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lunes, 30 de noviembre de 2009

LA MEDICINA DE LA ENERGIA: EL CUARTO MITO: TODA ENFERMEDAD ES CONSECUENCIA DE LA NEGATIVIDAD Y ESTAMOS DAÑADOS EN LO MÁS PROFUNDO DE NUESTRO SER


Nuestros pensamientos influyen decisivamente en la salud de nuestra mente y de nuestro cuerpo, y para sanar debemos explorar las regiones más recónditas de nuestro ser. Pero la raíz de una enfermedad no es siempre un patrón negativo, y no siempre debemos achacar la culpa de no lograr curarnos a unas experiencias negativas o a las creencias negativas que anidan en nuestro inconsciente. Muchas personas me cuentan que han explorado denudadamente su pasado en busca de esa experiencia negativa que les causó la enfermedad, pero no han logrado hallarla. ¿Qué deben hacer, me preguntan, para desenterrar esa pieza de su psique que les falta?
En algunos casos la enfermedad es el resultado de una serie de causas y es inútil tratar de atribuir la causa a un solo factor. La vida no es tan sencilla. Algunas enfermedades se desarrollan debido al elevado grado de toxicidad de nuestro medio y al contacto con gérmenes, bacterias y virus. Otras se deben al contacto con agua contaminada o parásitos. Otras son consecuencia de la genética, y es imposible vencerlas. Y algunas, como he dicho antes, pueden ser una forma de guía espiritual. En nuestro afán de ser física y espiritualmente fuertes, olvidarnos que nuestro viaje emocional es relativamente nuevo y que nuestro cuerpo físico sigue sometido al poderoso influjo de nuestro medio y los cambiantes esquemas de nuestra sociedad.
Sería más fácil curarnos de una enfermedad si investigáramos nuestro pasado en busca de patrones positivos además de negativos. Por más que exploremos nuestra psique en busca de todo cuanto pueda haber contribuido a debilitarnos, no debemos pasar por alto las facetas fuertes y resistentes de nuestra personalidad. Cuando nos preocupamos sólo en buscar los patrones negativos, todo lo bueno que hay en nuestra vida suele eclipsarse.
Una voluntad firme y bien orientada, esencial a la horade reparar el tejido dañado, constituye una cualidad rara. Solemos utilizar nuestra fuerza cié voluntad más para eoritrolar a los demás que para controlarnos nosotros mismos. Y cuando tratamos de desarrollar una mayor fuerza de voluntad, por lo general lo hacemos motivados por el deseo de romper una adicción o de practicar unos ejercicios diarios más que por el afán de controlar nuestros pensamientos negativos.
Los programas de apoyo no sólo ayudan a las personas a recuperarse cié sus heridas, sino a celebrar su fuerza. El espíritu humano no se duerme dentro de nosotros debido a nuestros patrones vitales negativos, ni la vida de la mayoría de la gente consiste en un largo rosario de tragedias. El desenterrar lo positivo es un proceso tan terapéutico eomo el eliminar las partes negativas de nuestro pasado.
Cuando le diagnosticaron un cáncer de mama, Shei-la inició de inmediato un tratamiento médico y se inscribió en un grupo de apoyo para mujeres con esa enfermedad. La comprensión que halló en el grupo ayudó a Sheila a librarse del dolor provocado por su reciente divorcio, que ella no había deseado. Su afán por salvar su matrimonio había «minado sus fuerzas», según dijo, tanto simbólica como físicamente.
Aunque el grupo de apoyo ayudó a Sheila a superar su desesperación, su cáncer seguía progresando. Varios miembros del grupo estaban convencidos de que ella seguía aferrándose a su matrimonio, o a otra parte negativa de su pasado. Sheila no sabía lo que era. de modo que acudió a mi taller para hallar la forma de descubrir las emociones negativas que la estaban perjudicando.
Hasta que su matrimonio empezó a zozobrar, Sheila había sido una mujer relativamente feliz.
—Como es lógico, tuve problemas con mis hijos y algunas otras cosas —reconoció—, pero todo se resolvió. Mis hijos ya son mayores y mantenemos una relación de profundo cariño. Nunca he tenido problemas económicos, y, aunque he perdido a mi padre y a mi madre, murieron porque había llegado su hora. Les lloré durante un tiempo, pero luego me recuperé.
Mientras Sheila describía su pasado, le pregunté qué opinión tenía de sí misma. Supuse que enumeraría una larga lista de síntomas de escasa autoestima, pero me sorprendió. Me dijo que siempre se había considerado una persona bondadosa, comprensiva con los demás, inteligente y sociable.
—Ahora —comentó—, me pregunto si me engañaba. Quizá nunca tuve ninguna de esas cualidades.
Su autoestima era perfecta, como un soplo de aire fresco. Pero mientras seguía conversando con ella, empecé a notar que se estaba desintegrando ante mis ojos. Finalmente, resultó que Sheila ya no tenía tan buena opinión de sí misma, sino que desde hacía poco se había convencido de que la positiva imagen que tenía de sí era Fruto de su vanidad, la cual la había creado para evitar enfrentarse a su auténtica personalidad. Incluso llegó a sugerir que su vanidad podría haber sido el auténtico motivo de su fracaso matrimonial.
Por lo que deduje, la crisis de salud de Sheila, su creencia en un doloroso pasado que no conseguía descifrar y la deterioración de su imagen personal le habían creado un dilema mayor que el fracaso de su matrimonio. Sin embargo, estaba resucitando el dolor que le producía su divorcio, en lugar de aceptar que su marido la había abandonado por sus propias razones. Es posible que, al supeditar sus problemas de salud a su búsqueda de unas experiencias pasadas negativas y al dolor de su divorcio, Sheila hubiera permitido que su cáncer de mama se agravara, y se deteriorara la imagen que tenía de sí misma.
Lo que podría haber hecho Sheila, al igual que muchas otras personas, era desterrar el mito de que uno controla todos los aspectos de su vida.

Preguntas para un auto examen

•    ¿Busca usted constantemente lo que hizo para merecer la enfermedad que padece?
•    ¿Cree usted que no logrará sanar hasta que descubra la falta que cometió?
•    ¿Suele recrearse en las experiencias negativas del pasado, convencido de que, al hacerlo, estimula su curación?

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