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martes, 14 de septiembre de 2010

El reflejo condicionado

He aquí el esquema de la experiencia ya clásica: pongamos alimento en la boca de un perro; luego de uno o dos segundos la saliva comienza a ser segregada por su glándulas. Se trata de un acto reflejo, es decir, de una respuesta constante del perro a un estímulo que le llega del ambiente extemo, pero de un reflejo innato, presente desde el nacimiento de cada animal. Ahora, antes de darle alimento al perro hagámosle escuchar el sonido de un metrónomo, o encendamos una lamparilla ante sus ojos. Luego de un cierto número de experiencias notaremos que no es necesario darle alimento al animal para provocar la salivación; el perro segregará saliva apenas sienta el sonido del metrónomo o vea la lamparilla encendida. Esto que hemos descrito es un reflejo condicionado. "La condición fundamental para la formación de un reflejo condicionado —escribe Pavlov— es generalmente la coincidencia en el tiempo, por una o más veces, de una excitación indiferente con un estímulo absoluto". En nuestro caso, el sonido del metrónomo constituye la excitación indiferente, indiferente justamente porque en cuanto tal no tiene ninguna relación con la secreción salival; el suministro del alimento, en cambio, es el estímulo absoluto, ligado permanentemente con la secreción salival, que tiene la tarea de comenzar la digestión del alimento. Si la excitación indiferente —metrónomo— precede regularmente por un cierto número de veces al estímulo absoluto —alimen to—será capaz de por sí de dar la respuesta refleja —se creción salival—; se establece así un nuevo vínculo, un nuevo reflejo entre un estímulo —metrónomo— y una respuesta —secreción saliva!— anteriormente no ligados entre sí. Por ello el reflejo se Mama condicionado, porque no se halla presente regularmente en el organismo, sino que para formarse necesita algunas condiciones, es decir, la coincidencia por algunas veces del estímulo indiferente con el estímulo absoluto, El reflejo condicionado salival es sólo un ejemplo de reflejo condicionado, que se adecúa para su estudio en laboratorio por su simplicidad y por la posibilidad de obtener un juicio cuantitativo mediante el recuento de las gotas de saliva segregadas. Pero, escribe Pavlov, "el reflejo condicionado puede formarse por medio de todos los reflejos absolutos y con todos los posibles agentes del ambiente externo e interno, tanto en forma elemental como en forma de combinaciones complejas, con una sola limitación, es decir, que se trate de agentes capaces de ser percibidos por las células receptivas de los hemisferios cerebrales". El reflejo condicionado típico del que anteriormente diéramos el ejemplo era conocido ya mucho tiempo antes de los experimentos de Pavlov con el nombre de "salivación psíquica", pero ninguno había intuido la importancia enorme del mismo. El adjetivo "psíquico", sin embargo, fue abandonado por Pavlov dado que podía convertirse en una fuente de equívocos. Él escribió al respecto:

"Cuando un naturalista se propone hacer el análisis completo de la actividad vital de los animales superiores no puede, no debe, hablar de actividad psíquica de estos animales sin traicionar el principio de las ciencias naturales. La ciencias natural es un trabajo de la mente volcado hacia la investigación de la naturaleza y no es lícito en este campo recurrir a interpretaciones y a conceptos tomados de fuentes que no sean de la naturaleza misma. Si el naturalista hablara de actividad psíquica de los animales superiores, él transportaría al dominio de la naturaleza ideas tomadas de su mundo interior, es decir, repetiría el antiguo, error cometido por los hombres cuando iniciaron estudios de los fenómenos naturales prestándoles a las diversas manifestaciones de ia naturaleza inanimada sus propios pensamientos, deseos y sentimientos. Para un naturalista coherente, también en los animales superiores existe una sola cosa: esta o aquella reacción exterior a un fenómeno del mundo externo".

A este fenómeno exterior, es decir, la "salivación en respuesta a un estímulo que ya no era un estímulo alimenticio, sino una señal sonora o luminosa del mismo, Pavlov logró justamente estudiarlo objetivamente, científicamente, en sus relaciones de causa y efecto, en su origen y desarrollo. Él vio que también este fenómeno podía ser considerado como un reflejo y clarificó la naturaleza de "reacción de advertencia", subrayando de esa manera el carácter de previsión de un advenimiento que tendrá lugar en el futuro en el mundo externo. En efecto, se trata aparentemente de un reflejo clásico: a un estímulo externo, por ejemplo el sonido del metrónomo, corresponde una determinada reacción del organismo, por ejemplo la secreción salival. Pero la saliva no tiene, naturalmente, la tarea de digerir el sonido, como deberíamos afirmar según el esquema del reflejo entendido en sentido cartesiano. La saliva digerirá aquello que aparezca luego del sonido, es decir, el alimento. La reacción condicionada, entonces, sirve para adaptar, para preparar al organismo viviente para un suceso que se producirá en el futuro. Ya hemos visto cuáles son las condiciones indispensables para la elaboración de un reflejo condicionado; recordemos ahora que el reflejo mismo se mantiene sólo por un determinado período de tiempo.

Si, en efecto, la suministración del alimento no sigue al sonido del metrónomo, luego de cierto número de veces el sonido no se verá seguido por la secreción salival. Se dice entonces que el reflejo condicionado se ha extinguido, porque entró en escena la inhibición, y sobre tal fenómeno volveremos brevemente más adelante. Es intuitiva la importancia general que los reflejos condicionados asumen en la vida del individuo. Basta con pensar que gracias a los mismos el ser viviente puede adaptarse a las continuas modificaciones del ambiente en el que vive, reaccionando en forma adecuada. Mediante los reflejos innatos, o incondicionados, en efecto, se establece un equilibrio estático entre individuo y ambiente, siempre igual a sí mismo, necesario, pero no suficiente para asegurar la supervivencia al individuo. Los reflejos incondicionados constituyen, en efecto, un equilibrio entre el organismo viviente y el ambiente que lo circunda, y permiten vivir a los animales en determinadas condiciones. Pero sólo en determinadas con¬diciones: el recién nacido, gracias al reflejo incondicionado de la succión, puede nutrirse en el pezón de la mama, pero sólo si el pezón está al alcance de sus labios. De ninguna manera es capaz de hallar su alimento, a menos que el mismo le sea llevado literalmente a la boca. Pero todos los animales viven en un mundo en el que es necesario nutrirse diariamente, defenderse de los enemigos, buscar un reparo de la intemperie, en condiciones siempre diversas. En este punto intervienen los reflejos condicionados, que no son inmutables, sino que se modifican en relación con los cambios del ambiente externo. Los mismos indicarán cada vez al animal que un determinado objeto constituye un peligro que debe evitarse, que en un determinado lugar existe la posibilidad de procurarse el alimento, que a una determinada cosa está asociada una sensación placentera, etcétera. Como hemos dicho, el mérito de Pavlov no es sólo el de haber indicado la importancia de este fenómeno elemental de la corteza cerebral, sino de haber explotado profundamente las posibilidades de estudio que el mismo ofrecía, proporcionando la base para una técnica precisa de análisis de aquella actividad nerviosa superior, cuya investigación había sido imposible para la fisiología hasta ese momento. La salivación condicionada, en efecto, podía ser fácil y exactamente medida en su totalidad, con la sola condición de suturar en el exterior el conducto excretor de la glándula salival y de medir las gotas que caían. Existía una única dificultad: excluir la influencia de los factores externos accidentales, no deseados por el experimentador, quien debía investigar un solo reflejo condicionado por vez y obtener resultados rigurosamente precisos. Por lo tanto, era necesario aislar al animal del experimento antes de exponerlo a determinadas excitaciones, evitando que fuera perturbado por cualquier otro estímulo del ambiente externo. Pavlov recurrió entonces a la "torre del silencio", separando rigurosamente al animal de todo estímulo que no fuera el elegido por el experimentador, por ejemplo el alimento y el sonido del metrónomo, y de la persona misma del experimentador, que trabajaba, en efecto, en una habitación aislada de la del animal, y adoptando especiales métodos de medición de la saliva segregada.
Con un trabajo que duró decenios, ayudado por numerosos colaboradores, estudió detalladamente la forma¬ción, la consolidación, el debilitamiento y la desaparición de los reflejos condicionados y pudo deducir de tales observaciones las leyes generales que regulan el trabajo de los hemisferios cerebrales, ante todo la excitación y la inhibición, la expansión y la contracción.

Excitación e inhibición.

La elaboración de un reflejo condicionado se debe a la formación de un nuevo foco de excitación en la corteza cerebral. Es decir, una determinada zona de la corteza, por ejemplo, la terminación del nervio acústico en el caso del reflejo en respuesta al sonido del metrónomo, que antes no era capaz, si se la estimulaba, de dar comienzo al proceso de secreción salival, asume ahora esta nueva propiedad, se torna "excitable". Pero tal excitación no se mantiene indefinidamente; ya lo hemos visto: si el sonido del metrónomo no está seguido por el alimento, luego de algunas veces cesará de provocar la secreción salival. Pavlov escribe en tal sentido: "Los reflejos condicionados tornan infinitamente más complejas, más finas y más precisas las relaciones entre el mundo externo y el organismo. En nuestra vida ellos son numerosos y constituyen la base de nuestras costumbres, de la educación y de la disciplina. La fase ulterior del perfeccionamiento de las relaciones entre el ambiente y el organismo consiste en el hecho de que los reflejos condicionados como reflejos de señalación sufren una corrección final y constante. Si en el curso de la vida ya no son seguidos por los importantes fenómenos que los mismos señalan, están suprimidos... como si estuvieran gobernados por un principio de economía... Esto está provocado por un proceso nervioso especial, al cual la terminología comúnmente usada en fisiología da el nombre de inhibición".
Pavlov ha descrito otras modalidades de la inhibición, aparte de esta, que es tal vez la más importante y a la cual se le da el nombre de "inhibición de extinción". La descripción de las mismas sólo puede ser el objeto de publicaciones especializadas; recordemos sólo que la elaboración de estas leyes fue el resultado de un trabajo experimental larguísimo, minucioso, descrito en una de las obras fundamentales del fisiólogo, las Lecciones sobre el trabajo de los grandes hemisferios cerebrales, publicada en 1926. Al leer los protocolos de tales experimentos resulta interesante seguir la alternada vicisitud de los procesos de excitación y de inhibición, que primero se expanden y luego se concentran en la corteza cerebral, y conocer algunos datos de gran interés: mediante el condicionamiento, por ejemplo, el animal puede efectuar un análisis sumamente minucioso del mundo externo, es decir, puede reaccionar segregando saliva luego del sonido de un metrónomo que tiene la frecuencia de 500 vibraciones por segundo, y no reaccionar si el metrónomo suena, en cambio, a la frecuencia de 498 vibraciones (una diferencia tan mínima que el oído humano no logra captarla).

El estereotipo dinámico.

En toda su obra, Pavlov se sintió impulsado por la exigencia de asegurar la absoluta objetividad de los métodos de estudio y de interpretación de los datos, y también por el deseo de hallar los mecanismos universales del funcionamiento del sistema nervioso en todos los niveles de la escala zoológica. En este sentido, el reflejo condicionado se le reveló precioso como clave para la interpretación de las numerosísimas correlaciones recíprocas existentes entre el sistema nervioso y el ambiente externo válida para todos los animales. El mismo reflejo condicionado, sin embargo, con sus diferentes modos de formación, de desarrollo y de extinción, nos permite darnos cuenta de las diferencias existentes entre las diversas especies animales, así como poner el acento en el salto cualitativo constituido por la actividad nerviosa superior del hombre.
La importancia que asumen los reflejos innatos y los reflejos condicionados, así ligados entre sí, varía notablemente en las diversas especies animales y entre los animales y el hombre, mientras otra notabilísima diferencia entre los diversos individuos está constituida por los llamados "estereotipos dinámicos", es decir, por el conjunto de los vínculos nerviosos de cada individuo, relacionados con las diferentes experiencias de la vida, que constituyen los grupos funcionales, en grado de enriquecerse y de modificarse continuamente en las diversas interacciones entre individuo y ambiente. ¿Qué son estos estereotipos dinámicos? Partamos, como siempre, de la experiencia de laboratorio. Apliquemos uniformemente a un animal, siem¬pre en el mismo orden y por un determinado período de tiempo, una serie de estímulos condicionados (por ejemplo, encendamos una lamparilla como señal del alimento, hagamos funcionar una campanilla como señal de estimulación dolorosa, etcétera). A estos estímulos, el animal responderá con una serie de reflejos correspondientes (por ejemplo, segregará saliva, alejará la pata, etcétera). El estereotipo dinámico es justamente el conjunto de estos reflejos, que se siguen con orden e intensidad variable; el mismo está caracterizado por la repetición uniforme de algunos estímulos y las reacciones relativas. Ahora, en el ámbito de un estereotipo constituido ya en forma estable, sustituyamos un estímulo por un estímulo diferente (por ejemplo, en lugar de encender la lamparilla como señal de alimento, hagamos sonar el metrónomo), aun manteniendo intactos los otros estímulos y su sucesión. Notaremos que tal variación en la estimulación no provoca inmediatamente una variación en la respuesta del animal, que sigue siendo igual a la respuesta anteriormente establecida por cierto número de veces. Si por ejemplo el encendido de la lamparilla como señal del alimento constituye el tercer estímulo de un estereotipo dinámico y en un cierto punto, aun manteniendo todo el complejo del estereotipo en el sucederse de los diversos estímulos, sustituimos sólo al tercer estímulo, por ejemplo haciendo sonar el metrónomo en lugar de encender la lamparilla, notaremos que al sonido del metrónomo el perro reaccionará segregando saliva, tal como ocurría regularmente luego del encendido de la lamparilla. Es decir, el perro ya está acostumbrado a reaccionar al tercer estímulo con la secreción salival, y así continúa, aunque el tercer estímulo haya sido sustituido por otro que puede ser, por ejemplo, la señal de una estimulación dolorosa antes que del alimento.

El estereotipo dinámico formado en la corteza cerebral a continuación de la estimulación anterior, repetida, uniforme, continúa existiendo por un cierto tiempo aun después de la variación de un estímulo, Se demuestra, de tal manera, que las modificaciones ambientales preceden a las modificaciones del sistema nervioso. El concepto fisiológico de estereotipo dinámico puede ser aplicado también al hombre. Basta con pensar en el conjunto de estímulos externos a los que se halla expuesto el hombre perteneciente a la moderna sociedad industrial, estímulos que se repiten todos los días con regular y exasperante monotonía. A éstos, también el hombre reacciona con una serie de respuestas reflejas, que terminan automatizándose. El trabajo en la cadena de montaje, por ejemplo, es un condicionamiento caracterizado por una sucesión de estereotipos dinámicos. La condición humana se modifica sólo modificando las condiciones ambientales: esta indiscutida ley social halla confirmación en las leyes fisiológicas recién descritas. Partiendo justamente de las leyes fisiológicas sobre el estereotipo dinámico, muchos han delineado un paralelismo, tal vez osado si se tienen en cuenta los diferentes planos de investigación, con la que es una de las tesis fundamentales del pensamiento filosófico -histórico más avanzado: es decir, que la conciencia social está retrasada con respecto a la estructura social de un cierto período. También los estereotipos dinámicos pueden ser propios de una especie, transmitiéndose en forma hereditaria bajo la forma de reflejos incondicionados, es decir, de instintos, como expresión de la experiencia histórica de la especie misma; o bien —y éstos son la gran mayoría— pueden ser débiles, limitados al ámbito de una vida individual o directamente de un solo período de vida. Los estereotipos de este segundo tipo se modifican continuamente según las modificaciones del ambiente externo. Ello significa que las modificaciones del ambiente externo se traducen en modificaciones de la estructura nerviosa del ser viviente, modificaciones que aseguran un mejor equilibrio y en último análisis un mejor conocimiento del ambiente por parte del individuo.

El segundo sistema de señalación.

En lo que respecta al hombre, la interacción entre individuo y ambiente se ve enriquecida y profundizada por la existencia del lenguaje, que ha llevado a una enorme ampliación del conocimiento del mundo hasta alcanzar el nivel del conocimiento científico, el único que permite conocer al mundo en su esencia y transformarlo. El lenguaje es el fenómeno que diferencia en forma neta y evidente al hombre de los animales. En efecto, mientras los animales toman contacto con la realidad sólo mediante las señales del mundo externo, que actúan directamente sobre sus órganos de sentido, el hombre ha elaborado sobre la base de este primer sistema de señalación un segundo, representado por las palabras, las "señales verbales" o "señales de señales", según la terminología pavloviana.
En el último período de su vida, luego de haber tratado de descubrir cuánto existía de común en el sistema nervioso humano y en el animal con la elaboración del concepto de "segundo sistema de señalación", Pavlov logró definir las diferencias más profundas. "Si nuestras representaciones y nuestras sensaciones que se refieren al mundo externo —dice Pavlov— son para nosotros las primeras señales de la realidad, las señales concretas, las palabras, constituyen las segundas señales, las señales de las señales. Las mismas son la abstracción de la realidad y permiten la generalización, lo que constituye el pensamiento superior, específicamente humano, que crea primero el empirismo y finalmente la ciencia, arma la orientación superior del hombre en el ambiente externo". Así, mientras los animales adquieren su experiencia en forma individual, en sus relaciones directas con el mundo extemo, el hombre, mediante el lenguaje, participa —independientemente de su experiencia directa— del patrimonio histórico de la experiencia de toda la humanidad.
De lo que hemos expuesto comienza a delinearse con suficiente claridad la gran importancia general de las investigaciones de Pavlov, su valor de ruptura, digamos revolucionario, en cuanto al tipo de investigación sobre la actividad psíquica que por entonces prevalecía.
Tal actividad podía ahora ser estudiada en modo objetivo, en los laboratorios de fisiología, contando las gotas de saliva segregada, o registrando las diversas reacciones de los animales de experimento, para remitirse de éstas a la vicisitud alterna de los fenómenos de excitación e inhibición en la corteza cerebral.
Se descartaba decididamente toda interpretación antropomórfica, subjetiva, toda sugerencia a explicar en clave psicológica el comportamiento de los animales. Grande fue, lógicamente, el entusiasmo, y también grande la hostilidad, aun en muchos ambientes científicos: una serie de prejuicios y de barreras parecían salvados si la actividad psíquica podía finalmente ser estudiada y analizada por el científico objetivamente, experimentalmente, como cualquier otra función del organismo.
Más tarde fue evidente que no todo era posible explicarlo con el condicionamiento y que a la psicología le correspondía, y le corresponde todavía, un gran margen de autonomía en el estudio de la actividad psíquica; sin embargo, esto no disminuye la importancia de las concepciones pavlovianas.


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