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domingo, 18 de octubre de 2009

16- DESORDENES OSEOS





A pesar de que los huesos son los tejidos más duros en el cuerpo, son órganos vivos. Los huesos humanos están compuestos de agua en un 20%, material orgánico, como células vivas, en un 30-40%, y de material inorgánico, como el calcio, en un 40-50%. El tejido óseo protege muchos vasos sanguíneos y linfáticos, así como nervios. Las células responsables del crecimiento equilibrado de los huesos son los osteoblastos y osteoclastos. Los osteoblastos son las células creadoras de huesos, mientras los osteoclastos son los responsables de la resorción ósea para mantener el estado optimo. Un tercer grupo de células, llamadas condrocitos, se encargan de crear el cartílago. La médula ósea roja, que produce los glóbulos rojos y blancos, se encuentran en las partes menos densas del hueso, llamado hueso canceloso.
La mayoría de las enfermedades óseas aparecen cuando las células de los huesos dejan de recibir alimentación suficiente. Los cálculos biliares en el hígado, siempre conducen a la congestión de la linfa en el tracto intestinal y, en consecuencia, en otras partes del cuerpo (vea Desórdenes del Sistema Circulatorio). La buena salud ósea es el resultado del constante equilibrio entre las funciones de los osteoblastos y los osteoclastos. Este delicado equilibro se altera cuando una deficiente distribución de nutrientes inhibe la producción de nuevo tejido óseo por parte de los osteoclastos. La osteoporosis aparece cuando se reduce el tejido óseo porque los huesos nuevos no están a la par de la destrucción de huesos viejos. El hueso canceloso se ve afectado antes que el hueso compacto. El hueso compacto forma la capa exterior del hueso.
En la osteoporosis generalizada, el exceso de calcio es reabsorbido del hueso, elevando los niveles de calcio en la sangre y la orina. Esto puede predisponer a una persona a crear cálculos en los riñones y, eventualmente, sufrir de fallas renales. Los cálculos en el hígado reducen de manera sustancial la producción de bilis. La bilis es esencial para la absorción de calcio en el intestino delgado. Aún si hubiese una cantidad suficiente de calcio disponible gracias a la comida o a los suplementos alimenticios, la escasez de bilis hace que mucho del calcio ingerido sea inútil en la formación de huesos y otros importantes procesos metabólicos.
Además, la presencia de cálculos biliares en el hígado eleva el nivel de ácidos dañinos en la sangre, algunos de los cuales son neutralizados por el calcio liberado de los huesos y los dientes. Eventualmente, estas reservas de calcio se agotan, disminuyendo la masa y densidad de los huesos. Esto conduce a fracturas de huesos y la cadera, e incluso la muerte. Con más de la mitad de las mujeres mayores de 50 años afectadas por la osteoporosis (aunque solo sea en las naciones industrializadas), es obvio que el enfoque actual, basado en la ingesta de hormonas o suplementos de calcio, es un tiro en la oscuridad, ya que no enfrenta las causas del desequilibrio en el hígado y la vesícula.
El raquitismo y la osteomalcia son enfermedades que afectan el proceso de calcificación de los huesos. En ambos casos, los huesos, especialmente los de las extremidades inferiores, se suavizan y se arquean con el peso del cuerpo. La vitamina D soluble en grasa, calciferol, es esencial para el metabolismo equilibrado del calcio y el fósforo y, por lo tanto, de las estructuras óseas saludables. La secreción insuficiente de bilis y la alteración del metabolismo del colesterol, ambos causados por los cálculos biliares en el hígado, conducen a una deficiencia en la vitamina D. La falta de exposición a la luz ultravioleta agrava la situación.
La infección de los huesos, llamada osteomielitis, aparece cuando hay una prolongada obstrucción linfática en el cuerpo, especialmente en o alrededor de tejidos óseos. En consecuencia, los microbios que nacen en la sangre obtienen un acceso sin restricciones a los huesos. Los microbios pueden aparecer por cálculos biliares, un absceso dental o un divieso (furúnculo).
Los tumores malignos del hueso aparecen cuando la congestión linfática en el cuerpo, y los huesos especialmente, ha llegado a proporciones extremas. El sistema inmunológico se deprime y las partículas de los tumores malignos en el pecho, los pulmones o la próstata pueden extenderse hasta aquellos huesos con la mejor irrigación sanguínea, esto es, el hueso canceloso. El cáncer óseo y el resto de las enfermedades de los huesos significan una falta de alimentación del tejido óseo. Por lo general, no responden a tratamiento hasta que se hayan removido todos los cálculos biliares del hígado y se hayan eliminado las obstrucciones del resto de órganos y sistemas.

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