Búsqueda personalizada

TRADUCTOR

lunes, 4 de enero de 2010

¿Qué es la Conciencia del Momento Presente?



Michael Brown
Versión al español: Martha Sánchez Llambí

La conciencia del momento presente es una forma de ser, en oposición a ‘algo que hacemos’; por lo tanto, es más fácil decir lo que no es que lo que es.

Un indicador confiable de que hemos entrado en la conciencia del momento presente es que nuestra experiencia de vida, sin importar cómo puede aparecer exteriormente en un momento dado, está infundida internamente con la resonancia de una profunda gratitud.

Esta gratitud no está basada en la comparación, no es una gratitud que solamente florece porque nuestra vida se está desenvolviendo exactamente como queremos o porque todo en nuestra experiencia es fácil.

Se trata de estar agradecidos por la invitación, el viaje y el regalo de la vida misma.

Es una gratitud que no requiere de razón alguna.

La gratitud es la sola marca en la que podemos depender como el indicador de cuan presentes estamos en nuestra experiencia de vida.

Si no estamos agradecidos por el hecho de estar vivos es porque nos hemos alejado del momento presente y nos encontramos en un lugar mental ilusorio llamado “tiempo”.

Muy pocos de nosotros tenemos la capacidad de estar presentes en nuestras experiencias de vida porque todos hemos nacido en una cultura que existe en el mundo del tiempo.

Esta es la maldición de lo que llamamos “civilización”.

Hemos estado sedientos de progreso pero, en la mayoría de los casos, el progreso nos ha llevado a la estructuració n de la vida de tal manera que no tenemos que estar presentes cuando ésta sucede.

Mientras más automatizada es nuestra experiencia de vida, menos involucrados estamos en el arte de vivir.

En el mundo del tiempo, resulta retador ser agradecido porque nada parece desenvolverse de la manera en la que pensamos debiera ser.

El pasado contiene lamentos y el futuro sostiene la promesa de un mejoramiento, mientras que el momento presente aparece ante nosotros como un evento que requiere de ajustes.

Por lo tanto, pasamos todos nuestros momentos reflexionando en lo que no funcionó para nosotros en el pasado, y mentalmente planeando los ajustes que debemos hacer para eventualmente alcanzar el estado de paz y realización que buscamos.

En virtud de que estos ajustes están continuamente dirigiendo nuestra atención hacia algún “extraordinario mañana”, hemos olvidado cómo permitirnos la oportunidad de arribar a cualquier coyuntura significativa el día de hoy.

Subsecuentemente, el mundo en el que vivimos ahora y todo lo que hay en él es un medio para un fin. Vivir así nos parece normal.

Parece normal porque no tenemos acceso a otra experiencia mundana que sea cualitativamente diferente de la que estamos teniendo ahora.

No tenemos otra experiencia que podamos comparar con nuestra experiencia actual.

            

Al vivir de esta manera, consistentemente damos saltos de rana sobre el momento presente.

Aunque el pasado se ha ido y no puede ser alterado, y el futuro todavía no se forma, de todas maneras escogemos ocupar mentalmente esos lugares ilusorios en vez de entrar de lleno a experimentar ese momento único en el que estamos continuamente.

Al habitar de manera constante en un estado mental que nos permite reflejar y proyectar nuestra atención hacia esos lugares ilusorios, nos estamos perdiendo esas muy reales experiencias físicas y emocionales que nos están sucediendo ahora mismo.

Nos olvidamos completamente de ese momento único que contiene la vibración y la plenitud de lo que es la vida. Pensamos que estamos viviendo pero no es así; estamos existiendo..

Pensamos que nos estamos moviendo, pero estamos girando en círculos.

Somos completamente mentales acerca de todo y, consecuentemente, hemos sacrificado las experiencias de estar físicamente presentes y emocionalmente equilibrados.

Por consiguiente, nuestro estado mental, tan avanzado como creamos que es, se ha convertido en un acertijo lleno de confusión.

            

Estamos tan acostumbrados a este estado de “no ser”, que nos parece perfectamente natural.

Aspiramos a ello. Sin embargo, no es natural porque no conoce ni el equilibrio ni la armonía.

Sabemos esto porque en alguna parte, en medio de nuestro estado mental en el que damos ‘saltos de rana’, todos sentimos que algo nos está faltando.

La falta de paz que sentimos dentro se refleja como el caos continuo que experimentamos en nuestras experiencias externas de vida.

La ausencia de paz interna también se refleja en la manera en la que nos intimidamos respecto de cualquier experiencia que signifique quietud o silencio.

El tema de esta Era es: “Que haya ruido; que haya movimiento.”

            

No sabemos de lo que nos estamos perdiendo porque no podemos recordar qué es lo que hemos perdido..  No podemos encontrarlo porque buscamos en las imágenes del pasado y en nuestro escaneo del futuro.

Nuestro comportamiento insaciable de necesitar y desear es el testimonio de la vacuidad que nuestra aproximación actual a la vida no puede llenar.

Estamos removiendo cada piedra, cada pedazo en este planeta en nuestra desesperada búsqueda por encontrar la paz.

Sin embargo, nada de lo que hacemos aporta paz a nuestro ser porque desde hace mucho hemos olvidado que la paz no es ‘algo que hacer’.

No la podemos instalar mecánicamente ni por la fuerza.  Nuestro estado de inquietud interna se manifiesta como síntomas externos físicos, mentales y emocionales de malestar y enfermedad.

No importa lo que tomemos para curarlo, no importa hacia donde corramos en nuestro intento por escapar de ello, no importa de qué manera nos distraemos con nuestras constantes actividades, el verdadero alivio aparece consistentemente en aquellos momentos que están fuera de nuestro alcance.

Así como un humano despojado de sueño inevitablemente entra en un derrumbe físico, mental y emocional, nuestro olvido del oasis de la conciencia del momento presente también nos está llevando rápidamente hacia una experiencia de desintegració n social planetaria.

            

Esta condición mental de “vivir en el tiempo”, de continuamente escapar del ayer y frenéticamente perseguir el mañana sin descanso ni paz, es el predicamento que El Proceso de Presencia consigna y mitiga.

Al asistirnos a comprender cómo llegamos, individualmente, hasta este predicamento, simultáneamente nos brinda el procedimiento metódico y las herramientas de percepción que nos dan poder para empezar a encontrar nuestro camino fuera de esta ilusión.

Nos arroja una cuerda de conciencia y nos da la energía necesaria para que podamos salir de ese pozo de nuestras distracciones respecto del pasado y el futuro, para que podamos regresar al único terreno que es sólido, seguro y lleno de paz: el momento presente.

¿QUÉ ES la iluminación?

Michael Brown

            
Con más y más frecuencia escucho un comentario que hacen las personas parecido a esto:

"Estoy descubriendo que estar iluminado no es lo que pensaba…

" El otro día recibí un correo electrónico de Australia en el que me preguntaban si yo estaba iluminado. ¡He ahí una buena pregunta!

Así que, ¿qué es esto que las personas llaman "iluminación" ? Solía pensar que era una experiencia singular en la que habría un despliegue interno de fuegos artificiales cósmicos, seguido por asombrosas revelaciones de proporciones bíblicas, para finalizar con un total ajuste de mis percepciones en relación con todo lo que existe en este mundo.

Me aproximé, y ávidamente busqué esta experiencia como un punto de arribo definitivo en el cual pudiera, finalmente, comprender todo y, simultáneamente, sentirme maravillosamente delirante por siempre jamás, ¡Amén! ¡Qué equivocado estaba!

Todavía estoy abierto a percibir una experiencia interna similar, pero a medida que continúo mi viaje a lo largo de los corredores de este experiencia de vida, también estoy descubriendo que "estar iluminado definitivamente no es lo que yo pensaba". ¡Gracias a Dios!

            

En primer lugar, personalmente creo que por el solo hecho de percibir que existe un estado de conciencia llamado "iluminación" en sí es una experiencia de iluminación. Muchos seres humanos están tan ligados a su pasado, por las consecuencias de sus pensamientos, palabras y hechos, que invierten toda su energía en sobrevivir.

Ni siquiera miran hacia arriba y se preguntan: "¿Por qué el cielo es azul?" Simplemente están agradecidos de que no les esté lloviendo encima ese día en particular.

Para un ser como éste, despertar a la idea de que en una experiencia de vida existe algo más allá de las interminables penas, fatigas y privaciones, es en sí una iluminación.

            

Una vez que tuve la capacidad de dejar ir el concepto erróneo de que la iluminación era una experiencia única y explosiva y que, de hecho, era algo más realista que un despliegue de fuegos artificiales, seguido por una sonrisa delirante las veinticuatro horas del día, me hice vulnerable a una perspectiva totalmente diferente: la iluminación es algo continuo que, espero, pueda permanecer así eternamente.

Es curioso, la experiencia que me cimbró de toda ilusión acerca de la iluminación ocurrió a través de una relación.

Cuando tenía alrededor de 38 años me enamoré y estuve íntimamente involucrado con una maravillosa mujer mucho más joven que yo.

Mi mente me dijo que eso no sería benéfico, pero afortunadamente mi corazón descartó mi forma de ser conservadora.

Fue durante esta relación que descubrí el significado de intimidad.. Ahora amo la palabra "intimidad" porque, para mí, su auténtico significado se esconde en la fonética de la palabra: hacia-mi-entra- y-ve (*).

Durante aquel encuentro íntimo, me di cuenta que de ninguna manera estaba buscando la iluminación, se trataba de intimidad. (*) juego de palabras en inglés que el autor analiza como: "intimacy" = into-me-and- see N. del T.)

            

Con desesperación buscaba intimidad conmigo mismo, con Dios, con la naturaleza, con mi familia, con todos los humanos que encontrara, con mis gatos, con mis escritos, con las plantas, con la lluvia que cae, con mi dolor, con mis sueños y visiones, y con todos los minúsculos aspectos de esta experiencia que llamamos "vivir nuestra vida", al igual que lavar platos o poner la ropa en la lavadora.

            

Claro está que, para que la intimidad sea auténtica, nos pide mostrarnos y estar "presentes" en nuestras experiencias. Darme cuenta de esto fue un momento de iluminación. Y solamente llegué a esta conclusión abriéndome a una experiencia a la cual mi mente se resistía totalmente. También me di cuenta que hasta ese momento había estado utilizando mi mente como la herramienta primitiva con la que se busca la iluminación; pensé que podía alcanzarla a través de la "comprensión" .

De nuevo, estaba muy equivocado.

Hoy, me da gusto no estar iluminado; como si hubiera llegado a un destino cósmico y luego recibir un Título en Iluminación por parte del universo diciendo que había alcanzado "la tarea espiritual de mayor nivel".

Hoy, percibo la iluminación en muchos niveles, y uno de ellos es aceptar que cada día está saturado de experiencias que iluminan, si tan sólo las dejo entrar. Ahora mi vida está todo el tiempo cubierta de puntos potenciales hacia la iluminación…

            

Darme cuenta de que soy responsable de mis propias experiencias es iluminación.
Darme cuenta de que mi Presencia Interior es una experiencia compartida es iluminación.
Estar agradecido con Dios, lo que Dios sea para mí, por cada experiencia que llega a mi camino, es iluminación.
Saber que mis momentos difíciles siempre son una bendición disfrazada de crecimiento y sabiduría potenciales es iluminación.
Saber que nada en mi vida sucede por accidente es iluminación.
Ser capaz de disfrutar cada momento, como dar un paseo y apreciar el paisaje, es iluminación.

            
Estar abierto a dar pequeños pasos para nutrirme, sanarme, ser mi propio maestro y mi propio guía, es iluminación.            
Conocer la diferencia entre reaccionar y responder es iluminación.            
Ser capaz de extraer el Dharma de mi propio drama es iluminación.
Ser capaz de perdonarme y, por ende, perdonar a los demás, es iluminación.          
Ser capaz de sentarme al lado de alguien mientras pasa por un mal momento, sin sentir la necesidad de inmiscuirme en su experiencia, es iluminación.
Reírme de mi propia seriedad o tontería, hasta que las lágrimas corran por mis mejillas y me duela el vientre es, definitivamente, una grandiosa iluminación.
Confiar en lo que sea que es Dios, en que Su poder está íntimamente consciente de mí y, por lo tanto, en verdad nunca estoy solo, es iluminación.

            
Así pues, en mi experiencia, conforme me muevo de la inconsciencia hacia una mayor conciencia, existen puntos de iluminación ilimitados.

Me gusta pensar esto porque Dios es una experiencia ilimitada, el viaje hacia el conocimiento de quién es Dios es algo ilimitado..

Al igual que OSHO, también creo que si de hecho llegara "al final de esta jornada", me sentiría muy avergonzado, no sabría qué hacer conmigo.

Entonces, probablemente tendría que esconder el hecho de estar terminado y alejado de todos porque no sabría cómo responder a la pregunta obvia: "¿Y AHORA qué?
            
En nuestra existencia, de vez en cuando nos cruzaremos con individuos que se comportan como si ya "hubieran llegado". Con frecuencia estos son los llamados gente "espiritual" , o aquellos que se miran a sí mismos como "sanadores de los demás".

Este es un estado muy triste en el que se puede estar ya que es uno influenciado por la arrogancia e inmune a un mayor crecimiento. . Para combatir este tipo de infortunio llevado por la mente,

EL PROCESO DE LA PRESENCIA enfatiza el viaje-de-la- conciencia, en oposición a destino-conciencia. La jornada es nuestro destino. Don Juan, el maestro de Carlos Castaneda, le dijo: "Todos empezamos en ningún lugar (en el ahora y el aquí, a partir del término en inglés "nowhere = now – here. Juego de palabras que el autor presenta N. del T.), y todos terminamos en ningún lugar, y nuestra única elección es si caminamos el sendero del corazón, o no".

            
Por ello, cuando descubrimos que la iluminación no es lo que pensábamos, entonces hemos entrado en un punto de auténtica iluminación que abre un portal hacia infinitos puntos de iluminación.

Descubrir que la iluminación no es lo que pensábamos es motivo de celebración; entonces, las puertas dentro de nuestras mentes y corazones se abren, y la luz de la autenticidad se derrama a través de las grietas de nuestros malentendidos que se ensanchan y se van disolviendo.
            

Como nos dijo el ya fallecido Colin Kingfisher, al inicio de cada Ceremonia Nativa del Peyote en la Iglesia Americana guiada por él, "Mantengan la mente abierta". ¡Qué sabio consejo! Cada vez que nuestra mente llega a una conclusión acerca de cualquier cosa, simultáneamente cerramos una puerta hacia el crecimiento continuo.

Saber que cometemos estos errores en nuestro camino es iluminación. Saber que siempre hay más que podemos descubrir no sólo es excitante, también es iluminación. Al acercarnos a la "iluminación" de esta manera, como una interminable jornada de continuos despertares y confirmaciones, permito que mi vida sea una historia interminable que Dios me está contando para que pueda descubrir y redescubrir mi yo ilimitado, interminable, eterno y misterioso. También estoy abierto a estar totalmente equivocado respecto de todo esto. Y si descubro que estoy equivocado, igualmente será una iluminación.

            

            

No hay comentarios:

Publicar un comentario