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martes, 15 de diciembre de 2009

LA FAMILIA ACTUAL: LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO


Dora Davison - Ed Vergara


 Las fiestas de fin de año son eventos que se celebran alrededor de la mesa familiar. Por lo común crean tensión en la mayoría de las personas, pero aún más, en quienes conforman una familia ensamblada.

La llegada del nuevo año y la despedida del que se va, hacen de esta época, un tiempo de balance. Los sentimientos de pérdida, tristeza y lealtades divididas, reaparecen especialmente en los chicos cuyos padres se han separado. Para ellos, las fiestas encierran reminiscencias de lo que era su vida, antes de la separación.
En las familias ensambladas, los chicos están atentos a los preparativos para la celebración en ambos hogares y dividen el tiempo entre uno y otro. Pueden, pasar la Noche Buena y la Navidad con un padre y recibir el Año Nuevo con el otro. Igual disposición se da cuando se trata de otras celebraciones religiosas.
Como la organización de las fiestas tradicionalmente está a cargo de las mujeres, las madrastras, por lo general, se esfuerzan para que “todo salga de primera”, pero perciben que nada de lo que hacen es verdaderamente valorado por los chicos. La realidad es que ¡por más que se esfuercen nada será tan bueno para los chicos, como las fiestas que se celebraban, cuando sus padres vivían juntos!.
Sin exigirse demasiado, siempre es posible compartir la espiritualidad de las fiestas, involucrar a los más jóvenes en los preparativos, preguntarles acerca de alguna comida especial o abrir juntos los regalos, adornar juntos el árbol navidad.

Las “familias ensambladas exitosas”, planifican cuidadosamente hasta los menores detalles para evitar sorpresas desagradables. La distribución de tareas, responsabilidades y contribuciones de cada miembro deben incluir al otro progenitor en lo que se refiere a con quién y dónde pasaran los chicos las fiestas. La espontaneidad puede crear serios inconvenientes, cuando el tiempo, el dinero y los compromisos, se comparten con el otro hogar de los hijos.
Para planificar con éxito, hay que hacerlo con anticipación, tomando en cuenta las expectativas de todos, grandes y chicos. Es normal que al principio haya desacuerdos: un padrastro o una madrastra sin hijos pueden querer un fin de año más íntimo, en tanto que su cónyuge y sus hijastros preferir un festejo más familiar. Como en el caso de las vacaciones, primero habrá que desechar las expectativas que no se adecuan a la realidad de la familia ensamblada, para luego conciliar creativamente aquellas que son posibles.

Un padrastro recién casado y sin hijos, esperaba despedir el año con su esposa en una cena íntima. Afortunadamente, pudo darse cuenta a tiempo que esta expectativa por atractiva que fuera, no correspondía a la realidad de su nueva familia, porque excluía los hijos de su esposa. Como tampoco deseaba una fiesta demasiado familiar, acordaron cenar todos fuera de casa y luego ir a ver los fuegos artificiales.

Otras veces, las expectativas de la pareja ensamblada responden más al modo de celebración propio de la familia tradicional: la pareja junto con los hijos de ambos.

Una típica pareja “los tuyos, los míos y los nuestros”, acostumbraba a festejar el Año Nuevo con todos los chicos. El año que la ex esposa del padre, decidió viajar al exterior con sus hijos, se creó una situación muy penosa para ellos. A pesar que los hijos del marido tenían la oportunidad de hacer un viaje muy interesante, la pareja estaba realmente triste y enojada con la mamá de los chicos; sentían que su familia había sido atacada… ese año no estarían todos juntos celebrando alrededor de la mesa. Esta pareja ensamblada tuvo que enfrentarse a la realidad de no ser una familia nuclear.

A diferencia de la familia nuclear tradicional, el modo de celebrar las fiestas no se instala espontáneamente. Por el contrario, implica un esfuerzo de acomodación recíproca entre los gustos diferentes de sus integrantes, los ritos, las costumbres y tradiciones adquiridos en otro hogar. Para ello, las familias ensambladas, requieren una buena dosis de flexibilidad e ingenio. Podría decirse, que al propio estilo de celebración hay que construirlo casi artesanalmente con las viejas y las nuevas costumbres. Paulatinamente y al cabo de algunos años, queda establecida una forma propia, que para cada familia ensamblada guarda en su entramado, lo más valorado por cada uno de sus miembros.

Como los padres biológicos y sus hijos tienen una historia en común, es lógico que compartan recuerdos de otras fiestas, que son  ajenos a los padrastros o madrastras. Esto da lugar, a que lo nuevos miembros puedan verse perturbados porsentimientos de exclusión, especialmente, si no tienen hijos. Como ocurre en otras oportunidades, tales sentimientos son una consecuencia de la estructura de la familia ensamblada y deben ser tomados por sus esposos con absoluta seriedad, brindarles la comprensión y el apoyo que necesitan.
Un poderoso recurso, consiste en aprender a identificar los propios sentimientos y luego animarse a conversarlos abiertamente con el cónyuge, quien, a su vez, debe estar dispuesto a escuchar sin criticar y a entender el punto de vista de su pareja. Darse cuenta que las cosas no son exactamente “tal cual las vemos”, sino que “son así”, sólo “desde nuestro punto de vista”, favorece el diálogo y la comprensión.

No todo se relaciona con las fiestas del pasado en la familia ensamblada. La nueva realidad trae otras satisfacciones: la presencia de abuelos y abuelastros, miembros biológicos y ensamblados brindando juntos, más chicos jugando, más regalos en el árbol y más deseos de buenos augurios son sólo algunos de los aspectos positivos. A medida que la familia se estabiliza, las pérdidas del pasado van perdiendo actualidad, quedando atrás en el lugar de los recuerdos.
Vacaciones con hijastros

“..La pareja rumbo al mar lleva seis meses de casados y éstas son sus... ¡primeras vacaciones en familia!
 Para ella es su primer matrimonio, el segundo para él. Desde el comienzo, los hijos del esposo - de 9 y 11 años -  han ido “de visita” al nuevo hogar, dos veces por semana, un fin de semana por medio y ahora pasarán todos juntos las vacaciones. Lo usual.
Mientras él maneja con aire despreocupado, ella sueña con los momentos románticos que pasará con su marido y... ¡espera que los chicos no interfieran demasiado!
Los chicos - en el asiento de atrás – recuerdan otras vacaciones, cuando iban de pesca con su papá. Durante varios años - después del divorcio – veraneaban en la playa con el papá y después iban al campo, a casa de la abuela con la mamá. Quieren qué este año sea tan divertido como los anteriores y...  ¡esperan que “ella” no se entrometa demasiado!
Seguramente, el hombre “tironeado” entre las expectativas de su nueva esposa y las de sus hijos, tratará de conformar a todos sin lograrlo.
Subrepticiamente el conflicto estalla en medio de las ¡tan ansiadas vacaciones!

Cuando llegan las vacaciones, todos queremos disfrutar a pleno y dejar atrás las tensiones cotidianas. Según sus preferencias y posibilidades, las familias parten rumbo al destino elegido, con una sola consigna: ¡divertirse y pasarla bien!

Pero... las vacaciones suelen ser acontecimientos complicados para las familias ensambladas. Por un lado, la presencia de nuevos miembros con gustos, hábitos y costumbres diferentes, requieren poner a prueba la capacidad de negociación. Chicos acostumbrados a veranear en la playa, donde esperan encontrarse con amigos, pueden desencadenar un conflicto cuando los adultos deciden cambiar por las sierras. Por otro lado, como la pareja y los chicos pasan más tiempo juntos, la situación alimenta expectativas más acordes con la familia tradicional que con la realidad de la familia ensamblada. Las familias ensambladas no debieran alentar el mito de ser “la gran familia feliz de vacaciones”, para evitar equívocos y frustraciones.
Los sentimientos y los anhelos que muchas veces, irrumpen en el ánimo de padres biológicos, esposos, padrastros, madrastras, hijos e hijastros en esos momentos, no son un tema menor.

“Yo sólo dispongo de diez días en todo el año para mis vacaciones, y para mí es importantísimo pasarla bien. No estoy dispuesta a que se me arruinen y después tener que esperar todo un año....” – explicaba una madrastra.

Un padre que se siente culpable por el poco tiempo dedicado a sus hijos durante el año, puede esperar compensarlos en las vacaciones. Una esposa ensamblada puede culparse por no querer llevar a sus hijastros. Los padrastros y las madrastras sin hijos, pueden albergar expectativas más románticas. Las madres y las madrastras con hijos, por lo general, esperan mayor seguridad y apoyo de su esposo. Los padres y padrastros con hijos suelen esperar que nueva su esposa cuide a los niños como una “verdadera madre”.
Las necesidades emocionales de la familia ensamblada, conducen a la pareja a exigirse demasiado. No es posible satisfacer en una semana o en un mes lo que demanda varios años alcanzar. Un viaje romántico para la pareja, que a la vez, sea divertido para los chicos, que fortalezca la relación del progenitor con sus hijos y que además, una a la madrastra o al padrastro con sus hijastros, está destinado al fracaso de antemano.
Cuando se exige menos, las relaciones se distienden y es posible compartir buenos momentos y vivir gratas experiencias.

Las “familias ensambladas exitosas”, aseguran que el secreto está en no tener expectativas irreales, en planificar hasta los menores detalles y tomar las decisiones en conjunto.
Efectivamente, una regla de oro para todos, es: “participar en los arreglos y anticiparse a los hechos”. Las decisiones no pueden tomarse en forma imprevista, ni unilateral. Las posibilidades financieras, el tiempo disponible y las preferencias de cada uno, deben ser cuidadosamente evaluadas. Tampoco, es bueno tomar decisiones movidas por sentimientos de culpa, sólo se conseguirá complicar las cosas debido a que la culpa paraliza e inhibe el diálogo.
 Cada miembro de la nueva familia, debe ser tener la oportunidad de expresar abiertamente sus deseos. De este modo, existirá la posibilidad de revisar y aclarar las expectativas irreales, así como de negociar y conciliar los deseos incompatibles de una manera creativa.

En algunas circunstancias, puede suceder que un chico no lo pase bien, a pesar de todos los esfuerzos realizados por los adultos. Tal vez, el niño verdaderamente necesite un tiempo a solas con su progenitor y en ese caso, será conveniente que ambos salgan solos de viaje por unos pocos días.

Una vez, aclaradas las expectativas de cada uno y las posibilidades realistas, la familia ensamblada, estará en condiciones de programar detalladamente las vacaciones.
Los planes deben incluir momentos a solas de la pareja, momentos a solas de cada progenitor con sus hijos y momentos compartidos con toda la familia. Estos planes cuidadosamente diseñados con las expectativas posibles de realizar de todos y de cada uno, hacen la gran diferencia.
En los momentos a solas, las madrastras y los padrastros sentirán, que son tomados en cuenta como esposas / os, por su pareja. Los chicos, sentirán que no han perdido “del todo” la relación exclusiva con su progenitor y de la que tanto disfrutaban en otras vacaciones. Los buenos momentos compartidos entre todos, contribuirá a desarrollar el sentimiento de identidad y pertenencia familiar.
Una buena formula para lograr acuerdos es:

• diferenciar los problemas de las personas involucradas: “la persona no es el problema”

• expresar los deseos en primera persona sin acusar ni excluir a nadie, recordar decir: “a mi me gusta ...”

• tener una visión positiva

• recordar que comprender el punto de vista del otro, no significa ceder.

Los acuerdos sobre las vacaciones, en lo que respecta a las fechas y el tiempo programado, deben incluir - con suficiente anticipación - al otro progenitor para acordar los tiempos. Obviamente, un cambio de planes de último momento que afecte al otro hogar de los chicos resultará en hostilidades con el consiguiente perjuicio para los niños.

Probablemente, planear las vacaciones con tanto detalle, demandará paciencia y esfuerzo, pero, si la pareja ensamblada quiere disfrutar de unas vacaciones en familia y continuar casados, ¡deberá hacer el esfuerzo!

Vacaciones con hijastros

“..La pareja rumbo al mar lleva seis meses de casados y éstas son sus... ¡primeras vacaciones en familia!
 Para ella es su primer matrimonio, el segundo para él. Desde el comienzo, los hijos del esposo - de 9 y 11 años -  han ido “de visita” al nuevo hogar, dos veces por semana, un fin de semana por medio y ahora pasarán todos juntos las vacaciones. Lo usual.
Mientras él maneja con aire despreocupado, ella sueña con los momentos románticos que pasará con su marido y... ¡espera que los chicos no interfieran demasiado!
Los chicos - en el asiento de atrás – recuerdan otras vacaciones, cuando iban de pesca con su papá. Durante varios años - después del divorcio – veraneaban en la playa con el papá y después iban al campo, a casa de la abuela con la mamá. Quieren qué este año sea tan divertido como los anteriores y...  ¡esperan que “ella” no se entrometa demasiado!
Seguramente, el hombre “tironeado” entre las expectativas de su nueva esposa y las de sus hijos, tratará de conformar a todos sin lograrlo.
Subrepticiamente el conflicto estalla en medio de las ¡tan ansiadas vacaciones!

Cuando llegan las vacaciones, todos queremos disfrutar a pleno y dejar atrás las tensiones cotidianas. Según sus preferencias y posibilidades, las familias parten rumbo al destino elegido, con una sola consigna: ¡divertirse y pasarla bien!

Pero... las vacaciones suelen ser acontecimientos complicados para las familias ensambladas. Por un lado, la presencia de nuevos miembros con gustos, hábitos y costumbres diferentes, requieren poner a prueba la capacidad de negociación. Chicos acostumbrados a veranear en la playa, donde esperan encontrarse con amigos, pueden desencadenar un conflicto cuando los adultos deciden cambiar por las sierras. Por otro lado, como la pareja y los chicos pasan más tiempo juntos, la situación alimenta expectativas más acordes con la familia tradicional que con la realidad de la familia ensamblada. Las familias ensambladas no debieran alentar el mito de ser “la gran familia feliz de vacaciones”, para evitar equívocos y frustraciones.
Los sentimientos y los anhelos que muchas veces, irrumpen en el ánimo de padres biológicos, esposos, padrastros, madrastras, hijos e hijastros en esos momentos, no son un tema menor.

“Yo sólo dispongo de diez días en todo el año para mis vacaciones, y para mí es importantísimo pasarla bien. No estoy dispuesta a que se me arruinen y después tener que esperar todo un año....” – explicaba una madrastra.

Un padre que se siente culpable por el poco tiempo dedicado a sus hijos durante el año, puede esperar compensarlos en las vacaciones. Una esposa ensamblada puede culparse por no querer llevar a sus hijastros. Los padrastros y las madrastras sin hijos, pueden albergar expectativas más románticas. Las madres y las madrastras con hijos, por lo general, esperan mayor seguridad y apoyo de su esposo. Los padres y padrastros con hijos suelen esperar que nueva su esposa cuide a los niños como una “verdadera madre”.
Las necesidades emocionales de la familia ensamblada, conducen a la pareja a exigirse demasiado. No es posible satisfacer en una semana o en un mes lo que demanda varios años alcanzar. Un viaje romántico para la pareja, que a la vez, sea divertido para los chicos, que fortalezca la relación del progenitor con sus hijos y que además, una a la madrastra o al padrastro con sus hijastros, está destinado al fracaso de antemano.
Cuando se exige menos, las relaciones se distienden y es posible compartir buenos momentos y vivir gratas experiencias.

Las “familias ensambladas exitosas”, aseguran que el secreto está en no tener expectativas irreales, en planificar hasta los menores detalles y tomar las decisiones en conjunto.
Efectivamente, una regla de oro para todos, es: “participar en los arreglos y anticiparse a los hechos”. Las decisiones no pueden tomarse en forma imprevista, ni unilateral. Las posibilidades financieras, el tiempo disponible y las preferencias de cada uno, deben ser cuidadosamente evaluadas. Tampoco, es bueno tomar decisiones movidas por sentimientos de culpa, sólo se conseguirá complicar las cosas debido a que la culpa paraliza e inhibe el diálogo.
 Cada miembro de la nueva familia, debe ser tener la oportunidad de expresar abiertamente sus deseos. De este modo, existirá la posibilidad de revisar y aclarar las expectativas irreales, así como de negociar y conciliar los deseos incompatibles de una manera creativa.

En algunas circunstancias, puede suceder que un chico no lo pase bien, a pesar de todos los esfuerzos realizados por los adultos. Tal vez, el niño verdaderamente necesite un tiempo a solas con su progenitor y en ese caso, será conveniente que ambos salgan solos de viaje por unos pocos días.

Una vez, aclaradas las expectativas de cada uno y las posibilidades realistas, la familia ensamblada, estará en condiciones de programar detalladamente las vacaciones.
Los planes deben incluir momentos a solas de la pareja, momentos a solas de cada progenitor con sus hijos y momentos compartidos con toda la familia. Estos planes cuidadosamente diseñados con las expectativas posibles de realizar de todos y de cada uno, hacen la gran diferencia.
En los momentos a solas, las madrastras y los padrastros sentirán, que son tomados en cuenta como esposas / os, por su pareja. Los chicos, sentirán que no han perdido “del todo” la relación exclusiva con su progenitor y de la que tanto disfrutaban en otras vacaciones. Los buenos momentos compartidos entre todos, contribuirá a desarrollar el sentimiento de identidad y pertenencia familiar.
Una buena formula para lograr acuerdos es:

• diferenciar los problemas de las personas involucradas: “la persona no es el problema”

• expresar los deseos en primera persona sin acusar ni excluir a nadie, recordar decir: “a mi me gusta ...”

• tener una visión positiva

• recordar que comprender el punto de vista del otro, no significa ceder.

Los acuerdos sobre las vacaciones, en lo que respecta a las fechas y el tiempo programado, deben incluir - con suficiente anticipación - al otro progenitor para acordar los tiempos. Obviamente, un cambio de planes de último momento que afecte al otro hogar de los chicos resultará en hostilidades con el consiguiente perjuicio para los niños.

Probablemente, planear las vacaciones con tanto detalle, demandará paciencia y esfuerzo, pero, si la pareja ensamblada quiere disfrutar de unas vacaciones en familia y continuar casados, ¡deberá hacer el esfuerzo!

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