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sábado, 3 de julio de 2010

El otro lado de la realidad -9-

NO DES UN PASO EN FALSO.

Esta es la historia y existe el lugar. Pero podría ser que no fuera éste el lugar de esta historia. Porque un lugar así, naturalmente, se cubre con habilidad. Si te aventuras tras las huellas que dejo en este reportaje, no hallarás más que un conjunto de cuevas entrelazadas, y unos indios que guardan silencio. Pocas son en estos momentos las personas que conocen las claves correctoras para llegar a la biblioteca de oro. Este reportaje te muestra la cerradura. Pero si no posees la llave, nunca llegarás a abrir la puerta. Si intentas forzarla, reventarás en el intento. Lee, escucha, documéntate en otras fuentes, en otros textos, en otros libros. Existen. La llave existe, por fortuna para los auténticos buscadores. Solamente hay que ser sincero consigo mismo, ser honesto, y saber leer cada frase en varios sentidos. De la habilidad y limpieza de propósitos del buscador depende —exclusivamente— el dar con la llave de este legado. Recuerda siempre que solamente llega aquél que realmente merezca llegar.

GÓLGOTA.

Las Caverna de los Tesoros, la más antigua narración oriental del viaje de los Magos, centra su narración en un punto básico —el «Centro de la Tierra»— cual es el Gólgota, en el que se reúnen las fuerzas de la creación.
Allí radica también el secreto del sepulcro del primer hombre creado, Adán, cuyo cadáver protagonizó un singular viaje a ese centro de la Tierra, cuyo ciclo simbólico quedó cerrado con la posterior crucifixión —precisamente allí— de Jesús.

ORO, INCIENSO Y MIRRA.

Según refiere una antigua narración oriental, Adán, después de su caída, habría llevado los tres dones del oro, el incienso y la mirra a la Caverna de los Tesoros, y allí los habría depositado.
Después fueron pasando de generación en generación hasta que, de acuerdo con las instrucciones dadas por Adán a Seth, fueron llevados por los Magos a Belén y ofrecidos al Mesías. Con ello, los Magos reconocieron todo el ministerio de salvación encarnada por Jesús, y precisamente por los presentes que le llevaron: oro para el rey, mirra para el médico e incienso para el sacerdote.
Por ende, Cristo se igualó en todo a Adán.

DIOS LE HABLO A ADAN.

Así lo dispuso Dios al hablarle a Adán, después de la caída de éste:
«Y aquel que sobreviva en aquellos días, tomará tu cadáver, lo transportará y lo depositará en el centro de la Tierra, en donde yo se lo señalaré; pues allí tendrá lugar la salvación, tuya y de todos tus hijos.»
Pero antes de que Adán fuera trasladado a este lugar de reposo, y después de haber sido expulsado del paraíso, deberá vivir —y, después de muerto, ser depositado transitoriamente— en la Caverna de los Tesoros:
«Pero ordena a tus hijos y diles que después de tu muerte deberán ungir tu cuerpo con mirra, canela y aceite de mirra, y depositarlo en la caverna, en la cual os dejaré vivir desde hoy y hasta el tiempo en que acontezca vuestra salida de los alrededores del paraíso a la tierra situada en el exterior.»
Y cuando Adán deseó conocer a Eva, tomó de los límites del paraíso oro, mirra e incienso, y los colocó en la caverna, la bendijo y la santificó, de forma que fuera el santuario suyo y de sus hijos, y la llamó la "Caverna de los Tesoros".

EL VIAJE POSTUMO DE ADAN.

En la hora de su muerte, Adán le revela a Seth las instrucciones que le diera el supuesto Dios con respecto a lo que había que hacer con su cadáver, siempre con vistas a reunir los orígenes de la especie humana en un solo punto: el centro de la Tierra, el Gólgota:
«Cuando yo haya muerto, deberán depositar mi cuerpo en la caverna de los tesoros. Y aquél que sobreviva de todos vuestros descendientes, deberá, en el día en que se produzca vuestra salida de este país, de las inmediaciones del paraíso, llevarse consigo mi cadáver y deberá transportarlo y depositarlo en el centro de la Tierra. Porque allí me será concedida la salvación a mí y a todos mis descendientes. Y tú mi hijo Seth, sé guía de los hijos de tu pueblo, y guíalos limpios y santos en temor pleno de Dios, y mantened a vuestros descendientes alejados de los descendientes de Caín, el asesino.»

EL CADAVER DE ADAN VIAJO EN EL ARCA DE NOE.

Tras la primera rebelión de los descendientes de Seth, que descendieron de la montaña sagrada al campamento de los hijos de Caín para disfrutar de los placeres y deleites de las mujeres de la llanura maldita, se sucede ya inmediatamente el gran diluvio.
En este momento, en la montaña quedaban ya solo ocho personas: Noé y sus hijos Sem, Ham y Jafeth, y sus mujeres. Para su salvación recibieron instrucciones concretas de cómo debían construirse una embarcación sólida, en la que además debían albergar «el cadáver de nuestro padre Adán y estos tres objetos de sacrificio: oro, incienso y mirra.»
Con la embarcación salvadora aparecen una vez más —como en tantos otros pasajes de la antigüedad— signos tecnológicos, cuyos detalles no encajan en el mundo del hombre primitivo ni en el mundo espiritual. Leemos así en La Caverna de los Tesoros que el arca estuvo cerrada y sellada, y que el ángel del señor estuvo apostado en su techo como timonel. El arca entonces «voló con las alas del viento por encima de la corriente, de este a oeste, y describió una cruz sobre el agua. Y el arca voló por encima del agua durante 150 días y llegó a un lugar de reposo en el séptimo mes».
En numerosas ocasiones, este mensajero, ángel o emisario aparece en situaciones que connotan una tecnología superior al conocimiento humano de la época, pero que se escapa igualmente del ámbito puramente espiritual o de la actuación directamente inspirada por un supuesto dios. El emisario (ángel) volverá a aparecer aquí en todo caso relacionado con el viaje que debe transportar el cadáver del primer hombre, Adán, hasta el ya repetido Centro de la Tierra (por lo demás otro Viaje al centro de la Tierra absolutamente genuino).

EL CENTRO DE LA TIERRA.

Cuando Noé, después de haber salido ya del arca y de haber vivido aún 350 años, sintió próxima la hora de su muerte, llamó a su primogénito Sem y le dijo en secreto que cuando él hubiera muerto, entrara en el arca en el cual habían sido salvados y sacara de ella el cadáver de Adán. Ningún hombre debía observarle durante esta acción. Y le ordenó también Noé a Sem que se llevara consigo a Melquisedek y que depositara el cadáver de Adán en el punto central de la Tierra. Y añadió: «Y observa que el ángel del señor os precederá y os mostrará el camino que debéis hacer, y también el lugar en el que debe ser depositado el cadáver de Adán, o sea, el punto central de la Tierra. Y allí se reúnen cuatro cabos; pues cuando Dios creó la Tierra, su fuerza corría delante de ella, y la tierra, procedente de cuatro lados, corría detrás de ella como los vientos y las suaves brisas; y allí se detuvo y descansó su fuerza. Allí se consumará la liberación para Adán y para todos sus hijos. Desde Adán hasta nosotros ha sido transmitida esta historia a través de todas las generaciones. Date cuenta de que esta historia ya no volverá a ser explicada entre ninguno de todos vuestros descendientes; pero tú sube y tómalo y deposítalo secretamente allí en donde Dios te lo mostrará, hasta el día de la salvación.»
Muerto Noé, Sem se dispuso a cumplir las palabras de su padre. Se despidió de los suyos sin revelarles el motivo ni el destino real de su viaje, y marchó con Melquisedek de noche de su pueblo, apareciendo de inmediato el mensajero que se confunde con fenómenos tecnológicos, como ya apunté: «Y el ángel del señor se les apareció y les precedió en su camino: y su camino fue muy fácil porque el ángel del señor les fortificaba, hasta que llegaron al lugar señalado. Y cuando arribaron al Gólgota, que es el punto central de la Tierra, el ángel le mostró a Sem este lugar. Y cuando Sem hubo depositado el cadáver de Adán en la parte superior de este lugar, se separaron cuatro partes, y la tierra se abrió en forma de una cruz; y Sem y Melquisedek depositaron el cadáver de Adán en el interior. Y en cuanto le hubieron depositado allí dentro, se movieron los cuatro lados y encerraron el cadáver de nuestro padre Adán y se cerró la puerta de la tierra externa.»

EL LUGAR DEL CRANEO.

Una vez depositado el cadáver de Adán bajo las compuertas automáticas, Sem regresó a su lugar de origen, ordenándole a Melquisedek que jamás se moviera del emplazamiento de este «Centro de la Tierra».
En cuanto al Gólgota, pronto fue llamado "lugar del cráneo" porque allí fue depositada la cabeza de todos los hombres (lo que malinterpreta Orígenes en sus Comentarios al Evangelio de San Mateo al afirmar que se le llamaba así por el hecho de estar allí enterrado el cráneo de Adán, lo cual no está del todo desencaminado, pero sí cambia el matiz y reduce la importancia del lugar), y «Gólgota» porque era redondo.
A partir de entonces, todos los acontecimientos importantes se suceden precisamente en este enclave digamos mágico, incluyendo la construcción posterior de Jerusalén.

JESUS, CRUCIFICADO ENCIMA DE ADAN.

Finalmente, sabido es que el nombre del primer hombre es Adán, y los textos bíblicos hablan de Jesús como el segundo hombre o último Adán. La Caverna de los Tesoros afirma que el Mesías se igualó en todo a Adán, tal y como está escrito. Cuando Sem y Melquisedek depositaron el cadáver de Adán en el punto central de la Tierra, inmediatamente volvió a cerrarse la puerta de la Tierra, de forma que ninguno de los hijos de Adán pudo abrirla. Y cuando encima de ella fue erigida la cruz para Jesús, se abrió la puerta. Y cuando encima de ella el Mesías alcanzó la victoria por la lanza, de su costado fluyeron sangre y agua y penetraron en la boca de Adán y formaron para él el bautismo, y por ellos fue bautizado.
Tal es, esbozado en unas brevísimas pinceladas muy escuetas, el mensaje que intenta transmitirnos el o los autores de los manuscritos conocidos por La Caverna de los Tesoros.

LOS AMIGOS VOLADORES DE LOS INDIOS HOPIS

Los indios hopi, en Arizona, afirman que sus antepasados fueron visitados por seres que se desplazaban en escudos volantes y dominaban el arte de cortar y transportar enormes bloques de piedra, así como de construir túneles e instalaciones subterráneas.

EL MENSAJE DEL LABERINTO.

La senda del conocimiento puede conducir a la sabiduría o a la perdición del buscador, y este es el riesgo inherente a toda aventura humana desde el momento mismo en que vislumbramos la posibilidad de acceder a la inteligencia.
A ello alude por ejemplo la leyenda de Teseo y Ariadna, escenificada en el laberinto de Dédalo, en Cnossos, en la isla de Creta. El esquema de dicho laberinto —dibujo ancestral que se repite en diseños parecidos en diversas culturas de la antigüedad— tal y como aparece grabado en monedas cretenses antiguas, es idéntico a otro que aparece en una cruz rúnica danesa, y a otro que simboliza a la «madre Tierra» entre los indios hopi americanos. La identidad de dichos esquemas, que forman parte del simbolismo inherente a culturas tan dispares como estas tres, es realmente asombrosa y sigue constituyendo un enigma a la par que un reto para el investigador.

ESCUDOS VOLADORES.

Igualmente asombroso es el hecho de que el esquema de la mitología mediterránea aparezca idéntico precisamente entre los indios hopi. Pues la tradición de dicho indios —viva hoy en día— une el origen de su pueblo al contacto con unos seres de forma humana que disponían de aparatos voladores en forma de escudos. Los textos clásicos latinos, por su parte así como también los Annales Laurissenses que daban cuenta de las campañas de Carlomagno, refieren diversos avistamientos de escudos voladores. Las tradiciones de los indios hopi, exactamente igual. Detengámonos pues un momento en estas tradiciones.
Los indios hopi viven hoy en una reserva en el estado norteamericano de Arizona, y su poblado principal es Oreibi, el más antiguo lugar ininterrumpidamente habitado de Norteamérica. Josef F. Blumrich, el ingeniero de la NASA que reconstruyó el esquema de la nave que vió y describió en los textos bíblicos el profeta Ezequiel, y con quien tuve ocasión ámplia de intercambiar informaciones en sendos congresos de la Ancient Astronaut Society celebrados en Crikvenica (Croacia) y en Munich, vive en Laguna Beach, en California, no lejos de la reserva de los hopi. Desde el año 1971 mantiene una agradable amistad con el anciano indio White Bear, el cual le ha venido narrando pacientemente a Blumrich los recuerdos ancestrales de su pueblo, que forman parte de su actual tradición viva. El ingeniero Blumrich dispone hoy así de casi cincuenta horas de cintas grabadas con narraciones y explicaciones adicionales. Voy a resumir aquí los puntos que nos interesan de estas grabaciones.

KASSKARA Y LOS SIETE MUNDOS.

De acuerdo con la tradición hopi, la historia de la Humanidad está dividida en períodos que ellos denominan «mundos», los cuales están separados entre sí por terribles catástrofes naturales: el primer mundo sucumbió por el fuego, el segundo por el hielo y el tercero por el agua. Actualmente vivimos en el cuarto mundo. Y en total, la Humanidad deberá recorrer siete.
No siendo comprobables históricamente los dos primeros mundos, la memoria tribal de los hopi se remonta a la época del tercer mundo, cuyo nombre era Kasskara. Este era el nombre, en realidad, de un inmenso continente situado en el actual emplazamiento del océano Pacífico. Pero Kasskara no era la única tierra habitada. Existía también el «país del Este». Y los habitantes de este país tenían el mismo origen que los de Kasskara.

LOS KATCHINAS LLEGARON POR EL AIRE.

Los habitantes de este otro país comenzaron a expanderse y a conquistar nuevas tierras, atacando Kasskara ante la oposición de ésta a dejarse dominar. Lo hicieron con armas potentísimas (y uno piensa inmediatamente en las armas devastadoras descritas en las antiguas epopeyas hindúes, así como en la deflagración atómica de Sodoma y Gomorra), imposibles de describir.
Tan sólo los elegidos, los seleccionados para ser salvados y sobrevivir en el mundo siguiente fueron reunidos bajo el «escudo». Los proyectiles enemigos reventaban en el aire, de modo que los elegidos colocados bajo el «escudo» quedaban indemnes. Repentinamente, el «país del Este» desapareció por alguna causa desconocida bajo las aguas del océano, y también Kasskara comenzó a hundirse paulatinamente.
En este momento, los katchinas ayudaron a los elejidos a trasladarse a nuevas tierras. Este hecho marcó el fin del tercer mundo y el comienzo del cuarto.
Es preciso aclarar que, desde el primer mundo, los humanos estaban en contacto con los katchinas, palabra que puede traducirse por «venerables sabios». Se trataba de seres visibles, de apariencia humana, que nunca fueron tomados por dioses sino solamente como seres de conocimientos y potencial superiores a los del ser humano. Eran capaces de trasladarse por el aire a velocidades gigantescas, y de aterrizar en cualquier lugar. Dado que se trataba de seres corpóreos, precisaban para estod desplazamientos unos artefactos voladores, unos «escudos voladores» —al igual que en las crónicas romanas, al igual que en las crónicas de Carlomagno— que recibían diversos nombres.

ESCUDOS VOLADORES.

White Bear describe estos artefactos:
«Si de una calabaza cortas la parte inferior, obtendrás una corteza; lo mismo debe hacerse con la parte superior. Si luego se superponen ambas partes, se obtiene un cuerpo de forma de lenteja. Este es básicamente el aspecto de un escudo volador».
Hoy en día los katchinas ya no existen en la Tierra. Las danzas katchinas, tan conocidas hoy en Norteamérica, son representadas por hombres y mujeres en calidad de sustitutos de unos seres realmente existentes antaño. Los katchinas podían en ocasiones tener un aspecto extraño, siendo así que originariamente se solían confeccionar muñecas katchina para que los niños se acostumbraran a su aspecto. Hoy en día, estas muñecas se fabrican preferentemente para los turistas y coleccionistas.

EL GRAN EXODO.

Hecha esta aclaración, regresemos al cambio de territorio de los antiguos habitantes de Kasskara.
La población, de acuerdo con el recuerdo tradicional de los hopi, llegó a la nueva tierra por tres caminos diferentes. Los seleccionados para recorrerla, inspeccionarla y prepararla, fueron llevados allí por aire, a bordo de los escudos de los katchinas. El gran resto de la población tuvo que salvar la enorme distancia a bordo de barcas. Y cuenta la tradición que este viaje se efectuó a lo largo de un rosario de islas que, en dirección noreste, se extendía hasta las tierras de la actual América del Sur.

LA TOCADA POR EL RAYO.

La nueva tierra recibió el nombre de Tautoma, que viene a significar «la tocada por el rayo». Tautoma fue también el nombre de la primera ciudad que erigieron, a orillas de un gran lago. De acuerdo con los conocimientos actuales, Tautoma se identifica con Tiahuanaco, mientras que el lago corresponde al Titicaca, en la frontera actual de Perú con Bolivia.
Posteriormente, un cataclismo convulsionó a la ciudad, destruyéndola, motivo por el cual la población se fue desperdigando por todo el continente. Durante un largo período de tiempo estos hombres procedentes del Pacífico se fueron repartiendo en grupos y clanes por los dos subcontinentes. Algunos de estos clanes iban en compañía de los katchinas, quienes a menudo intervinieron para ayudarles.

DE LA SELVA A LA PARED DE HIELO.

Los hopi formaban parte del grupo de tribus que emigraron en dirección norte, y sus leyendas recuerdan un período en el que atravesaron una calurosa selva, y un período en el que se toparon con una «pared de hielo» que les impidió el avance hacia el norte, y les obligó a volver atrás.
El ingeniero Josef F. Blumrich, comentando lo sorprendentes que pueden llegar a parecer algunas de estas tradiciones, recuerda que todavía hoy en día siguen vivas a través de diversas ceremonias.

LA CIUDAD ROJA.

Mucho tiempo después de estas migraciones todavía había clanes que seguían conservando las antiquísimas doctrinas. Estos clanes se reunieron y construyeron una ciudad «de importancia trascendental, que recibió el nombre de "la ciudad roja"», a la que se identifica con Palenque, en el Yucatán mexicano. En dicha ciudad fue establecida la escuela del aprendizaje, cuya influencia todavía puede descubrirse en algunos hopi.
Los maestros de dicha escuela eran los katchinas, y la materia de enseñanza estaba compuesta esencialmente por cuatro apartados: 1. Historia de los clanes; 2. La naturaleza, las plantas y los animales; 3. El hombre, su estructura y su función física y psíquica; 4. El cosmos y su relación con el hacedor.
Tras un posterior período de numerosos enfrentamientos entre las ciudades establecidas en el Yucatán, sus habitantes abandonaron la zona y reemprendieron la migración hacia el norte. Durante aquella turbulenta época los katchinas abandonaron la Tierra. Los pocos clanes que han seguido manteniendo vivo el antiguo saber se juntaron más tarde en Oreibi, siendo ésta la razón de la especial importancia de este lugar.

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