Podría decirse que el momento de elegir una ocupación profesional, o encaminarse hacia ella, es alrededor de los 14 años, para los que han terminado el ciclo primario y tienen necesidad de trabajar; a los 17 años para quienes terminaron el primer ciclo de enseñanza media, a los 19 para los que terminaron sus estudios secundarios o técnicos completos.
Estos datos no son fijos ni terminante ya que no todas las sociedades tienen una estructura semejante de prioridades.
Redondeando, entonces, ubicaríamos, el período de madurez de la toma de decisiones en un margen que abarca entre los 12 y los 18 años, básicamente.
Para aquellos que siguen estudiando, estas decisiones van siendo tomadas por etapas: al terminar el ciclo básico, tienen que decidirse por los estudios clásicos o científicos, técnicos, de comercio o industria. Por eso es que la elección es más que nada un proceso evolutivo que una decisión en si misma.
Tomando en cuenta el concepto de evolución del desarrollo del interés vocacional es necesario que el adolescente se preocupe (se interese) por el problema de la elección, qué sepa exactamente por qué eligió tal o cual profesión, qué haya estabilidad en la elección de tu trabajo dentro de un cierto grupo profesional, atracción por determinado grupo profesional, coherencia entre la aptitud y el interés. El hecho de que la madurez vocacional sea necesaria para escoger una profesión no quiere decir que se deba esperar 2 o 3 años en caso de inmadurez.
Desgraciadamente, la pobreza y el poco desarrollo económico de muchas familias, ha llevado a precipitarse en la elección.
En aquellas regiones donde los jóvenes se ve obligados a trabajar antes de la edad legal, es una de las razones que coarta la posibilidad de poder elegir; por ello, a su vez, es imperioso que se informe acerca de las profesiones existentes y el modo de acceder a ellas después de haber cumplido el ciclo primario.
La buena información ocupacional conduce efectivamente a la madurez vocacional.
Estos datos no son fijos ni terminante ya que no todas las sociedades tienen una estructura semejante de prioridades.
Redondeando, entonces, ubicaríamos, el período de madurez de la toma de decisiones en un margen que abarca entre los 12 y los 18 años, básicamente.
Para aquellos que siguen estudiando, estas decisiones van siendo tomadas por etapas: al terminar el ciclo básico, tienen que decidirse por los estudios clásicos o científicos, técnicos, de comercio o industria. Por eso es que la elección es más que nada un proceso evolutivo que una decisión en si misma.
Tomando en cuenta el concepto de evolución del desarrollo del interés vocacional es necesario que el adolescente se preocupe (se interese) por el problema de la elección, qué sepa exactamente por qué eligió tal o cual profesión, qué haya estabilidad en la elección de tu trabajo dentro de un cierto grupo profesional, atracción por determinado grupo profesional, coherencia entre la aptitud y el interés. El hecho de que la madurez vocacional sea necesaria para escoger una profesión no quiere decir que se deba esperar 2 o 3 años en caso de inmadurez.
Desgraciadamente, la pobreza y el poco desarrollo económico de muchas familias, ha llevado a precipitarse en la elección.
En aquellas regiones donde los jóvenes se ve obligados a trabajar antes de la edad legal, es una de las razones que coarta la posibilidad de poder elegir; por ello, a su vez, es imperioso que se informe acerca de las profesiones existentes y el modo de acceder a ellas después de haber cumplido el ciclo primario.
La buena información ocupacional conduce efectivamente a la madurez vocacional.
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