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martes, 23 de febrero de 2010

LUDWIG WITTGENSTEIN -2- 5.

V

Imagínate que observamos el movimiento de un punto (de un punto luminoso sobre una pantalla, por ejemplo). Del comportamiento de este punto se podrían sacar importantes conclusiones de la más diversa naturaleza. ¡Pero cuántas cosas diversas pueden observarse en él!  —  La trayectoria del punto y algunas de sus medidas (por ejemplo, la amplitud y la longitud de onda), o bien la velocidad y la ley según la cual ésta varía, o el número, o la posición, de los lugares en los que varía repentinamente, o la curvatura de la trayectoria en esos lugares, y muchas más cosas.  —  Y cada una de estas características del comportamiento del punto podría ser la única que nos interesara. Por ejemplo, todo en ese movimiento nos podría ser indiferente, excepto el número de círculos trazados en un tiempo determinado.  —  Y si no sólo nos interesara una de estas características, sino varias de ellas, cada una de ellas podría proporcionarnos un dato particular, distinto por su naturaleza de todos los demás. Y así es con la conducta del hombre, con las diversas características que observamos de esta conducta.
Así pues, ¿la psicología trata de la conducta, no de la mente?
¿Sobre qué informa el psicólogo?  —  ¿Qué observa? ¿No es la conducta de los seres humanos, en particular sus manifestaciones? Pero éstas no tratan de la conducta.
«Noté que estaba de mal humor.» ¿Es esto un informe sobre la conducta o bien sobre el estado anímico? («El cielo tiene un aspecto amenazador»: ¿trata esto del presente o del futuro?) De ambas cosas; pero no yuxtapuestas; sino de la una a través de la otra.
El médico pregunta: «¿Cómo se siente él?» La enfermera dice: «Se queja». Un informe sobre la conducta. ¿Pero tiene que existir para ambos la pregunta de si esa queja es realmente genuina, si es realmente la expresión de algo? ¿No podrían, por ejemplo, sacar la conclusión «Si se queja, tendremos que darle otra píldora calmante» —  sin callarse un término intermedio? ¿Lo importante no es al servicio de qué ponen la descripción de la conducta?
«Pero entonces ellos parten justamente de una presuposición implícita.» Entonces, el proceso de nuestro juego de lenguaje se basa siempre en una presuposición implícita.
Describo un experimento psicológico: el aparato, las preguntas del experimentador, las acciones y respuestas del sujeto —  y ahora digo que esto es una escena de una obra de teatro.  —  Entonces cambia todo. Así se dirá: Si en un libro sobre psicología se hubiera descrito ese experimento del mismo modo, la descripción del comportamiento se interpretaría justamente como una expresión de algo mental, porque presuponemos que el sujeto no nos está tomando el pelo, no se ha aprendido las respuestas de memoria, y cosas parecidas.  —  ¿Así pues, hacemos una presuposición?
¿Nos expresaríamos realmente así: «Naturalmente, parto de la presuposición de que...»?  —  ¿O, si no lo hacemos, es sólo porque el otro ya sabe esto?
¿No existe una presuposición donde existe una duda? Y la duda puede faltar por completo. La duda tiene un final.
Aquí es como con la relación: objeto físico e impresiones sensoriales. Tenemos aquí dos juegos de lenguaje y sus relaciones mutuas son de naturaleza complicada.  —  Si queremos llevar estas relaciones a una relación simple, nos equivocaremos.

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