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viernes, 12 de febrero de 2010

Carlos Castaneda

Carlos  Castaneda fue un personaje que cultivó el misterio y el suspense durante toda su vida, y por no saberse no se conoce exactamente ni la fecha ni el lugar en qué nació (Perú, Brasil, 1925, 1935?...).

Lo único que se sabe del cierto es que se trasladó a California para cursar estudios de antropología en la Universidad de Los Ángeles, y que allí conoció a un indio yaqui al que habían invitado a dar unas charlas. Más tarde empezó a publicar unos libros que se movían entre la antropología, el chamanismo y el realismo mágico, aclanzando tras su publicación inmensas cotas de popularidad, controversia, admiración y polémica. Lo demás forma parte de las diversas leyendas que sobre este personaje han circulado. Y es una de estas leyendas en la que nos basaremos para bosquejar una aproximación a su biografía literaria.

El indio yaqui -que más tarde ser convertiría el popular protagonista de los libros de Castaneda, don Juan-, había sido invitado a la universidad estadounidense por una profesora que por aquél entonces era compañera de Castaneda. Al no hablar el inglés, fue invitado a hospedarse en la casa de Castaneda, que le serviría de interprete, y entre ambos surgió una relación más próxima que la de un alumno y un conferenciante.

Sin tener los estudios terminados Castaneda empezó a barajar la posibilidad de realizar estudio de campo con don Juan, en México. Alentado en la empresa por un profesor, y con el ánimo de estudiar el chamanismo desde dentro -no necesariamente desde los parámetros académicos de la antropología-, se lanzó en su intento.

La leyenda sigue, y dice que don Juan, al regresar a su tierra, fue muerto -según se cuenta como represalia por haber revelado secretos de su cultura al hombre blanco. Así, cuando Castaneda bajó a México para dar con él, sus planes quedaron parcialmente truncados. Pero siendo la lectura una de las grandes aficiones de Castaneda, mundo que le apasionaba hasta consumirle, se empapó de libros de antropología, antiguas culturas, chamanismo y mitología que encontró por las bibliotecas de diversas ciudades latinoamericanas. Y a partir de ahí emprendiendo un trabajo que llegaría a ser conocido en el mundo entero, y que es una mezcla del 'antropólogo inocente' que a va a estudiar con un indio ignorante, y que acaba siendo él mismo el investigado, hasta llegar a emprender el arduo camino de convertirse en 'hombre de conocimiento'.

Aunque el origen de los libros de Castaneda seguirá siendo siempre un misterio, no puede negarse que el autor tenía un conocimiento notable de los estados alterados de consciencia, de los efectos de las plantas visionarias y de formas de pensar de las culturas arcaicas del continente americano. Además, su habilidad con la pluma, los apuntes psicológicos de los personajes que desfilan por sus libros, la capacidad para mantener en vilo al lector, y el acierto de contactar con los desvelos e intereses de una época, acabaron por dar en el clavo y convertir su obra en un punto de referencia.

Para acabar, mencionar que el personaje descrito por Castaneda no es un chamán en el sentido tradicional del término -o sea, una persona que se dedica a realizar sesiones en bien de la comunidad, o para sanar-, sino que representa una 'persona de conocimiento' que sigue su propio camino personal para descubrir y entrenarse, empleando plantas u otras técnicas, en su relación con el mundo, con su parte invisible y misteriosa.
   


Yendo más allá de la mente racional

El universo es más milagroso de lo que suponías. Todo está planeado tan exquisitamente que en cualquier momento dado todos recibimos de los demás actores de nuestra vida las enseñanzas que necesitamos. Los maestros espirituales enseñaban que todo es uno; que el progreso tuyo es el progreso mío, que tu aflicción es mi aflicción. También decían que todo estaba relacionado, a determinado nivel. El concepto no es fácil de entender, pero explica por qué, cuando nosotros cambiamos, todo cambia a nuestro alrededor.

El cambio mental consiste en pasar de ver un mundo hecho de cosas a ver un mundo de posibilidades, abierto y fundamentalmente hecho de relaciones. Cuando ocurre este cambio fundamental, nuestro sentido de la identidad también cambia y empezamos a aceptarnos mutuamente como seres humanos legítimos. Después, cuando aceptamos este cambio fundamental, empezamos a vernos como parte del despliegue; también vemos que es prácticamente imposible que nuestras vidas carezcan de significado. Operando en ese estado mental y de ser distintos, llegamos a una sensación muy diferente de lo que implica estar comprometido. Cuando empieza a operar este nuevo tipo de compromiso, hay un flujo a nuestro alrededor. Las cosas parecen ocurrir sin más. Cuando estamos en un estado de compromiso y rendición, empezamos a experimentar lo que a veces se ha dado en llamar «sincronicidad» .

La sincronicidad es un principio de conexión no causal, una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que están implicando algo más que la posibilidad aleatoria. Es la ocurrencia simultánea de unos eventos que corresponden a un mismo sentido, sin que haya entre ellos relación de causa y efecto. Los acontecimientos sincronizados son una señal de que nos hallamos recorriendo el sendero adecuado, y también nos dicen cuándo no es así; al nivel más profundo, nos demuestran que no somos meros observadores, sino participantes de una red cósmica interconectada.

A veces, yendo de compras, te encuentras por casualidad con alguien con quien necesitabas hablar pero a quien no había manera de encontrar. Ambas partes han sido llevadas a esa tienda de manera «coincidente» al mismo tiempo, y todo ocurre de un modo que está más allá de la mente racional. Puedes tomártelo como una simple coincidencia o puedes reconocer de lo que se trata: de la misteriosa interacción de nuestro poderoso inconsciente en el mundo físico, sobre todo si más tarde recibe otras señales que le indican que haces lo correcto.



Carlos Castaneda

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