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martes, 17 de noviembre de 2009

AUTISMO 14- DESARROLLO SOCIAL A PARTIR DE LOS DOS AÑOS


Antes del año y medio o los dos años, la relación entre el niño y las figuras adultas de apego es básicamente didáctica. Estas interacciones didácticas se caracterizan por ser muy absorbentes, asimétricas y permisivas.

A partir del año y medio, aproximadamente, se producen ciertos cambios en el niño, el entorno y en la propia relación entre ambos.

El niño adquiere competencias motoras nuevas, mentales y lingüísticas[que le permitirán una mayor autonomía y una representación de la realidad. Pero el niño aún no ha interioridad la moral, ni sabe ponerse en lugar de los demás.

Los cambios que se refieren al medio giran en torno a  exigir del niño más autonomía, control e independencia.

A partir de esta situación tienen lugar los conflictos de rivalidad afectiva, conflictos en las relaciones con los iguales y conflictos con la autoridad que los adultos intentan imponer.

Con todo, el proceso más importante que tiene lugar hacia los dos años es el nacimiento de la función simbólica.


Desarrollo del simbolismo.

Si admitimos que el niño comienza a simbolizar a través de un proceso que es esencialmente interpersonal en su naturaleza, podemos imaginar cómo una alteración de los mecanismos de identidad y de reconocimiento afectivo que están en la base de la interacción puede dar lugar a una fuerte alteración de la función simbólica.

En este punto, sólo vamos a describir los orígenes de la función simbólica y las alteraciones sociales en autistas que se pueden relacionar con su carencia o deterioro.

Desde un punto de vista simple, el simbolismo es la función que permite almacenar, crear o compartir referentes abstractos sobre los objetos o experiencias no presentes.

El desarrollo del simbolismo es el proceso de “trascender” de la realidad concreta hacia referentes abstractos compartidos. El simbolismo es favorecido por el hecho de que no sólo los niños refieren diferentes objetos de la misma forma, sino también porque pueden referirse a un mismo objeto de diferentes formas.

Así, las relaciones entre el mundo emocional y el mundo simbólico van a estar siempre presentes en el desarrollo del ser humano. En un sentido evolutivo, el mundo simbólico permite desdoblar la realidad, y permite al niño jugar y “simular” con el mundo emocional sin sufrir las condiciones que en el mundo real harían muy peligroso su desarrollo.

En los autistas se encuentran serias alteraciones en todas las áreas que definen el mundo simbólico: lenguaje, juego simbólico, engaño, conducta cooperativa o competitiva, etc.

Estas alteraciones simbólicas en autistas sólo pueden entenderse en el contexto de su origen  interactivo y de las dificultades para percibir contingencias y, por lo tanto, para anticipar y predecir las conductas de los demás.


El papel del juego en el desarrollo del niño.

Aunque se considere que lo “social” abarca todas las actividades del niño, no quisiéramos cerrar éste apartado sin hacer una mención especial al juego que es, quizá, la actividad social más pura.

El juego no es, fundamentalmente, una actividad placentera, sino que más bien el niño satisface ciertas necesidades a través del juego. El niño en edad preescolar entra en un mundo ilusorio e imaginario, en el que los deseos irrealizables encuentran cabida: este mundo es lo que llamamos juego. La imaginación constituye un nuevo factor psicológico para el niño.

Durante el período sensoriomotor el juego consiste en la repetición de las habilidades motoras por el mero placer de ejecutarlas. Esta deformación de la realidad en beneficio de los esquemas de acción cumple una función importante: la consolidación de las acciones que previamente habían tenido que acomodarse a la realidad. En otras palabras, el juego surge cuando la conducta ha perdido su objetivo o función y se continúa o repite por el mero placer de su ejecución.

Del ejercicio de estos esquemas motores surge el símbolo. Repitiendo el esquema de acción fuera del contexto, el niño adquiere una rudimentaria conciencia de “hacer como si”, de sustitución de la situación por el gesto que la representa.

El juego, de dos a siete años, consiste en el ejercicio de que cualquier cosa puede representar a cualquier otra. Se trata también de compartir una experiencia más o menos lúdica entre al menos dos personas.

Pero además, el juego es un método para la elaboración de normas sociales, para el control recíproco. Así se desarrolla el juego de reglas, de la regla procedente de los adultos a la codificación de ésta la discusión de cada aplicación. El juego de reglas es la subordinación de los niños a una regla común o norma.

En autistas, el juego es una de las actividades más deterioradas que se pueden encontrar. Y esto es así, porque tal y como hemos venido exponiendo, las dificultades de anticipación, relación con iguales y simbolismo van a influir de una manera importante en el desarrollo del juego.

[1] Niño-padre; niño-madre.

[2] Necesitan una gran dedicación.

[3] El adulto organiza y controla la interacción.

[4] El niño no es considerado aún como alguién que puede obedecer.

[5] Mayor control y precisión manipulativa.

[6] Simbolismo.

[7] Adquisición del lenguaje.

[8] Celos fraternales.

[9] Se trata del proceso de inferir y comprender los estados mentales de los demás y ponerse en su punto de vista.

[10] Además, su madre/terapeuta es un tipo especial de referente en sí mismo y la fuente de modos alternativos de referenciar un ambiente comparado.

[11] Posiblemente de esa relación, es de donde surgen el desarrollo de cuentos, peliculas, teatro,etc., como representaciones del mundo simbólico.

[12] Ungerer y Sigman (1981), han demostrado la alta correlación entre las dificultades de comprensión del lenguaje en autistas y las carencias de juego simbólico y empleo funcional de objetos. Riguet (1981), encontró un nivel mucho más bajo del juego simbólico e imitación en niños autistas, comparandolos con niños normales y con Síndrome de Down.

[13] Para Piaget, las diversas formas que va cobrando el juego, son consecuencia directa de las estructuras mentales del niño. Al mismo tiempo el juego contribuye a nuevas estructuras mentales, que determinan a su vez, otros cambios en las formas del juego.

[14] En la figura1 se exponen los distinto tipos de juegos en edad preescolar.


JUEGOS                                          DESCRIPCCIÓN DE CONDUCTA

Juego desocupado. El niño no se compromete con otros niños; puede contemplar pasivamente las actitudes de los demás.


Juego solitario. Juega sólo de forma independiente. Jugar con juguetes es su  primera finalidad.


El espectador. Observa a los otros niños jugando, y comenta o se ríe de lo que ve.


Juego paralelo. Los niños juegan próximos unos de otros, con los mismos juguetes y ocupándose en las mismas actividades. No es compartido.


Juego asociativo. Los niños juegan cerca y utilizan una gran variedad de intercambios sociales para dar a entender que reconocen al compañero: haciendo preguntas, mostrando éxitos, etc.


Juego cooperativo. Los niños compartene metas e interese comunes, hay una adptación de roles recíproca como en el caso de obedecer turnos, y compartir un sentido de identificación con el grupo, los líderes y las reglas formales del grupo.


Aunque, en cada niño el nivel de juego dependerá del C.I., capacidad y comprensión lingüística, la mayor parte de los autistas mantienen juegos muy motores  y repetitivos.

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