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domingo, 27 de diciembre de 2009

Aprendizaje constructivista: problematica educativa -1-


TEORIA DEL APRENDIZAJE CONSTRUCTIVISTA
Ramón Abarca Fernández
“Poned los problemas a su alcance y dejádselos resolver. Que no sepa nada porque se lo habéis dicho, sino porque él mismo lo haya comprendido; que no aprenda la ciencia, que la invente”. (J. J. Rousseau en El Emilio)

PROBLEMÁTICA EDUCATIVA

Nos encontramos con la necesidad de superar la contraposición entre el enseñante y el animador en el sentido de:

1)      Esbozar una renovada figura profesional de educador-animador para quien la función docente no es solamente “transmisión” de cultura, sino “elaboración” de cultura, estimulación a la “participación” y a la “formación humana y crítica”, “experimentación”, y


2)      Reservar a los animadores de profesión tareas de actualización-formación de los formadores respecto a una serie de técnicas (de acercamiento, de socialización, liberadoras, de sucesión lógica, descondicionantes, de la transmisión del objeto, de conocimiento, de concentración, de compromiso, de comunicación, para seguir la enumeración y el orden dados por F. Pastore).


Esta posición permite superar tanto la perdurable división entre animación y estudio, entre actividades libres y materias, tal vez apoyada por posiciones “progresistas” que continúan sacando manuales de práctica didáctica en las diferentes ramas de la animación (dramática, audiovisual, musical, expresivo-figurativa, tecnológica y psicomotora), como la identificación extremista de la libre expresión con el supuesto metodológico de una praxis educativa revolucionaria, con la totalidad de la comunicación didáctica, con el fundamento psicopedagógico de una cultura alternativa, con la higiene mental, con la “experiencia descriptiva del pensamiento epistemológico y existencial moderno” (Merciati-Fioretti-Contini).


La animación no puede ser reducida a un conjunto de técnicas, se trata más bien de una intervención cultural dirigida a la renovación de la escuela, tanto por lo que se refiere a los procesos educativos como a la posibilidad de modificar las actitudes de los docentes y de los padres. Con la animación hay que intervenir no para aligerar las materias (por ejemplo “dramatizando” la historia) o simplemente para sustituir los viejos contenidos, sino para actuar de modo que se posibilite en el educando el desarrollo tanto de capacidades críticas como creativas.


Creatividad, entendida como capacidad y necesidad de pensar en la realidad, no separando espíritu crítico y racionalidad del momento fantástico. La animación cultural debe ser introducida en un proyecto político-pedagógico de renovación de la escuela, de sus métodos, de sus contenidos, y en un proyecto educativo que contenga, entre los objetivos a alcanzar, no sólo capacidades cognitivas, sino también habilidades psicomotoras y comportamientos afectivos; que prevea actividades didácticas dirigidas a favorecer la expresión individual y de grupo mediante los diferentes lenguajes (verbal, escrito, paralingüístico, kinésico, icónico, audiovisual, musical, etc.) partiendo de la realidad socio-ambiental en la que crecen niños y jóvenes, para alcanzar una nueva apropiación y para realizar una posible intervención modificadora de las mismas.


El problema de la educación es un problema de soluciones prácticas y no de puro conocimiento teórico. El verdadero problema del pedagogo no es el de tener un sector de la educación más iluminado que antes, sino, el de usar todos los instrumentos necesarios para iluminar todo el campo. La observación teórica de un objeto no estudia el objeto en su totalidad, sino que sólo indica las ideas útiles para una elaboración teórica.


La psicología no estudia al hombre, sino el comportamiento del hombre; la sociología no estudia al hombre, sino su capacidad de relación, etc. Con todo, para indicar lo que el hombre tiene que hacer no es suficiente saber “en parte” (cualquiera que ésta sea) quién es él.


Consecuentemente, tanto la psicología como la sociología deben colaborar en la acción del educador que ha de arriesgarse en la tarea educativa, aún a sabiendas de exponerse a equivocarse; ante el riesgo no sólo se le pide prudencia y justificación. Riesgo no quiere decir locura o insensatez, sino iniciativa y avance; pues:


-Es preciso dialogar con el educando, sistema muy diferente al de los “sermones” y “rollos”. El diálogo es ayuda y comprensión, es responsabilizar al educando frente a la libertad por él estimada.

-Las formas patrocinadas por la educación nueva para realizar la educación en la libertad son:

a.       La cogestión, apta para la educación general, en los niveles superiores de la primera etapa y en todos los restantes.

b.      La autogestión, ensayable ya en la segunda etapa de educación, y de posible implantación en el bachillerato, institutos y niveles universitarios.

c.       La educación individualizada y personalizada, que atiende a las peculiaridades del sujeto y es partidaria de las bases antropológicas sobre las que descansa la educación personalizada: la originalidad, iniciativa y libertad.

De esta forma, no puede abordarse la educación con este o aquel sistema teórico, simplemente, porque es un problema práctico el que hay que resolver.



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