LA AGRICULTURA PRIMITIVA
De la agricultura primitiva ya hemos hablado en el apartado anterior. Se trata de una arte de subsistencia localizada básicamente en los trópicos y que cultiva tubérculos (ñame, taro, batata, mandioca), aunque este cultivo principal se complementa con otros como algunos cereales (mijo, arroz).
Igualmente, esta agricultura se complementa con la caza y la recolección y la cría de animales, preferiblemente cerdos que hozen solos para reducir el trabajo dedicado a su alimentación. De hecho, en ocasiones la separación entre agricultores y cazadores es a veces muy ligera. Los machiguenga cultivan la mandioca (65%) y maíz. Sin embargo, la caza, la pesca y la recolección son muy importantes en su dieta y en su cultura.
En la agricultura primitiva cabe distinguir la agricultura de barbecho largo, propia de la selva, la agricultura de barbecho corto, propia de la estepa o la sabana y la agricultura intensiva y del arado. La agricultura de barbecho largo implica un período de 10 a 15 años de regeneración de la selva. Los calveros limpiados exigen una importante aportación de trabajo para eliminar la vegetación y cortar los árboles, muchos de los cuales se mantienen en los huertos una vez quemados. En este tipo de agricultura el lavado continuo de los suelos por parte de la pertinaz lluvia así como las altas temperaturas hace que los nutrientes sean arrastrados o que se evaporen antes de pasar al subsuelo. En estas condiciones, la enorme biomasa quemada permite disponer de dos o tres buenas cosechas, momento a partir del cual la productividad decrece drásticamente, acelerada por la falta de protección de las copas de los árboles y por la emergencia de la maleza, ahora con abundante luz. Hachas, palos de excavar con la punta endurecida al fuego o con algún refuerzo o apoyo, son los útiles empleados en esta agricultura.
En el caso de la agricultura de barbecho corto, el período es de tres a cinco años. En estas condiciones las precipitaciones menores son la principal causa que los terrenos presenten una vegetación menos feraz pero más rica.
Así, es posible la presencia de plantas de la misma especie (cosa que en la selva no es común porque implica la competencia por los mimos nutrientes) y, por ende, la presencia de animales gregarios. Los útiles que se emplean en esta agricultura son similares a los de la agricultura de barbecho largo, a lo sumo con la inclusión de la azada. El estercolado de los campos es conocido y usado en ocasiones. Allí donde los tubérculos constituían el cultivo principal aquí los cereales, principalmente el mijo, suele constituir el cultivo principal.
La agricultura permanente, por su parte, exige la sustitución del ecosistema. Para ello se realizan obras hidráulicas que aseguran el inundado regular de los campos, se construyen balates que permiten cultivar las terrazas y se realiza un trabajo intensivo que permite incluso dos cosechas de arroz o maíz por año. En el siguiente apartado veremos un ejemplo de la cantidad de trabajo que este tipo de agricultura implica. Por ahora sólo comentar que este tipo de agricultura se presenta en el Norte y Nordeste de África, en toda el Asia meridional y oriental, en Indonesia y en algunas islas de Oceanía (Fidji, Nueva Caledonia, Marquesas, Hawaii); por último, también la encontramos en América, en el eje de las antiguas culturas de Méjico y del Perú, con prolongaciones al Norte, hasta el Suroeste de los Estados Unidos (indios pueblo), y el Sur, hasta el Noroeste de la Argentina. (Cf. Valdés, op. cit pág. 165).
En los tres tipos de agricultura comentados hasta aquí, el trabajo humano constituye la fuente principal de energía. Con la agricultura del arado, en cambio, se introduce la fuerza de animales. A la cría de animales que este tipo de agricultura implica hay que añadir otra característica: es posible aumentar la producción aumentando la superficie cultivable y manteniendo la tasa de trabajo humano relativamente constante. No obstante, la agricultura del arado utiliza la sucesión de cultivos y el barbecho para regenerar la fertilidad de las tierras, ahora ayudadas por el estiércol de los animales. No obstante, es necesario disponer de pastos o cultivos para alimentar a estos animales, hecho que supone una limitación al crecimiento de este tipo de agricultura. La agricultura del arado no está en absoluto generalizada. Se conocía, antes de la expansión europea, en el Norte de África, Eurosia, Asia meridional y zonas de Indonesia.
EL PASTOREO
A nivel de flujo energético, la ganadería es comparativamente menos eficiente que la agricultura. Si la energía solar constituye el 100% de la energía disponible, las plantas son capaces de sintetizar entre un 1 y un 3% de esa energía. Por tanto, el consumo de los productos animales herbívoros será comparativamente menos eficiente que el consumo directo de plantas.
Sin embargo, como sabemos, la carne contiene proteínas indispensables en la dieta humana de difícil adquisición a través solamente del consumo de vegetales. De ahí que muchos pueblos agricultores críen ganado.
Podemos establecer tres grandes tipos de pastoreo en función de su grado de combinación con la agricultura: la agricultura alternada con el pastoreo, la trashumancia y el pastoreo nómada. Veamos cada uno de ellos.
La agricultura alternada con el pastoreo intenta aprovechar biotopos alternativos mediante la residencia alternada entre los campos de cultivo (residencia permanente) y las zonas de pastoreo. Esta forma de producción está presente en África del Norte y Nordeste, Sudán y África Sud- Occidental.
En la trashumancia nos encontramos con un cuerpo de pastores especializados que llevan a los rebaños a los pastos de verano en zonas altas y, a continuación retornan a los pastos de invierno y las zonas de barbecho (Europa, Oriente Medio, Tíbet).
La tercera forma de ganadería, extrema en apariencia, es la de los pastores nómadas. Los pastizales más apropiados para la cría de animales son los de la sabana pero éstos son ocupados por agricultores. Este modo de vida lo encontramos en el cinturón árido que recorre el Norte y el Oriente de África –también en África Austral --, Arabia, Persia y se extiende hasta Mongolia.
Igualmente, de una forma menos especializada la podemos encontrar en las estepas del Norte de Euroasia.
De hecho podemos pensar en dos tipos de pastoreo nómada, el horizontal y el vertical (Eickelman, 1981:64). En el pastoreo horizontal se producen grandes movimientos en busca de agua y pastos a lo largo de todo el año en condiciones ambientales semejantes. Éste es el caso de las tribus “nobles” pastores de camellos de la Península Arábiga y de los árabes Kababish del norte del Sudán, los cuales disponen de cabañas de camellos, ovejas y cabras. También lo es en el caso de los khazak o kazacos del Asia Central, pastores de caballos, camellos, ovejas, cabras y ganado vacuno, guerreros agrupados en tribus y hordas dirigidas por un khan.
El pastoreo vertical, en cambio, implican desplazamientos estacionales entre diferentes zonas ecológicas entre las llanuras y los pastos de las montañas.
Esta forma de pastoreo suelen incluir el uso de la agricultura y rebaños de ovejas y cabras. Está presenten en Irán, Iraq y Marruecos. Estos pastores nómadas realizan un aprovechamiento intensivo de los recursos a través de itinerarios de pastizales y de la cabaña heterogénea de animales. Los itinerarios suelen estar perfectamente definidos y se ajustan a calendarios flexibles y complejos.
El modo de vida de los pastores nómadas es extremadamente laborioso (50 o más cabezas por persona). Implica la conducción de los rebaños, la vigilancia, la construcción de abrigos, el suministro de alimentos complementarios, abrevar (a menudo sacando agua de los pozos), castrar a los machos, asistir los partos de las hembras, cuidar a las crías, el herrado y marcaje de los animales.
La dieta de los pastores incluye poca carne (animales enfermos o robados), leche, quesos, yogurt, mantequilla, el sangrado (África). Las materias primas son abundantes: cueros, telas de pelo de camello, lana, estiércol como elemento constructivo y como combustible, etc.
El modo de vida de los pastores, incluso el de los pastores nómadas incluye el intercambio regular de productos con los agricultores (cereales, dátiles, frutos, lana, etc.). La guerra y el pillaje forma parte del modo de vida de estos pueblos, posiblemente como consecuencia de la ventaja que provoca su extraordinaria movilidad y por su difícil equilibrio en las estepas y los desiertos. Entre los kazacos, por ejemplo, es impensable el robo dentro del grupo pero en cambio es considerada una actividad perfectamente legítima el asalto de las caravanas y las incursiones en otros pueblos.
La organización política de los pastores nómadas es el del clan cónico (beduinos) o bien los linajes segmentarios (nuer). Excepto en el caso de los tuareg la filiación es patrilineal. En el primer caso, la tribu y el clan tienen el mismo nombre qbila, aunque para los beduinos no parece implicar contradicción. Las tribus tienen sus propios mitos de origen, implican una adhesión sincera y son unidades más o menos corporativas. Una tribu suele estar constituida por unos seis clanes. Una característica de los clanes cónicos es que, al primar la primogenitura, ayuda a la creación de jefaturas.
Los príncipes y los jefes tribales son más ricos que el resto y disponen de recursos e influencias que no están al alcance del resto de la población.
Ahora bien, la tendencia a la segmentación de los grupos de parentesco por una parte y la movilidad de las tribus por otra, hace difícil sino imposible, la concentración de un poder político estable.
La presión para la sedentarización de los pastores nómadas ha sido creciente desde la Primera Guerra Mundial. La paz colonial, la mecanización y el consecuente descenso de la demanda de camellos y transporte en camiones han llevado a este modo de vida a la práctica desaparición. Ya en 1970 en el Oriente próximo solamente un 1% de la población de Oriente Próximo era nómada.
La creación de reservas naturales ha provocado a menudo la exclusión de pastores nómadas, no consultados. Un ejemplo de ello es la reintroducción del orix en Omán mediante la creación de una reserva. La competencia entre orix y cabras y camellos fue uno de los muchos problemas creados a las poblaciones nómadas, que además consideraban suyos los territorios bajo protección. Otros ejemplos los tenemos en 1941 cuando miles de bereberes fueron excluidos de un área de 40,000 Ha para crear el Toubkal National Park en Marruecos. En el Norte del Sahel pasó lo mismo para crear el Zakouma National Park. 20,000 masais tuvieron que abandonar el Serengueti en Tanzania para la creación del parque natural del Ngorongoro.
En general, los masais, los bereberes, los beduinos, los qashqai, los kirgiz, los khazak, los mongoles, los shoshones, los apaches, han sido obligados a abandonar sus territorios históricos.
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