir que ha adquirido una pauta de respuestas musculares que corresponden a los giros, detenciones y trechos a recorrer en línea recta en ese laberinto.
Todo aprendizaje es entonces un condicionamiento de hábitos. Un hábito es un vínculo que se ha establecido entre determinados estímulos y determinadas respuestas. Estos vínculos obedecen a dos leyes básicas que son: 1) Ley de la frecuencia: la fuerza de un vínculo depende del número de asociaciones entre el estímulo y la respuesta y 2) Ley de proximidad temporal: aquella respuesta dada inmediatamente después de un estímulo determinado es la que tiene mayor probabilidad de aparearse (asociarse) con este estímulo.
La teoría de Watson no concede importancia al refuerzo o recompensa en el aprendizaje (posteriormente revisaremos las teorías que precisamente se basan en el refuerzo). Para él, la adquisición de hábitos descansa exclusivamente en la frecuencia y la proximidad temporal de estímulos y de respuestas y no en fenómenos tales como la reducción de un impulso o la satisfacción de una necesidad.
EL CASO DEL “PEQUEÑO ALBERTO”
El año 1920 Watson y su colaboradora Rosalie Rayner informaron acerca de los resultados de un experimento realizado con un bebé de 9 meses, llamado Alberto. En este experimento, se presentaba al niño una rata blanca, la que provocaba en el niño una respuesta de acercamiento, esto es tender la mano hacia la rata. El niño no manifestaba ningún temor como respuesta incondicionada frente a la rata. Luego, al mismo tiempo que Rosalie distraía al niño y le presentaba la ratita, Watson entraba furtivamente a la habitación y golpeaba con un martillo una barra de acero que colgaba del techo. Albert, quien jugaba feliz con la rata, era sobresaltado por el fuerte ruido (EI) que hacia aparecer una respuesta de miedo (RI). Después de unos pocos apareamientos entre rata (EC) y ruido (EI), la sola aparición de la rata hacía que Albert presentara respuestas de miedo. Luego, se presentó una generalización del estímulo, de tal manera que otros estímulos parecidos a la rata blanca (por lo general otros animales blancos tales como conejos y perros e incluso una máscara con barba blanca) también evocaban la respuesta de miedo.
El pobre Alberto fue la primera persona a la que un psicólogo, de manera experimental, indujo una neurosis experimental, caracterizada por la aparición de una fobia condicionada. La madre retiró a Alberto de la guardería infantil antes de que Watson pudiera experimentar métodos terapéuticos que le curaran de su fobia; nunca más se supo qué pasó con el pequeño Albert.
La investigación psicológica – Aspectos éticos:
En la actualidad, los psicólogos deben respetar una serie de directrices éticas muy estrictas, cuya finalidad es la protección de los sujetos de estudio. Estas directrices recomiendan lo siguiente:
Protección de daños físicos o mentales a los sujetos.
Derecho de los sujetos a la privacidad con respecto a su comportamiento.
Seguridad de que la participación sea por completo voluntaria.
Obligación de informar a los sujetos con anterioridad a su participación en el experimento, sobre la naturaleza de los procedimientos que se emplearán.
(Fuente: American Psychological Association, 1992)
LAS TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN CONDUCTUAL
El experimento realizado con el pequeño Alberto permitió a Watson presentar un modelo de cómo puede adquirirse un miedo. El paso siguiente era desarrollar una técnica de tratamiento que permitiera eliminar esas fobias aprendidas. Sin embargo, la relación sentimental que inició con su ayudante Rosalie Rayner lo llevó a divorciarse de su mujer, abandonar la universidad, empezar a trabajar para la empresa privada de publicidad J. Walter Thompson y hacerse rico (Swenson, 1991). Después que abandonó la John Hopkins University, tuvo por algún tiempo la colaboración de una investigadora llamada Mary Cover Jones, la cual creó un método para eliminar el miedo. Esta técnica consistía en exponer al sujeto de forma paulatina al estímulo generador de miedo. Cover Jones empleó, por ejemplo, el alimento como un estímulo positivo con un sujeto que tenía “fobia a los conejos”; mientras la persona comía, le fue acercando cada vez un conejo. Después de varias sesiones, el sujeto superó su miedo, siendo capaz incluso de tomar los conejos en sus manos.
EL CONDUCTISMO DE GUTHRIE
Cuando John Watson se retiró del ámbito universitario, la defensa de las teorías de la contigüidad quedó en manos de Edwin Guthrie (1866-1959), un filósofo que derivó hacia la psicología y abrazó la teoría conductista. Para Guthrie, tal como para Watson, la conducta era simplemente una asociación entre estímulos y respuestas; cuando más compleja sea la conducta, mayor número de conexiones E-R habrá. Sin embargo, luego de varios años, Guthrie se separó de los planteamientos originales de Watson y creó una teoría propia, en la que trataba de simplificar al máximo la concepción teórica conductista. En la teoría de Guthrie existe solamente una ley que explica el aprendizaje y ésta es la ley de la contigüidad: “Una combinación de estímulos que ha acompañado a un movimiento tenderá, al presentarse de nuevo, a ser seguida por ese movimiento”. Y esta simple ley tiene un solo postulado adicional: “Una pauta de estímulos alcanza su máxima fuerza asociativa sobre la base de su primer apareamiento con una respuesta”. Es decir, para Guthrie basta con sólo un ensayo para que exista aprendizaje; o sea, cualquier cosa que se haya hecho en presencia de determinada combinación de estímulos será hecha de nuevo cuando vuelva a presentarse esa combinación (Swenson, 1991).
Guthrie hizo un importante aporte al analizar los efectos del castigo. Sostuvo que para que el castigo sea eficaz, debe promover la aparición de respuestas de competencia frente a las conductas indeseables. Así, por ejemplo, si un niño no acostumbra a colgar su abrigo cuando vuelve del colegio a casa, se le debe hacer ponerse nuevamente el abrigo, salir otra vez de la casa y repetir toda la secuencia de entrar a ella. Cuando el niño vuelva a entrar, colgará el abrigo; o sea, las señales asociadas con la entrada a la casa se asociarán con la respuesta de colgar el abrigo.
También Guthrie postuló otros dos métodos para eliminar hábitos indeseables: el método de la fatiga y el método del umbral. El primero de ellos consiste en hacer que un acto indeseable se repita muchas veces hasta que se produzca una “fatiga” y no haya más respuesta; este “no responder” queda asociado entonces a los estímulos que antes causaban la conducta indeseable. El método del umbral, por su parte, consiste en presentar con muy poca intensidad los estímulos que provocan la conducta indeseable. De esa manera, no se presenta la respuesta indeseable y sí otras respuestas, las que se asociarán entonces con los estímulos. Después, se va aumentando poco a poco la intensidad de las señales, pero sin permitir que sobrepasen el “umbral” y desaten la respuesta indeseable. Por ejemplo, si queremos domar un potro arisco, habrá que ponerle primero una manta muy liviana sobre el lomo, para luego ir aumentando gradualmente el peso de la manta, hasta llegar a ponerle la montura y por último un jinete.
RESUMEN
La teoría conductista, fundada por John Watson, considera que el objeto de la psicología debe ser la conducta objetivamente observable y mensurable. Rechaza el introspeccionismo como método de estudio de la ciencia psicológica.
Para el conductismo, la unidad básica de aprendizaje es el hábito que se adquiere por el establecimiento de nexos neuronales entre estímulo y respuesta. Se aprende mediante el encadenamiento de respuestas musculares; todo aprendizaje es, por tanto, un condicionamiento de hábitos.
La formación de hábitos obedece a dos leyes básicas que son la ley de la frecuencia y la ley de la proximidad temporal. El refuerzo no tiene mayor importancia en el aprendizaje, según la posición de Watson.
Guthrie es un seguidor de Watson que simplifica ña posición conductista, planteando que incluso con un solo ensayo es posible que se produzca aprendizaje. Es importante la posición de Guthrie con respecto al castigo, así como sus métodos para la eliminación de hábitos indeseables.
UN BREVE CUESTIONARIO
1. Piéron rechazó los ......................... .... ................ como objeto de estudio de la psicología.
2. Para Watson el aprendizaje es un proceso basado en la ....................... de estímulos y ......................
3. Según Watson, la ...................... es un .......................... del funcionamiento del cerebro.
4. De acuerdo al conductismo, todo aprendizaje es un condicionamiento de ....................
5. Según Guthrie, la única ley que explica el aprendizaje es la ley de ............................
(Las respuestas al cuestionario se encuentran en la página 40)
PALABRAS CLAVE
conductista
hábito
ley de contigüidad
ley de frecuencia
ley de proximidad temporal
método de la fatiga
método del umbral
Es interesante señalar que aunque la psicología rusa y la psicología norteamericana marchan por los mismos caminos en los primeros años de este siglo, posteriormente los diferentes enfoques ideológicos imperantes en ambos países hacen que sus posiciones se diferencien claramente. En la Unión Soviética se llegan a suprimir, en nombre de la ideología, las más modernas teorías sobre genética y se reemplazan por la teoría de Lysenko sobre los caracteres adquiridos. En los EE.UU., las posiciones conductistas plantean la posibilidad de que los psicólogos modelen al ser humano siguiendo los criterios que el científico estimare como más adecuados o exitosos.
Sin embargo, en la Unión Soviética se concede gran importancia a los fenómenos de la conciencia, entendida desde el punto de vista leninista como “la función del cerebro, el reflejo del mundo exterior”. En los Estados Unidos, en cambio, el fuerte rechazo de las posiciones introspeccionistas lleva a Watson a considerar la conducta observable como el único objeto válido para la psicología.
LA CONDUCTA COMO OBJETO DE LA PSICOLOGÍA
En 1907, H. Piéron dictó una clase magistral en la Escuela Práctica de Altos Estudios de Francia, cuyo tema era “La evolución del psiquismo”. Allí Piéron rechazó los fenómenos de conciencia como objeto de estudio de la psicología, postulando una psicología “objetiva” que estudie “...la actividad de los seres y sus relaciones sensoriomotrices con el medio, a lo que los norteamericanos denominan “the behavior”, los alemanes “das Verhalten”, los italianos “lo comportamento”, y que nosotros podemos denominar lícitamente ‘la conducta’ de los organismos”.
En 1913, John Broadus Watson retomó estas palabras de Piéron y fundó en Estados Unidos la psicología conductista, también conocida con el nombre de “behaviorismo”. Watson fue el primer psicólogo de importancia en los Estados Unidos que promovió un enfoque conductual de la psicología. Para él, no hace falta recurrir al testimonio de los sujetos acerca de sus estados de conciencia (como lo planteaba Wundt), sino que basta observar sus reacciones frente a los estímulos del medio para establecer las leyes que rigen el comportamiento.
John B. Watson (1878-1958) creador del conductismo, teoría que considera que la psicología sólo debe estudiar aquellos aspectos de la conducta que permiten observaciones objetivas y mensurables.
Watson pensaba que si se controla adecuadamente el ambiente que rodea a una persona, se podrá producir cualquier tipo de comportamiento que se desee.
“Denme una docena de niños saludables y bien formados y mi propio mundo bien especificado para criarlos, y les garantizo escoger al azar a cualquiera de ellos y capacitarlo para convertirlo en un especialista de cualquier área que se me ocurra – médico, abogado, artista, comerciante y, sí, hasta mendigo y ladrón, independientemente de sus talentos, inclinaciones, tendencias, capacidades, vocaciones y de la raza de sus antepasados.” (Watson, 1924)
Para Watson, los avances de las ciencias en general se derivan de la medición cuidadosa de los fenómenos objetivos y físicos. Uno de los criterios más importantes de la observación científica es que ésta debe ser capaz de ser repetida por diferentes científicos, los que puedan llegar, en condiciones idénticas, a los mismos resultados. Esta observación científica – dice Watson – es imposible si se trata de observar mediante la introspección los “estados de conciencia”, como planteaba Wundt. Por lo tanto, según el creador del conductismo, el único objeto posible para la psicología es la conducta, ya que ésta puede ser cuantificada y medida objetivamente.
Dicho en otras palabras: para saber si una rata distingue el color rojo del verde, no podemos recurrir al testimonio de la rata acerca de sus sensaciones. Pero sí podemos colocar alimento al final de un corredor rojo ubicado en un laberinto experimental y podemos también electrificar el corredor de color verde; si la rata va regularmente a buscar alimento al corredor rojo y evita regularmente el corredor verde, podemos concluir que es capaz de diferenciar los colores. Cualquier observador que mire la conducta de la rata podrá llegar a las mismas conclusiones; por lo tanto, para la psicología, dice Watson, solamente la conducta es capaz de proporcionar datos científicamente aceptables.
Watson supone que dado que la conducta es un producto del funcionamiento del cerebro, los principios que rigen el comportamiento deben ser similares en mamíferos que tienen cerebros más o menos parecidos. La unidad básica del aprendizaje es el hábito, que se adquiere tanto en los animales como en el hombre por el establecimiento de nexos neuronales entre un estímulo y una respuesta. Eso es, para Watson, lo único que interesa; el psicólogo norteamericano niega la existencia de los pensamientos, los sentimientos y las imágenes, en tanto que fenómenos mentales. Para él, todos estos fenómenos son simplemente pequeños movimientos musculares que corresponden a conexiones entre los estímulos y los músculos periféricos. Pensar, por ejemplo, serían pequeños movimientos de la tráquea y de la laringe.
Es realmente una posición bastante exagerada, que no ha tenido más seguidores en el campo de la psicología. Sin embargo, en honor a Watson, es preciso decir que la experimentación posterior a él ha podido demostrar la existencia de potenciales musculares que acompañan la formulación de pensamientos. McGuigan, por ejemplo, comprobó que cuando un enfermo psicótico pensaba que oía voces, al mismo tiempo se le podían medir potenciales de acción muscular en la garganta (citado por Swenson, 1991).
¿Cómo aprendemos entonces, desde el punto de vista del conductismo watsoniano? Simplemente, mediante el encadenamiento de respuestas musculares. Si una rata “ha aprendido” después de varios ensayos a correr correctamente por un laberinto y encontrar el alimento, ello quiere decir que ha adquirido una pauta de respuestas musculares que corresponden a los giros, detenciones y trechos a recorrer en línea recta en ese laberinto.
Todo aprendizaje es entonces un condicionamiento de hábitos. Un hábito es un vínculo que se ha establecido entre determinados estímulos y determinadas respuestas. Estos vínculos obedecen a dos leyes básicas que son: 1) Ley de la frecuencia: la fuerza de un vínculo depende del número de asociaciones entre el estímulo y la respuesta y 2) Ley de proximidad temporal: aquella respuesta dada inmediatamente después de un estímulo determinado es la que tiene mayor probabilidad de aparearse (asociarse) con este estímulo.
La teoría de Watson no concede importancia al refuerzo o recompensa en el aprendizaje (posteriormente revisaremos las teorías que precisamente se basan en el refuerzo). Para él, la adquisición de hábitos descansa exclusivamente en la frecuencia y la proximidad temporal de estímulos y de respuestas y no en fenómenos tales como la reducción de un impulso o la satisfacción de una necesidad.
EL CASO DEL “PEQUEÑO ALBERTO”
El año 1920 Watson y su colaboradora Rosalie Rayner informaron acerca de los resultados de un experimento realizado con un bebé de 9 meses, llamado Alberto. En este experimento, se presentaba al niño una rata blanca, la que provocaba en el niño una respuesta de acercamiento, esto es tender la mano hacia la rata. El niño no manifestaba ningún temor como respuesta incondicionada frente a la rata. Luego, al mismo tiempo que Rosalie distraía al niño y le presentaba la ratita, Watson entraba furtivamente a la habitación y golpeaba con un martillo una barra de acero que colgaba del techo. Albert, quien jugaba feliz con la rata, era sobresaltado por el fuerte ruido (EI) que hacia aparecer una respuesta de miedo (RI). Después de unos pocos apareamientos entre rata (EC) y ruido (EI), la sola aparición de la rata hacía que Albert presentara respuestas de miedo. Luego, se presentó una generalización del estímulo, de tal manera que otros estímulos parecidos a la rata blanca (por lo general otros animales blancos tales como conejos y perros e incluso una máscara con barba blanca) también evocaban la respuesta de miedo.
El pobre Alberto fue la primera persona a la que un psicólogo, de manera experimental, indujo una neurosis experimental, caracterizada por la aparición de una fobia condicionada. La madre retiró a Alberto de la guardería infantil antes de que Watson pudiera experimentar métodos terapéuticos que le curaran de su fobia; nunca más se supo qué pasó con el pequeño Albert.
La investigación psicológica – Aspectos éticos:
En la actualidad, los psicólogos deben respetar una serie de directrices éticas muy estrictas, cuya finalidad es la protección de los sujetos de estudio. Estas directrices recomiendan lo siguiente:
Protección de daños físicos o mentales a los sujetos.
Derecho de los sujetos a la privacidad con respecto a su comportamiento.
Seguridad de que la participación sea por completo voluntaria.
Obligación de informar a los sujetos con anterioridad a su participación en el experimento, sobre la naturaleza de los procedimientos que se emplearán.
(Fuente: American Psychological Association, 1992)
LAS TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN CONDUCTUAL
El experimento realizado con el pequeño Alberto permitió a Watson presentar un modelo de cómo puede adquirirse un miedo. El paso siguiente era desarrollar una técnica de tratamiento que permitiera eliminar esas fobias aprendidas. Sin embargo, la relación sentimental que inició con su ayudante Rosalie Rayner lo llevó a divorciarse de su mujer, abandonar la universidad, empezar a trabajar para la empresa privada de publicidad J. Walter Thompson y hacerse rico (Swenson, 1991). Después que abandonó la John Hopkins University, tuvo por algún tiempo la colaboración de una investigadora llamada Mary Cover Jones, la cual creó un método para eliminar el miedo. Esta técnica consistía en exponer al sujeto de forma paulatina al estímulo generador de miedo. Cover Jones empleó, por ejemplo, el alimento como un estímulo positivo con un sujeto que tenía “fobia a los conejos”; mientras la persona comía, le fue acercando cada vez un conejo. Después de varias sesiones, el sujeto superó su miedo, siendo capaz incluso de tomar los conejos en sus manos.
EL CONDUCTISMO DE GUTHRIE
Cuando John Watson se retiró del ámbito universitario, la defensa de las teorías de la contigüidad quedó en manos de Edwin Guthrie (1866-1959), un filósofo que derivó hacia la psicología y abrazó la teoría conductista. Para Guthrie, tal como para Watson, la conducta era simplemente una asociación entre estímulos y respuestas; cuando más compleja sea la conducta, mayor número de conexiones E-R habrá. Sin embargo, luego de varios años, Guthrie se separó de los planteamientos originales de Watson y creó una teoría propia, en la que trataba de simplificar al máximo la concepción teórica conductista. En la teoría de Guthrie existe solamente una ley que explica el aprendizaje y ésta es la ley de la contigüidad: “Una combinación de estímulos que ha acompañado a un movimiento tenderá, al presentarse de nuevo, a ser seguida por ese movimiento”. Y esta simple ley tiene un solo postulado adicional: “Una pauta de estímulos alcanza su máxima fuerza asociativa sobre la base de su primer apareamiento con una respuesta”. Es decir, para Guthrie basta con sólo un ensayo para que exista aprendizaje; o sea, cualquier cosa que se haya hecho en presencia de determinada combinación de estímulos será hecha de nuevo cuando vuelva a presentarse esa combinación (Swenson, 1991).
Guthrie hizo un importante aporte al analizar los efectos del castigo. Sostuvo que para que el castigo sea eficaz, debe promover la aparición de respuestas de competencia frente a las conductas indeseables. Así, por ejemplo, si un niño no acostumbra a colgar su abrigo cuando vuelve del colegio a casa, se le debe hacer ponerse nuevamente el abrigo, salir otra vez de la casa y repetir toda la secuencia de entrar a ella. Cuando el niño vuelva a entrar, colgará el abrigo; o sea, las señales asociadas con la entrada a la casa se asociarán con la respuesta de colgar el abrigo.
También Guthrie postuló otros dos métodos para eliminar hábitos indeseables: el método de la fatiga y el método del umbral. El primero de ellos consiste en hacer que un acto indeseable se repita muchas veces hasta que se produzca una “fatiga” y no haya más respuesta; este “no responder” queda asociado entonces a los estímulos que antes causaban la conducta indeseable. El método del umbral, por su parte, consiste en presentar con muy poca intensidad los estímulos que provocan la conducta indeseable. De esa manera, no se presenta la respuesta indeseable y sí otras respuestas, las que se asociarán entonces con los estímulos. Después, se va aumentando poco a poco la intensidad de las señales, pero sin permitir que sobrepasen el “umbral” y desaten la respuesta indeseable. Por ejemplo, si queremos domar un potro arisco, habrá que ponerle primero una manta muy liviana sobre el lomo, para luego ir aumentando gradualmente el peso de la manta, hasta llegar a ponerle la montura y por último un jinete.
RESUMEN
La teoría conductista, fundada por John Watson, considera que el objeto de la psicología debe ser la conducta objetivamente observable y mensurable. Rechaza el introspeccionismo como método de estudio de la ciencia psicológica.
Para el conductismo, la unidad básica de aprendizaje es el hábito que se adquiere por el establecimiento de nexos neuronales entre estímulo y respuesta. Se aprende mediante el encadenamiento de respuestas musculares; todo aprendizaje es, por tanto, un condicionamiento de hábitos.
La formación de hábitos obedece a dos leyes básicas que son la ley de la frecuencia y la ley de la proximidad temporal. El refuerzo no tiene mayor importancia en el aprendizaje, según la posición de Watson.
Guthrie es un seguidor de Watson que simplifica ña posición conductista, planteando que incluso con un solo ensayo es posible que se produzca aprendizaje. Es importante la posición de Guthrie con respecto al castigo, así como sus métodos para la eliminación de hábitos indeseables.
UN BREVE CUESTIONARIO
1. Piéron rechazó los ......................... .... ................ como objeto de estudio de la psicología.
2. Para Watson el aprendizaje es un proceso basado en la ....................... de estímulos y ......................
3. Según Watson, la ...................... es un .......................... del funcionamiento del cerebro.
4. De acuerdo al conductismo, todo aprendizaje es un condicionamiento de ....................
5. Según Guthrie, la única ley que explica el aprendizaje es la ley de ............................
(Las respuestas al cuestionario se encuentran en la página 40)
PALABRAS CLAVE
conductista
hábito
ley de contigüidad
ley de frecuencia
ley de proximidad temporal
método de la fatiga
método del umbral

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