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domingo, 3 de enero de 2010

NACIMIENTO DE JESÚS EL CRISTO -21-


De todos es conocido nuestro interés por investigar las narraciones antiguas a la luz de la nueva técnica y de la nueva lógica del Siglo XX. Ciertamente muchos fenómenos milagrosos tienen hoy una clara explicación de acuerdo a la ciencia extraterrestre, que como todos sabéis inspira nuestra búsqueda.
Es a partir de las manifestaciones de estos seres por medio de los contactados, por lo que podemos rebuscar en el pasado y traer imágenes y hechos a la comprensión de nuestra preparación intelectual. Y para hacerlo debemos desintoxicarnos de los complejos doctrinales y de la ritología en la que queramos o no nos han hecho movernos a lo largo de este tiempo pasado. Decimos esto porque vamos a transcribir fragmentos de los Evangelios Apócrifos que hacen alusión al nacimiento de Jesús en forma absolutamente paranormal y para hacerlo queremos contar en forma ejemplarizada lo que allí pudo haber pasado e intercalar los textos citados para que seáis vosotros a discernir de acuerdo a la madurez de cada uno.
"José y María, ésta en estado avanzado de gestación, caminaban hacia Belén en la noche más trascendente de toda su existencia. Sin quererlo y quizás ignorando toda su significación, iban a interpretar el pasaje más alucinante de la Historia de la Humanidad.
Una cueva cercana fue el único cobijo donde aquellos seres humildes pudieron reposar al abrigo del intenso frío nocturno del mes de octubre. Eran los primeros días de aquel bendito mes y aquella niña, casi mujercita, María, había sido programada y seguida por toda una conciencia operativa extraterrena que no había dejado nada al azar.
La propia madre de María, de nombre Ana, había experimentado en su propio cuerpo lo que ella, pobre mujer de un pastor, creía que era un milagro, cuando en realidad se trataba de una inseminación genética dirigida y planificada por los seres del espacio desde su perfecta y casi omnipotente tecnología. Y debía ser así puesto que el nacimiento de Jesús y su misión debían revestirse de toda la calidad y pureza más elevadas que el ser humano podía concebir. Era necesario crear un vehículo perfecto para el Cristo y de ahí que e1 tratamiento genético se planificara mucho antes de que María se acercara a la cueva del nacimiento."
"Y he aquí que se presentó un ángel de Dios, diciéndole: Ana, Ana, el Señor ha escuchado tu ruego; concebirás y darás a luz y de tu prole se hablará en todo el mundo" (Protoevangelio de Santiago IV I)
Y así Ana concibió y dio a luz a aquella dulce mujercita llamada María que fue confiada al cuidado y como esposa a José.
Todavía recordaba María cómo en todo momento fue tutelada por aquellos seres de luz:
"...Desde tercia hasta nona se ocupaba de sus labores; desde nona en adelante consumía todo el tiempo en oración, hasta que se dejaba ver el ángel del Señor de cuyas manos recibía el alimento..." (Evangelio de Ps. Mateo VI 2)
Y aquellos seres de luz o viajeros del espacio prepararon desde su astronave con sumo cuidado a aquella madrecita, por medio de una alimentación adecuada y rica, puesto que las maneras y modos hebreos no habrían sido adecuados en este caso.
Siempre estuvieron vigilando los extraterrestres a María, y también le anunciaron con tiempo la misión para la que había venido y encarnado en la Tierra:
"Mas de pronto un ángel del Señor se presentó ante ella diciendo: No temas María, pues has hallado gracia ante el Señor omnipotente y vas a concebir por su palabra..." (Pro. Santiago XI 2).
Decíamos que habían penetrado en la cueva y comenzaron los dolores propios del parto, hecho este que asustó a José y que precipitadamente debió marchar a buscar la comadrona hasta el pueblo cercano.
Para entonces la gran astronave madre se había situado en la perpendicular exacta del lugar donde reposaba María y toda la actividad interna del inmenso platillo volante se hacía en aquel instante febril, pues el Maestro de los Maestros debía ser sacado del seno materno de aquella Santa Madre hebrea.
"Pero además había una enorme estrella que expandía sus rayos sobre la gruta desde la mañana hasta la tarde, sin que nunca jamás desde el origen del mundo se hubiera visto un astro de magnitud semejante..." (Evangelio Ps. Mateo XIII 7)
El comandante Gabriel, que era el jefe de la astronave, dio las últimas instrucciones al equipo de biólogos y al cuadro técnico para que se precipitara sobre la cueva un pasillo atemporal por el cual podían intervenir y operar a María.
Proyectaron por tanto la burbuja espacio atemporal y subieron a María a la sección médica de la nave, mientras que en el ambiente cercano a la cueva y las zonas limítrofes quedaban atrapados por dicha burbuja en una situación de parálisis total y sin que el tiempo pasara para los testigos ni la naturaleza, que se veía afectada por aquella proyección luminosa.
"Y yo José, me eché a andar, pero no podía avanzar, y al elevar mis ojos al espacio, me pareció ver como si el aire estuviera estremecido de asombro; y cuando fijé mi vista en el firmamento, lo encontré estático, y los pájaros del cielo inmóviles, y al dirigir mi mirada hacia la tierra, vi un recipiente en el suelo y unos trabajadores echados en actitud de comer con sus manos en la vasija. Pero los que simulaban masticar en realidad no masticaban, y los que parecían estar en actitud de tomar comida tampoco la sacaban del plato...Todos tenían el rostro mirando hacia arriba. También había unas ovejas que iban siendo arreadas, pero no daban un paso sino que estaban paradas y el pastor levantó su diestra para bastonearlas con el cayado pero quedó su mano todavía en el aire ...En una palabra todas las cosas eran en un momento apartadas de su curso normal".
Sobre la camilla y absolutamente atolondrada, María contemplaba cómo una extraña máquina que pendía del techo de la instancia irradiaba una luz violeta que penetraba en su vientre y la acariciaba con beatitud. Era inmensamente feliz y una extraña atmósfera de paz y tranquilidad hacían brotar lágrimas de sus negros ojos al ver a un niño pequeñito que salía sin esfuerzo alguno, al unísono de la sonrisa que ya el recién nacido ofrecía a su madre y a sus hermanos del espacio.
No pensaba María que aquel nacimiento era anormal, no señor, pues la alegría de cualquier madre viendo nacer su fruto, aminora e ignora las circunstancias ambientales del parto.
Y así fue cómo casi al instante se vio de nuevo en la cueva, pero esta vez con el niño Jesús en su regazo y ella sin dolor alguno o sin que ningún resto o vestigio de parto hubiera salido de ella. Había sido por la técnica precisa de los extraterrestres y su altísima tecnología que el Salvador del Mundo había salido de su vientre.
Dicen algunos esoteristas y la tradición, que el nacimiento de Jesús se habría dado por la oreja de María y que por eso esta parte del cuerpo tiene forma de feto. Pero no fue por la oreja, no señor, sino por el vientre y por aplicación de la energía biodinámica que estos seres introducen en sus operaciones perfectas.
Y en esto que José, fatigado y con el nerviosismo propio, llega con la partera corriendo, ignorando lo que en realidad había pasado. Lo primero que les sorprendió fue ver encima del paraje la nave extraterrena:
"Al llegar al lugar de la gruta se pararon, y he aquí que ésta estaba sombreada por una nube luminosa..." (Pro. Santiago XIX 2)
Ambos personajes entran dentro de la cueva y se quedan maravillados por el resplandor que la contiene y por la figura maternal de María dando de mamar al pequeño niño.
La comadrona no cree que una Virgen haya podido parir y a su vez haber quedado virgen; es decir sin que se alterase su matriz y la propia naturaleza de esta zona femenina:
"Y, al salir la partera de la gruta, vino a su encuentro Salomé, y ella exclamó: "Salomé, Salomé, tengo que contarte una maravilla nunca vista, y es que una virgen ha dado a luz; cosa que, como sabes, no sufre la naturaleza humana" Pero Salomé repuso: "Por vida del Señor, mi Dios, que no creeré tal cosa si no me es dado introducir mi dedo y examinar su naturaleza". (XX)
"Y, habiendo entrado la partera, le dijo a María: "Disponte, porque hay entre nosotras un gran altercado con relación a ti". Salomé, pues, introdujo su dedo en la naturaleza, mas de repente lanzó un grito, diciendo: « ¡Ay de mi!!Mi maldad y mi incredulidad tienen la culpa! Por tentar al Dios vivo se desprende de mi cuerpo mi mano carbonizada".
Lógicamente la partera se quemó, puesto que todavía María estaba rodeada de dicha energía dinámica aplicada por los seres del espacio.
Imaginad por tanto, después de este relato lo que allí se vivió, desde la pobre mentalidad de hombres y mujeres primitivos que no habían visto en sus televisores la "Guerra de los Mundos" ni que habían asistido a nuestra alta tecnología. Nosotros, por el contrario, sí estamos en disposición de comprender y de dar la verdadera significación a lo que sólo tiene sentido desde una óptica más evolutiva.
Efectivamente la inseminación genética. practicada por las culturas superiores del espacio, ha llenado y seguirá llenando muchas de las páginas de nuestra revista, pues no sólo en el caso de Jesús, sino en otros personajes claves de la revelación humana, se practicó el mismo ritual o si se quiere mejor, la misma intervención.


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