El favor más importante que usted puede hacerse en una situación crítica es aprender a administrar su tiempo. Usted es su primera prioridad. Para ella lo primero que debe hacer es aprender a decir no. Deje de pensar que va a perderse la gran oportunidad de su vida si no acude a algo, tanto si se trata del estreno de una película muy galardonada, la boda de un pariente o una reunión de negocios.
Recuerde que sólo está presente ahora, no sabe lo que ocurrirá mañana. Las preguntas son, esencialmente, las mismas, tanto si está sano como si trata de sanar: « ¿Deseo invertir mi tiempo en esto? ¿Estoy malgastando el valioso bien del tiempo porque temo perderme una oportunidad importante?»
Cuando se enfrente a una crisis vital, hágase estas preguntas;
1. ¿Quiénes son las personas más importantes en mi vida?
2. ¿Estoy invirtiendo mi tiempo en las personas y las cosas más importantes para mí, tanto para sanar como para vivir una existencia plena?
3. Si no es así, ¿qué puedo hacer para modificar la situación?
Aunque estas preguntas de evaluación puedan parecerle más cruciales en una época de transición —cuando se enfrenta a una crisis de salud o a una crisis espiritual— debe formulárselas periódicamente durante toda su vida. Al igual que debe conservar su energía y utilizarla con prudencia, debe aprender a administrar su tiempo. Quizá deba reducir el tiempo que pasa en compañía de personas cuya orientación o conducta no encajan con la necesidad que usted tiene de sanar. No pretendo decir que, si trata de curarse de un cáncer o una historia de incesto, deba pasar todo el tiempo en compañía de otras víctimas de cáncer o de incesto. Pero si existen ciertas personas en su vida —amigos, parientes, compañeros de trabajo— que se expresan y se comportan de forma negativa, que no respetan su cuerpo o que le animan a comportarse de un modo que no favorece su curación, pregúntese si le conviene estar con ellas. El mero hecho de que alguien desee ser su amigo no es motivo suficiente para que usted dedique tiempo a esa persona en estos momentos de su vida.
Tampoco pretendo decir que deba «hacer algo útil» en todo momento, máxime si el «hacer algo» empieza a asumir la forma de una obsesión con la actividad y el rendimiento. Administrar su tiempo significa concederse unos espacios vacíos para usted mismo, para no «hacer» nada más que dejar que afloren ala superficie nuevas ideas y sentimientos. Esta «inactividad» es el mismo principio en eí que se basa la meditación, pero puede utilizarla para desembarazarse de tareas y preocupaciones a lo largo de coda su jornada, dedicando unos minutos a sí mismo. En este senado, una enfermedad, un trauma o una crisis vital pueden representar una oportunidad para que usted explore su vida a un ritmo más pausado. Decir no a hacer algo puede significar decir 110 a ocuparse en algo simplemente para hacer algo. Este principio constituye un contrapeso muy útil para la segunda forma de propiciar su fuego sanador.
Recuerde que sólo está presente ahora, no sabe lo que ocurrirá mañana. Las preguntas son, esencialmente, las mismas, tanto si está sano como si trata de sanar: « ¿Deseo invertir mi tiempo en esto? ¿Estoy malgastando el valioso bien del tiempo porque temo perderme una oportunidad importante?»
Cuando se enfrente a una crisis vital, hágase estas preguntas;
1. ¿Quiénes son las personas más importantes en mi vida?
2. ¿Estoy invirtiendo mi tiempo en las personas y las cosas más importantes para mí, tanto para sanar como para vivir una existencia plena?
3. Si no es así, ¿qué puedo hacer para modificar la situación?
Aunque estas preguntas de evaluación puedan parecerle más cruciales en una época de transición —cuando se enfrenta a una crisis de salud o a una crisis espiritual— debe formulárselas periódicamente durante toda su vida. Al igual que debe conservar su energía y utilizarla con prudencia, debe aprender a administrar su tiempo. Quizá deba reducir el tiempo que pasa en compañía de personas cuya orientación o conducta no encajan con la necesidad que usted tiene de sanar. No pretendo decir que, si trata de curarse de un cáncer o una historia de incesto, deba pasar todo el tiempo en compañía de otras víctimas de cáncer o de incesto. Pero si existen ciertas personas en su vida —amigos, parientes, compañeros de trabajo— que se expresan y se comportan de forma negativa, que no respetan su cuerpo o que le animan a comportarse de un modo que no favorece su curación, pregúntese si le conviene estar con ellas. El mero hecho de que alguien desee ser su amigo no es motivo suficiente para que usted dedique tiempo a esa persona en estos momentos de su vida.
Tampoco pretendo decir que deba «hacer algo útil» en todo momento, máxime si el «hacer algo» empieza a asumir la forma de una obsesión con la actividad y el rendimiento. Administrar su tiempo significa concederse unos espacios vacíos para usted mismo, para no «hacer» nada más que dejar que afloren ala superficie nuevas ideas y sentimientos. Esta «inactividad» es el mismo principio en eí que se basa la meditación, pero puede utilizarla para desembarazarse de tareas y preocupaciones a lo largo de coda su jornada, dedicando unos minutos a sí mismo. En este senado, una enfermedad, un trauma o una crisis vital pueden representar una oportunidad para que usted explore su vida a un ritmo más pausado. Decir no a hacer algo puede significar decir 110 a ocuparse en algo simplemente para hacer algo. Este principio constituye un contrapeso muy útil para la segunda forma de propiciar su fuego sanador.
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