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viernes, 27 de noviembre de 2009

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO ¿Cuáles son las causas del TOC? ¿Tengo yo la culpa?


Algunos familiares se han preguntado, “Si tengo rasgos subclínicos, ¿desarrollaré ese trastorno?”. No hay pruebas que respalden ese vínculo.
De hecho, muchas personas tienen rasgos obsesivo-compulsivos durante toda su vida y no llegan a desarrollar un TOC. Tanto los factores ambientales como genéticos parecen contribuir a la aparición de los síntomas obsesivo-compulsivos. Los últimos estudios genéticos, junto con un análisis de anomalías neurobioquímicas en personas con TOC, indican que este trastorno puede tener un cierto componente genético. Así, varios miembros de una gran familia pueden estar afectados por un TOC u otros trastornos relacionados, como el síndrome de la Tourette (ST). Los miembros de la familia pueden presentar diversos síntomas, obsesiones y compulsiones, ansiedad generalizada, crisis de angustia y tics complejos motores o vocálicos (síndrome de la Tourette). Según los estudios genéticos, existe un índice de concordancia más elevado de TOC en gemelos monocigóticos (cerca del 65 %) que en gemelos bicigóticos (alrededor del 15 %). Hasta la fecha no se han realizado estudios sobre hijos adoptivos o gemelos que hayan crecido separados. Parece ser que las personas afectadas por un TOC presentan una vulnerabilidad genética que se ve influida por situaciones de estrés y factores ambientales, originando la aparición de síntomas.

Aunque la mayoría de las anomalías se asocian a un neurotransmisor llamado serotonina, es posible que también participen otros neurotransmisores. En otras investigaciones se ha sugerido la alteración de algunas regiones específicas del cerebro como causantes de los síntomas obsesivo-compulsivos. Dichas regiones del cerebro son muy ricas en receptores de serotonina y están asociadas al aprendizaje de procesos y a conductas de aproximación/huida. También se han identificado trastornos similares al TOC en el reino animal. Por ejemplo, existe un trastorno consistente en limpiarse y lamerse en exceso que puede afectar a perros, gatos o incluso pájaros. Dicho trastorno produce caída del pelo o de las plumas por lamerse o escarbarse con el pico en exceso, de forma compulsiva. Los daños en la piel pueden causar infección y, en casos extremos, poner en peligro la vida del animal. Por fortuna, los animales afectados responden a los mismos medicamentos utilizados para tratar el TOC, que actúan a través de un mecanismo serotoninérgico.
Pese a que muchas investigaciones científicas se han centrado en factores biológicos, existe una extensa literatura publicada sobre el modelo teórico de aprendizaje del TOC. El modelo más popular se basa en la teoría de dos fases de Mowrer para la adquisición y el mantenimiento de actitudes de miedo y rechazo. En la primera fase de la adquisición, objetos neutrales (retretes, tijeras), pensamientos (“alguien se va a hacer daño”) o imágenes (el demonio) se asocian a miedo/ansiedad, a través de su relación con un estímulo de aversión que produce malestar. En la segunda fase, o de mantenimiento, se refuerza el rechazo de los desencadenantes (situaciones, objetos) ya que así disminuye la ansiedad. Esta explicación es demasiado simplista. Además, los desencadenantes internos (pensamientos, imágenes, impulsos) pueden producir angustia y desatar compulsiones. Por otra parte, las compulsiones no siempre se exteriorizan. De hecho, muchas personas afectadas por el TOC describen compulsiones mentales, como contar, analizar una conversación o comprobar una habitación mentalmente.
Los modelos cognitivos complementan los modelos de conducta o aprendizaje, abordando el proceso cognitivo típicamente alterado en el TOC. Pese a que estos pensamientos tan molestos para las personas con TOC son comunes para la mayoría de nosotros, esas personas experimentan un malestar excesivo, por miedo a que suceda una catástrofe, y les resulta más difícil rechazar ese tipo de pensamientos. Los investigadores del campo cognitivo están estudiando los fenómenos cognitivos (creencias, memoria, procesamiento de la información, actitudes, percepciones) para distinguir los procesos de razonamiento obsesivo-compulsivo de las formas comunes de pensamiento.

Es importante reconocer que el TOC no es “culpa” de la persona afectada. Igualmente, usted, como familiar, ha de saber que no es el causante del TOC; éste no está originado por una determinada educación. Los padres que sufren un TOC temen enseñar a sus hijos a tener los síntomas. Un padre que no para de “lavarse” puede tener un hijo que no para de “comprobar cosas”. Aunque la genética parece desempeñar un papel en el TOC y los hijos imitan a los padres, no es posible aprender la ansiedad que acompaña al TOC de los padres.

Quizá sea humano sentirse responsable de los fenómenos psicológicos que no tienen una explicación única y clara. Es posible que se pregunte a sí mismo:
“Bien, si yo no he sido, ¿cuál es la causa?”. Actualmente, la mejor explicación general es la siguiente: una predisposición genética en la que muy probablemente esté implicado el neurotransmisor serotonina puede determinar que una persona sea vulnerable al desarrollo de un TOC. Ciertos valores, la ética y las creencias personales pueden contribuir a ello, pero los padres no causan el TOC. Todos podemos sentirnos culpables por la forma en que hemos educado a nuestros hijos o hemos respondido a nuestro cónyuge. Culpar a los familiares no conduce a nada. Por el contrario, éstos pueden aprender a participar eficazmente en el tratamiento del TOC y a desempeñar un papel crucial facilitando mejoras funcionales y no favoreciendo la persistencia de los síntomas. Usted, como familiar, puede aprender conductas de apoyo que le alejen de las compulsiones e influir en la evolución de los síntomas de la persona con TOC y en su vida.

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