Cuando estaba en el colegio, en mi época de estudiante, una vez, mientras recibía la clase de ciencias naturales, el profesor nos ordenó sacar la lupa y la hoja de periódico, que previamente nos había ordenado llevar, y nos condujo por uno de los ejercicios que generó un gran impacto en mi vida. Colocando la lupa sobre la hoja de papel, debíamos buscar la concentración de un rayo de luz solar sobre la misma y esperar, obviamente, con la mano perfectamente quieta; indudablemente, mi sorpresa vino cuando empecé a observar humo del punto de luz sobre el papel. Mi inquietud era en ese momento, el porqué se generaba fuego, y la respuesta fue: por la concentración de los rayos solares sobre el papel. Años después, observaba a los practicantes de karate, como, con el poder de la concentración, lograban romper ladrillos con las manos, sin hacerse daño alguno.
De la guerra del Golfo Pérsico, la única experiencia positiva, que personalmente encontré, fue la de conocer la existencia de los antimisiles. Una vez era detectado, por el sistema de rastreo aéreo, que Irak había disparado un misil, Israel disparaba un antimisil en su contra, y era tal su poder, que al ser lanzado al espacio, empezaba a buscar intensamente el misil objeto de su misión destructora, lo localizaba y cumplía su propósito. Consultando con expertos en el tema, me explicaban que estos aparatos van equipados con un cerebro electrónico, que les permite conseguir su objetivo. A partir de este momento, me hice a mi mismo una pregunta: ¿Cuál de los dos cerebros es más poderoso, el cerebro electrónico del antimisil o el cerebro de los seres humanos? Y obviamente, la respuesta fue que los humanos construyeron eJ electrónico. Nuestro cerebro es tan poderoso, que si logramos concentrarnos en una meta clara, alta y alcanzable, la obtendremos.
De la guerra del Golfo Pérsico, la única experiencia positiva, que personalmente encontré, fue la de conocer la existencia de los antimisiles. Una vez era detectado, por el sistema de rastreo aéreo, que Irak había disparado un misil, Israel disparaba un antimisil en su contra, y era tal su poder, que al ser lanzado al espacio, empezaba a buscar intensamente el misil objeto de su misión destructora, lo localizaba y cumplía su propósito. Consultando con expertos en el tema, me explicaban que estos aparatos van equipados con un cerebro electrónico, que les permite conseguir su objetivo. A partir de este momento, me hice a mi mismo una pregunta: ¿Cuál de los dos cerebros es más poderoso, el cerebro electrónico del antimisil o el cerebro de los seres humanos? Y obviamente, la respuesta fue que los humanos construyeron eJ electrónico. Nuestro cerebro es tan poderoso, que si logramos concentrarnos en una meta clara, alta y alcanzable, la obtendremos.
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