CAPITULO XVIII.
Había Otros muchos enfermos que sufrían de sus dolores, no obstante, ellos perseveraban en sus ayunos. Y su fuerza estaba agotada y gran calor los atormentaba. Y cuando se hubieron levantado de sus camas para ir a Jesús, sus cabezas daban vueltas, como si un vertiginoso viento les agitara.
Y cada vez que procuraban ponerse de pie, caían de nuevo al suelo. Entonces Jesús fue a ellos y les dijo:
Sufrís porque satán y sus enfermedades atormentan vuestros cuerpos. Mas no temais, pues su poder sobre vosotros terminará pronto. Porque satanás es como el vecino colérico, quien penetró a la casa de su prójimo, durante su ausencia con la intención de llevarse las mercancías a su propia casa; pero alguien le dijo al otro que el enemigo estaba saqueando su casa y volvió a su casa corriendo. Y cuando el mal vecino hubo juntado todo lo que pudo, vió de lejos al amo de la casa que volvía muy de prisa.
Entonces estaba tan enojado, por no poder llevarse nada que se puso a destruir y a maltratar todo lo que allí había. Asi que, no siendo las cosas para él, no fueran tampoco para el otro.
Pero inmediatamente el amo de la casa vino y antes que el malvado cumpliera sus intenciones, lo tomó y lo arrojó fuera de su casa. En verdad os digo, de igual manera entra satanás en vuestros cuerpos, que son la casa de Dios, y toma en su poder, de vuestros cuerpos, todo lo que él desea robar: Vuestro aliento, vuestra sangre, vuestros huesos, vuestra carne, vuestras entrañas, vuestros ojos, vuestras orejas, pero por vuestro ayuno y oración habéis llamado de nuevo al Señor de vuestro cuerpo y a sus ángeles.
Y ahora satán ve que el verdadero Señor de vuestro cuerpo vuelve y ese es el fin de su poder. Por lo mismo, en su ira, reune todas sus fuerzas una vez mas, para destruir vuestro cuerpo antes de la venida del Señor. Por esa razón Satán os atormenta con toda su fuerza, porque siente que su fin ha venido. Pero no se turbe vuestro corazón, pues pronto los ángeles del Señor aparecerán para ocupar sus moradas y volverlas a dedicar como Templo de Dios. Y lo asirán fuertemente y lo arrojarán de vuestros cuerpos, con todas sus impurezas y enfermedades.
Y sereis felices, pues recibireis la recompensa de vuestra perseverancia y no vereis mas enfermedades.
Había Otros muchos enfermos que sufrían de sus dolores, no obstante, ellos perseveraban en sus ayunos. Y su fuerza estaba agotada y gran calor los atormentaba. Y cuando se hubieron levantado de sus camas para ir a Jesús, sus cabezas daban vueltas, como si un vertiginoso viento les agitara.
Y cada vez que procuraban ponerse de pie, caían de nuevo al suelo. Entonces Jesús fue a ellos y les dijo:
Sufrís porque satán y sus enfermedades atormentan vuestros cuerpos. Mas no temais, pues su poder sobre vosotros terminará pronto. Porque satanás es como el vecino colérico, quien penetró a la casa de su prójimo, durante su ausencia con la intención de llevarse las mercancías a su propia casa; pero alguien le dijo al otro que el enemigo estaba saqueando su casa y volvió a su casa corriendo. Y cuando el mal vecino hubo juntado todo lo que pudo, vió de lejos al amo de la casa que volvía muy de prisa.
Entonces estaba tan enojado, por no poder llevarse nada que se puso a destruir y a maltratar todo lo que allí había. Asi que, no siendo las cosas para él, no fueran tampoco para el otro.
Pero inmediatamente el amo de la casa vino y antes que el malvado cumpliera sus intenciones, lo tomó y lo arrojó fuera de su casa. En verdad os digo, de igual manera entra satanás en vuestros cuerpos, que son la casa de Dios, y toma en su poder, de vuestros cuerpos, todo lo que él desea robar: Vuestro aliento, vuestra sangre, vuestros huesos, vuestra carne, vuestras entrañas, vuestros ojos, vuestras orejas, pero por vuestro ayuno y oración habéis llamado de nuevo al Señor de vuestro cuerpo y a sus ángeles.
Y ahora satán ve que el verdadero Señor de vuestro cuerpo vuelve y ese es el fin de su poder. Por lo mismo, en su ira, reune todas sus fuerzas una vez mas, para destruir vuestro cuerpo antes de la venida del Señor. Por esa razón Satán os atormenta con toda su fuerza, porque siente que su fin ha venido. Pero no se turbe vuestro corazón, pues pronto los ángeles del Señor aparecerán para ocupar sus moradas y volverlas a dedicar como Templo de Dios. Y lo asirán fuertemente y lo arrojarán de vuestros cuerpos, con todas sus impurezas y enfermedades.
Y sereis felices, pues recibireis la recompensa de vuestra perseverancia y no vereis mas enfermedades.

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