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viernes, 10 de septiembre de 2010

El universo sin Dios

Nunca le ha ido bien a la religión católica cuando ha tratado temas científicos, al igual que nunca les ha ido bien a los científicos que han hablado de temas religiosos. Desde Galileo Galilei, padre de la ciencia moderna, quien fue acusado de herejía por su intento de satirizar al Papa de la época en uno de los personajes de su libro 'Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo', hasta Stephen Hawking, quien recientemente aprovechó magistralmente la visita del papa al Reino Unido para promocionar su nuevo libro, en el cual busca mostrar que la ciencia puede explicar el origen del universo sin la necesidad de invocar a Dios. La historia ha mostrado cómo las máximas autoridades eclesiásticas y científicas se enfrentan de vez en cuando por sus puntos de vista en temas como el origen del universo y de la vida, o la misma existencia de Dios. Todos estos enfrentamientos han producido resultados inconclusos, ganadores parciales de las disputas y reputaciones en entredicho para ambas partes.

Por sus escritos, Galileo estuvo a punto de ser ejecutado por la Inquisición, por lo cual tuvo que retractarse. Siglos después, el papa Juan Pablo II expresaría su inconformismo con la postura de la iglesia de la época. Muchos han interpretado el gesto de Juan Pablo II como una disculpa y, por ende, una prueba clara del triunfo de la ciencia sobre la religión. Los tiempos han cambiado, pero las diferencias entre algunos científicos y la iglesia católica, por quien debería tratar de dar respuestas a preguntas tan interesantes como el origen del universo y la vida, sigue como en sus orígenes. El protagonista de nuestra época es el físico británico Stephen Hawking, quien, en su nuevo libro, argumenta que la ciencia puede explicar el origen del Universo sin la necesidad de invocar a Dios, la existencia de gravedad implicaría que el Universo puede crearse a sí mismo a partir de la nada. Claro está, surgen las preguntas: ¿qué es la gravedad?, y ¿qué o quien la creó? Preguntas que, sin duda, originarían sonrisas en los fervientes defensores de la Iglesia católica y, probablemente, el efecto contrario en los fieles adoradores de la ciencia. El profesor Hawking no será condenado y, por el contrario, su libro 'El gran diseño' ('The Grand Design') será un 'best seller' en el mundo, aunque no del mismo nivel de la Biblia, y estará lejos de arreglar de manera definitiva las diferencias entre Iglesia católica y ciencia.

El cuestionar es una actividad muy humana. Las religiones y la ciencia han jugado un papel muy importante en tratar de dar algunas respuestas e incentivar la creación de otras desde su diario devenir. La historia tanto de la ciencia como de la religión ha mostrado cuán imperfectas son estas actividades. La Iglesia católica está actualmente en el ojo del huracán por su manejo de los abusos de algunos de sus integrantes, por sus posiciones con respecto al uso de anticonceptivos y por el papel de la mujer dentro de la misma organización. La comunidad científica no se encuentra exenta de escándalos. La necesidad de reconocimiento y gloria de algunos de sus integrantes los ha llevado a engañar a la comunidad, y con ello, a la humanidad, y la lucha permanente contra fenómenos como el plagio de ideas, la manipulación de resultados (recientemente, hasta las observaciones del mismo Galileo Galilei han sido cuestionadas) y el engaño no es del todo ajena a los científicos.

La discusión acerca de la existencia de Dios es una pregunta válida. Después de todo no deberían existir preguntas prohibidas. Sin embargo, es cuestionable la capacidad para dar una respuesta científica a esta pregunta en la actualidad. Y aun dentro de la comunidad científica existen serias dudas acerca de las verdaderas razones detrás del libro del profesor Hawking (¿ciencia o marketing?), lo cual no ayuda a dirimir el conflicto entre ciencia e Iglesia católica y, por el contrario, podría llegar a opacar la seriedad del trabajo científico. De la misma manera que existen científicos que creen firmemente en la inexistencia de Dios, otra parte de la comunidad no duda de su existencia, sin que ello los haga ser menos profesionales. Los seres humanos necesitamos creer en algo, siempre, y hasta el mismo Isaac Newton, creador de la teoría de la gravitación universal y firme creyente, dedicaba parte de su tiempo libre a la alquimia (que buscaba, entre otras cosas, la fuente de la eterna juventud y la piedra filosofal que convertía el plomo en oro), lo cual no le quitó su lugar en la historia de la humanidad.

La religión y la ciencia buscan, cada una a su manera, tratar de entender el mundo. Y es por ello por lo que las disputas acerca de temas comunes como el origen del universo y de la vida continuarán hasta el fin de la humanidad; porque, mientras el ser humano exista, la necesidad de cuestionar, buscar respuestas y creer será parte de su existencia. Eso es lo que nos hace humanos. El respeto a las ideas de los demás es lo que nos hace personas.


Por: Diego A. Torres.
Fuente: http://www.eltiempo.com

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