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lunes, 14 de junio de 2010

Las visiones con ayahuasca

La "Atlántida", los incas y las visiones de ayahuasca.

Carlos Fernández-Baca Tupayachi es un ingeniero civil peruano que desde 1984 se interesó por la cultura ancestral de los Andes e inició una tarea de investigación en diferentes comunidades andinas, recopilando mitos, tradiciones, leyendas, rituales y testimonios conservados mediante transmisión oral. Ha impartido conferencias sobre la cultura andina en diversos países y ha dirigido una institución cultural que en 1992 se encargó de organizar el Primer Congreso Mundial de Espiritualidad Andina.

En el año 2000 este ingeniero publicó El otro Saqsaywamán (1). Una visión que tuvo bajo los efectos de la ayahuasca, más las leyendas que le contaron los Pac'o-runas (sacerdotes andinos), lo llevaron a investigar en fuentes tan disímbolas como los Diálogos de Platón y las leyendas acerca del mítico continente de la Atlántida en busca del origen y la verdadera utilidad del monumento arqueológico de Saqsaywaman, una enigmática edificación hecha con bloques de piedra caliza de extraordinarias proporciones levantada cerca de Cusco. Las técnicas empleadas en su construcción y la compleja perfección de su acabado que logra encajar cual rompecabezas gigante piedras de hasta 150 toneladas, han asombrado a través de los tiempos a todos los investigadores y visitantes de este enigmático monumento.

En 1988 el ingeniero Fernández-Baca Tupayachi asistió por primera vez a una ceremonia ritual de ayahuasca conducida por el chamán Valerio Cohaila en el seno de la amazonía peruana. Él y cinco amigos se prepararon "física y emocionalmente para esa experiencia mística". A pesar de ser originario del Perú y de tener referencias más directas de la ayahuasca que el resto de nosotros, este ingeniero cuenta que previamente se había informado en varias fuentes: "leí artículos y entrevistas al respecto y estudié algunos libros inherentes al tema, además me entrevisté con personas que conocían por experiencia propia ese ritual. Les pregunté mucho, quería estar lo mejor informado al respecto, porque se había hablado tanto sobre este tema que creaba confusión". (1)

Dice que lo que más le llamó la atención es que en todas las fuentes de información, había una constante: "que ese ritual era una llave que abría las puertas del misterio, donde uno podía vivir de forma concreta una realidad diferente, una realidad no-ordinaria... que nos ubica en un estado modificado de conciencia producto de la ingestión del brebaje visionario". He aquí un recuento de lo que vivió el autor en su primera ceremonia que por lo demás ejemplifica muy bien lo que puede esperarse de una sesión bajo los efectos de la ayahuasca en el contexto andino:

La ceremonia de La ayahuaska es un rito muy sencillo en forma, pero de trascendencia cósmica a la vez. En esa ceremonia por primera vez pude ver algo realmente extraordinario, que cambiaría por completo mi forma de entender la tradición andina: observé que algo muy especial ocurrió en tiempos lejanos, que el extraordinario monumento de Saqsaywamán era una réplica a escala de un súper continente del pasado, esta visión posteriormente me costaría doce años de investigación, para poder entenderla y así demostrarme que lo que viví era verdadero.

Aún resuenan en mi memoria las percusiones rítmicas que mi amigo chamán Valerio Cohaila interpretaba tocando un tambor que lucía muy antiguo, mientras entonaba cánticos ancestrales con los cuales dirigía ese ritual.
Se encontraba sentado en el piso y delante de él tenía un altar ceremonial, en el que se hallaba el licor sagrado de La Ayahuaska. Luego de ese preámbulo nos invitó a todos los asistentes a ingerir ese brebaje de sabor muy amargo, a continuación sopló humo de tabaco a cada uno de los presentes y con una pluma de cóndor abanicó el campo energético de todos, indicando que nos estaba limpiando para tener una buena visión.
Mi experiencia comenzó con unas percepciones visuales y auditivas; pude ver la aparición gradual de símbolos extraordinarios y figuras geométricas tridimensionales, que a su vez formaban perfectas obras de arte de colores fantásticos, eran una mezcla de estilos incas, egipcios, mayas y otras culturas antiguas, luego escuché una música de tambores, que se confundían con la música que tocaba don Valerio, pero tenían un ritmo increíble que se entremezclaba con los sonidos de la naturaleza, como el canto de los grillos, algunos pájaros y otros animales más que estaban cerca; la lucidez que uno experimenta es realmente sorprendente, pues uno está siempre conciente de lo que está ocurriendo dentro de la ceremonia y fuera de ella. Es decir, uno es conciente en la realidad ordinaria y en la realidad no-ordinaria o, como manifiestan los mismos chamanes de los andes peruanos, el universo del Lloque refiriéndose al universo invisible y el universo del Paña que es el universo visible.

Luego de esta primera fase, pude ver gente con atuendos muy especiales, con telas de colores muy fuertes que tenían figuras geométricas y símbolos especiales; eran cinco varones y dos mujeres, una de ellas.
me mostró muchos detalles de Saqsaywaman. Recuerdo que contemplábamos desde lo alto un pequeño poblado con edificaciones que hoy no existen, pero una que puede reconocer era Saqsaywamán. Estaba en medio de ellas y se mostraba imponente. Uno de los hombres, el más anciano, hablaba sobre ese especial monumento y se refería al mismo como una réplica de la Atlántida. Lo más extraño es que en ese momento yo le entendía perfectamente y sabía de lo que se hablaba. La mujer a la que hago referencia, también hablaba al respecto indicando que esta edificación estaba muy bien hecha. Lo extraño es que cuando regresé a mi estado habitual de conciencia, me di cuenta de que desconocía por completo lo que había vivido en aquel ritual.

Cuando concluyó el efecto de La Ayahuaska le conté al chamán todo lo que vi y pude recordar. Él me dijo que tenía que probar que mi visión era verdad, que esa era mi tarea, que La Ayahuaska siempre mostraba los misterios de la vida y que un verdadero buscador de la verdad tenía que demostrar que lo que había visto era real y auténtico.

A partir de esta impresionante vivencia me propuse investigar en diferentes materias del saber, procurando encontrar conceptos que pudieran explicar mi visión y así poder entender el simbolismo de Saqsaywamán. Quería saber si se trataba de una realidad o simplemente había sido una proyección del subconciente." (1)

Entre los resultados más sorprendentes que arrojan los doce años de investigaciones del ingeniero Fernández-Baca se encuentra una comparativa entre las dimensiones y la forma circular que tiene la construcción central de Saqsaywamán con las descripciones que hace Platón en sus Diálogos, específicamente en "Crítias" y "Timeo" acerca de las dimensiones y la forma circular que tuvo la Atlántida, de cuya existencia estaba convencido no sólo este filósofo griego sino prácticamente todos sus contemporáneos. Con éste y otro conjunto de datos bastante interesantes, y apoyado en teorías de la geobiología y la física cuántica, el ingeniero especula que efectivamente pudo haber existido un supercontinente de las dimensiones de la Atlántida y que algunos de sus habitantes pudieron haber sobrevivido a su destrucción y generaciones más tarde, haber fundado la cultura inca y edificado la construcción central de Saqsaywamán como una maqueta gigante en memoria de sus orígenes. De paso y como buen ingeniero, Fernández-Baca también lanza su propia teoría respecto a cómo se construyó esta desconcertante edificación.


Las visiones de Pablo Amaringo.

Hay una importante cantidad de reportes de viajes de ayahuasca vinculados con contactos telepáticos entre el consumidor y personas que él conoce y más comúnmente, con "entidades extraterrestres o no físicas".
Ayahuasca Visions es un libro en el que se da cuenta de este tipo de experiencias. Pablo Amaringo, un respetado chamán peruano entrevistado por el antropólogo Luis Eduardo Luna, dice que desde su primera experiencia con ayahuasca vio una enorme nave extraterrestre y asegura que estos vehículos pueden tomar muchas formas, asumen una "velocidad infinita" y son capaces de viajar bajo el agua o bajo la tierra.
Amaringo describe a los seres que viajan en ellos como espíritus que tienen cuerpos más sutiles que los nuestros y que aparecen y desaparecen a voluntad.

Según consigna Luna: "Pablo dice que en sus viajes con ayahuasca vio que pertenecen a civilizaciones extraterrestres avanzadas que viven en perfecta armonía. Grandes civilizaciones como la maya, la tihuanaco y la inca tuvieron contacto con estos seres. Los mayas se prepararon y partieron hacia otros planetas en algún punto de su historia, pero están a punto de regresar. De hecho dice que algunos de los ovnis que la gente ve hoy en día están piloteados por hombres sabios mayas." (2)

Se han recopilado ya muchas historias similares reportando que bajo los efectos de la ayahuasca es posible ver a estos seres y a sus vehículos; varios chamanes aseguran que los extraterrestres les enseñan canciones de poder y les dan información útil para ayudarlos a curar a sus pacientes.

En "Ecología del Espíritu", el poeta peruano Oswaldo Chanive asegura que Pablo Amaringo no se inició en la pintura por razones estrictamente mágicas. Cuenta que siendo casi un adolescente tenía que compartir con sus numerosos hermanos una sopa poco sustanciosa y eso le quitaba la alegría. Notó, sin embargo, que la cantidad y calidad de los almuerzos variaba de acuerdo a los diferentes dibujos que estaban impresos en el papel moneda. Le maravilló que una simple figura pudiese ser tan trascendente y fue entonces cuando comenzó a dibujar.

Pablo salió de la pobreza gracias a un trabajo en la capitanía de puerto y su vida se hizo sencilla y regular hasta que un día empezó a dolerle el corazón. Alguien le recomendó a una curandera que vivía en una cabaña cerca del río y con ella empezó a tomar ayahuasca. Amaringo relata que por alguna razón los espíritus de aquella vieja "empezaron a quererlo más a él; hasta que una noche cualquiera se quedaron ahí, dentro de su pecho y empezó a ver lo que los demás no veían". A partir de entonces, durante 10 años cada noche bebió un trago de ayahuasca para ver y aprender. Tiempo después, en 1985, a instancias del mencionado antropólogo colombiano Luis Eduardo Luna, Pablo comenzó a pintar sus visiones.

Actualmente sus trabajos se han expuesto en diversos lugares del mundo y se ha publicado mucho al respecto. En un reciente artículo, un crítico limeño de arte, Luis Lama, afirma que la obra de Amaringo "ha dado origen a un movimiento sin precedentes en la plástica peruana, ya que sus cuadros y los de sus discípulos seducen por su aliento incontaminado como el mundo que reproducen". (3) En 1990 la Organización de las Naciones Unidas le concedió la distinción Global 500, por la contribución de su arte en la preservación de las tradiciones y culturas indígenas del planeta.



1. Fernández-Baca Tupayachi, Carlos: El otro Saqsaywamán, Edición del autor, Perú, 2000.

2. Luna, Luis Eduardo: Ayahuasca visions: The religious iconography of a peruvian shaman, North Atlantic Books, Berkeley, California, 1991.

3. Chanive Oswaldo: "Ecología del espíritu", revista Arte Popular, Perú, 1999




1 comentario:

  1. Carlos Buenas Tardes, que gusto escribirte por este medio, no tengo tu correo, soy Mauricio tu amigo de México amigo de Vicky de también. Espero saber pronto de ti y me mandes la forma de comunicarme contigo vía electrónica. Saludos enormes.

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