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domingo, 4 de julio de 2010

El otro lado de la realidad -14-

EL MISTERIO ESTA DEBAJO.

Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables —cuando se pregunta con tiento— de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio. Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: "Sobre el secreto".
Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba. Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Matol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Matol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.
Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una. Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Matol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical. 

Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada.
El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las que Pohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés. Les debía este homenaje a los Sau Rakim de Pohn Pei, que supieron desaparecer sin haber narrado más que una parte de su saber, testimoniando así su pertenencia a la universal comunidad de iniciados.
El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que registraba el paso de cualquier extranjero a Nan Matol. La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.

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