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lunes, 21 de junio de 2010

El enfoque cognitivista actual

LAS MODERNAS TEORÍAS COGNITIVAS.

Las teorías asociacionistas imperaron durante varias décadas en el estudio del aprendizaje. Teóricos tales como Thorndike, quien concibió el aprendizaje como un resultado de asociaciones entre estímulos o entre estímulos y respuestas, o como Skinner, quien postulaba que el aprendizaje era el resultado del establecimiento de reforzamientos, dominaron casi sin contrapeso en las explicaciones entregadas sobre el proceso del aprendizaje.

En la actualidad, el enfoque cognitivo ha adquirido gran importancia y, de hecho, son las teorías cognitivistas las que inspiran la actual reforma educacional que se está realizando en Chile. Este enfoque cognitivista se propone como tarea el analizar y comprender cómo es procesada y estructurada la información que se recibe.
Para los teóricos cognitivistas el aprendizaje debe ser entendido como un proceso activo, constructivo y orientado hacia metas, y que depende de las actividades mentales que realiza la persona que aprende. Las nuevas teorías sobre la manera en que los seres humanos adquieren conocimientos, se preocupan por explicar el papel de las construcciones mentales y de las interpretaciones de los individuos durante los procesos de aprendizaje.
En el presente capítulo revisaremos tres de las más importantes teorías cognitivas modernas: la teoría psicolingüística de Noam Chomsky, la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget y la teoría del procesamiento de la información de Donald Norman.

LA TEORÍA DE CHOMSKY SOBRE EL APRENDIZAJE DEL LENGUAJE

Noam Chomsky es un destacado intelectual estadounidense, nacido en 1928. En el año 1955 ingresó como profesor al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Allí es hoy Profesor de Lingüística, Teoría de la Lingüística y Filosofía del Lenguaje. En 1957 publicó “Syntactic Structures”, obra con la que se inicia la gramática transformacional o generativa. De acuerdo con este enfoque de la gramática, una lengua se halla constituida por un sistema de reglas que permiten generar todas las frases de la lengua en cuestión y nada más que éstas. Las reglas tienen por objeto producir oraciones gramaticales aceptables. Chomsky es uno de los intelectuales más destacados de la “Nueva Izquierda” estadounidense.

El lingüista Chomsky ha sido uno de los más fuertes críticos de los postulados de Skinner sobre el aprendizaje. Para Chomsky, el análisis conductista no tiene validez para la explicación de la conducta verbal, dado el inmenso número de posibles relaciones E-R verbales. El pretender analizar la estructura de una oración a partir de las características del estímulo es algo absurdo, ya que el significado de una expresión verbal tiene relación con el contexto en el que se la utiliza así como aquello que, a juicio del hablante, ya es conocido o no por la persona que escucha.
Chomsky considera que los sistemas cognitivos de conocimiento y de creencias son las verdaderas unidades de aprendizaje del lenguaje. Estos sistemas cognitivos aparecen en la primera niñez, como resultado de la interacción de los factores innatos con las influencias ambientales.
La teoría de Chomsky postula la existencia de un sistema de competencia lingüística que subyace en la conducta, pero que no se manifiesta de forma simple o directa en el plano de la conducta (Chomsky, 1968). Hay que diferenciar entre la competencia, que consiste en lo que una persona sabe, y la conducta, que es lo que una persona dice o hace. La competencia lingüística en la concepción de Cholmsky deriva de factores innatos de tipo organizativo que configuran una especie de sintaxis preexistente o lenguaje natural, el cual interactúa con las variables ambientales culturales y personales.
La teoría de Chomsky respecto al desarrollo del lenguaje es de tipo biológico. Él plantea que los seres humanos nacen con una capacidad lingüística innata que es consecuencia del proceso de maduración. Según la teoría de la gramática transformacional que hemos explicado brevemente más arriba, todos los lenguajes del mundo compartirían una estructura subyacente similar, la que es llamada gramática universal; es decir, que determinadas características del lenguaje tienen su fundamento en la estructura cerebral y, por lo tanto, son comunes a toda la especie humana.
Los principios de la gramática universal determinan la forma de las gramáticas particulares (reales) utilizadas por los seres humanos. Cuando una persona conoce un lenguaje específico, quiere decir que controla una gramática que puede generar un conjunto infinito de estructuras profundas. La estructura profunda de una oración es la oración nuclear y consiste en la forma en que una idea o significado se almacena en la memoria. La oración nuclear es un grado de abstracción muy superior a lo que se dice realmente. Las estructuras superficiales de la oración son lo que realmente decimos y están determinadas por la manera en que se disponen las estructuras profundas específicas. Dicho de otra manera, una misma oración nuclear (oración de estructura profunda) puede expresarse en un gran número de estructuras superficiales.
Parece ser entonces que el significado que damos a una oración tiene más que ver con la forma en que está estructurada, que con las palabras mismas que la componen. Si leemos a Julio Cortázar en Rayuela (1984) encontramos oraciones como la siguiente:

“Apenas él le amalaba el noema,
a ella se le agolpaba el clémiso,
y caían en hidromurias, en salvajes ambonios,
en sustalos exasperantes”

Aunque son palabras inventadas por Cortázar, es fácil entender que está refiriéndose a un encuentro amoroso. Es decir, que si el texto sigue las reglas de la gramática (en este caso de la sintaxis), es relativamente simple atribuirle un significado. Pero, para ello, la mente del receptor de la comunicación debe realizar una serie de transformaciones para relacionar lo que se ha dicho con una estructura profunda adecuada, o sea, con una comprensión de lo que se significa.
Según Chomsky, todos los seres humanos poseen una estructura innata llamada dispositivo para la adquisición del lenguaje (DAL), el cual permite al niño procesar el lenguaje oído (entrada lingüística), construir reglas y comprender y generar un habla correcta gramaticalmente. Esta estructura innata no es, por supuesto, una estructura material, sino que es una metáfora analógica, es decir, un mecanismo hipotético.
Nuestro cerebro tiene dos hemisferios, cada uno de los cuales desarrolla diferentes funciones. En 1960, el doctor Roger Sperry, del Instituto de Tecnología de California, demostró que cada hemisferio está especializado en diferentes modos de pensamiento y percepción. El hemisferio derecho es la sede de la creatividad; es básicamente no verbal, es imaginativo y holístico, es decir, percibe más en patrones y estructuras de conjunto que en partes. El hemisferio izquierdo, en cambio, es el responsable del pensamiento científico, analítico y racional. Es en este hemisferio donde está representada el habla.
Si bien estos descubrimientos muestran claramente que el desarrollo del lenguaje tiene un fundamento nervioso, no demuestran la teoría de Chomsky acerca de la existencia de un mecanismo innato para el procesamiento del habla.
Una de las críticas más fundamentadas que se ha hecho a la teoría de Chomsky guarda relación con su postulado de que el DAL sería una estructura típicamente humana. Hay psicólogos tales como Sue Savage-Rumbaugh (citada por Feldmann, 1998), que han sido capaces de enseñar a chimpancés a comunicarse a niveles sumamente elevados. La psicóloga citada ha podido enseñar a Kanzi, un chimpancé pigmeo de 9 años de edad a hablar al nivel de un niño de 2 años de edad, siendo capaz de elaborar enunciados complejos desde un punto de vista gramatical e incluso pudiendo confeccionar nuevas reglas de sintaxis.
El autor de este libro, ha podido acceder incluso a una polémica a través de la red Internet entre el profesor Larry Trask, de la Universidad de Sussex, con el antropólogo y especialista en los orígenes del lenguaje, Gordon Hewes. Este último, en su obra “Teorías sobre el Origen del Lenguaje”, atribuyó a Chomsky haber planteado la idea de que la facultad humana del lenguaje se debería a una mutación genética simple, ocurrida en uno de nuestros antepasados. Como referencia, Hewes entrega una fuente catalogada simplemente como “Chomsky, 1967”, pero sin hacer referencia directa a ella en la bibliografía. Trask, después de una revisión acuciosa de las obras de Chomsky publicadas entre 1966 y 1986, concluye que en ninguna parte puede encontrarse que Chomsky haya defendido un postulado de ese tipo.
A pesar de las críticas que se plantean a la teoría de Chomsky, ella entrega una explicación bastante completa acerca del fundamento biológico que hace posible la adquisición del lenguaje.

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