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martes, 15 de diciembre de 2009

LA FAMILIA ACTUAL: INFLUENCIA DEL DINERO EN LA FAMILIA ENSAMBLADA


LA CRISIS ECONOMICA Y LOS TEMAS DE DINERO 
EN LA FAMILIA ENSAMBLADA
 Dra. Dora Davison

Después del manejo de la disciplina, la organización de las finanzas es uno de los mayores desafíos que deben enfrentar las familias ensambladas. “Por más altos que sean los ingresos, nunca son suficientes”, comenta un padre que divide sus entradas entre su nueva familia y el otro hogar de los chicos.
La crisis desatada en la Argentina (en 2001) puso a prueba a muchas familias que vieron disminuir sus posibilidades económicas hasta límites desesperantes. La falta de visibilidad social de las familias ensambladas (segundos matrimonios o uniones de hecho, con hijos de un matrimonio anterior), hace que muy pocos reparemos, que en ellas los gastos se duplican y a veces hasta se triplican. No es de extrañar que en tiempos de crisis, el nivel de estrés se incremente en forma inversamente proporcional a la rentabilidad de los ingresos, ¡cuánto más en las familias ensambladas!
Aún en épocas normales, la administración del dinero es una tarea especialmente sensible y compleja en estas familias, conocidas popularmente como “los tuyos, los míos y los nuestros”. En nuestra experiencia, hemos visto que los principales temas de discusión giran alrededor de “quién gana la plata”, “en quién se gasta”, “en qué se gasta”, “cómo se gasta”, “quién paga los gastos de los chicos”, “a qué chicos se destina el dinero” y muchos otros dependiendo de cómo haya sido el divorcio, del tipo de relación actual entre los dos hogares de los chicos, de la disponibilidad económica, de que la mujer tenga un trabajo remunerado o no, etc.
Hemos visto mujeres que se sienten culpables por sumar una carga monetaria a su nuevo cónyuge; hombres heridos en su orgullo por verse obligados a aceptar el aporte que viene del “ex” de su esposa para alimentar a los chicos; ex - esposos que retacean la cuota bajo la sospecha de que los disfruta el nuevo marido de su anterior esposa.
El rol de "proveedores económicos" que tradicionalmente cumplen los varones, aumenta el nivel de estrés familiar en los hogares ensamblados cuando el padre biológico no pasa alimentos, lo hace en forma irregular o la cuota es insuficiente y la mujer no cuenta con recursos propios. Otras veces, los hombres se sienten tironeados entre sus compromisos actuales y los reclamos de su ex – esposa.
Cuánto se gasta en cada hogar, es un interrogante sobrecargado emocionalmente cuando constituye la medida de “cuánto me querés” o “a qué hijos preferís”. Una joven esposa - que consideraba excesivo el dinero que su marido le pasaba a la ex para la manutención de los hijos - movida por el enojo se negó a aceptar un trabajo bien remunerado que habría descomprimido la apretada economía familiar. Un gasto inesperado para los chicos que deja a la madre satisfecha, puede enojar a la esposa o a la inversa cuando se da la situación contraria.
Los temas relacionados con las finanzas suelen ser el vehículo de sentimientos hostiles que involucran a los menores. Hemos escuchado a una madre decir: “Lo que tu padre me pasa, no me alcanza para comprarte zapatillas”, y más tarde el hijo reprochar a su padre: "¡vos no le das a mamá el dinero que necesitamos!".
La diferencia de ingresos en los dos hogares, suele acarrear fuertes tensiones difíciles de resolver. Diferentes estilos de vida, ropa, educación, juguetes, vacaciones, requieren de la buena voluntad y disposición de los adultos para que los chicos en posición inferior no se sientan menoscabados. Un padrastro que – pudiendo hacerlo - se niega a aportar a la manutención de su hijastro aduciendo que ello es responsabilidad del padre, si bien está en lo cierto, también puede estar encubriendo con su actitud un serio conflicto conyugal.
Los problemas en torno a la manutención de los hijastros, se ponen en evidencia en ocasiones en que el padrastro sin tenerlo previsto es impelido a cubrir sus gastos. Cuando además, tienen sus propios hijos, suelen quedar atrapados entre los compromisos previos con el otro hogar de sus chicos y las obligaciones actuales. Si no cuentan con recursos económicos suficientes - o se niegan a solventar todas las necesidades - se involucran en arduas e interminables discusiones alrededor de quién afronta los gastos de sus hijastros. La tensión entre los miembros de la familia ensamblada crece y termina por destruir las relaciones.
Los hombres recasados a menudo se quejan de ser el único sostén de varios hogares. Pero, si la presencia de niños pequeños impide a la madre salir a trabajar, lograr acuerdos que contemplen esa situación se convierte en una tarea ineludible. Cada familia, deberá encontrar una solución que beneficie fundamentalmente a los chicos: en algunas, el padrastro tendrá que ceder, en otras, la madre tendrá que conseguir un trabajo remunerado y otras veces, lamentablemente habrá que reclamar alimentos por la vía legal.

La creciente entrada de las mujeres en el mercado laboral, trae alivio a las tensiones familiares producidas por temas económicos y libera a los hombres de su pesada carga. Pero, si al mismo tiempo no se acompaña de una redistribución de las tareas domésticas y del cuidado de los niños, es la mujer quién deberá soportar la sobrecarga de una doble jornada laboral.
En el caso específico de las familias ensambladas, un ingrediente adicional a tomar en cuenta, es el hecho de que en las primeras etapas, sólo el padre biológico goza de autoridad suficiente como para imponer disciplina a los chicos. Hay padres que argumentan: “Yo debo trabajar fuera de casa todo el día, no puedo ocuparme”, pero entonces, deberá hacerles saber a sus hijos que en su ausencia delega su autoridad en la madrastra, a quien deberán obedecer como si se tratara de él mismo.
Si a todo esto le agregamos, que a muchos hombres y mujeres, habituados después del divorcio a manejar su propio dinero, les resulta dificultoso compartir su administración al volver a casarse, comprenderemos que las finanzas no son un tema menor en las familias ensambladas y que de sus implicancias depende, muchas veces, su continuidad.
Cada cónyuge aporta a la familia ensamblada recursos originados con anterioridad al nuevo matrimonio. Pero, alcanzar la estabilidad en relación con las finanzas, es un proceso largo que ha sido estudiado por Anna y Edward Meltzen, investigadores de la Universidad de Missouri, USA. Ambos, llegaron a la conclusión de que las parejas ensambladas pasan por cinco etapas**:
1° Etapa. “La vida color de rosa”. Previo al matrimonio y al comienzo de la vida marital, todo es muy romántico. “¡¿Quién quiere hablar de ingresos, cuotas alimentarias y obligaciones financieras cuándo se come con velas y flores?!”
2° Etapa. “No hagamos olas”. Cuando la realidad de la vida cotidiana se impone, el resentimiento y la culpa empiezan a teñir los pensamientos: “Ahora, ¿qué derecho tengo a quejarme?, sí yo supe desde el primer momento que tiene obligaciones económicas hacia sus hijos” o “¿Qué razón tengo para sentirme molesto?, yo sabía cuando me casé con ella, qué la educación de sus hijos, le ocasionan muchos gastos”. Pero, en esta etapa estos temas aún no se discuten por temor a dañar la relación.
3° Etapa. “Pongamos las cosas en claro”. La pareja se da cuenta de que es necesario hablar abiertamente sobre estos temas. Es una época dolorosa y difícil, salen a la luz las frustraciones, las expectativas no cumplidas, las ilusiones que se quiebran, pero también es el momento en que se sientan las bases de una confianza mutua y un trabajo en equipo.
4° Etapa. “Ahora, pongámonos de acuerdo”. Las parejas que superan la etapa anterior, arriban a acuerdos para hacer frente a los compromisos previos, organizar presupuestos, administrar y distribuir el dinero, y afrontar los problemas financieros sobre bases más realistas.
5° Etapa. “¡Por fin alcanzamos la estabilidad!". El tiempo y la experiencia, dan paso a un sentimiento de control sobre las cuestiones económicas, la pareja toma decisiones en conjunto y realiza los ajustes necesarios para afrontar los cambios que se suceden a lo largo de la vida familiar ensamblada.
Todo el proceso lleva alrededor de 4 años, pero los Metzen, advierten: “Las parejas recasadas, no deberían ser ingenuas y creer que las cosas van a funcionar, si no trabajan en ellas”.
Varios autores señalan que si hay cuestiones de dinero o bienes en conflicto, toda la dinámica familiar se ve afectada, por lo cual el manejo de las finanzas debiera ser un tema a tratar previamente al recasamiento. Sin embargo, hemos aprendido que hablar de dinero en asuntos de amor es vergonzoso o de mal gusto, de ahí que muy pocas nuevas parejas se animen a abordar el tema antes de la unión.
Desde el momento, que el dinero se comparte con el otro hogar de los chicos, la pareja debiera tratarlo como un tema natural y necesario, más que difícil o penoso. Cuando así no ocurre, se da paso a los supuestos y malos entendidos: “suponía que él me iba a dar dinero sin que yo se lo pidiera”; “el dinero lo manejo yo y ella debe adecuarse a lo que yo pueda”; “va a pensar que le paso a mi ex, más de lo que digo”; “¿cómo le digo que la mamá de los chicos...?”.
Quienes somos consultados en razón de las dificultades por las que atraviesa una familia ensamblada, no deberíamos eludir explorar los temas financieros. Si bien no hay una formula aplicable por igual a todos los casos, auspiciar el diálogo abierto y sincero en la pareja, parece ser el común denominador.A diferencia de las familias nucleares, hay parejas ensambladas que se sienten más cómodas manteniendo y manejando sus ingresos cada uno por separado; otras prefieren poner todo el dinero en una sola canasta para los gastos de la casa y mantener cuentas separadas para los chicos; hay quienes optan por cuentas separadas y un tercer pozo “en conjunto” para los chicos. En general, pareciera dar mejores resultados reunir todos los ingresos cuando hay niños pequeños, y mantener separadas las entradas de los adultos cuando hay chicos más grandes.
Sea como fuere, lo importante es lograr un acuerdo emocionalmente satisfactorio para todos los involucrados. Cuando se hace imposible arribar a esos acuerdos, es muy probable que estén interfiriendo emociones negativas – resentimientos, enojos, celos, frustraciones -, entonces es imprescindible ocuparse primero de esos sentimientos.
En los tiempos que corren, en que las familias - más allá de su forma - ven disminuir diariamente sus recursos económicos, el diálogo y la creatividad se tornan imprescindibles. Precisamente en estas circunstancias, es cuánto más obligado está el profesional a conocer las diferencias estructurales y dinámicas entre las familias nucleares y las ensambladas, ya que el modo de abordar sus conflictos no es la misma y tampoco ... cuando de dinero se trata.
*Articulo publicado por la revista Derecho de Familia, editada por LexisNexis. Abeledo-Perrot. N° 22 Septiembre 2002. Buenos Aires.
 
**Julie Tripp Stepparenting: Stepfamily Finances. A collection of Stepfamily Association of America Inc ‘s best articles and research findings. Stepfamilies Quaterly Summer 1992.

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