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sábado, 19 de junio de 2010

Aprender a estudiar -1-

AL ESTUDIANTE

Este material  ha sido concebido pensando en el destinatario final de él, es decir, el estudiante. Por ello es preciso aplicar una metodología de estudio que permita aprovecharlo al máximo. A continuación sugerimos algunas técnicas de estudio que le permitirán aumentar su capacidad de aprender y retener información, así como de pensar en forma crítica.

A algunos pudiera sorprenderle el hecho de que hay que aprender a estudiar pero en realidad eso es lo que hay que hacer en muchos casos. Probablemente el error se encuentra en la propia definición de "estudiar", sinónimo para muchos de memorizar sin comprender. Sin embargo, esto no es estudiar. Estudiar es un trabajo profesional por un lado y por otro, un arte. Un arte entendido como el dominio de una serie de destrezas, habilidades y técnicas, que se aprenden con el ejercicio y que permiten la consecución del objetivo propuesto, en este caso del estudio.

Dos son los objetivos esenciales que se pretenden con las líneas que siguen. Por una parte, la aceptación de la responsabilidad que supone el ser hoy un estudiante que se prepara para ser un buen profesional y, por otro lado y dependiendo de lo anterior, comprender la necesidad de dominar las técnicas antes mencionadas para alcanzar calidad en nuestro trabajo en menos tiempo.

El estudio persigue dos objetivos fundamentales:

1. La adquisición de conocimientos.
2. La puesta en práctica de estos conocimientos.

Desde el punto de vista del desarrollo cultural y humano, el fin esencial del estudio es la formación integral de la persona, capacitándola para llevar una vida con plenitud, tanto a nivel individual como colectivo, es decir, llevar una existencia activa y consciente. Esta perspectiva resume la idea de que los actos de la vida no se encuentran en compartimentos cerrados sino que se relacionan unos con otros abiertamente. Por ello estudiar no puede desligarse del continuo vital y sí debe involucrarse en la filosofía personal, colaborando en conseguir el bienestar físico y psicológico al que tenemos derecho. 

Para obtenerlo, no obstante, es necesario responsabilizarse frente a esta tarea.

Así, no se trata únicamente de ofrecer una metodología de trabajo sino que es preciso dotarla de calidad humana, de creatividad e incorporarla a la dinámica de nuestra vida. Estudiar, visto bajo esta perspectiva, no puede ser atiborrar de datos a nuestro cerebro, sino adquirir una buena formación mental que nos posibilite aprehender el mundo e interpretar la realidad. Esta habilidad mental podría definirse con las siguientes características: flexibilidad, agilidad, capacidad crítica, creatividad, curiosidad y sensibilidad intelectuales, capacidad para el análisis y síntesis y facilidad de lectura y expresión. Estas características pueden potenciarse y organizarse de modo que nuestro objetivo, estudiar, se cumpla plenamente.

De lo dicho hasta aquí podemos concluir que lo importante no es la cantidad de estudio, sino la calidad del mismo. Saber estudiar significa saber cómo hay que pensar, observar, concentrarse, organizar y analizar, en suma cómo ser mentalmente eficiente.


Condiciones ambientales del estudio.

Las personas que conviven con el estudiante ejercerán influencia porque le presionarán más o menos, según sus propias expectativas y deseos de éxito. Por otro lado, la tónica general de la armonía familiar va a propiciar o no el mayor rendimiento en el estudio. Los compañeros y los profesores también ejercen su influjo que aumentará o no el deseo de aprender más y de comunicar esos nuevos conocimientos. 

El ambiente personal también hay que tenerlo en cuenta, es decir, las condiciones internas de la persona que incluyen nivel de motivación hacia el estudio, conocimiento del objetivo final al que se quiere llegar y por qué, capacidad para afrontar los problemas y solucionarlos, así como el convencimiento de que el estudio es una verdadera profesión y tiene sus dificultades.

Es también de gran importancia, por último, el ambiente físico, es decir nuestras condiciones físicas y el lugar de estudio.

Hay que procurar que el cuerpo esté bien al ponerse a estudiar, por ejemplo, no estudiar después de una comida fuerte o de una emoción; tampoco es bueno empezar a estudiar después de beber alcohol, fumar mucho o tomar mucho café. Asimismo, no es bueno iniciar el estudio después de dormir mucho o demasiado poco. En suma, hay que mantener el cuerpo en forma haciendo ejercicio y practicando una buena respiración, siguiendo una dieta sana y durmiendo lo necesario.

El sitio donde se desarrolla la verdadera tarea del estudiante es frente a su mesa de trabajo. Es allí dónde, si ha conseguido crear las condiciones de silencio, buena luz, muebles cómodos, material al alcance de la mano, y le ha dado un toque personal de calidez, podrá realmente concentrarse y dedicarse a su labor intelectual. Además si toma el hábito de estudiar en el mismo lugar, el proceso de concentración será más rápido y eficaz.

Organización y planificación del estudio.

El primer paso a realizar es planificar adecuadamente el trabajo. Las razones que justifican la existencia de un horario para estudiar son:

- Alivia psicológicamente.
- Evita malgastar el tiempo y estudiar más de lo necesario.
- Permite la concentración.
- Ayuda a crear el hábito del estudio.
- Permite estudiar lo justo en el tiempo justo.

Para realizar nuestro horario personal debemos tener en cuenta los siguientes elementos:

- Debe ser estructurado semanalmente.
- Hay que tener en cuenta los tiempos de todas nuestras actividades.
- Hay que hacer una escala de autovaloración de las asignaturas según el agrado que nos brindan y el grado de dificultad que representan para nosotros.
- Hay que distribuir lo más concretamente posible tanto las asignaturas como las tareas.
- Las asignaturas que son parecidas nunca deben estudiarse seguidas.
- Dejar cada día un rato para el ocio.
- Hacer ejercicio físico habitualmente.
- El horario debe ser realista y ajustarse a nuestro ritmo de vida.
- Su carácter es provisional; una vez determinado, hay que cumplirlo.
- Debemos tenerlo siempre a mano.

Existen dos causas principales que hacen fracasar el horario:

1. La distracción, que puede ser interna (pensamientos) o externa (ruidos, familia, amigos).

2. El hecho de no valorar como importante el horario, lo que conduce a su incumplimiento.

Las estrategias que podemos llevar a cabo para facilitar el cumplimiento horario son:

- Efectuar períodos más breves de estudio, pero manteniendo el nivel de horas establecido.
- Tener las metas y los propósitos concretizados al máximo.
- Intercalar más descansos.
- Adecuar mejor el lugar de estudio.
- Realizar ejercicios de concentración.
- Estudiar en las mejores horas para cada uno.
- Controlar el pensamiento.
- Hacer comprender a la familia y a los amigos la importancia de estudiar, para que respeten dicha actividad.
- Conseguir "hacer nuestro" el lugar donde trabajamos.

Estudiar de forma adecuada produce fatiga. Hay técnicas que ayudan al descanso del trabajo intelectual y al mismo tiempo favorecen la concentración. Hay dos momentos en los que conviene reposar del trabajo:

1. Cuando paramos el trabajo y hacemos los descansos que hemos planificado. Hay tres niveles progresivos: cambio de trabajo intelectual, cambio mental completo y cambio de ocupación total. 

Asimismo existen una serie de ejercicios de relajación que pueden practicarse: Relajación física de los sentidos (por ejemplo, 20 segundos mirando a alguna cosa a una distancia de dos o más metros, con tranquilidad, pasivamente, con el pensamiento centrado en lo que se mira como si fuera visto por primera vez). Relajación de los músculos de la cabeza (por ejemplo, mover los músculos de la frente varias veces hasta cansarlos, dejarlos ir y sentirlos relajarse). Cambios de postura física para movilizar los músculos inactivos durante el estudio y ejercicios respiratorios.

2. Cuando nos sentimos cansados para el trabajo intelectual: Si uno piensa que está fatigado se cansará más; por lo tanto, hay que distraerse del cansancio, hay que observar si hay tensiones internas que nos restan energía, hay que analizar si estamos aplicando bien las técnicas de lectura y relajar la vista. Si aún así no podemos seguir trabajando, hay que posponerlo 15 o 20 minutos, durante los cuales realizaremos actividades completamente distintas.

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